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queremos que vuelva saddam


[Jonathan Chait] Reinstalar al dictador daría a los iraquíes la autoridad que necesitan. ¿Tienes una solución mejor?
El debate sobre Iraq ya ha dejado atrás la pregunta de si fue un error (todos sabemos que sí lo fue) y pasado a la pregunta más apremiante de si es posible evitar el desastre total. Todo analista de relaciones internacionales que se respete a sí mismo tiene su propio plan para Iraq. El problema es que estos planes son inevitablemente poco convincentes, excepto cuando dicen que todos los otros planes han fracasado. Todo esto es terriblemente desalentador.
Así que permitidme que proponga lo impensable. Quizás, quizás nuestra mejor opción es reinstalar a Saddam Hussein en el poder.
Sí, lo sé, Hussein es un genocida psicótico. Durante su gobierno, los iraquíes eran matados, torturados y vivían en constante temor. Traer de vuelta al dictador sería cruel, si no fuera porque todas esas cosas también están pasando ahora, aunque probablemente a una escala todavía mayor.
Al principio de la guerra, yo no tenía muchas esperanzas en una democracia iraquí, pero no presté atención a la posibilidad de que los iraquíes terminaran con un gobierno todavía peor que el que tenían. Sin embargo, resultó que hay algo todavía peor que el totalitarismo, y eso es el caos y la guerra civil indefinidos.
Nadie parece prever la posibilidad de restaurar el orden en Iraq. Este es el dilema básico: El gobierno es dirigido por chiíes, y las agencias de seguridad han sido dominadas por las milicias y los escuadrones de la muerte. El gobierno es suficientemente fuerte como para aterrorizar a los sunníes y provocarlos para que se rebelen, pero no lo suficientemente fuerte como para aplastar su rebelión.
Entretanto, hemos dirigido nuestros esfuerzos admirablemente hacia el adiestramiento de una fuerza de policía iraquí profesional y no vinculada a sectas religiosas y alentando la reconciliación entre sunníes y chiíes. Pero no hemos tenido éxito. Somos suficientemente fuertes como para impedir una guerra civil a toda escala o el genocidio, pero no somos lo suficientemente fuertes como para frenar el caos.
Sin embargo, Hussein tiene buenos antecedentes en ese departamento. Es posible reconstituir el ejército iraquí y la burocracia de estado que disolvimos, y si es así, esa puede ser la única fuerza capaz de imponer el orden en Iraq.
El caos y el orden tienen ambos una poderosa lógica sobre la que se sustentan. Cuando la gente percibe la ausencia de orden, actúan de modo tal que el desorden se hace todavía peor. Si un sunní cree que corre el riesgo de ser asesinado por chiíes, apoyará a los rebeldes sunníes, a los que ve como la única fuerza capaz de protegerlo. Los insurgentes sunníes, a su vez, intimidarán a los chiíes para que apoyen a sus propias milicias anti-sunníes.
Y no son sólo los iraquíes los que se comportan así. Se puede encontrar una versión de escala más pequeña de esta dinámica en las insurrecciones urbanas aquí en Estados Unidos. Pero cuando hay orden, la gente actúa de manera civilizada.
Restaurar el orden en Iraq tomará algún tipo de shock psicológico de alguna escala. Se esperaba que las elecciones iraquíes serían ese shock, pero no lo fueron. El retorno de Saddam Hussein -un hombre conocido por todos los iraquíes, y al que muchos temen- podría lograrlo.
Las desventajas de reinstalar a Hussein son obvias, pero consideremos algunos aspectos positivos. Él no permitiría que el país fuera controlado por Irán, que es el principal enemigo regional de Estados Unidos, un patrocinador del terrorismo e instigador de la guerra entre el Líbano e Israel. Antes de la guerra era extremadamente difícil tratar con Hussein, en gran parte debido a que creía, aparentemente, que podía derrotar cualquiera invasión norteamericana, si llegara a ocurrir. Ahora sabe que no puede. Y probablemente estaría dispuesto a volver, considerando que la otra alternativa es la muerte en la horca.
Sé que reinstalar en el poder a un tirano brutal es una mala idea. Pero alguien tiene que explicarme por qué sería él peor que los otros.

26 de noviembre de 2006
©los angeles times
©traducción mQh
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