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en la calle el frío no deja dormir


[Edwards Gajardo Gutiérrez] Fernando y Daniel le ponen el hombro a la vida y sobreviven en condiciones miserables.
¿Anoche sintió frío? Seguramente la respuesta es sí. Las circunstancias obligan a usar chitecos ultrareforzados para evitar que tiriten hasta las cañuelas y también fue buen momento para asegurarse con su bacancito guatero, ya sea con o sin uñas. Sin embargo, hay personas que no tienen esa posibilidad y una frazada rota es la única forma que tienen para soportar las bajas temperaturas que se registran en la región.
En ese panorama, que más parece película de terror, viven dos chochamus antofagastinos que, a duras penas, levantan una "ruca" al costado de la vía férrea justo frente al cementerio general.
Los ágiles de esta nueva Estrellita, como estamos en todas, llegamos hasta su choza, la cual casi desaparece entre la mugre y desperdicios que dejan los que se hacen llamar ‘buenos ciudadanos'.
Con cara de sueño y peleando con una frazada con más hoyos que colador en Bagdad, apareció la figura de un muchacho que no pasa la mayoría de edad y que responde al nombre de Fernando. Con desconfianza, en un principio, comienza a contar las peripecias que debe hacer para seguir vivo y relata como pasa el día sin saber si tendrá comida o si el frío le permitirá despertar cada mañana.
-¿Cómo pasaste la noche con tanto frío?.
-Mal po' tío, no se puede dormir con el frío.
-¿Hace cuánto que estay acá?
-Varios años.
-¿Qué edad tiene cumpita?
-Ehhh, tengo 17.
-¿Y estay sólo acá?
-No, con mi padrastro, mi hermano y mi amigo.
Desde la un rincón de la choza y ocupando menos de un metro cuadrado de colchón aparece la imagen de su partner de life, Daniel, quien se esconde y no dice ni pío mientras conversamos con su "pata".
Fernando llegó a vivir a este rincón hace varios años, luego que su padrastro dejara a su mamá y ésta se fuera vivir con una de sus hijas. El también se fue a vivir con ellas, hasta que su cuñado lo echó porque se portó mal.
Desde ese momento, y casi como algo tragicómico, llegó a vivir en un colchón al costado de la vía férrea, justo al lado del lugar que ocupa su padrastro, quien llegó ahí tras darle firme a la rayuela corta.
Reconoce que es difícil vivir allí, pero no tiene otro lugar donde ir, porque a la casa de su hermana el cuñado no lo deja entrar. Casi resignado reconoce que ya no recuerda la última vez que durmió en una cama.

Daniel
Con el paso de los minutos Daniel también se anima a conversar. Tiene 21 años y hace varios llegó desde Coquimbo con su familia.
Se fue de la casa porque lo molestaban mucho. Asegura que trabajaba y que no se portaba mal, pero igualmente lo presionaba su familia y optó por vivir en la calle.
La dieta balanceada de estos cumpitas está compuesta por pan al por mayor, algunas vienesas y de vez en cuando arroz o fideos. Eso sí, siempre y cuando los morlacos no digan lo contrario.
Cuando les mencionamos la palabra ayuda miran igual que Condorito, exigiendo una explicación. Dicen que una vez a las mil quinientas aparece gente que les lleva comida o algo de ropa de abrigo. Tanto así que lo único que tienen para cubrirse aparte de la frazada, es una malla y otros paños viejos.
El presupuesto que manejan depende de los carros que tiren, ya que ganan monedas empujando carritos de ambulantes hasta el centro. Son 300 pesos por cada uno que mueven y al día hacen un par de lucas.
Ayer en la mañana no trabajaron. Aprovecharon el sol para descansar, ya que con las bajas temperaturas no pegaron un ojo en toda la noche. Sólo el frío les impide dormir, porque están habituados al paso del tren, aunque igual le temen. "Dicen que el tren se ha dado vuelta en el desierto, así que igual puede pasar acá", menciona Fernando.
Dicen que no los molestan en la noche, aunque muy cerca de ellos se junta un grupo de fumones. Para cuidarlos están dos canes que están casi tan flacos como ellos, uno de nombre "Palomo" y el otro... no se acuerdan.
No saben si les gustaría irse a alguna institución, no esperan nada de la gente, sólo un poco de comida para sobrevivir un día más. Aseguran que no fuman cigarros, no le hacen al chicharrón y tampoco toman.

egajardo@estrellanorte.cl

27 de junio de 2007
©estrella del norte
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