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cazador de dictadores


Habla Reed Brody, protagonista de ‘El cazador de dictadores’. Fue representante de Human Rights Watch en el proceso contra Augusto Pinochet en Londres. Y luego batalló siete años junto a las víctimas de Hissène Habré, el ex presidente de Chad acusado de matar a 40 mil personas en los ’80.
[Francia Fernández] "Si uno mata a una persona, va a la cárcel. Si mata a 40, termina en un manicomio. Pero si mata a 40 mil, acaba cómodamente exiliado y con cuenta bancaria en otro país". Eso dice en cámara Reed Brody, asesor jurídico y vocero de la ONG Human Rights Watch, al comienzo de ‘El cazador de dictadores’ (2007). Un documental de la holandesa Klaartje Quirijns, que lo sigue durante dos años, en su intento por llevar a la justicia a Hiss ne Habré, el ex presidente de Chad considerado uno de los dictadores más brutales del siglo XX.
A través de personajes como Souleymane Guengueng, un hombre que casi queda ciego y muere en una prisión chadiana, la cinta también revisita el encarcelamiento, la tortura y los crímenes perpetrados en esa ex colonia francesa durante el régimen (de 1982 a 1990) de Habré, apodado "el Pinochet africano".
El filme se estrena, paralelamente, el 13 de agosto, en el Centro Arte Alameda y Centro Cultural Palacio de La Moneda. También podrá verse en el Cine UC, a partir del 28, como parte del programa ’Documental del mes’. Una idea surgida en Cataluña, que se realiza en esas salas locales, con la exhibición de diez filmes europeos y dos chilenos.
"Espero que esta película, a pesar de las diferencias entre Chad y Chile, despierte alguna conexión con el público. Creo que hay un punto en el cual los chilenos pueden sentirse reflejados, en el sentido de que gobiernos como el suyo efectivamente pueden enfrentarse a líderes asesinos y juzgarlos", comenta Brody al teléfono desde Bruselas, quien fue representante de Human Rights Watch en el proceso contra Augusto Pinochet en Londres.
Fue precisamente el caso Pinochet el que sentó un precedente histórico en cuanto a jurisdicción internacional de crímenes, cuando en 1998, el juez español Baltasar Garzón ordenó el arresto del entonces senador vitalicio chileno. En esos días, militantes chadianos de derechos humanos se acercaron a Brody para que trabajara con las víctimas de Habré. Luego de siete años consiguió, gracias a una orden de detención internacional decretada por la justicia belga, que Senegal -país donde Habré estaba refugiado hace 15 años- se comprometiera a juzgarlo, ante graves denuncias de violaciones de los derechos humanos. (Éste sería responsable de 40 mil homicidios políticos y más de mil torturas, método utilizado sistemáticamente bajo su mandato).

¿Qué pasó con Senegal?
No ha pasado nada. El chileno Claudio Grossman, presidente del Comité contra la Tortura de Naciones Unidas (CAT), que obliga a los países firmantes a perseguir crímenes de tortura perpetrados fuera de sus fronteras, se ha encargado de recordarle a Senegal que debe juzgar a Habré. De hecho, viajó allí recientemente con esa misión.

Según el documental, ser ‘cazador de dictadores’ ha tenido costos para ti. ¿Es algo que esperas hacer toda tu vida?
He sido un ‘cazador de dictadores’ y soy un activista pro derechos humanos. Estudié leyes en la Universidad de Columbia, porque me interesaba cambiar el mundo. Tengo compañeros forrados en dinero, pero éste es el camino que yo elegí. Es lo que hago y lo que continuaré haciendo.

¿A quién persigues, en estos días?
Tengo muchas tareas dentro de Human Rights Watch. Ahora estamos preparando un informe en que hablamos de la responsabilidad de oficiales estadounidenses en los crímenes de Guantánamo.

¿Es algo que el gobierno de Obama está dispuesto a tratar?
Para Washington es una batalla enorme rendir cuentas sobre el tema. No creo que sea algo en lo que el gobierno actual quiera profundizar. Su idea es mirar al futuro. Lamentablemente, para avanzar no se puede dar vuelta la hoja y ya. Hay que revisar y cerrar las cosas, y luego pensar en seguir adelante.

En ese sentido, ¿qué te parece que las víctimas de Pinochet lo hayan visto morir sin que pagara por sus crímenes?
Es una vergüenza que Pinochet no enfrentara a la justicia en un tribunal. Pero que la gente lo viera morir bajo arresto domiciliario, con un montón de causas contra él y enfrentado al escándalo de cuentas millonarias en bancos estadounidenses, es una imagen muy distinta de la del hombre poderoso que fue arrestado en Londres, en 1998. Creo que esto cambió, de alguna forma, el curso de la historia en Chile.

9 de agosto de 2009
©la nación 
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