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el asesinato de niños en chile


79 niños muertos por golpes de sus padres en Chile desde 2009.
[Jeniffer Vega] Asfixiados con almohadas, ahogados en la tasa del baño o lanzados contra la pared son las formas más comunes con la que los progenitores terminan con la vida de sus retoños. Las explicaciones son variadas y van desde un embarazo no deseado hasta problemas económicos.  Este año 2010, el Sename ha recibido 54.965 denuncias por maltratos graves contra niños. Pese a ello, muchos echan de menos una campaña tan potente como contra la del femicidio.
Este 19 de diciembre se cumplió un año desde que murió Daniel Maldonado, un pequeño de dos años que falleció en su coche en pleno barrio Meiggs mientras acompañaba a su madre en las compras navideñas. Eso sí, después de vomitar y sentir su cuerpo adolorido por haber sido lanzado por su padrastro contra la pared de su hogar, por llorar mucho. Un caso estremecedor, aun más por la fecha en que está inmerso, una época de amor y júbilo que recuerda el nacimiento del niño Jesús y que debería iluminar los corazones, sensibilizar a los padres y no seguir engrosando la lista de maltrato infantil que este año asciende a 54.965 denuncias, según el Servicio Nacional de Menores (Sename).
Una triste cifra que es más espeluznante al sumar los 79 niños muertos a golpes, a manos de sus padres, registrados desde el año 2009 a la fecha, según constata a través de sus investigaciones la Fiscalía Nacional y que enciende una alerta máxima porque el círculo de la violencia en la familia chilena efectivamente puede remecer con el bullado femicidio -que ha cobrado 48 víctimas a la fecha y que acaba de endurecer las penas de cárcel con una nueva ley aprobada en el Congreso-, pero que ha dejado dramáticamente de lado las campañas para proteger el silencioso drama que viven miles de niños en Chile, que no pueden gritar su tragedia cuando el maltrato físico grave lo viven bajo su propio techo.
Según los datos manejados por las policías y los organismos especializados, los abusos a los infantes no sólo vienen de la mano de un padre agresor. La madre también puede descargar brutalmente su rabia a través de sus hijos, golpeándolos por haber tenido un embarazo difícil o, simplemente, asesinarlos por no estar apta para recibir y cuidar a un hijo.
Hechos que erizan los pelos por la carga emocional y la falta de límites al cometer estos delitos, pero también por estar encubiertos por el medio social donde se desarrolla el vertiginoso espiral de la violencia infantil. "El abuso sexual a menores está sancionado moralmente por todo el mundo, pero los golpes muchas veces son aceptados. Porque cuando ves que un padre zamarrea a su hijo en la calle o le pega un coscorrón, muy poca gente interviene aunque nadie, por el contrario, aceptaría ser testigo de una violación en la vía pública de un niño sin reaccionar", explica la asistente social del Sename Cynthia Sanhueza, quien asegura que esos pequeños golpes en la calle comúnmente aumentan dentro del hogar.
El Centro Reina Sofía para el estudio de la violencia en España, precisa que el perfil de los llamados "progenitores asesinos" se repite con los mismos patrones en todo el mundo y, en caso de las madres, apunta a que ellas dan muerte a sus criaturas en edades que oscilan entre el neonato y los seis años. En cambio, los hombres aplican la violencia física extrema sobre sus hijos adolescentes por razones de contextura y tipo de castigos.

Desde el WC a la Asfixia
De los 79 niños muertos víctimas de la violencia de adultos desde el año pasado a la fecha, 18 fueron infanticidios, es decir, bebés asesinados antes de cumplir las 48 horas de vida. Los 61 restantes son casos de niños menores de 12 años que fueron víctimas de la violencia descarnada de sus progenitores.
"Los maltratos más comunes en Chile y a nivel mundial son los golpes físicos al cuerpo del menor. La asfixia por inmersión en la taza del baño, el ahorcamiento con ambas manos y la asfixia con cojines o materiales pesados, son otras de las prácticas con las que los padres dan muerte a los niños. Cualquiera sea el caso, siempre lo hacen bajo un impulso o descontrol. También se ha vuelto común lanzar a los niños contra una pared o por la ventana, como el caso de Alfredo Cabrera el año 2007, quien mató a su hija Javiera de seis años lanzándola desde el séptimo piso del edificio donde vivían. Hoy, el hombre cumple condena en la Cárcel de Alta Seguridad", confirma Sanhueza.
Para la mayor de la 48ª Comisaría de Asuntos de la Familia, Marcela Lizarraga, el tema del infanticidio la estremece no sólo como carabinera, sino también como madre. "Es frecuente que los infanticidios sean cometidos por las madres en su propio hogar y en lugares privados como el baño. Y aunque parezca increíble, muchas veces es denunciado por la propia parturienta aludiendo un accidente en la tina, o un aborto espontáneo por el que supuestamente el recién nacido cayó al baño. Pero, en la investigación, con los peritajes y las autopsias, siempre se descubre la verdad y que ellas los mataron", cuenta la mayor al explicar que al final, las mujeres arrepentidas terminan confesando.
"El infanticidio se da en mujeres que quieren esconder su embarazo por temas económicos, porque lo ocultaron a su familia o porque son muy jóvenes y pasaron los nueve meses fajándose. Al terminar la gestación, no saben qué hacer y terminan matando al bebé", explica la carabinera, a quien hace años le tocó investigar el caso de una asesora del hogar que terminó con su embarazo en la casa de los patrones por miedo a que la despidieran. El problema fue que los empleadores, impactados, afirmaron que ellos hubieran aceptado felices al niño, pero la madre nunca pensó en esta alternativa y terminó tras las rejas.
"No sé por qué no hay campañas masivas contra el infanticidio... creo que simplemente no se han hecho, pero se deberían crear en un futuro. Nosotros como 48ª Comisaría acostumbrados a dar charlas en colegios y agrupaciones sobre estos temas, tocando la violencia infantil y sus consecuencias, como una forma de educar a los padres y a la población en general para que ayude a denunciar estos maltratos", sentencia la mayor Lizarraga.

