exorcismo a la dama blanca
[Javier Rebolledo] La justicia se apronta a resolver los crímenes en La Esmeralda.
Durante más de tres décadas, los crímenes ocurridos en el buque escuela han sido un misterio. Los 110 detenidos fueron víctimas de torturas bajo las órdenes del capitán de corbeta Juan Mackay Barriga, quien recibía órdenes del Estado Mayor de la Primera Zona Naval.
Los hombres y mujeres que pasaron por la Esmeralda siempre han luchado porque las brutales torturas y crímenes que ahí ocurrieron no queden en la impunidad. También la familia del sacerdote Miguel Woodward, quien murió camino al Hospital Naval, luego de ser detenido el 18 de septiembre de 1973 y recibir los maltratos mortales del personal de la Dama Blanca.
Todos ellos han esperado que la Armada siga el ejemplo del Ejército, institución que a través de su ex comandante en jefe Juan Emilio Cheyre lanzó su doctrina de "nunca más" y reconoció la responsabilidad militar en las torturas y asesinatos durante la dictadura.
Algunos piensan que las víctimas de la Esmeralda podrían esperar toda su vida ese gesto de parte de la rama más conservadora de las Fuerzas Armadas. Pero antes de que lleguen las disculpas, la jueza de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, Eliana Quezada, ha realizado un trabajo de hormiga que le ha permitido dilucidar gran parte de la verdad escondida durante 34 años detrás de las escotillas del buque. Contra todas las expectativas, gracias a los avances es posible que en el corto plazo se conozcan los primeros procesamientos, que involucrarían a lo más granado de la Armada de esos años.
Yo No Fui, Sólo Vi
El primero en aportar antecedentes fue el entonces capitán de navío Ricardo Riesco Cornejo, instructor del Cuerpo de Infantes de Marina a bordo de la Esmeralda. Según su testimonio, el 12 de septiembre de 1973 el director de la Escuela de Infantería le ordenó ponerse bajo las órdenes del comandante del buque escuela, capitán Jorge Sabugo. Ese mismo día le avisaron que junto a su grupo debía custodiar a los detenidos que llegaran al lugar.
Como todos los involucrados en actos de tortura, Riesco dijo que presenció sesiones, pero que no participó activamente en ellas. Según recuerda, el grupo de interrogadores pertenecía a Carabineros y aplicaban golpes de electricidad para que los detenidos confesaran con mayor premura.
Uno de los implicados, el sargento (R) de Carabineros Jorge Leiva, declaró que sus métodos sólo consistían en amenazas y, a lo más, uno que otro golpe menor en el cuerpo de los prisioneros. Al igual que Riesco, Leiva dijo que presenció las torturas a bordo de la Esmeralda sin ensuciarse las manos.
Leiva, además, asegura que el equipo interrogador utilizaba una máquina que producía corriente. Para no haber participado en las torturas, recuerda datos exactos, como el tipo de cables que empleaba la caja de madera, y en las secciones del cuerpo donde eran colocados con el fin de provocar tormentos.
Cadena de Mando
Según Leiva, el personal de Carabineros a bordo de la Esmeralda pertenecía a la comisión civil de Valparaíso, y entre ellos reconoció al fallecido cabo primero Eduardo Vergara y al capitán Nelson López, quien actualmente vive en Santiago, en la comuna de La Florida. También al teniente de navío (R) Rafael Mackay Backler, quien se habría trasladado desde la Academia de Guerra al buque escuela para interiorizarse en los métodos de tortura.
Más allá de la responsabilidad que se achacan mutuamente los inculpados en la causa, son esas mismas contradicciones las que han ayudado a esclarecer que el grupo de interrogadores y torturadores en la Esmeralda estaba compuesto por integrantes de la Armada y Carabineros.
Las dos más altas jerarquías de este equipo eran Riesco y sobre él estaba Juan Mackay Barriga, quien se acogió a retiro como vicealmirante y es tío de Mackay Backler.
Siguiendo la cadena de mando, el capitán Riesco afirmó en el expediente que las órdenes de detención estaban a cargo de Sergio Barra von Krestchmann, entonces jefe del Servicio de Inteligencia Interior de la Armada, quien llegó a formar parte del alto mando de la DINA. Barra, actualmente tiene 83 años y vive en un acomodado departamento ubicado en calle Manquehue, en la comuna de Las Condes.
Junto a Barra operaban en la Academia de Guerra el almirante (R) Rigoberto Cruz-Johnson (hermano del ex lector de noticias de TVN Eduardo Cruz-Johnson), el capitán de navío (R) Franklin Rodríguez y el entonces capitán de fragata Edwin Conn, entre otros.
