conspiración brasileña contra chile
16 de agosto de 2009
¿Qué tan estrecha fue la relación entre la dictadura militar brasileña de Emilio Garrastazú Médici y la administración de Richard Nixon para desestabilizar a Salvador Allende?, ¿qué tipo de cooperación establecieron?
Que había una estrecha cooperación entre la dictadura militar en Brasil y los Estados Unidos para derrocar al Presidente Salvador Allende no hay la menor duda. Pero el tipo de cooperación no aparece con nitidez en la documentación diplomática que he investigado en los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil. Lo que se puede deducir es que la cooperación fue entre la CIA y los servicios de inteligencia de Brasil. Aunque el embajador de Brasil en Santiago en la época, Antonio Cándido da Cámara Canto, fue un hombre de extrema derecha y contrario al gobierno de Salvador Allende, parece que el general Garrastazú Médici, Presidente de Brasil, dejó a cargo de los militares brasileños la tarea de articular con los militares chilenos y los dirigentes de Patria y Libertad, con la participación de la CIA, planes para la desestabilización de Allende. Eduardo Díaz Herrera, dirigente de Patria y Libertad en ausencia de Pablo Rodríguez Grez, desarrolló un plan en el que estaban involucrados el Servicio Nacional de Informaciones (SNI) y los servicios de inteligencia del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea de Brasil. Él y Manuel Fuentes fueron a Brasilia y se reunieron con altos oficiales de las Fuerzas Armadas, entre los cuales el general Joao Batista Figueiredo, jefe de la Casa Militar de la Presidencia (que luego sería Presidente de Brasil), y el coronel Venceslau Malta, a quienes informaron sobre la inminencia del golpe en Chile. De acuerdo con el plan elaborado, si las Fuerzas Armadas chilenas se dividían, las unidades militares chilenas insurrectas y las Brigadas Operativas y Fuerzas Especiales (BOFE) de Patria y Libertad, ocuparían las provincias del sur de Chile, apoyadas secretamente por Brasil y Argentina, cuyas Fuerzas Armadas les darían la asistencia logística y el armamento necesario. Eso yo lo demuestro, con base en la documentación brasileña, en mi libro ‘Fórmula para el caos’, publicado en Chile por la editorial Random House.
Nixon y Garrastazú Médici profesaban un fuerte anticomunismo y lo consideraban una amenaza para el continente, ¿qué tipo de acciones emprendieron o acordaron para frenar el avance de esa amenaza?
Naturalmente emprendieron los más diversos tipos, sobre todo en las actividades de inteligencia. Pero más de 80 mil de documentos del Servicio Nacional de Informaciones (SIN) de Brasil fueron destruidos, antes del decreto firmado por el Presidente Lula y por la ministra Dilma Rousseff, determinando que fueran entregados al Archivo Nacional y abiertos al público. Gran parte de la documentación del Centro de Informaciones del Exterior (CIEX), mantenido por el Itamarty, fue destruida también cuando empezó la redemocratización. Y las Fuerzas Armadas, por su lado, se resisten a abrir sus archivos, si es que esa documentación aún no ha sido destruida. Pero algunas de las acciones articuladas por la CIA como, por ejemplo, la articulación de los dirigentes de Patria y Libertad, entre otras, son reveladas en mi libro.
¿Cómo se expresaba esto en la situación interna de Brasil, considerando que en el período de Garrastazú Médici la represión a las organizaciones opositoras alcanza su mayor actividad?
De los cuatro años del gobierno del general Garrastazú Médici, dos los pasé en la prisión, por determinación de la Marina de Guerra de Brasil, por mi participación en la resistencia al golpe militar que derrocó al Presidente Jo o Goulart en 1964. Yo estaba preso, en 1970, cuando Salvador Allende fue elegido Presidente de Chile, y, en 1973, cuando fue derrocado. Creo que su elección, la posibilidad de victoria del Frente Amplio en el Uruguay y la ascensión de los militares nacionalistas de izquierda, los generales Juan Velasco Alvarado, en Perú, y Juan José Torres, en Bolivia, asustó al gobierno del general Garrastazú Médici. Además los brotes de guerrilla urbana y también rural, en Brasil, tuvieron mayor impulso en ese período. En ese contexto, la dictadura de Garrastazú Médici extendió la represión interna al exterior, a los países de América del Sur, como Chile, Uruguay y Bolivia, donde la izquierda avanzaba y/o asumía el gobierno.
¿Hubo acciones concretas desde Brasil para evitar que Allende asumiera la Presidencia de Chile?
Brasil no tenía muchas condiciones de emprender acciones concretas para evitar que Allende asumiera la Presidencia de Chile. Quien disponía de recursos materiales para tomar las iniciativas era la CIA, aunque eventualmente pudiera contar con la colaboración de los servicios de inteligencia de Brasil.
En su libro ‘Fórmula del caos’, usted menciona la cooperación de miembros del Ejército brasileño con los militares chilenos que dieron el golpe de Estado de 1973, incluso con equipos de torturadores, ¿qué tan amplia fue esta cooperación?, ¿fue acordada directamente entre Pinochet y Médici?, ¿intervino Estados Unidos en esta cooperación?
Lo que me contaron los exiliados, que estuvieron presos en el Estadio Nacional, fue que los militares brasileños trataron de identificarlos, pero en general no los interrogaban. Pasaban las preguntas a los militares chilenos para que se las hicieran. Hubo casos en que también torturaron a los presos. Pero es muy difícil decir la amplitud de la cooperación. También no es factible que Pinochet y Garrastazú Médici, como jefes de las dictaduras, llegasen al punto de acordar directamente detalles y la amplitud de la cooperación. Esto quedó naturalmente a cargo de los militares de los dos países y por cierto contaron con la asistencia de la CIA, de la cual recibían y a la cual transmitían informaciones.
¿Esta temprana colaboración entre las dictaduras de Brasil y Chile, a su juicio, contribuyó a la articulación de la Operación Cóndor?
La iniciativa de formalizar esa cooperación partió, todo indica, de Chile, después del brutal golpe de Estado, tanto que adoptó la operación el nombre de esa ave -el cóndor- característica de los Andes. Pero los servicios de inteligencia de los países del Cono Sur siempre cooperaron entre ellos, intercambiando inteligencia y, a veces, presos políticos, como ocurrió entre Brasil y Uruguay. Obviamente estaban también articulados con la CIA, de la cual recibían asistencia directa y disponían de las instalaciones de comunicación de Estados Unidos en la zona del Canal de Panamá, que cubrían toda América Latina.
©la nación
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