Penas y Castigos
Hasta noviembre del 2010, el Sename tenía a su cargo 132.236 menores distribuidos en sus distintos centros a lo largo del país, de los cuales 36,9%, es decir 48.795 pequeños, son ingresados por maltrato grave. Estas niñas, niños y preadolescentes se encuentran en centros residenciales de la autoridad para velar por su seguridad, integridad física y mental, y sondear si pueden ser devueltos a su red familiar extensa, enviarlos a una familia de acogida o ser puestos en adopción, según estipule el tribunal de familia que siga su caso. En tanto, si nos referimos a un infanticidio o parricidio, el Servicio Nacional de Menores debe perseguir penalmente el delito y su meta es lograr las penas más altas que impone la justicia.
"El parricidio es castigado con un presidio mayor en su grado máximo, por lo que estamos hablando de una sanción de 10 años y un día, hasta quince años. El infanticidio, por su parte, está considerado legalmente como un acto bajo estado mental alterado de la madre, como la depresión postparto, por lo que está sancionado con presidio menor en su grado máximo, lo que va desde los tres años 1 día hasta cinco años", dice el jefe de la unidad de gestión de causas del Sename, el abogado Mauricio Mejías. En la batalla para extirpar de la sociedad chilena la violencia en la familia, la semana pasada el Congreso elevó las penas para los femicidas, con condenas para los ex convivientes y ex cónyuges, que van desde los 15 años un día a 40 años de prisión efectiva, sanciones que nada tienen que ver contra los castigos recibidos en Chile contra los más indefensos dentro del hogar.
El Sename, este año, ha interpuesto 650 denuncias ante los tribunales de justicia por maltratos graves y tiene al abogado Mauricio Mejías atareado con querellas en contra de los agresores en nombre del Estado chileno. "Si los casos son ingresados a la red de protección del Sename, podemos ejercer una acción penal a través de nuestro equipo legal que, en la región Metropolitana, tiene cuatro abogados. De esta forma, el servicio ejerce la acción en nombre del Estado chileno, por lo que no tenemos que preguntarle al adulto responsable cómo quiere actuar o penalizar al agresor, ni los padres son nuestros clientes. En los casos que no podemos dar cobertura porque no podemos ingerir penalmente, hay programas de representación jurídica que participan con patrocinio del adulto responsable y el Estado paga esa atención", resume el abogado.
Mientras, Mauricio Mejías está a la espera de la resolución del tribunal en el caso del pequeño Daniel Maldonado, quien irónicamente a un año de su muerte y en vísperas navideñas, sigue esperando que se haga justicia a su muerte. Cristián Palma, de 23 años y padrastro del menor, y Sandra Ampuero, de 36, su madre, siguen en prisión preventiva esperando sus condenas. En el primer caso por homicidio calificado y el segundo por parricidio.