Todos ellos estaban bajo las órdenes del entonces jefe del Estado Mayor de la Primera Zona Naval, Guillermo Aldoney.
"Los Jerarcas"
Como víctima mortal de la tortura sistemática en la Esmeralda sólo se cuenta al sacerdote Miguel Woodward.
Los otros que recibieron el rigor de los apremios ilegítimos fueron los miembros del grupo llamado ‘Los Jerarcas', personeros del gobierno de Salvador Allende que mantenían una cercana relación con el Presidente. Entre ellos se encontraban los entonces regidores Alberto Neumann (PC) y Maximiliano Martholtz (radical), junto al ex alcalde de Valparaíso Sergio Vuskovic (PC).
Otras de las víctimas de la Esmeralda fue Luis Vega (PC), abogado de la Intendencia, quien murió sin justicia en Israel en 2001. Sin embargo, el testimonio que prestó a Amnistía Internacional durante su exilio ayudó a armar el puzzle de lo que realmente ocurrió en el buque escuela.
En una ocasión, dos marinos fueron a buscar a Vega al sector del buque donde alojaba. Con los ojos vendados y amarrado a un pilar, sólo oía la voz de un hombre. "Apenas llegué me golpeó en los riñones y me dio patadas de kárate en las piernas y el estómago. Me aplastó los pies y me infligió ‘el teléfono'", señaló en su declaración. Luego, el interrogador comenzó a aplicarle golpes eléctricos en las tapaduras de sus dientes al tiempo que le preguntaba por distintos líderes de la UP.
El resto del tiempo, Vega lo pasaba con los demás "jerarcas" en los pasillos y habitaciones de la Esmeralda, y también con mujeres y otros prisioneros, siempre bajo la brutal supervisión de los temidos infantes de Marina, según declaró.
"Guarda Abajo"
Los detenidos en el buque escuela recuerdan que un grupo de infantes de Marina los esperaba con el atuendo de guerra, los rostros tiznados y gritos de furia. El ritual para cada nueva víctima del grupo era idéntico: "Los marinos gritaban ‘guarda abajo' y tiraban a la gente por las escaleras verticales del buque. Quedaban muy mal, todos golpeados en esa entrada a la habitación", recuerda María Eliana Comené, una de las detenidas, quien en diciembre de 2005 interpuso una querella junto a cuatro detenidas y a Alberto Neumann, integrantes de la Agrupación de Ex Prisioneros y Torturados en la Esmeralda.
Neumann recuerda que fue el primero en llegar a los improvisados calabozos. Ahí recibió una larga golpiza de parte de los marinos. Le recriminaban ser un "traidor" debido a que su bisabuelo, Isaac Neumann, había sido comandante en jefe de la Armada en el Gobierno de Eduardo Frei Montalva. "Me ataron los dedos uno a uno por separado y al poco tiempo ya no los sentía. En los días posteriores no nos dejaron dormir, siempre con la luz prendida, haciendo ruidos, caminando arriba de nosotros dándonos golpes brutales y levantándonos todas las noches para ducharnos desnudos con mangueras de gran presión alimentadas de agua marina", recuerda el hoy concejal de Valparaíso Alberto Neumann.
Funas Around the World
Coordinadas junto a más de 80 organizaciones internacionales, las víctimas de la Esmeralda trabajan con Amnistía Internacional y la Comisión Ética Contra la Tortura en las llamadas funas del buque (protestas en su arribo a los puertos durante sus cruceros de instrucción).
Las víctimas jamás pensaron en que llegarían a conocer la identidad de los infantes de Marina que, durante poco más de una semana, marcaron sus vidas. María Eliana Comené recuerda que un grupo de infantes abusó de ella. "Luego de rodearme, uno de ellos se acercó y me introdujo los dedos al interior de la vagina y del ano. Mentían diciendo que era para comprobar si yo tenía un arma guardada", afirmó a LND.
El testimonio del capitán (R) Ricardo Riesco ayudó también a determinar responsabilidades en este caso. Recordó que entre los infantes de Marina bajo su mando y encargados de la custodia de los detenidos estuvieron Noel Palalesque, Walter Wunderlich, Orlando Encalada, Alejandro Steenbecker y Luis Cabezón, entre otros.
De todos ellos, el que llegó más lejos en la carrera naval fue Wunderlich, quien pasó a retiro hace un par de años. Según su biografía en la sección ‘Tradición e Historia' de la web oficial de la Marina, entre 2001 y 2002 se desempeñó como jefe de Estado Mayor del Cuerpo de Infantería de Marina. Luego, el 18 de noviembre de 2002 asumió como comandante general del mismo cuerpo. El 1 de enero de 2003, el Gobierno le confirió el ascenso al grado de contraalmirante de Infantes de Marina.
