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murió richard knerr


[Valerie J. Nelson] Fundador de Wham-O, fabricante del hula hoop y del frisbee. A los 82.
Murió Richard Knerr, co-fundador de Wham-O Inc., que inició hace medio siglo la matrona de las modas norteamericanas, el hula hoop, junto con otro perdurable icono del ocio, el frisbee. Tenía 82 años.
Knerr murió el lunes en el Hospital Metodista en Arcadia después de sufrir un derrame antes en el día en su casa en Arcadia, informó su esposa Dorothy.
Con su amigo de infancia Arthur ‘Spud' Melin, Knerr empezó la compañía en Pasadena en 1948. La bautizaron Wham-O por el sonido que hacía su primer producto, como el de un tirachinas, cuando daba en el blanco.
Les siguió todo un cofre de tesoros de decenas de juguetes con nombres lúdicos: Superball, pelotas tan saltarinas que parecían desafiar la ley de gravedad; Slip ‘N Slide y su primo inducidor de risitas tontas, el Water Wiggle; y Silly String, que era más difícil sacar del pelo que lo que afirmaban los anuncios.
Cuando un amigo les habló sobre un aro de bambú usado para hacer ejercicios en Australia, Knerr y Melin idearon su propia versión sin haber visto el original.
En 1958 hicieron una primera prueba del producto en una escuela primaria de Pasadena y sedujeron a los alumnos diciéndoles que podrían quedarse con los aros si lograban dominarlos.
Sembraron el mercado, regalando aros en los vecindarios para hacer ruido y exigieron que los ejecutivos de Wham-O llevaran con ellos los aros cuando salían de viaje, de modo que la gente les preguntara sobre ellos.
Pronto Wham-O estaba produciendo veinte mil aros al día en plantas en al menos siete países, mientras otras compañías sacaban imitaciones. Dentro de cuatro meses, de acuerdo a Wham-O, se habían vendido 25 millones de aros.
En el libro de 1985, ‘American Fads', Richard A. Johnson escribió que "ningún artículo novedoso se extendió tanto por el país como el hula hoop".
La moda también ofreció una importante lección para hacer negocios.
"En abril de 1958, la gente hacía cola en la calle para comprar el producto", dijo el hijo de Knerr, Chuck, al Times. "En septiembre, no se podían ni regalar. Cada familia poseía dos o tres, y las ventas se congelaron porque los aros duraban toda la vida".
Los juguetes de Wham-O tenía un aire de originalidad que Knerr llamó el factor "guau". Lo definió como el momento en que "se lo muestras a todo el mundo y todos te preguntan: ‘¿Qué es eso? ¿Qué es eso?'"
Los fundadores de la compañía tuvieron su propio momento ‘guau' cuando el ex piloto de la Fuerza Aérea, Fred Morrison, fue divisado en una playa jugando con su invención, el Pluto Platter. Compraron los derechos, la modificaron y la rebautizaron frisbee antes de lanzarla al mercado en 1958.
El nombre puede haberse inspirado en una tira cómica titulada ‘Mr. Frisbee', o en las latas Frisbie Pie Co., que se dice que inspiraron la invención del disco. Las dos versiones de la historia se han atribuido a Knerr.
Inicialmente, los frisbees fueron publicitados boca a boca en ciudades universitarias, y en treinta años se vendieron más de cien millones de unidades. En los años sesenta se puso a la venta un modelo profesional, y pronto se empezó a jugar en las ciudades universitarias un deporte de equipo conocido como Ultimate Frisbee. Desde 1975 que celebran los Campeonatos Mundiales de Frisbee para Perros.
"No queríamos usarlo como juguete", dijo Melin al Pasadena Star-News en 1998. "Queríamos que fuera un deporte".
Tom Wehrli, que tiene un museo de frisbee canino en su sótano en Chicago, calificó la historia de la compañía como ‘cultura americana pura'.
"Wham-O vendía 230 artículos diferentes", dijo Wehrli al Times.
En 1982, los fundadores vendieron la compañía en doce millones de dólares a Kransco Group Cos. Mattel Inc. compró Wham-O en 1994 y la revendió a un grupo de inversionistas en 1997.

Richard Knerr nació el 30 de junio de 1925 en San Gabriel.
Conoció a su futuro socio comercial, Melin, cuando era adolescente, y los dos fueron amigos de toda la vida. Estudiaron juntos en la Universidad de California del Sur, y Knerr obtuvo su diploma en económicas a fines de los años cuarenta.
Ninguno de los dos quería trabajar para sus padres -el de Knerr vendía propiedades inmobiliarias comerciales, y el de Melin hacía negocios en la madera.
El dúo empezó una empresa para adiestrar a halcones. Para enseñar a las aves a atacar a sus presas, lanzaban bolitas de carne con una tirachinas casera.
"No quiero un pájaro, dijo un cliente potencial, pero me gustaría tener un tirachinas como esa", dijo Knerr en la revista Fortune Small Business in 2003.
Así que compraron una sierra y empezaron a hacer tirachinas en el garaje de los padres de Knerr en Pasadena. También otros artículos de caza novedosos, como bumerangs y ballestas.
En unos años estaban ganando cien mil dólares al año y trasladaron la compañía a un edificio en San Gabriel.
En Wham-O, el dúo -cuando no estaban apostando quién podía meter la Superball con un rebote en el papelero- siguió abierto a las ideas más estrambóticas.
"No se sabe si el pez morderá el anzuelo si no lanzas el sedal al agua", le gustaba decir a Knerr.
Ese enfoque podía conducir a fracasos, como el refugio atómico hágalo-usted-mismo, lanzado al mercado en el momento más álgido de la Guerra Fría por 119 dólares, o la caja con grandes dientes blancos de tiburón cuando se estrenó la película ‘Tiburón' [Jaws] en 1975.
"Él y su socio, y todos los que trabajaban con ellos... eran como el Rat Pack y los personajes de ‘MASH', con personalidades desmedidas", dijo Chuck Knerr. "Si no era divertido, no le interesaba".
Knerr, del que sabía que se entretenía en las tiendas de juguetes, dijo al Times en 1994: "Si Spud y yo tuviéramos que definir nuestro aporte, yo diría que hicimos cosas divertidas. Pero creo que este país nos dio más de lo que nosotros a él. Nos dio la oportunidad de hacerlo".
Melin murió en 2002.
Aparte de su esposa, Dorothy, con la que se casó en 1979, sobreviven a Knerr sus tres hijos de su primer matrimonio, que terminó en divorcio -Melody Knerr, Chuck Knerr y Lori Gregory; dos hijastros, Richar Enright y Jeanee Stokes; y ocho nietos.

valerie.nelson@latimes.com

27 de enero de 2008
17 de enero de 2008
©los angeles times
cc traducción mQh
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