Abandonos y Rechazos
Nada más que en la maternidad del Hospital Barros Luco-Trudeau, anualmente, se estremecen con tres o cuatro casos de bebés abandonados en sus pasillos. Envueltos en mantas, los neonatos lloran pidiendo, sin querer, el auxilio que sus madres les niegan. El número de rechazo sicológico de la madre a su recién nacido muestra cifras un poco más abultadas, que llaman tanto la atención como los casos de mujeres que son declaradas incompetentes por los médicos en el ámbito materno, y que pueden llegar a 30 situaciones en el año, las cuales son judicializadas para poder buscarle una red de atención al niño.
"La mayoría de las madres que abandonan a los niños en el hospital son mujeres que al tener a su guagua, dan una dirección falsa, no han llevado un control del embarazo y se escapan durante el puerperio, lo que hace difícil la búsqueda de familiares y el recién nacido debe esperar en nuestras instalaciones la resolución de tribunales. En el caso de las madres declaradas incompetentes por abuso de drogas, alcohol o situación de calle, nuestras expertas las ayudan a estrechar lazos afectivos con el bebé, encontrar una red familiar que las ayude en la crianza y orientarlas en el proceso. Semanalmente, se trabaja con cinco de estos casos", explica el jefe del servicio de neonatología del hospital, Francisco Correa.
En el equipo de neonatología del Barros Luco, que tiene incorporado a una asistente social y a una sicóloga que ayudan en esta difícil tarea, aseguran que la abuela materna termina generalmente cargando con la responsabilidad de esta nueva vida. "Muchos de estos casos de madres incapacitadas se repiten, tienen hasta seis hijos anteriores y cuentan con antecedentes. En esos casos, se busca un familiar que reemplace la figura paterna y se entregan los datos a tribunales, de esta forma, evitamos por ejemplo, el maltrato que pueden haber vivido los hermanos", resume el doctor Correa.
Un caso parecido al que se vivió en San Joaquín en agosto pasado, cuando a las dos de la madrugada un chofer del Transantiago, mientras avanzaba con su máquina, se encontró a un menor de dos años deambulando por la calle con pijama y a pies descalzos. Un caso de abandono e incompetencia materna que le tocó atender a la mayor Marcela Lizarra mientras estaba de turno. "La madre ni siquiera se había dado cuenta que su hijo no estaba y, al final, el pequeño le fue devuelto, pero bajo tutela de la abuela, porque aunque se evita que el menor sufra maltratos por parte de sus progenitores, se busca también no sacarlo del contexto familiar", asegura.
Por ello, en el Sename enfatizan que el rol de protección de los menores es de toda la sociedad. Según los estudios, las denuncias son en primer lugar hechas por un familiar cercano, en segundo lugar por los jardines y colegios y, en un tercer nivel, por los vecinos. Sin embargo, los golpes disminuirían si los coscorrones, mechoneos y zamarreos también fueran penalizados moralmente. "El zamarreo a menores de un año es la agresión más común pese a los riesgos que conlleva, porque es como batirle el cerebro a un niño y puede causarle hasta la muerte", explica la mayor Lizarraga.
Explicación que trae a la memoria el último caso de agresión infantil que remeció a la opinión pública en Chile, y que se vivió a fines de noviembre en el hospital Sótero del Río, Puente Alto, hasta donde llegó un menor de cuatro meses con el cerebro hinchado y lesiones en uno de sus ojos luego de sufrir golpes y el llamado "síndrome del niño sacudido". Sus padres, luego de llevarlo al hospital, desaparecieron durante nueve días y al regresar se culparon mutuamente sin siquiera preguntar por las secuelas neurológicas que se cree tendrá el pequeño Leandro.

Reivindicando a la Mujer Que Cede a Su Hijo
"Quiero que tengas un hogar, quiero que vayas al colegio, quiero que tengas una vida mejor, quiero entregarte todo, pero no puedo. Pero sí puedo elegir que tengas una vida mejor", de esta manera comienza la campaña de la Fundación San José para la adopción, la que además de cobijar a los niños abandonados en la Casa Belén, busca reivindicar a la mujer que decide dar su hijo en adopción, un proyecto que busca cambiar la mirada social sobre la madre que cede a su hijo y que, con ello, entrega el don de la vida a otra familia.
"La adopción es una alternativa viable al aborto, al infanticidio y al parricidio. Finalmente, con esta alternativa, se libra al menor de las agresiones y le entregas una mejor vida al niño", asegura la jefa de comunicaciones de la fundación, Jannet Lasserre, quien además explica que gracias al trabajo de apoyo y orientación que reciben las embarazadas que llegan hasta sus puertas, del 100% de las madres que quieren dar a sus retoños, sólo el 20% termina cediéndolo, porque el resto encuentra las redes de apoyo para criar a su guagua.
Y es en instituciones como San José, donde terminan los niños víctimas de infanticidios y parricidios frustrados, de abortos que no resultaron y de madres que están siendo evaluadas para conocer su competencia materna.
"Actualmente tenemos 25 niños en Casa Belén de 0 a dos años, de los cuales también tenemos pequeños que han sido derivados desde tribunales de familia y madres que debemos evaluar por orden judicial para saber si están aptas para criar a sus niños, o que deben dejar de lado alguna adicción para quedarse junto a su recién nacido", cuenta la directora del programa de adopción de la fundación, Paula Arrollade, quien explica que atienden de manera gratuita a diferentes tipos de mujeres, donde el perfil apunta a féminas mayores de 25 años, con más de tres hijos, que no tiene pareja estable y que opta por cambiar el rumbo de la vida del niño que viene en camino. Las personas que quieran recibir ayuda de la Fundación San José, o participar de su campaña, pueden llamar al número 800212200.
19 de diciembre de 2010
©la nación

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