¿existe el pinochetismo?
columna de mérici
[Un bloguero de atina.cl llamó a definir el ‘pinochetismo' con el desafío de llegar a una definición que fuese aceptable para los pinochetistas. Es una tarea imposible].Los primeros puntos de la definición de ‘pinochetismo' [como movimiento político anticomunista] plantean muchas dificultades. Muchos, yo entre ellos, encontramos muy difícil considerar el pinochetismo como una postura política o a Pinochet como un líder realmente político. Sé que el general se proponía a sí mismo como alguien que luchó en el contexto de la Guerra Fría, pero yo considero esa postura estrafalaria y, en realidad, falsa. Por lo mismo, no entiendo qué quiere decir "derrotar al marxismo". Tampoco imagino qué se quiere decir con que "modernizó al país".
Explico enseguida. Ya en 1973, la Guerra Fría era un concepto más cinematográfico que real. Que algunos creyesen entonces que en Chile se corría el peligro de que los comunistas o marxistas se hicieran con el poder e implantasen lo que llamaban una dictadura del proletariado (vale decir, un sistema unipartidista avalado por una estructura de asambleas populares dedicado a la construcción del socialismo), debe ser considerado como una creencia o interesada o extravagante. Ciertamente, había grupos marxistas que perseguían estos objetivos. Pero no significa esto que estuviesen ni medianamente cerca de conseguirlo. Y hay grupos de extrema derecha que enfatizaban que Chile estaba a punto de caer en manos comunistas, y era igualmente falso.
Para resumir: el gobierno socialista de entonces, con el apoyo de otros partidos y de las fuerzas armadas constitucionalistas, promulgaron meses antes del golpe de estado una ley que permitió que los militares despojaran a la población de armas. Para septiembre de 1973, era obvio que en Chile no habría una guerra civil, por la simple razón de que no había armas en la población con la que desatarla. Es probable que justamente este hecho -que la población civil no tuviera armas- haya precipitado el golpe militar. Además, los partidos políticos del gobierno de entonces no aspiraban a implantar una dictadura popular, aunque sí había tendencias en esos partidos que aspiraban a ello.
Pinochet no derrotó al marxismo. Decir eso es como decir que Juanito derrotó al kantismo o al hegelianismo o al sofismo. Los ismos pertenecen al terreno de las ideas y estas no se derrotan matando a quienes creen en ellas. Esta es una suerte de lógica muy torcida. Objetivamente hablando, Pinochet no derrotó a nadie, sino que torturó y asesinó a muchas personas; suspendió las garantías constitucionales; cerró el parlamento; acabó con el sistema democrático; destruyó el sindicalismo y los derechos laborales; deshizo muchos de los logros conseguidos durante los gobiernos democráticos previos a la dictadura. Estos acontecimientos no se pueden resumir ni interpretar como derrota del marxismo. Y torturar y matar a los ‘marxistas' no me parece que sea defendible desde ningún punto de vista.
Creo que siempre se pudo, durante el régimen democrático, impedir o prevenir la violencia o los atentados terroristas y procesar a los acusados. Para ello no era necesario, obviamente, una dictadura. La inmensa mayoría de los actos de violencia de esa época fueron perpetrados por grupos de militares parias y de asociaciones falsamente políticas financiadas por la embajada norteamericana. (Estas acusaciones que hago, no son ni falsas ni demagógicas. La intervención de la embajada norteamericana, la cantidad de dinero pagada a los participantes, sus nombres, los actos terroristas específicos ordenados por la embajada norteamericana -como el asesinato del general Schneider- han sido ampliamente probadas tanto por investigaciones independientes como por la liberación de documentos previamente clasificados de los servicios secretos norteamericanos). Imagino que el golpe quería, entre otras cosas, liberar de las cárceles a los elementos de extrema derecha que ya habían sido capturados por las fuerzas de orden de la república.
En el contexto de esa época, en esa democracia, nuestras leyes determinaban que si eras fundadamente sospechoso de algún delito, podías ser procesado por tribunales y ser eventualmente condenado. No era un delito pensar que Hegel era idealista, por decirlo así. Ni era delito creer en Rousseau. Ni lo era defender el ideario social de la iglesia. Tampoco era delito defender la democracia.