Lejos de la tradicional despedida a los marinos del 52º crucero de instrucción, este 1 de abril las víctimas de la Esmeralda llegaron a protestar al muelle Prat de Valparaíso con carteles alusivos a la represión vivida en 1973. En esa oportunidad, el comandante en jefe de la Primera Zona Naval, Cristián Millar, recibió una carta de las agrupaciones con un petitorio de reparación.
Y por enésima vez, el frustrado acto de desagravio quedó en el aire.
"A veces se requiere más tiempo para que determinadas heridas se puedan superar", afirmó Millar.
Cuatro días más tarde, la Dama Blanca zarpó rumbo al puerto del Callao, donde luego de 128 años del Combate Naval de Iquique, procedió a homenajear a Miguel Grau y Arturo Prat. En estos días se encuentra navegando rumbo a Isla de Pascua, donde llegará el 5 de mayo. El regreso está programado para el 9 de diciembre, y todo hace presagiar, de acuerdo a las informaciones de derechos humanos, que en esa fecha enfrentará nuevamente la reprobación de muchos.
Ficha de La Esmeralda
Bitácora: El 10 de septiembre del 1973 zarpó rumbo a Talcahuano. Al día siguiente volvió al molo de Valparaíso, donde permaneció hasta el 20 de septiembre, fecha en que partió definitivamente a Talcahuano.
Tortura: Según el informe de la OEA y Amnistía Internacional, 110 personas pasaron por sus calabozos.
Asesinato: Hasta ahora se encuentra acreditada sólo la muerte del sacerdote Miguel Woodward.
El Asesinato de Woodward
El sacerdote chileno-británico Miguel Woodward fue torturado hasta la muerte a bordo de la Esmeralda, luego de que lo detuvieran en su hogar ubicado en el Cerro Placeres. Cuatro días estuvo a cargo del equipo torturador, hasta que el 22 de septiembre debió ser trasladado de urgencia al Hospital Naval. Murió en el trayecto y el certificado de defunción del hospital, firmado por el médico de la Armada Carlos Costa Canessa, indica que su deceso se debió a un paro cardiorrespiratorio.
Durante años, la Armada negó su responsabilidad en la muerte de Woodward, hasta que el almirante Guillermo Aldoney reconoció en el Informe Rettig que su muerte se debió a que se "le habría pasado la mano" a un interrogador.
Los hombres y mujeres que pasaron por la Esmeralda siempre han luchado porque las brutales torturas y crímenes que ahí ocurrieron no queden en la impunidad. También la familia del sacerdote Miguel Woodward, quien murió camino al Hospital Naval, luego de ser detenido el 18 de septiembre de 1973 y recibir los maltratos mortales del personal de la Dama Blanca.
Todos ellos han esperado que la Armada siga el ejemplo del Ejército, institución que a través de su ex comandante en jefe Juan Emilio Cheyre lanzó su doctrina de "nunca más" y reconoció la responsabilidad militar en las torturas y asesinatos durante la dictadura.
Algunos piensan que las víctimas de la Esmeralda podrían esperar toda su vida ese gesto de parte de la rama más conservadora de las Fuerzas Armadas. Pero antes de que lleguen las disculpas, la jueza de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, Eliana Quezada, ha realizado un trabajo de hormiga que le ha permitido dilucidar gran parte de la verdad escondida durante 34 años detrás de las escotillas del buque. Contra todas las expectativas, gracias a los avances es posible que en el corto plazo se conozcan los primeros procesamientos, que involucrarían a lo más granado de la Armada de esos años.
Yo No Fui, Sólo Vi
El primero en aportar antecedentes fue el entonces capitán de navío Ricardo Riesco Cornejo, instructor del Cuerpo de Infantes de Marina a bordo de la Esmeralda. Según su testimonio, el 12 de septiembre de 1973 el director de la Escuela de Infantería le ordenó ponerse bajo las órdenes del comandante del buque escuela, capitán Jorge Sabugo. Ese mismo día le avisaron que junto a su grupo debía custodiar a los detenidos que llegaran al lugar.
Como todos los involucrados en actos de tortura, Riesco dijo que presenció sesiones, pero que no participó activamente en ellas. Según recuerda, el grupo de interrogadores pertenecía a Carabineros y aplicaban golpes de electricidad para que los detenidos confesaran con mayor premura.
