Blogia
mQh

niñas muy viejas


[Helene Cooper] Naciones Unidas espera que sus soldados acusados de abusos sexuales sean procesados por los países anfitriones. Pero en esos países nadie considera un delito hacerse con novias menores de edad.
Hace unos tres meses, mientras visitaba mi país de origen, Liberia, entré a un restaurante local para reunirme con el padre de una antigua compañera del colegio. Su hija y yo habíamos asistido a la escuela secundaria juntas cuando éramos niñas y aunque no la veo mucho en estos días, todavía la identifico con mi infancia de campamentos con las niñas scouts, excursiones al zoológico, clases de baile en el sexto. Debía entregar a su padre algunas camisas que él había pedido desde Gana.
Estaba sentado a una mesa en un rincón del restaurante con una joven. Tan pronto como lo vi, sentí subir la indignación en mi garganta. Ella no podía tener más de 16 años; él está cerca de los 70. "Esta es mi pequeña novia", me dijo al introducirla.
No había vergüenza o incomodidad en su tono; se sentía perfectamente cómodo mostrando en la ciudad a una adolescente huérfana de la guerra sin medios de vida como su nueva novieta.
En realidad, su conducta no era rara. Justo unas noches antes, otro hombre maduro y acomodado, un antiguo ministro de gobierno, había fanfarroneado en una boda que su actual "novia" se estaba poniendo demasiado vieja para él. "Acaba de cumplir los 17", dijo, riéndose. La gente a su alrededor sacudió la cabeza como diciendo: "Ah, los hombres".
Las noticias del último mes de que Naciones Unidas ha dado a conocer 150 acusaciones de abuso sexual cometido por sus tropas de la paz estacionadas en el Congo contra una población ya traumatizada de en su mayoría chicas adolescentes es un triste recordatorio de lo que deben sufrir las mujeres jóvenes en África.
Las acusaciones contra personal de Naciones Unidas en el Congo incluyen sexo con menores de edad y violaciones. Los investigadores dicen que encontraron evidencias de que las tropas de paz de Naciones Unidas pagaban entre 1 y 3 dólares por sexo o canjeaban relaciones sexuales por alimentos o promesas de empleo.
Obviamente, los abusos sexuales, psicológicos y físicos de chicas adolescentes no se limitan a África. En realidad, Naciones Unidas informa que las tropas acusadas provienen de Nepal, Pakistán, Marruecos, Túnez, África del Sur y Uruguay -una verdadera galería de perversos internacionales. Pero en el Congo, como en otros lugares donde las guerras interminables han roto las restricciones sociales normales, la inocencia es robada con impunidad y la implacable miseria y desesperación transforman a las niñas en mujeres avejentadas, amargadas y usadas.
Las niñas africanas han vivido durante mucho tiempo con el temor de ser violadas por soldados borrachos de varios gobiernos y grupos de rebeldes. La vida de una adolescente en el continente no es nunca fácil, y las amenazas a las que debe hacer frente son innumerables, desde la mutilación genital femenina hasta la prostitución de las adolescentes. La violación de mujeres y niñas se ha transformado en una práctica de rigor en las guerras africanas, desde Sierra Leona hasta la Costa de Marfil, desde Burundi hasta Ruanda y Sudán.
Más allá de la violación en zonas de guerra, hay una mentalidad que dice que el sexo entre una refugiada desesperada y un viejo adinerado es de alguna manera consensual. En Monrovia, que es un casos de posguerra con huérfanos de la guerra que duermen a orillas de los caminos y donde la electricidad es todavía un sueño y el alimento escaso, las niñas que viven en los campamentos de refugiados participan en un ritual tan viejo como el tiempo.
Por las tardes, cuando el sol empieza a ponerse, abandonan los campamentos fétidos y cubiertos de basura y se reúnen a lo largo de las principales avenidas. Vestidas lo mejor que pueden -vaqueros apretados, sandalias de correas de tacón alto y blusas sin espalda- esperan a que pasen los elegantes todoterrenos, se detengan y las lleven a la ciudad a pasar la noche.
Naciones Unidas dice que los países anfitriones son responsables de castigar a cualquier miembro del personal que viole el código de conducta de Naciones Unidas. Esa es una receta para no hacer nada, porque, lamentablemente, muchos líderes, y no solamente en África, no encuentran que sea un problema recoger a chicas de la calle para pasar la noche.
Observando esa tarde la cara del padre de mi amiga en el restaurante, pude reconocer los rasgos de mi amiga. Su compañera de almuerzo tenía la misma edad que mi amiga y yo cuando tonteábamos como adolescentes. Mirábamos ‘Charlie’s Angels’ y probábamos diferentes tipos de maquillaje e íbamos a las matinés de los sábados. Nuestros grandes problemas giraban en torno a los chicos y esperábamos que nadie se diera cuenta de que nos gustaban.
Me pregunté si el viejo que tenía ante mí pensaba alguna vez, cuando miraba a su "pequeña novia", en estas cosas. Supongo que no.

3 de enero de 2005
4 de enero de 2005
©new york times
cc traducción
mQh

0 comentarios