Que la brutal represión del régimen militar hiciera todo lo posible por eliminar las huellas de los crímenes -mientras que un régimen dirigido por hombres correctos habría establecido tribunales, enjuiciado a los supuestos delincuentes, tomado declaraciones, deliberado, publicado las condenas, provisto de defensa a los acusados, etc.-, demuestra la mala fe y la cobardía que fueron siempre característica de los dirigentes del régimen militar. Sé que se defienden los militares diciendo que había guerra; pero todos sabemos que no la había. Para que haya una guerra no basta con que una de las supuestas partes declare que la hay. Es necesario demostrarlo. Habida cuenta del número de bajas y del bando al que pertenecían las víctimas durante las primeras semanas de la dictadura -vale decir, cientos de asesinados por los militares y apenas unas pocas víctimas de los aparatos represivos-, deja en claro que sería una infamia llamar guerra a eso, que fue la represión injustificada y abyecta de gente desarmada e inocente.
Atribuir la modernización al régimen pinochetista me parece grotesco. ¿Qué quiere decir? ¿Que Pinochet prometió a las clases ricas que eliminaría -como lo hizo- a los sindicalistas para que pudiesen explotar y robar impunemente a los pobres de Chile? Si hubiese habido una dictadura comunista (que, repito, es una infamia decir que corríamos ese peligro) y en esta se hubiese eliminado físicamente a los opositores y anulado, por ejemplo, la libertad de opinión, y el país se hubiese modernizado en el sentido de que los beneficios privados de las empresas se habrían invertido socialmente, ¿diríamos que esa dictadura ‘modernizó' al país? Alcanzar la ‘modernización' de ese modo es muy dudoso. ¿Y ha habido realmente modernización? A mí me parece que no.
El punto 4 ["Pinochet salvó a Chile"] supone que el ‘pinochetismo' fue patriótico. Yo creo que no. Al contrario, creo que un militar que acepta dinero de una potencia extranjera y ejecuta sus designios es justamente lo contrario de un patriota. (Entre 1970 y 1973, grupos de derecha y de delincuentes chilenos recibieron más de 14 millones de dólares para que provocaran el caos en el país. En 1973, Pinochet recibió 2 millones de dólares, lo mismo que Agustín Edwards, dueño del Mercurio; Patria y Libertad recibió 50 mil dólares, lo mismo que el grupo del general Viaux, por su participación en el asesinato del general Schneider).
La ley de seguridad interior del estado dice, en su inciso c, que cometen este delito contra la soberanía nacional "los que prestaren ayuda a una potencia extranjera con el fin de desconocer el principio de autodeterminación del pueblo chileno o de someterse al dominio político de dicha potencia". (Tanto Kissinger como Nixon y otros personeros de la época han dado amplias informaciones sobre el papel de Pinochet en el golpe de estado -que fue, antes que nada, una decisión norteamericana para la que la embajada norteamericana en Santiago buscó afanosamente militares que la llevaran a cabo).
Llego al punto 7 [el pinochetismo es una reacción contra las reformas a derechos fundamentales]. Qué duda cabe de que las clases ricas estaban indignadas por la serie de reformas introducidas por el gobierno de Salvador Allende, pero el caso es que la patria chilena votó por esas reformas, que la inmensa mayoría de los chilenos consideraba necesarias. No convenían a los ricos, es verdad. Cuando en julio y agosto de 1973 los agentes de la CIA en Chile informaron a sus superiores que el gobierno socialista venía planeando llamar a referendo y a la formación de un gobierno de unidad nacional y que era probable que el régimen socialista se mantuviese en pie hasta las elecciones de 1976, el gobierno norteamericano reaccionó instando a buscar y pagar a militares para dar un golpe de estado por temor a que la democracia cristiana de algún modo respetase o continuase con las reformas socialistas. Desde el principio estaba muy en claro que el régimen militar tenía como objetivo destruir la democracia y castigar a los chilenos por haber osado poner en peligro la preeminencia de las clases ricas. Los militares debían restaurar el orden.
