feroz represión en tegucigalpa
Informe: Martín Suaya. 31 de julio de 2009
A más de un mes del golpe, el objetivo de la protesta había sido cortar la ruta que conecta la capital hacia el norte con la ciudad de San Pedro Sula. El punto elegido fue un pueblo conocido como la posta El Durazno, a 20 kilómetros de Tegucigalpa. En su mayoría trabajadores de sindicatos estatales y maestros nucleados en el Bloque Popular, unos dos mil manifestantes llegaron a la ruta alrededor de las 8 de la mañana. El piquete fue en simultáneo con otros bloqueos en Comayagua, en la zona central, El Amarillo, en la frontera sur con El Salvador, y en San Pedro Sula, segunda ciudad e importante centro industrial, en el norte.
Pero a las 11 de la mañana, El Durazno se transformó en una batalla campal. Llegaron las fuerzas antimotines de la policía y el ejército y no hubo ningún intento de diálogo. "La orden es desalojar y velar por la libre circulación de personas y vehículos", había advertido minutos antes un comunicado del Ministerio de Seguridad. Apoyados por tanques hidráulicos, cientos de efectivos se lanzaron sobre la multitud.
"Los agentes y militares nos dispararon con balas de goma y otras de plomo, lanzaron bombas lacrimógenas desde un helicóptero, impidieron que los heridos recibieran atención médica y nos persiguieron varios kilómetros", relató el candidato presidencial Carlos Reyes.
Según le explicó a este diario el dirigente sindical Barahona, la gente empezó a correr hacia el barrio conocido como Zonal Belén, en dirección a la capital, pero la policía los persiguió hasta allí, los alcanzó cerca del mercado local y los siguió apaleando. Después se los llevaron. Se necesitaron diez patrullas de policía y dos buses repletos. Y no alcanzó: algunos tuvieron que marchar por el borde de la ruta con los pies encadenados.
La represión de ayer marcó un cambio, ya que la policía, hasta ahora, vigilaba de cerca pero no impedía los cortes de ruta. Según un diplomático extranjero en Tegucigalpa, la dictadura comandada por Micheletti decidió comenzar a reprimir debido a las quejas de los empresarios, que dicen que los cortes de caminos les causan pérdidas millonarias.
Mientras tanto, desde el puesto fronterizo de Las Manos, del lado nicaragüense en la frontera, Zelaya anunció ayer que volverá mediante un acuerdo político, pero con la fuerza del pueblo organizado en milicias populares. "La fuerza y la milicia popular que va a apoyar a este presidente en su retorno son ustedes, compañeros", les dijo a los casi 300 campesinos que lo acompañan en su exilio. "Este es el ejército popular y pacífico que necesita nuestro país para defender sus conquistas y sus derechos. Nos entrenaremos con las mejores armas, que son la razón y la verdad", aseguró el mandatario.
Según allegados a Zelaya, el líder hondureño ya estaría en tratativas con agentes del gobierno sandinista para trasladarse junto a sus seguidores a una finca en la zona de la frontera y así comenzar el "entrenamiento ideológico" de sus seguidores.
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