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el negocio del sexo


El cara y sello de un mismo negocio.
Puerto Montt, Chile. Radiografía a dos locales que ofrecen un similar producto a quienes requieren de una asesoría sentimental o pasar un rato agradable en compañía de una hermosa dama.
El que esté libre de la tentación de ir a tomarse un café en compañía de una linda dama, con hermosas piernas, que lance la primera piedra. Por lo menos en Puerto Montt son muy pocos los que pueden hacerlo, ya que el mercado de este tipo de negocios alcanza para todos gustos y billeteras.
Por un lado, están los ‘top', como el Black Jack, donde el valor de una botella de champagne puede llegar a $150 mil. Y, por otro, los que por la módica suma de $8 mil pesos, los parroquianos pueden disfrutar de un acalorado baile que termina con la niña desprendiéndose de la parte de arriba de su bikini.
Otra parte del mercado se ubica en el clásico barrio Pérez Rosales, donde la mayoría de los clientes proviene de las zonas rurales. Ahí, la oferta es mayor dado que en un alto porcentaje de estos locales las niñas trabajan con sus respectivos carnet de sanidad al día.
Son las propias mujeres las que cuentan las historias que viven a diario. Se niegan a conversar con grabadora en mano y ni hablar de fotografías. El motivo es uno: sólo ellas saben que trabajan en este sector.
Tampoco pueden hablar mucho con los clientes, ya que su tarea es hacerlos consumir. Sin embargo, en pocos instantes una de ellas confesaba que tenía el récord de "haberme acostado con 10 clientes en una tarde y cobrando en promedio $15 mil pesos por los 30 minutos. Si el cliente no queda satisfecho, tiene que volver a pagar por otros 30 minutos".
Y así pasa la tarde en el Pérez Rosales, donde la música tiene un lugar importante. Grupos en vivo, cumbias, mexicanos y rancheras completan el cuadro en locales donde las mesas son adornadas por manteles látex.
Aquí también corre el dicho "su propina es mi sueldo", ya que el ingreso de estas mujeres radica principalmente en ello y en las comisiones que dejan los parroquianos que acuden a estos locales.

Si yo te invito un trago y pago $5 mil por consumo, ¿cuánto queda para ti?
"Dos mil pesos y tres mil pesos para la caja", respondió Karen, del Garoga.

Pero esa es tan sólo una parte de esta historia, ya que también existen otros lugares como el Black Jack, en Angelmó, que ofrece un servicio exclusivo, donde el trago ya no cuesta mil 500 pesos, sino que entre los 8 mil y 24 mil pesos y los asistentes pueden optar por una grata compañía nacional o extranjera -colombiana o argentina-, que presenta su documentación al día, según relató el propietario del local Rubén Gómez, quien reconoció que la exclusividad, seguridad y privacidad se ve reflejada en las cuentas. Por ejemplo, una botella de champagne puede llegar a costar 150 mil pesos, mientras que una botella de pisco con cuatro bebidas puede implicar un costo de 45 mil pesos, aunque "es lo que menos se ve".
Hay otros términos medios, donde los clientes para disfrutar de un buen show tienen que desembolsar 8 mil pesos y el topless queda a criterio de quien ofrece el baile.
Y, por lo general, no es sino que hasta el último instante de la canción que bailan donde se desprenden de la parte de arriba del bikini.

Al Desnudo
Alexia es una stripper que viene de Santiago y desde hace un año trabaja en el Black Jack. Ella baila hasta quedar como Dios la echó al mundo, en una labor que comienza en Osorno y puede terminar en Chiloé, según ella misma cuenta respecto a su mercado laboral.
De su pega, reveló que sus shows los realiza en el tiempo que duran dos canciones, lapso en el que hace una performance con un traje en el que interpreta a un personaje o una situación. El primer tema es rápido, pero en el segundo comienza a desprenderse de sus ropas hasta quedar tal y como llegó a este mundo.

¿Con trago adquieren más personalidad tus bailarines?
De todas maneras, el ‘copete' influye bastante en este tipo de cosas. El alcohol en el cuerpo les otorga más personalidad, aunque igual dependerá de cómo sea cada uno.

Misma Chiva
Paula es una de las chilenas que trabaja en el Black Jack. Según contó, a este local asisten clientes respetuosos, pero siempre llegan con la "misma chiva", aunque en muchos casos más que nada las utilizan a ellas para descargar sus dramas personales.
A tal punto llegó esta situación, que Rubén Gómez, propietario del centro, contó que chicas que salieron del local con un cliente le comentan que estos "ni siquiera me tocaron. No pasó nada. Lo único que querían era que alguien los escuchara y por eso cancelaron para acudir a otro lugar". Motivo por el cual si una de las chicas no tiene un buen tema de conversación o no se maneja en idioma, lo más probable es que les vaya mal en este negocio.


¿Pero hay quienes llegan buscando sexo?
Y se nota inmediatamente, ya que vienen, invitan a la niña a un trago, llegan a acuerdo y se la llevan a un hotel. ¿Privados? No, sólo tengo un vip, pero no hay sexo aquí.

¿Cómo operan cuándo sacan a una niña del local?
El dinero es un tema de ellas con el cliente, quien tiene que dejar un dinero por sacarla. Además tiene que dejar los datos sobre en qué hotel se encuentra y normalmente las mandamos en nuestros propios taxis para tener la seguridad para el cliente y la niña.

Paula, en tanto, reconoció que quienes acuden a este lugar lo hacen para liberarse del estrés diario, ya que acuden con el sólo objetivo de olvidarse de sus problemas.

¿Hasta cuánto pueden llegar a consumir para seguir en terapia con ustedes?
Depende del cliente y de si les gustó la compañía para que sigan invitando tragos. Ahora, si no les gusta una chica puede estar otra.

¿Y les confidencian problemas de tipo sexual?
Sí, que son eyaculadores precoces.

Con Carné de Identidad
El barrio Pérez Rosales tiene su vida y su mundo propio. El antiguo Rosedal ahora da vida a dos locales destinados a la convivencia y acompañamiento en medio de un buen trago. Uno de ellos es el Garogha (mezcla de apellidos) de propiedad de la señora María y de don Juan. Con mate en mano y con una ranchera de fondo y con una patente de bar, café y sanguchería, aunque reconoció que "es rara la vez que la gente viene a comer, sino que a consumir una cerveza, mientras que ‘Cholo', el gato de la suerte, observa cada uno de los movimientos que se producen en el lugar.

¿Y el rol de las niñas?
Ellas están para acompañar al cliente, que viene y las invitan a un trago. Nada más que eso.

¿Hasta ahí no más llega la oferta?
En este local sí, porque no tengo residencia. Ahora, ellas son todas mayores de edad, por lo que pueden acordar otra cosa con los clientes para cuando salgan del local. Además, cuentan con su carnet de sanidad al día, ya que Carabineros se los exige en esta cuadra.

Sin Problemas
Karen lleva dos años en el Garogha y sin mayores problemas.

¿Cómo se portan los clientes?
Bien, ningún problema.

¿Su sueldo se basa sólo en las propinas?
Y en un porcentaje de las ventas que me otorga la señora.

¿Y con la delincuencia?
Tampoco ningún inconveniente, ya que los malandras andan afuera del local.

3 de junio de 2007
©diario de llanquihue

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