El punto 9 es curioso [los antipinochetistas son de izquierdas]. Ciertamente, no corresponde a la verdad que toda la derecha chilena haya apoyado a Pinochet. Amplios sectores del entonces Partido Liberal -que luego se fusionaría para fundar el Partido Nacional- rechazaban las posturas antipatrióticas de los conservadores de la época, siendo algunos sectores liberales abiertamente partidarios de las reformas sociales, encabezados por el eminente historiador Feliú Cruz. Estas personas fueron igualmente perseguidas. Lo mismo fueron perseguidos numerosos oficiales militares, que nada tenían que ver ni con los partidos de izquierda y ni siquiera con los liberales, que bien pudieran ser llamados conservadores, y que se opusieron resueltamente al golpe militar, pagando muchos de ellos con su vida la defensa de la constitución chilena.
El punto 10 [había una situación de guerra]. El ‘estado de guerra' fue decretado por los militares, y obviamente esa caracterización de la situación social y política en el Chile de entonces es muy interesada. En la realidad, nunca hubo un estado de guerra. Las violaciones de los derechos humanos no fueron excesos excepcionales sino una política sistemática del régimen militar. Es necesario que esto quede en claro. Ha sido probado y demostrado cientos de veces por numerosas comisiones de investigación nacionales y extranjeras. La campaña de torturas de 1974 y 1975, en la que se torturó sistemáticamente a más de 150 mil chilenos, es un claro ejemplo de ello. Basándose aparentemente en una ‘táctica' de Stalin, las guarniciones militares recibían orden de detener y torturar a una cantidad de personas, las que debían ser dejadas en libertad, sin formulación de cargos ( a menos que fuesen buscadas o militantes de partidos de izquierda), a la mañana siguiente. Nunca importó al régimen la creencia que quería proyectar, que el cincuenta por ciento de esas personas fueran hasta ese momento partidarias del régimen militar. Y este mero hecho echa por tierra la idea de que la dictadura fuese una dictadura ideológica con algún credo político. (Lo que, ciertamente, no quita que haya sido la dictadura de una clase, que es esencialmente lo que fue).
Punto 12 [la exigencia de justicia es estrategia para provocar odio]. Chile, creo, necesita justicia y sin esta no habrá reconciliación posible. Los chilenos necesitan creer en que la justicia existe, que ha sido restaurada, y que no es una farsa que conviene a los ricos solamente. Chile quiere creer que la justicia conviene a todos. Pienso que si los militares fuesen patriotas y creyesen en Chile, aceptarían someterse a justicia. Algunos argumentan en defensa de los militares que muchos de ellos creían honestamente que estaban en guerra. Lo dudo, porque no había por ninguna parte ni indicios ni elementos que permitiesen creer que estábamos en guerra. Y creer que se está en guerra no justifica ni las torturas ni los asesinatos ni las desapariciones ni los robos. Por lo demás, la guerra tiene leyes. Y sabiendo que hay gente que las viola, es que tenemos un derecho internacional que legisla sobre las conductas correctas en los conflictos bélicos. Si hay militares que actuaron equivocadamente, ¿por qué no lo dicen, confiesan y colaboran con la justicia? ¿Será que realmente tienen miedo de ser encarcelados? ¿Tienen miedo a la justicia de su propia patria? ¿Qué tipo de nacionalismo sería este? ¿Por qué no cuentan lo qué pasó y por qué lo hicieron? ¿Por qué no revelan dónde dejaron los cuerpos de sus víctimas? El país no puede seguir adelante sin resolver estos problemas. Chile necesita esta catarsis moral. (Aunque temo que nunca confesarán, porque los crímenes que cometieron y el modo en que torturaron y mataron a hombres y mujeres inocentes e indefensos son tan viles y cobardes que su confesión equivaldría al suicidio, pues se mostrarían tal cual son ante Chile y ante el mundo: chacales).
