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bush envía soldados a colombia


[Hugh Bronstein] Soldados norteamericanos participan en guerra contra rebeldes en Colombia.
Florencia, Colombia. Cuando los espías detectaron a un comandante de la guerrilla acampando en la ribera de un río en la selva una tarde el año pasado, el ejército colombiano recurrió rápidamente a los soldados norteamericanos para que le ayudaran a planear su captura.
Recién llegados de Afganistán e Iraq y versados en las más recientes tácticas anti-subversivas, los norteamericanos dicen que analizaron todo, desde los niveles de las tropas enemigas hasta el nivel de agua de los ríos y el ciclo lunar para poder calcular la visibilidad.
Antes del amanecer, un grupo de soldados colombianos se movían con el agua hasta la cintura, avanzando hacia el rebelde, sobre el que dijeron que estaba a cargo de la compra de armas con los beneficios del tráfico de cocaína en el sur de Colombia. Pronto el comandante yacía muerto en el lodo. El ejército norteamericano pidió no ser mencionado para proteger a sus soldados de eventuales represalias.
El ataque fue uno de los triunfos de una campaña norteamericana de varios millones de dólares para agudizar la lucha de Colombia contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que libra la campaña insurgente más prolongada de América Latina.
Pero el ‘Plan Colombia' está siendo escudriñado más seriamente por los demócratas norteamericanos que ahora controlan el Congreso y que se muestran preocupados por el historial del gobierno en cuanto al respeto por los derechos humanos y han preguntado por qué las exportaciones de cocaína del mayor productor del mundo no muestran signos de reducción.
Dicen que gran parte de la ayuda se destina a la compra de armas y a la fumigación de plantaciones de coca en zonas donde sería más conveniente ofrecer servicios básicos y establecer una economía formal. Colombia dice que la derrota de los rebeldes es el primer paso hacia el desarrollo.
"Antes de recibir esa ayuda, nos habría tomado dos días evaluar las informaciones, preparar el plan y lanzar la operación", dijo Andrés Alfonso, jefe de operaciones de la 6a división del ejército colombiano, hablando sobre la operación.
Sus hombres hubiesen querido capturar e interrogar al rebelde, pero al final lo mataron durante el ataque.
Hace una década no era un secreto que el ejército utilizaba a delincuentes paramilitares de extrema derecha para combatir contra las guerrillas. Los paramilitares masacraban a aldeanos, a veces con martillos y machetes, en una campaña de terror por el rentable control de las zonas de producción de cocaína.
Continúan las quejas de que soldados colombianos disparan contra campesinos y presentan los cadáveres como los de guerrilleros muertos en combate, pero ya no ocurren esos brutos ataques militares en los que mataban todo lo que se movía en torno a blancos rebeldes.
Incluso críticos del Plan Colombia dicen que los asesores norteamericanos están profesionalizando al ejército y colaborando en empujar a las FARC a la defensiva por primera vez en décadas.
"Somos buenos combatientes, pero no buenos estrategas, que es lo que hace que esta ayuda sea necesaria", dijo Pablo Casas, analista del laboratorio ideológico de Bogotá, Seguridad & Democracia.

Instructores Militares
Uno de los estadounidenses que planearon la misión en el río y adiestró a los soldados que la ejecutaron, dijo que el ataque dañó las finanzas de las FARC incluso pese a que el ejército no pudo interrogar al guerrillero para extraerle sus conocimientos sobre operaciones económicas clandestinas.
"Lo queríamos agarrar vivo, pero al matarlo los colombianos congelaron la capacidad de la guerrilla de canalizar los beneficios de la droga en la compra de armas en esta parte del país, al menos de momento", dijo el soldado, que pidió no ser identificado.
Forma parte del programa Equipo de Planificación, Asistencia y Adiestramiento (PATT) de casi tres millones de dólares al año en el que decenas de instructores norteamericanos están ayudando al gobierno colombiano a combatir el tráfico de drogas.
Todos los asesores norteamericanos son mantenidos en áreas seguras alejados de las zonas de combate.
El presidente conservador Álvaro Uribe es popular en casa, pero su prestigio internacional ha resultado dañado por un escándalo que vincula a sus más estrechos aliados políticos con los paramilitares, la mayoría de los cuales se han desmovilizado en el marco de un acuerdo de paz con el gobierno.
Unidades del ejército colombiano adiestradas por fuerzas norteamericanas son preparadas para que no puedan ser acusadas de violar los derechos humanos.
Los demócratas norteamericanos insisten en que se ha puesto demasiado énfasis en la ayuda militar.
"La seguridad no se puede alcanzar solamente por medio de la fuerza", dijo a Reuters el senador Patrick Leahy, el demócrata de Vermont que preside el importante comité de ayuda extranjera.
Estados Unidos ha gastado 5.5 billones de dólares en el Plan Colombia. Pero las exportaciones de cocaína siguen estables en 600 toneladas al año, según Naciones Unidas, a medida que los campesinos se adaptan a la fumigación aérea de los cultivos de coca plantando en campos más aislados.
Una pequeña parte de la población colombiana vive en el sudeste del país en la cordillera de los Andes donde las FARC todavía controlan amplias áreas rurales.
El resto vive en la zona industrial al noroeste, donde el plan de seguridad de Uribe ha reducido las tasas de delincuencia urbana y revigorizado la economía.
Un equipo de adiestramiento de Estados Unidos está instalado en la provincia Norte de Santander en la frontera con Venezuela, donde el año pasado las bajas de soldados pasaron de 29 en 2006 a once, en parte gracias a los primeros cursos de los norteamericanos.
A medida que las FARC son empujadas más hacia el interior de la selva, utilizan cada vez más minas terrestres para defender sus posiciones. Pero los soldados colombianos no han sido adiestrados para detener hemorragias ni para tratar traumatismos en el terreno.
"En comparación con 2006, nuestras bajas en combate se han reducido dramáticamente", dijo el general Paulino Coronado, comandante de la Brigada Nº30 en la frontera norte con Venezuela. "Y son nuestros aliados los que nos han fortalecido".

Reporte de Hugh Bronstein, edición de Kieran Murray y Eddie Evans.

5 de febrero de 2008
©reuters
cc traducción mQh
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