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el príncipe que engordó en viña


[Julio Hurtado] "Lo he pasado muy bien…El viaje es muy interesante…Me encuentran más gordo". Lógico.
En prolongadas semanas de estadía en Chile, el Príncipe don Fernando María de Baviera y Borbón, Infante de la Casa Real de España, había recorrido el territorio y había disfrutado de nuestra hospitalidad desde Arica a Magallanes. De hecho desde Tacna, en los tiempos en que esa ciudad era parte del territorio de Chile, cuestión en la cual ahora es mejor no meterse.
Y su recorrido, con una prolongada escala en Viña del Mar, aquí cerquita, en la Quinta Rioja, Tres Norte con Quillota, incluyó, además del conocimiento geográfico, una maratón de manifestaciones, ninguna de las cuales rechazó. De Ahí su franco reconocimiento: "Lo he pasado muy bien" y la explicación de sus kilos de más.
La visita se inició el 18 de noviembre de 1920, cuando el barco en que viajaba, el acorazado ‘España', recala en el puerto de Arica.
Allí, luego de recibir el saludo oficial del Gobierno de Chile, recorrió la zona y llegó hasta Tacna, provincia del territorio chileno que tras prolongado proceso de arbitraje se reintegraría a Perú.

Grande de España
El Príncipe Fernando María de Baviera y Borbón era uno de los "grandes de España". Nació en Madrid en 1884. Sus padres eran el príncipe Fernando de Baviera y la infanta María de la Paz, hermana del Rey Alfonso XII. Viudo y vuelto a casar, tenía dos hijos y una hija. Dedicado a la carrera militar, fue un oficial y jefe muy popular entre las tropas cuando estuvo destacado en el norte de África.
Fue enviado por el Rey Alfonso III, su primo hermano, para reafirmar la presencia hispana en nuestro país y el continente e inaugurar en Punta Arenas el monumento a Magallanes, con ocasión de celebrarse los cuatro siglos del descubrimiento del estrecho.
En esos años 20, los años locos del charleston, del cine mudo, de los comienzos de la radio y de la liberación femenina, el actual fanatismo por la farándula era reemplazado por el interés, admiración y casi idolatría por todo lo que fuera ‘sangre azul'. Verdadera locura por conocer la vida de condes, barones, duques y príncipes y, si era posible, acercarse a ellos. Y lo supremo para las damas de la socialité local era bailar con algunos de estos personajes que, a veces, resultaban ser sólo carrocería.
Este infante español no sólo hablaba nuestro idioma, sino que también era simpático e inteligente.

Alessandri a La Moneda
El tour chileno de Fernando María, Su Alteza Real, como había que llamarlo, se inició en el norte.
En esos mismos días, tras una tensa elección mediante sistema indirecto y posterior reconocimiento del Congreso, había triunfado Arturo Alessandri Palma, que también recorría esa parte del país.
La situación política era tensa, con cierre de salitreras, cesantía y problemas sociales múltiples, todo ello adobado por la acción de agitadores nacionales y extranjeros, de todos colores y, a lo lejos, por la pos guerra europea y la reciente Revolución Rusa.
Alessandri, el candidato popular, ganó con el voto de 175 electores delegados contra 174 de su contendor Barros Borgoño. El Congreso ratificó esa victoria por 87 votos contra 29.
Alessandri, una esperanza más del pueblo chileno, llegaba a La Moneda al alegre ritmo del ‘Cielito lindo', canción precursora de tanto jingle que hasta hoy acompaña a la política chilena.