Respuesta a la pregunta B, de si aceptamos la definición político-ideológica del pinochetismo, mi respuesta es no. Pinochet y esos atisbos de ideología no son diferentes al arsenal de memeces de las tradicionales dictaduras latinoamericanas, como la de Fulgencio Batista en Cuba, por ejemplo. Veo a Pinochet como a un militar arrastrado al que las clases ricas chilenas sedujeron con dinero y autoridad y la promesa de movilidad social a cambio de que las restaurase en el poder. Esos propósitos fueron ocultados bajo el lenguaje, que creían aparentemente más convincente o coherente, del anticomunismo. Al general no le interesó nunca la ideología. Creo que si hubiese sido un militar ideólogo, que actuó movido por la idea del bien de la patria, no habría dejado como legado el enriquecimiento ilícito, el robo de las arcas del fisco, el tráfico de armas, el cobro de comisiones y sobornos, el tráfico de cocaína, la fundación de financieras falsas dedicadas al robo y al asesinato. Ni habría dejado todas esas víctimas que todavía duelen a Chile y que nos penarán hasta el fin de los tiempos.
Veo a Pinochet y los militares que le apoyaron como profundamente antichilenos, antipopulares y anticatólicos -lo último porque violaron todos los principios católicos de solidaridad y justicia social y sometieron a los chilenos, especialmente a los más humildes, a persecuciones y tormentos que sólo pudieron ser inspirados en las cavidades más profundas y macabras del infierno. Por eso lo tipifico como enemigo de Chile, de Dios y del pueblo.
Mi definición enciclopédica de pinochetismo sería la siguiente: Movimiento militar reaccionario chileno, sustentado e inspirado por Estados Unidos, cuyos fines fueron la restauración en el poder de las clases ricas cuando fueron estas despojadas de sus privilegios por el gobierno reformista de Salvador Allende, presidente elegido democráticamente en 1970 y que fue derrocado violentamente en septiembre de 1973. Movimiento caudillista de restauración social dirigido por un grupo de militares a cambio de privilegios y prebendas.
Finalmente, Pablo, concluyo que el diálogo será prácticamente imposible. Yo creo que es legítimo ser de derechas y defender, por ejemplo, la propiedad privada, la empresa privada, el ánimo de ganancia, etc. Pienso igualmente que es completamente legítimo abogar por una sociedad basada en la propiedad colectiva. Pero rechazo como profundamente inmorales cosas como la tortura y el asesinato. Esto es inadmisible, cometa estos crímenes quien los cometa. Y han sus autores de ser llevados a justicia y juzgados. No acepto nada menos que esto como punto de partida para toda posibilidad de diálogo y reconciliación.
Explico enseguida. Ya en 1973, la Guerra Fría era un concepto más cinematográfico que real. Que algunos creyesen entonces que en Chile se corría el peligro de que los comunistas o marxistas se hicieran con el poder e implantasen lo que llamaban una dictadura del proletariado (vale decir, un sistema unipartidista avalado por una estructura de asambleas populares dedicado a la construcción del socialismo), debe ser considerado como una creencia o interesada o extravagante. Ciertamente, había grupos marxistas que perseguían estos objetivos. Pero no significa esto que estuviesen ni medianamente cerca de conseguirlo. Y hay grupos de extrema derecha que enfatizaban que Chile estaba a punto de caer en manos comunistas, y era igualmente falso.
Para resumir: el gobierno socialista de entonces, con el apoyo de otros partidos y de las fuerzas armadas constitucionalistas, promulgaron meses antes del golpe de estado una ley que permitió que los militares despojaran a la población de armas. Para septiembre de 1973, era obvio que en Chile no habría una guerra civil, por la simple razón de que no había armas en la población con la que desatarla. Es probable que justamente este hecho -que la población civil no tuviera armas- haya precipitado el golpe militar. Además, los partidos políticos del gobierno de entonces no aspiraban a implantar una dictadura popular, aunque sí había tendencias en esos partidos que aspiraban a ello.
