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la salvaje jauría de perros vagos


columna de mérici
Según El Mercurio de Calama, ayer [3 de septiembre de 2008] fue atacada una mujer de esa ciudad por una "jauría de perros salvajes". Bajo el título ‘Mujer salvó con vida de feroz ataque de jauría en La Cascada’, el diario informaba sobre las heridas sufridas por la mujer, y agregaba sabihondo: "Al hablar sobre los problemas sociales que aquejan a Calama, uno de ellos es, sin duda, la cantidad de perros vagos que deambulan por todas las calles céntricas y periferia de la ciudad". De acuerdo con el escritor del artículo, "el problema no es menor ya que en varios casos se están registrando ataques a los transeúntes que en diversos puntos de Calama se encuentran con estas pandillas caninas".
El periodista describe el ataque con gran dramatismo. Un poblador que pasaba por el lugar en su camioneta "divisó entre la jauría de perros salvajes un bulto que era movido para todos lados y fue en ese momento cuando se percató que se trataba de un ser humano, que estaba siendo atacado violentamente. Frente a ello se bajó raudamente de su vehículo y alejó a los canes del cuerpo de la atacada".
El ataque fue inusitadamente violento. La mujer fue mordida y arrastrada por más de una decena de perros que, si no hubiese sido por la providencial intervención del conductor, probablemente habrían terminado con su vida.
Seguidamente, el periodista parece haber entrevistado sobre el caso al prefecto de Carabineros, Luis Henríquez, que declaró que "hay mucho perro vago que en este minuto son prácticamente bestias hambrientas que no van a dudar en atacar a un niño, persona que no pueda repeler este ataque y esto es lo que pasó en este caso".
Sin embargo, no fueron perros ni salvajes ni vagos -vale decir, callejeros sin dueño- los que atacaron a la mujer. Fueron perros con dueño, según reconoce la edición de El Mercurio de Calama de hoy 4 de septiembre en un informe sobre un segundo ataque ocurrido en el mismo sector de la ciudad. Esta vez la víctima fue un hombre de 73 años que perdió la conciencia durante el ataque y que, como en el caso anterior, probablemente debe su vida a la intervención de los vecinos del lugar.
Según el diario, los perros tienen dueño, la propietaria ha sido ya identificada y el departamento de Higiene Ambiental ha iniciado un sumario sanitario que contemplará multas en dinero y la "eliminación" de los canes.
La Comisión de Control Canino de Calama, formada por empresas del sector público y privadas de la ciudad, declaró enfáticamente que no existe una "jauría de perros vagos que circula por la ciudad, atacando a las personas", desmintiendo tanto la edición anterior del diario como al prefecto de Carabineros.
El Mercurio de Calama nos brindó de esta manera una nueva exhibición del escaso nivel de formación de sus periodistas. Queda claro que el reportero no entrevistó a los vecinos del sector, y no sabemos si visitó el lugar donde la mujer fue atacada. Si lo hubiese hecho, como lo hizo al día siguiente el señor Lucas Buchard, director del Departamento de Higiene Ambiental, se habría encontrado con los vecinos que asistieron al hombre atacado y se habría enterado que los perros responsables de la agresión eran en realidad perros del barrio, y con dueño.
Supongo que se limitó a acercarse al hospital donde fue atendida la primera víctima y a entrevistar al personal médico y al oficial de guardia. Y todos ellos, interrogados sobre el incidente, se aferraron a la respuesta que esos mismos periodistas han imprimido en la mente de los lectores: que los responsables de los ataques son perros vagos, que recorren la ciudad -como afirmó equivocadamente incluso el prefecto- formando jaurías hambrientas que no dudan en atacar a niños o personas desvalidas para saciar su hambre.