Que Siga el Baile
En Valparaíso, en tanto, se instruía un proceso por "subversión". Acusado principal era el dirigente Juan Onofre Chamarro, quien en una reunión anarquista en la calle Victoria había instado a los trabajadores a armarse de "revólver, puñal o palos para acometer de hecho contra los agentes de la autoridad y resistir a mano armada a la fuerza pública".
Pero el inquietante llamado aparecía aplacado ante el entusiasmo por la llegada del Infante de España el día 25 de noviembre.
Recibido en el muelle por las máximas autoridades locales y por directivos de la comunidad española residente, se trasladó a las oficinas del Banco Español de Chile, donde fue recibido por Fernando Rioja Medel, presidente del consejo de la entidad, nacido en España en 1860. Éste destacó la significación de ese banco, formado con capitales fruto del trabajo de españoles en Chile.
Repuesto del viaje, el ilustre visitante debía prepararse para la jornada vespertina. El baile, con mareo en el no tan pacífico océano y agitación en tierra firme, debía continuar.

Palacios Viñamarinos
El programa contemplaba tres recepciones. A las cuatro de la tarde la cita era en el Palacio Rioja, propiedad del mismo Fernando Rioja del banco. Leemos en este diario:
-"Se inició la recepción con asistencia de muchas señoras y señoritas de nuestra sociedad. La hermosa mansión del señor Rioja ostenta el lujo y la elegancia producto de una casa rica y distinguida. Una numerosa orquesta, dirigida por el maestro Telmo Vela, amenizó la fiesta con escogidas piezas".
El dueño de casa, con un criterio que debe haber agradecido el Infante, pronunció un corto discurso. Respondió a esas palabras, a nombre del visitante, pues el protocolo así lo disponía, el embajador español José Francos Rodríguez, quien en un arranque de originalidad, entre otras cosas, destacó la belleza de la mujer chilena. Cantó luego la notable soprano chilena Sofía del Campo.
Transcurrida una hora el visitante se trasladó a la Quinta Vergara, en esos años propiedad de doña Blanca Vergara de Errázuriz. Allí, otra feria de vanidades y reverencias.
Las invitaciones para ambas recepciones, eran, con razón, bastante más disputadas que las tarjetitas para asistir a la gala del Festival de la Canción.
Y el baile seguía: a la seis don Fernando María abordaba un tren especial para trasladarse a Valparaíso y concurrir, media hora más tarde, a una recepción oficial ofrecida por la Armada de Chile en el Club Naval.
En la noche, por si aún tenía apetito, el intendente de la provincia le invitaba a una cena.
Y un tema hoy de actualidad cruzaba esta maratón gatronómico-social: por fallas técnicas en la ciudad estaba suspendido el servicio de gas, que además de hacer funcionar las cocinas, en muchos lugares se usaba para alumbrado público y domiciliario.

Carrozas en Santiago
El día 26, repuesto de los homenajes de la víspera, el Infante asistió a un banquete ofrecido por la colectividad española en el Teatro Victoria.
Almuerzo rápido y discursos ser breves, pues don Fernando María viajaba a Santiago.
A su llegada a la capital fue recibido por el Presidente Juan Luis Sanfuentes a quien le quedaban pocos días en La Moneda. Debía entregar el mando a Arturo Alessandri el 23 de diciembre.
El tren llegó a la Estación Central. Honores militares y banda de música interpretando la Marcha Real Española. Una larga comitiva acompañó al real visitante hasta su alojamiento oficial, el palacio Cousiño.
El cortejo estaba encabezado por coches Landeau y carrozas a la Daumont, para los viajeros más ilustres. A los de menor rango sólo les correspondían automóviles.