Uno de los implicados, el sargento (R) de Carabineros Jorge Leiva, declaró que sus métodos sólo consistían en amenazas y, a lo más, uno que otro golpe menor en el cuerpo de los prisioneros. Al igual que Riesco, Leiva dijo que presenció las torturas a bordo de la Esmeralda sin ensuciarse las manos.
Leiva, además, asegura que el equipo interrogador utilizaba una máquina que producía corriente. Para no haber participado en las torturas, recuerda datos exactos, como el tipo de cables que empleaba la caja de madera, y en las secciones del cuerpo donde eran colocados con el fin de provocar tormentos.
Cadena de Mando
Según Leiva, el personal de Carabineros a bordo de la Esmeralda pertenecía a la comisión civil de Valparaíso, y entre ellos reconoció al fallecido cabo primero Eduardo Vergara y al capitán Nelson López, quien actualmente vive en Santiago, en la comuna de La Florida. También al teniente de navío (R) Rafael Mackay Backler, quien se habría trasladado desde la Academia de Guerra al buque escuela para interiorizarse en los métodos de tortura.
Más allá de la responsabilidad que se achacan mutuamente los inculpados en la causa, son esas mismas contradicciones las que han ayudado a esclarecer que el grupo de interrogadores y torturadores en la Esmeralda estaba compuesto por integrantes de la Armada y Carabineros.
Las dos más altas jerarquías de este equipo eran Riesco y sobre él estaba Juan Mackay Barriga, quien se acogió a retiro como vicealmirante y es tío de Mackay Backler.
Siguiendo la cadena de mando, el capitán Riesco afirmó en el expediente que las órdenes de detención estaban a cargo de Sergio Barra von Krestchmann, entonces jefe del Servicio de Inteligencia Interior de la Armada, quien llegó a formar parte del alto mando de la DINA. Barra, actualmente tiene 83 años y vive en un acomodado departamento ubicado en calle Manquehue, en la comuna de Las Condes.
Junto a Barra operaban en la Academia de Guerra el almirante (R) Rigoberto Cruz-Johnson (hermano del ex lector de noticias de TVN Eduardo Cruz-Johnson), el capitán de navío (R) Franklin Rodríguez y el entonces capitán de fragata Edwin Conn, entre otros.
Todos ellos estaban bajo las órdenes del entonces jefe del Estado Mayor de la Primera Zona Naval, Guillermo Aldoney.
"Los Jerarcas"
Como víctima mortal de la tortura sistemática en la Esmeralda sólo se cuenta al sacerdote Miguel Woodward.
Los otros que recibieron el rigor de los apremios ilegítimos fueron los miembros del grupo llamado ‘Los Jerarcas', personeros del gobierno de Salvador Allende que mantenían una cercana relación con el Presidente. Entre ellos se encontraban los entonces regidores Alberto Neumann (PC) y Maximiliano Martholtz (radical), junto al ex alcalde de Valparaíso Sergio Vuskovic (PC).
Otras de las víctimas de la Esmeralda fue Luis Vega (PC), abogado de la Intendencia, quien murió sin justicia en Israel en 2001. Sin embargo, el testimonio que prestó a Amnistía Internacional durante su exilio ayudó a armar el puzzle de lo que realmente ocurrió en el buque escuela.
En una ocasión, dos marinos fueron a buscar a Vega al sector del buque donde alojaba. Con los ojos vendados y amarrado a un pilar, sólo oía la voz de un hombre. "Apenas llegué me golpeó en los riñones y me dio patadas de kárate en las piernas y el estómago. Me aplastó los pies y me infligió ‘el teléfono'", señaló en su declaración. Luego, el interrogador comenzó a aplicarle golpes eléctricos en las tapaduras de sus dientes al tiempo que le preguntaba por distintos líderes de la UP.
El resto del tiempo, Vega lo pasaba con los demás "jerarcas" en los pasillos y habitaciones de la Esmeralda, y también con mujeres y otros prisioneros, siempre bajo la brutal supervisión de los temidos infantes de Marina, según declaró.
"Guarda Abajo"
Los detenidos en el buque escuela recuerdan que un grupo de infantes de Marina los esperaba con el atuendo de guerra, los rostros tiznados y gritos de furia. El ritual para cada nueva víctima del grupo era idéntico: "Los marinos gritaban ‘guarda abajo' y tiraban a la gente por las escaleras verticales del buque. Quedaban muy mal, todos golpeados en esa entrada a la habitación", recuerda María Eliana Comené, una de las detenidas, quien en diciembre de 2005 interpuso una querella junto a cuatro detenidas y a Alberto Neumann, integrantes de la Agrupación de Ex Prisioneros y Torturados en la Esmeralda.
