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izquierda y derecha en centroamérica


En América Central, es difícil distinguir entre izquierda y derecha. Las diferencias son cada vez menos claras.
[Tim Rodgers] San Salvador, El Salvador. Mientras en América Central el último presidente que se define como derechista limpia su escritorio y se prepara para dejar el cargo, la región, que fue en el pasado un bastión de dictaduras de extrema derecha y gobiernos conservadores neoliberales, es ahora marcadamente de izquierda.
El lunes el presidente salvadoreño Tony Saca, el aliado conservador más cercano de Estados Unidos en América Central, entregará el poder al presidente entrante, Mauricio Funes, del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
El Salvador y Nicaragua serán gobernados ahora por ex movimientos de guerrillas marxistas, mientras que Guatemala y Honduras son dirigidos por sus propias versiones de gobiernos de izquierda, las primeras administraciones socialistas en más de cincuenta años.
El presidente de Costa Rica, Óscar Arias, sigue siendo el abanderado de la centro-derecha de la región, mientras que el presidente electo de Panamá, Ricardo Martinelli, un magnate de los supermercados, que asumirá la presidencia el 1 de julio, parece ser la nueva esperanza de los conservadores en la región. Pero en términos más amplios, el péndulo del poder en América Central ha oscilado claramente de la derecha a la izquierda en los últimos años.
Ahora la pregunta es: ¿Y así, qué?
En una era de democracia moderna y economía global, la distinción entre izquierda y derecha se ha enturbiado e incluso convertido en irrelevante -una construcción anacrónica que significa más durante campañas presidenciales que en gobiernos reales.
"Es tentador decir que América Central se ha movido hacia la izquierda, pero esa es una manera bastante superficial de ver lo que está pasando", dijo Michael Shifter, vicepresidente de política exterior para Diálogo Interamericano, un laboratorio ideológico de Washington, D.C., sobre América Latina.
Shifter dice incluso que los dos nuevos presidentes electos en El Salvador y Panamá, que representan ostensiblemente extremos opuestos del espectro político, tienen "más similitudes que diferencias" en cuanto a que ambos hicieron campaña como desconocidos que retaban a un status quo fatigado. "No sería sorprendente descubrir que, como presidentes, Funes y Martinelli gobiernen de manera similar", dijo Shifter.
"Sus opciones en política económica son muy limitadas y dejan poco espacio para experimentos".
Incluso intelectuales citados por la izquierda dicen que las etiquetas de izquierda y derecha se han convertido en descripciones carentes de sentido.
El intelectual estadounidense Noam Chomsky, cuyos escritos han sido citados por el presidente Hugo Chávez, de Venezuela, dijo al Miami Herald, en un mensaje por correo electrónico, que los términos derecha e izquierda han sido completamente corrompidos por la propaganda".
Quizás en ningún lugar en América Central es la confusión más turbia que en Nicaragua, donde el presidente sandinista Daniel Ortega -testaferro de la izquierda de la vieja escuela- ha forjado nuevas alianzas políticas con líderes de la oposición conservadora y la iglesia católica. Esos pactos han conducido a medidas revolucionarias como la eliminación de varios partidos políticos minoritarios y a una nueva ley que prohíbe el aborto terapéutico.
Pese a los reclamos de Ortega de que es socialista, el manejo de su gobierno de la estabilidad presupuestaria y macroeconómica ha sido celebrado por fiscalizadores conservadores, incluyendo al Fondo Monetario Internacional.
"Si tuviera que usar un adjetivo para describir el manejo macroeconómico de la economía por los sandinistas, las palabras que se me vienen a la mente son responsabilidad y, Dios me libre, conservador", dijo el legislador de oposición Francisco Aguirre, del Partido Liberal Constitucionalista y miembro de la Comisión de Presupuesto de la Asamblea Nacional.
En El Salvador, la distinción entre izquierda y derecha también es algo enmarañada, incluso antes de que Funes asumiera el cargo. El ex periodista de televisión elegido en la lista del FMLN está tratando de mantener un difícil acto de equilibrio centrista y ha mantenido la distancia de líderes como Ortega y Chávez, pese a reunirse con el presidente venezolano el 19 de mayo.
Sin embargo, Funes dijo que no se unirá al club socialista de Chávez -la Alternativa Bolivariana para las Américas- y en lugar de eso ha recurrido al FMI y otras instituciones crediticias internacionales pidiendo ayuda para superar la crisis.
En Panamá, la reciente elección de Martinelli ha dado a la sitiada derecha de Centroamérica la sensación de estar volviendo.
En Costa Rica, el Partido Movimiento Libertario, de extrema derecha, está organizando una reunión de políticos centroamericanos de similar orientación para el mes que viene en San José, donde el invitado de honor es Martinelli. La reunión, de acuerdo a un comunicado de prensa, quiere unir a los políticos conservadores para "rescatar a América Central de las políticas irresponsables, estériles y empobrecedoras del populismo autoritario y retomar la ruta hacia el bienestar, desarrollo y modernización en nuestros países".
Pero los conservadores que están en el poder no parecen compartir ese mismo celo ideológico por cambiar.
Incluso el presidente colombiano Álvaro Uribe, el último presidente de derechas del hemisferio, dice que la diferencia entre la derecha y la izquierda es en gran parte simbólica.
"En todo el continente estamos comprometidos con la democracia, de modo que las viejas divisiones se han convertido en obsoletas, polarizadoras y de poco uso práctico", dijo Uribe durante un discurso reciente ante una audiencia de hombres de negocios en Ciudad de Panamá.
Lo que Uribe no dijo es que él y sus contrapartes de izquierda en América Latina también comparten la intención de permanecer en el poder más allá de los términos establecidos, incluso si eso significa torcer las reglas de sus propias democracias. Uribe es el último presidente en el hemisferio que busca un referéndum que le permita presentarse a la reelección en 2010 -una aspiración que la oposición llama "dictatorial".
En realidad, en América Latina el objetivo común del poder político parece ser acabar con un triunfo cualquier diferencia ideológica menor.

Tim Rogers es editor del The Nica Times en Nicaragua.

12 de junio de 2009
6 de junio de 2009
©miami herald 
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