En Punta Arenas
Luego de una larga permanencia en Santiago y, especialmente, en Viña del Mar, alojando en el Palacio Rioja, Fernando María de Baviera y Borbón se trasladó a Punta Arenas para presidir la inauguración del monumento a Magallanes.
Este monumento, erigido tras un concurso en que participaron entre otros el porteño Aliro Pereira y Antonio Coll y Pi, autor del que recuerda Blanco Encalada en nuestra ciudad, fue financiado con un legado del millonario español José Menéndez.
El 18 de diciembre, el Infante retornó al norte a bordo del crucero chileno ‘O'Higgins' y escoltado por la ‘Esmeralda'.
Desembarcó en Puerto Montt donde un miembro de su comitiva declaró que el Infante, "salvo los incidentes inevitables del temporal, viene gratamente impresionado del viaje".
De Puerto Montt a Santiago y de allí a Viña del Mar. La visita del Infante se prolongaría demasiado, pero tenía una explicación.
El acorazado ‘España', de 15.700 toneladas de desplazamiento y 850 tripulantes, construido en 1913, en viaje de retorno desde Punta Arenas al norte, varó en el Canal de Chacao y sufrió graves daños en su doble fondo y quilla. Reparado a medias, navegó hasta el dique seco de Talcahuano para ser sometido a cirugía mayor.
Se dice que su comandante rechazó usar prácticos chilenos, saludable costumbre que se mantiene hasta la actualidad.
Así el Infante "se quedó a pie" a la espera de las reparaciones del ‘España'.
Pero no lo pasó mal disfrutando del comienzo del verano viñamarino, haciendo nuevos amistades y recibiendo las atenciones de Fernando Rioja y su familia en el palacio que hoy democráticamente conocemos, sobreviviente a la "picota del progreso", hoy propiedad de la Municipalidad de Viña del Mar.

A Buenos Aires
El Príncipe tuvo un paréntesis argentino. El 31 de diciembre partió a Buenos Aires, pero regresó a Chile el 17 de enero de 1921, a Viña del Mar, encariñado con la casa y las atenciones de Fernando Rioja.
Aquí, hasta entrado marzo de 1921, vivió en medio de un verdadero póquer social con recepciones, almuerzos, cenas, bailes y paseos campestres. Varios de estos homenajes fueron en el palacio de la Quinta Vergara, propiedad de Blanca Vergara de Errázuriz. Disfrutó de giras a San Felipe, Limache y Peñuelas. En este último punto, luciendo habilidades taurinas, participó en una criolla 'corrida de vacas'.
Un día cualquiera se acordó de su barco malherido y se trasladó a Talcahuano. Más festejos, pero no había que apurar la reparación, la temporada viñamarina era tan grata, el señor Rioja entretenido y generoso y los chilenos encantadores.
Pero en la vida todo tiene su fin y comentando sus kilos de más, en marzo de 1921 regresó a la España convulsionada por variados conflictos que terminarían con la monarquía de su primo hermano en 1931.
El Infante, cargado de buenos recuerdos viñamarinos, falleció en 1958.

Mito y Realidad
La tradición oral porteña sostiene que la larga permanencia del Infante español afectó gravemente fortuna de Fernando Rioja Medel, lesionando la solvencia del Banco Español de Chile, que presidía, "orgullo de la colonia española residente". Es posible que la prolongada visita y las atenciones, cenas casi a diario con numerosos invitados, amenizadas con orquesta, hayan dañado a Rioja que, sin embargo tenía una enorme fortuna.
Se dice que incluso el entusiasmo ante la presencia en su casa y en su mesa del Infante llevó al anfitrión a darle un crédito sin límite a través de una cuenta corriente del Banco Español de Chile, de lo que éste habría abusado, afectando a la institución.
La verdad del caso está en un estudio del abogado de la Superintendencia de Bancos, Luis Morand Valdivieso. Da cuenta que el problema del banco se originó en "desafortunados negocios" realizados por su sucursal en Barcelona afianzando la construcción de naves y especulando con eventuales alzas del marco alemán, el cual se derrumbó en 1923. En 1925, aplicando la entonces flamante Ley General de Bancos se liquidó ordenadamente la institución y se dio nacimiento al Banco Español-Chile.
Fernando Rioja había fallecido en 1922. Semanas antes de su muerte, el Rey de España le había otorgado el título nobiliario de Conde de Rioja de Neila, sin duda por recomendación de su primo hermano Fernando María.

2 de abril de 2007
©mercurio de valparaíso
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