justicia teñida
3 de junio de 2010
Si el gobierno de Obama quiere demostrar que es práctico y justo juzgar a algunos acusados de terrorismo en tribunales militares en lugar de las cortes federales, se está encaminando hacia una muy pobre decisión. Editorial de The New York Times.
Funcionarios del ministerio de Justicia y del Pentágono han elegido un inquietante caso para el primer juicio bajo las revisiones que fueron adoptadas para la Ley de Comisiones Militares en 2009: un detenido de Bahía Guantánamo nacido en Toronto, llamado Omar Khadr. Khadr, 23, ha estado detenido desde que tenía quince años, cuando presuntamente arrojó una granada de mano durante un enfrentamiento a tiros en Afganistán que hirió mortalmente al sargento primero Christopher Speer.
Khadr no era un mero transeúnte. Fue adoctrinado en la causa armada por su padre -miembro del círculo de Osama bin Laden que murió a manos de fuerzas paquistaníes en 2003. Pero si este juicio avanza este verano tal como se espera, Khadr será el primero en décadas en ser juzgado en un país occidental por crímenes de guerra cometidos presuntamente cuando era niño.
Eso ha provocado las justificadas críticas de funcionarios de Naciones Unidas y de organizaciones por las libertades civiles y los derechos humanos. Las condiciones carcelarias de Khadr son una clara violación de las Convenciones de Ginebra y tratados internacionales sobre el tratamiento que debe acordarse a menores de edad.
Durante una reciente audiencia preliminar en Guantánamo, se supo que su primer interrogatorio en la prisión de Bagram en Afganistán tomó lugar mientras él estaba sedado con un analgésico y esposado a una camilla después de su hospitalización por varias heridas graves que sufrió durante el enfrentamiento.
Su primer interrogador, identificado en la audiencia solamente como el Interrogador Uno, fue un sargento de ejército, condenado más tarde por maltratar a un detenido en otro caso. Usó amenazas de violación y muerte para obligar a hablar al adolescente Omar Khadr. Otro testigo recordó haberlo visto encapuchado y esposado en su celda con los brazos por encima de sus hombros en una posición considerada muy dolorosa. Cuando le quitaron la capucha, declaró, pudo ver que el adolescente estaba llorando.
En enero, la Corte Suprema de Justicia de Canadá condenó el interrogatorio de Khadr por un funcionario canadiense que luego compartió los resultados con fiscales estadounidenses. El fallo mencionaba la falta de acceso de Khadr a un abogado y su inclusión en el notorio programa militar ‘pasajero frecuente’, en el que se utiliza la privación del sueño para obtener declaraciones sobre graves acusaciones criminales.
El fallo del juez militar sobre la admisibilidad de las declaraciones de Khadr no se espera sino en algunas semanas. Pero persiste un mal sabor sobre la audiencia, que empezó apenas horas después de que el ministro de Defensa, Robert Gates, aprobara formalmente un nuevo conjunto de reglas para los tribunales y antes de que los abogados o el juez de Khadr pudieran consultarlas. Las reglas son una mejora de las reglas utilizadas por las comisiones de Bush, pero tienen defectos, incluyendo el uso de habladurías.
Durante la audiencia, el Pentágono excluyó a cuatro periodistas de la cobertura de las comisiones militares debido a que publicaron el nombre del Interrogador Uno, aunque era conocido desde hace años y se encuentra disponible en internet. El gobierno debe devolver las credenciales de los periodistas.
También debe iniciar negociaciones para lograr un acuerdo de clemencia. Las pruebas de que Khadr arrojó la mortífera granada no son claras. Incluso si lo fueran, sería imposible pasar por alto los maltratos que sufrió durante su custodia, o su condición de menor de edad, que lo privó de un juicio maduro.
Después de los ocho años de odisea de Khadr, no será una falta de respeto hacia el sargento Speer si Khadr vuelve a su país natal bajo los términos estipulados para proteger la seguridad pública, y lucha por su rehabilitación.
24 de mayo de 2010
©new york times
cc traducción mQh
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