Pinochet no derrotó al marxismo. Decir eso es como decir que Juanito derrotó al kantismo o al hegelianismo o al sofismo. Los ismos pertenecen al terreno de las ideas y estas no se derrotan matando a quienes creen en ellas. Esta es una suerte de lógica muy torcida. Objetivamente hablando, Pinochet no derrotó a nadie, sino que torturó y asesinó a muchas personas; suspendió las garantías constitucionales; cerró el parlamento; acabó con el sistema democrático; destruyó el sindicalismo y los derechos laborales; deshizo muchos de los logros conseguidos durante los gobiernos democráticos previos a la dictadura. Estos acontecimientos no se pueden resumir ni interpretar como derrota del marxismo. Y torturar y matar a los ‘marxistas' no me parece que sea defendible desde ningún punto de vista.
Creo que siempre se pudo, durante el régimen democrático, impedir o prevenir la violencia o los atentados terroristas y procesar a los acusados. Para ello no era necesario, obviamente, una dictadura. La inmensa mayoría de los actos de violencia de esa época fueron perpetrados por grupos de militares parias y de asociaciones falsamente políticas financiadas por la embajada norteamericana. (Estas acusaciones que hago, no son ni falsas ni demagógicas. La intervención de la embajada norteamericana, la cantidad de dinero pagada a los participantes, sus nombres, los actos terroristas específicos ordenados por la embajada norteamericana -como el asesinato del general Schneider- han sido ampliamente probadas tanto por investigaciones independientes como por la liberación de documentos previamente clasificados de los servicios secretos norteamericanos). Imagino que el golpe quería, entre otras cosas, liberar de las cárceles a los elementos de extrema derecha que ya habían sido capturados por las fuerzas de orden de la república.
En el contexto de esa época, en esa democracia, nuestras leyes determinaban que si eras fundadamente sospechoso de algún delito, podías ser procesado por tribunales y ser eventualmente condenado. No era un delito pensar que Hegel era idealista, por decirlo así. Ni era delito creer en Rousseau. Ni lo era defender el ideario social de la iglesia. Tampoco era delito defender la democracia.
Que la brutal represión del régimen militar hiciera todo lo posible por eliminar las huellas de los crímenes -mientras que un régimen dirigido por hombres correctos habría establecido tribunales, enjuiciado a los supuestos delincuentes, tomado declaraciones, deliberado, publicado las condenas, provisto de defensa a los acusados, etc.-, demuestra la mala fe y la cobardía que fueron siempre característica de los dirigentes del régimen militar. Sé que se defienden los militares diciendo que había guerra; pero todos sabemos que no la había. Para que haya una guerra no basta con que una de las supuestas partes declare que la hay. Es necesario demostrarlo. Habida cuenta del número de bajas y del bando al que pertenecían las víctimas durante las primeras semanas de la dictadura -vale decir, cientos de asesinados por los militares y apenas unas pocas víctimas de los aparatos represivos-, deja en claro que sería una infamia llamar guerra a eso, que fue la represión injustificada y abyecta de gente desarmada e inocente.
Atribuir la modernización al régimen pinochetista me parece grotesco. ¿Qué quiere decir? ¿Que Pinochet prometió a las clases ricas que eliminaría -como lo hizo- a los sindicalistas para que pudiesen explotar y robar impunemente a los pobres de Chile? Si hubiese habido una dictadura comunista (que, repito, es una infamia decir que corríamos ese peligro) y en esta se hubiese eliminado físicamente a los opositores y anulado, por ejemplo, la libertad de opinión, y el país se hubiese modernizado en el sentido de que los beneficios privados de las empresas se habrían invertido socialmente, ¿diríamos que esa dictadura ‘modernizó' al país? Alcanzar la ‘modernización' de ese modo es muy dudoso. ¿Y ha habido realmente modernización? A mí me parece que no.
El punto 4 ["Pinochet salvó a Chile"] supone que el ‘pinochetismo' fue patriótico. Yo creo que no. Al contrario, creo que un militar que acepta dinero de una potencia extranjera y ejecuta sus designios es justamente lo contrario de un patriota. (Entre 1970 y 1973, grupos de derecha y de delincuentes chilenos recibieron más de 14 millones de dólares para que provocaran el caos en el país. En 1973, Pinochet recibió 2 millones de dólares, lo mismo que Agustín Edwards, dueño del Mercurio; Patria y Libertad recibió 50 mil dólares, lo mismo que el grupo del general Viaux, por su participación en el asesinato del general Schneider).