Neumann recuerda que fue el primero en llegar a los improvisados calabozos. Ahí recibió una larga golpiza de parte de los marinos. Le recriminaban ser un "traidor" debido a que su bisabuelo, Isaac Neumann, había sido comandante en jefe de la Armada en el Gobierno de Eduardo Frei Montalva. "Me ataron los dedos uno a uno por separado y al poco tiempo ya no los sentía. En los días posteriores no nos dejaron dormir, siempre con la luz prendida, haciendo ruidos, caminando arriba de nosotros dándonos golpes brutales y levantándonos todas las noches para ducharnos desnudos con mangueras de gran presión alimentadas de agua marina", recuerda el hoy concejal de Valparaíso Alberto Neumann.
Funas Around the World
Coordinadas junto a más de 80 organizaciones internacionales, las víctimas de la Esmeralda trabajan con Amnistía Internacional y la Comisión Ética Contra la Tortura en las llamadas funas del buque (protestas en su arribo a los puertos durante sus cruceros de instrucción).
Las víctimas jamás pensaron en que llegarían a conocer la identidad de los infantes de Marina que, durante poco más de una semana, marcaron sus vidas. María Eliana Comené recuerda que un grupo de infantes abusó de ella. "Luego de rodearme, uno de ellos se acercó y me introdujo los dedos al interior de la vagina y del ano. Mentían diciendo que era para comprobar si yo tenía un arma guardada", afirmó a LND.
El testimonio del capitán (R) Ricardo Riesco ayudó también a determinar responsabilidades en este caso. Recordó que entre los infantes de Marina bajo su mando y encargados de la custodia de los detenidos estuvieron Noel Palalesque, Walter Wunderlich, Orlando Encalada, Alejandro Steenbecker y Luis Cabezón, entre otros.
De todos ellos, el que llegó más lejos en la carrera naval fue Wunderlich, quien pasó a retiro hace un par de años. Según su biografía en la sección ‘Tradición e Historia' de la web oficial de la Marina, entre 2001 y 2002 se desempeñó como jefe de Estado Mayor del Cuerpo de Infantería de Marina. Luego, el 18 de noviembre de 2002 asumió como comandante general del mismo cuerpo. El 1 de enero de 2003, el Gobierno le confirió el ascenso al grado de contraalmirante de Infantes de Marina.
Lejos de la tradicional despedida a los marinos del 52º crucero de instrucción, este 1 de abril las víctimas de la Esmeralda llegaron a protestar al muelle Prat de Valparaíso con carteles alusivos a la represión vivida en 1973. En esa oportunidad, el comandante en jefe de la Primera Zona Naval, Cristián Millar, recibió una carta de las agrupaciones con un petitorio de reparación.
Y por enésima vez, el frustrado acto de desagravio quedó en el aire.
"A veces se requiere más tiempo para que determinadas heridas se puedan superar", afirmó Millar.
Cuatro días más tarde, la Dama Blanca zarpó rumbo al puerto del Callao, donde luego de 128 años del Combate Naval de Iquique, procedió a homenajear a Miguel Grau y Arturo Prat. En estos días se encuentra navegando rumbo a Isla de Pascua, donde llegará el 5 de mayo. El regreso está programado para el 9 de diciembre, y todo hace presagiar, de acuerdo a las informaciones de derechos humanos, que en esa fecha enfrentará nuevamente la reprobación de muchos.
Ficha de La Esmeralda
Bitácora: El 10 de septiembre del 1973 zarpó rumbo a Talcahuano. Al día siguiente volvió al molo de Valparaíso, donde permaneció hasta el 20 de septiembre, fecha en que partió definitivamente a Talcahuano.
Tortura: Según el informe de la OEA y Amnistía Internacional, 110 personas pasaron por sus calabozos.
Asesinato: Hasta ahora se encuentra acreditada sólo la muerte del sacerdote Miguel Woodward.
El Asesinato de Woodward
El sacerdote chileno-británico Miguel Woodward fue torturado hasta la muerte a bordo de la Esmeralda, luego de que lo detuvieran en su hogar ubicado en el Cerro Placeres. Cuatro días estuvo a cargo del equipo torturador, hasta que el 22 de septiembre debió ser trasladado de urgencia al Hospital Naval. Murió en el trayecto y el certificado de defunción del hospital, firmado por el médico de la Armada Carlos Costa Canessa, indica que su deceso se debió a un paro cardiorrespiratorio.
Durante años, la Armada negó su responsabilidad en la muerte de Woodward, hasta que el almirante Guillermo Aldoney reconoció en el Informe Rettig que su muerte se debió a que se "le habría pasado la mano" a un interrogador.
22 de abril de 2007
©la nación
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