¡Vaya imaginación! ¿Quién de nosotros ha visto a grupos de perros devorar a un ser humano vivo? ¿O leído en algún texto que no sea novela? Hace unos años causó conmoción el caso de unos perros que fueron encontrados con restos de un bebé recién nacido en sus hocicos. Pero el bebé había sido asesinado por su propia madre, tras lo cual dejó su cadáver en una bolsa de plástico en la calle. El comentado caso de Hans Pozo, el chico asesinado y descuartizado por su amante, salió a la luz cuando se descubrió a unos perros caminando con trozos de su cuerpo en el hocico.
En otro caso reciente, también tratado ampliamente en la prensa, unos perros vagos habrían atacado y devorado partes del cuerpo de la víctima en la plaza mayor de una ciudad del sur Chile. Pero luego se descubrió que el hombre había muerto de muerte natural y no quedó realmente en claro si los perros lo habían devorado. En otro ejemplo similar, tras acusar a unos perros vagos de haber devorado partes del cuerpo de la víctima, se estableció luego que los perros sólo habían intentado despertarlo.
En un último caso reciente se acusó a un grupo de perros callejeros de haber matado y empezado a comer el cadáver de la víctima, sólo para descubrir después que el hombre había sido asesinado por el dueño de la pensión donde vivía, que había montado posteriormente la escenografía y guión de su macabrísima muerte.
Pero estas historias de perros comegente tienden a ocurrir más en novelas y cómics que en la realidad. En esta última lo que ocurre a menudo es que los perros, callejeros o no, en lugar de devorar a los humanos desvalidos, les ayudan y socorren, como en el reciente caso de la China, una perra que acababa de parir y que salvó de una muerte cierta a un bebé recién nacido arrojado por su madre al patio de su casa. Lo había arrojado desnudo para que muriera de frío. La perra -China- lo jaló con su hocico hasta su propia guarida, donde lo arropó y trató de alimentarlo junto a sus cachorros. Sin embargo, en los primeros informes se abrigó la testaruda e infame sospecha de que la perra la había mordisqueado para comérsela. Abundan los ejemplos sobre la natural bondad de los perros.
Con estos análisis deficientes e infundados, El Mercurio de Calama viene propagando y reforzando una imagen de los perros callejeros como responsables de todo lo que anda mal en las calles de Calama, pese a que, en ocasiones, el mismo diario ha reconocido las  falencias de su cobertura. Cuando se inició en junio de 2008 la campaña ‘Aperra con tu perro’, un proyecto municipal de fomento de la tenencia responsable de mascotas, el mismo diario insistió en que "en Calama no existe sobrepoblación de perros y [...] más del 90 por ciento de los que se ven deambulando por las calles tiene dueño. Son datos que todos debemos tomar en cuenta y que a partir de los mismos debemos sacar conclusiones" (El Mercurio de Calama del 10 de junio de 2008), una recomendación que sus propios periodistas ignoran o rechazan.
Los perros callejeros no son el problema. El problema son los que los abandonan a su suerte en las calles. Se ha comprobado repetidas veces que la inmensísima mayoría de los perros callejeros son perros con dueño. También se ha comprobado numerosas y repetidas veces en todo el país que la inmensísima mayoría de los ataques caninos son realizados por perros con dueño. Sin embargo, muchos insisten majaderamente en describir a los perros vagos como responsables no sólo de las inevitables mordeduras y esporádicos ataques, sino incluso de actos de antropofagia.
Un factor que ciertamente ha de tomarse en cuenta tiene que ver con la cultura, y lo han señalado incluso los periodistas de El Mercurio de Calama: los calameños dejan salir a sus perros a la calle. Y no solamente los calameños. Esta práctica se extiende por todo Chile y forma parte de la relación que han establecido los chilenos con sus perros. Muchos perros vuelvan a casa a dormir. No me parece que sea una costumbre reprochable en sí misma. Los chilenos tratan a sus mascotas como miembros de la familia, y, en realidad, como niños. Y como a los niños se les concede que salgan a la calle a visitar y jugar con sus amigos. Pero también es verdad que muchos vecinos los dejan en la calle para que se busquen su propio sustento.