La ley de seguridad interior del estado dice, en su inciso c, que cometen este delito contra la soberanía nacional "los que prestaren ayuda a una potencia extranjera con el fin de desconocer el principio de autodeterminación del pueblo chileno o de someterse al dominio político de dicha potencia". (Tanto Kissinger como Nixon y otros personeros de la época han dado amplias informaciones sobre el papel de Pinochet en el golpe de estado -que fue, antes que nada, una decisión norteamericana para la que la embajada norteamericana en Santiago buscó afanosamente militares que la llevaran a cabo).
Llego al punto 7 [el pinochetismo es una reacción contra las reformas a derechos fundamentales]. Qué duda cabe de que las clases ricas estaban indignadas por la serie de reformas introducidas por el gobierno de Salvador Allende, pero el caso es que la patria chilena votó por esas reformas, que la inmensa mayoría de los chilenos consideraba necesarias. No convenían a los ricos, es verdad. Cuando en julio y agosto de 1973 los agentes de la CIA en Chile informaron a sus superiores que el gobierno socialista venía planeando llamar a referendo y a la formación de un gobierno de unidad nacional y que era probable que el régimen socialista se mantuviese en pie hasta las elecciones de 1976, el gobierno norteamericano reaccionó instando a buscar y pagar a militares para dar un golpe de estado por temor a que la democracia cristiana de algún modo respetase o continuase con las reformas socialistas. Desde el principio estaba muy en claro que el régimen militar tenía como objetivo destruir la democracia y castigar a los chilenos por haber osado poner en peligro la preeminencia de las clases ricas. Los militares debían restaurar el orden.
El punto 9 es curioso [los antipinochetistas son de izquierdas]. Ciertamente, no corresponde a la verdad que toda la derecha chilena haya apoyado a Pinochet. Amplios sectores del entonces Partido Liberal -que luego se fusionaría para fundar el Partido Nacional- rechazaban las posturas antipatrióticas de los conservadores de la época, siendo algunos sectores liberales abiertamente partidarios de las reformas sociales, encabezados por el eminente historiador Feliú Cruz. Estas personas fueron igualmente perseguidas. Lo mismo fueron perseguidos numerosos oficiales militares, que nada tenían que ver ni con los partidos de izquierda y ni siquiera con los liberales, que bien pudieran ser llamados conservadores, y que se opusieron resueltamente al golpe militar, pagando muchos de ellos con su vida la defensa de la constitución chilena.
El punto 10 [había una situación de guerra]. El ‘estado de guerra' fue decretado por los militares, y obviamente esa caracterización de la situación social y política en el Chile de entonces es muy interesada. En la realidad, nunca hubo un estado de guerra. Las violaciones de los derechos humanos no fueron excesos excepcionales sino una política sistemática del régimen militar. Es necesario que esto quede en claro. Ha sido probado y demostrado cientos de veces por numerosas comisiones de investigación nacionales y extranjeras. La campaña de torturas de 1974 y 1975, en la que se torturó sistemáticamente a más de 150 mil chilenos, es un claro ejemplo de ello. Basándose aparentemente en una ‘táctica' de Stalin, las guarniciones militares recibían orden de detener y torturar a una cantidad de personas, las que debían ser dejadas en libertad, sin formulación de cargos ( a menos que fuesen buscadas o militantes de partidos de izquierda), a la mañana siguiente. Nunca importó al régimen la creencia que quería proyectar, que el cincuenta por ciento de esas personas fueran hasta ese momento partidarias del régimen militar. Y este mero hecho echa por tierra la idea de que la dictadura fuese una dictadura ideológica con algún credo político. (Lo que, ciertamente, no quita que haya sido la dictadura de una clase, que es esencialmente lo que fue).
Punto 12 [la exigencia de justicia es estrategia para provocar odio]. Chile, creo, necesita justicia y sin esta no habrá reconciliación posible. Los chilenos necesitan creer en que la justicia existe, que ha sido restaurada, y que no es una farsa que conviene a los ricos solamente. Chile quiere creer que la justicia conviene a todos. Pienso que si los militares fuesen patriotas y creyesen en Chile, aceptarían someterse a justicia. Algunos argumentan en defensa de los militares que muchos de ellos creían honestamente que estaban en guerra. Lo dudo, porque no había por ninguna parte ni indicios ni elementos que permitiesen creer que estábamos en guerra. Y creer que se está en guerra no justifica ni las torturas ni los asesinatos ni las desapariciones ni los robos. Por lo demás, la guerra tiene leyes. Y sabiendo que hay gente que las viola, es que tenemos un derecho internacional que legisla sobre las conductas correctas en los conflictos bélicos. Si hay militares que actuaron equivocadamente, ¿por qué no lo dicen, confiesan y colaboran con la justicia? ¿Será que realmente tienen miedo de ser encarcelados? ¿Tienen miedo a la justicia de su propia patria? ¿Qué tipo de nacionalismo sería este? ¿Por qué no cuentan lo qué pasó y por qué lo hicieron? ¿Por qué no revelan dónde dejaron los cuerpos de sus víctimas? El país no puede seguir adelante sin resolver estos problemas. Chile necesita esta catarsis moral. (Aunque temo que nunca confesarán, porque los crímenes que cometieron y el modo en que torturaron y mataron a hombres y mujeres inocentes e indefensos son tan viles y cobardes que su confesión equivaldría al suicidio, pues se mostrarían tal cual son ante Chile y ante el mundo: chacales).
Respuesta a la pregunta B, de si aceptamos la definición político-ideológica del pinochetismo, mi respuesta es no. Pinochet y esos atisbos de ideología no son diferentes al arsenal de memeces de las tradicionales dictaduras latinoamericanas, como la de Fulgencio Batista en Cuba, por ejemplo. Veo a Pinochet como a un militar arrastrado al que las clases ricas chilenas sedujeron con dinero y autoridad y la promesa de movilidad social a cambio de que las restaurase en el poder. Esos propósitos fueron ocultados bajo el lenguaje, que creían aparentemente más convincente o coherente, del anticomunismo. Al general no le interesó nunca la ideología. Creo que si hubiese sido un militar ideólogo, que actuó movido por la idea del bien de la patria, no habría dejado como legado el enriquecimiento ilícito, el robo de las arcas del fisco, el tráfico de armas, el cobro de comisiones y sobornos, el tráfico de cocaína, la fundación de financieras falsas dedicadas al robo y al asesinato. Ni habría dejado todas esas víctimas que todavía duelen a Chile y que nos penarán hasta el fin de los tiempos.
Veo a Pinochet y los militares que le apoyaron como profundamente antichilenos, antipopulares y anticatólicos -lo último porque violaron todos los principios católicos de solidaridad y justicia social y sometieron a los chilenos, especialmente a los más humildes, a persecuciones y tormentos que sólo pudieron ser inspirados en las cavidades más profundas y macabras del infierno. Por eso lo tipifico como enemigo de Chile, de Dios y del pueblo.
Mi definición enciclopédica de pinochetismo sería la siguiente: Movimiento militar reaccionario chileno, sustentado e inspirado por Estados Unidos, cuyos fines fueron la restauración en el poder de las clases ricas cuando fueron estas despojadas de sus privilegios por el gobierno reformista de Salvador Allende, presidente elegido democráticamente en 1970 y que fue derrocado violentamente en septiembre de 1973. Movimiento caudillista de restauración social dirigido por un grupo de militares a cambio de privilegios y prebendas.
Finalmente, Pablo, concluyo que el diálogo será prácticamente imposible. Yo creo que es legítimo ser de derechas y defender, por ejemplo, la propiedad privada, la empresa privada, el ánimo de ganancia, etc. Pienso igualmente que es completamente legítimo abogar por una sociedad basada en la propiedad colectiva. Pero rechazo como profundamente inmorales cosas como la tortura y el asesinato. Esto es inadmisible, cometa estos crímenes quien los cometa. Y han sus autores de ser llevados a justicia y juzgados. No acepto nada menos que esto como punto de partida para toda posibilidad de diálogo y reconciliación.
2 de abril de 2007
[mérici ]
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