Ahora los diez o catorce perros responsables de estos dos últimos ataques en Calama corren el riesgo de ser exterminados. ¿Por qué? El Mercurio de Calama, en su edición del 4 de septiembre de 2008, dice amenazante que el Departamento de Higiene Ambiental está contemplando "la eliminación de todos sus guardianes [refiriéndose a la propietaria y sus perros]".
Ese departamento municipal, sin embargo, no tiene autoridad para ordenar el exterminio de los perros. Ni siquiera tiene esa autoridad el seremi de salud, que es la única instancia oficial facultada para decidir la muerte de un perro y sólo si después de diez días de observación se demuestra que padece de rabia y constituye por tanto un peligro para la salud pública. El exterminio de los perros de La Cascada es ilegal.
Hay un factor que es necesario tener presente cuando se dan situaciones de este tipo. Los seres humanos no son la única especie con historia y psicología. También los perros y otras especies presentan patrones de conducta que son fuertemente influidos por sus historias familiares y locales. No es verdad, por ejemplo, que los pumas acechen, persigan y maten para comérselo a todo humano que se cruce en su camino. Por lo general, los pumas siguen a los humanos por simple curiosidad, porque suelen preferir el cordero para la cena. Pero sí se han dado casos de pumas que atacan sistemáticamente a humanos en contextos locales en que han sido víctimas de la violencia humana.
Los animales reaccionan frente a los humanos de diferentes maneras dependiendo del tipo de relación que han establecido con grupos humanos en zonas geográficas específicas -que puede ser una cuadra, un barrio o un bosque. Y este factor opera en perros tanto como en felinos, pecaríes, pumas, zorros y otras especies.
Además de la historia local de su relación con grupos humanos, los animales, y en especial los perros, modifican y adaptan su conducta según la personalidad del jefe que dirige el grupo o la familia. Hay perros que son derechamente hostiles hacia los humanos -por su historia personal en la relación con los humanos, o por sus rasgos psicológicos. Son los menos, pero si dirigen un grupo o jauría pueden constituir un peligro para los humanos. Aún así, los perros suelen ser hostiles sólo cuando sienten o temen que se amenaza lo que consideran su territorio. Pero tomados individualmente, los perros de estos grupos peligrosos suelen ser perros dóciles y suaves, como son en general estos animales.
En el caso de los perros con dueño, su conducta es modelada en gran parte por sus dueños. Si estos perros con dueño se muestran agresivos, es porque su dueños les han enseñado a comportarse así. Las medidas a tomar para evitar situaciones semejantes en el futuro deben incluir probablemente separar al jefe del grupo y reeducar -para eso debiese usarse la multa- a todos los demás para ser entregados posteriormente en adopción.
No me parece que estos perros de Calama deban ser exterminados. El principio de que todo perro que ataca a un ser humano debe ser exterminado pertenece a una ideología colonial y rural, cuando se suponía que los perros que habían atacado a un ser humano inevitablemente volverían a hacerlo por haberle cogido el gusto. Pero en esa época los perros acusados de atacar a un ser humano eran llevados a juicio, y muchos de ellos salvaban la vida cuando se consideraban las circunstancias en que habían atacado.
Hoy sabemos que los perros, como los humanos, aprenden y desaprenden. Que sus sociedades -sus grupos y camadas- pueden tener jefes autoritarios y crueles, como entre otras especies. La solución en estos casos no me parece que sea el exterminio ciego e irrazonable de animales que, en realidad, no son exactamente culpables en el sentido judicial del término, sino su reeducación y reinserción en una relación más amistosa con los humanos.
¿Solucionaríamos los problemas de nuestro niño humano con un vecino matando a este último, como hizo un carabinero el año pasado? No podemos solucionar los problemas que tenemos con los perros simplemente matándolos. Con eso matamos a perros individuales, lo que no solamente es tremendamente injusto sino además no nos permite solucionar el problema. Y el problema es la relación que tenemos con nuestros animales, vale decir, el problema somos nosotros, la parte de la relación que define esa relación.

[La foto la encontré en el blog La Alternativa].

[mérici]

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