testimonios de tres sobrevivientes
7 de noviembre de 2009
Daniel García, Alba Sánchez y Andrea Trincheri testimoniaron en la causa Brusa Fueron secuestrados en diciembre de 1977, primero los llevaron a la comisaría 4ª y los llevaron a un centro clandestino en San José del Rincón hasta 1978.
[Juan Carlos Tizziani] Argentina. Fueron ocho horas de relatos del terror. El secuestro, las torturas y el botín de guerra. Los esposos Daniel García y Alba Sánchez y una compañera que ellos habían refugiado en su casa, Andrea Trincheri, la ‘Tana’, como la conocían, contaron ayer ante el Tribunal Oral los meses que estuvieron desaparecidos en un centro clandestino de San José del Rincón, desde diciembre de 1977 hasta el otoño de 1978. Lo perdieron todo: los García fueron despojados de sus bienes: una casa, una camioneta Ford F100 y hasta el último de sus muebles. Lo único que les quedó fue una tetera del juego de casamiento que Alba llevó al juicio para mostrársela a los jueces. "Nunca he podido comprender tanto salvajismo", dijo la Tana. Los ojos se le iluminaron. Ella denunció su martirio en 1997 ante la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Los García ni siquiera sabían su nombre y apellido, hasta que su abogado detectó ese testimonio que los mencionaba. La llamaron a declarar en el juicio. Y ayer, volvieron a reencontrarse ante un Tribunal después de 30 años sin verse, desde aquel día que el grupo de tareas los dejó libre y comenzaron a reconstruir sus vidas: Andrea, en La Plata y los García, en Santa Fe. "Cuando nos llevaron al chupadero cruzamos el puente Colgante, creo que hoy comenzamos a volver", dijo Daniel. La angustia le frenó las palabras.
Los tres testimonios ocuparon las dos jornadas del juicio a los represores santafesinos. Daniel García declaró a la mañana, durante cuatro horas. Su esposa y ‘la Tana’ durante otras cuatro, a la tarde. Los tres fueron secuestrados el 6 de diciembre de 1977 en una estación de servicio de Santo Tomé, en la curva de Mauri. Era un grupo de tareas integrado por militares, policías y civiles. A uno de ellos, Daniel lo pudo identificar cuando lo vio detrás de un revólver calibre 38 que le apuntaba a la cabeza, era José Quiroga, un ex montonero que se pasó a la filas de la represión.
Los llevaron a la comisaría 4ª. Andrea recordó el ruido que hacía el portón del garage por donde los entraron a la seccional. Ella no era de Santa Fe, pero ese chirrido le quedó en la memoria. "Me encapucharon y esposaron con las manos en la espalda y comenzaron a interrogarme en una celda", dijo Trincheri. Ya habían comenzado los tormentos.
Después los trasladaron a una quinta en San José del Rincón que los García lograron localizar y denunciar, en octubre de 2004. "Me bajan del auto y me dejan en una habitación. Y empiezan las sesiones de torturas y las presiones. A mi derecha había un tal ’Potín’ y a mi izquierda un tal ’José", dijo Andrea. Y luego llamó por sus alias a otros dos integrantes del grupo de tareas: ‘el Pollo’ y ‘el Tío’. Daniel y Alba Sánchez les pusieron nombre y apellidos a los apodos: ‘Potín’ era el capitán del Destacamento de Inteligencia Militar 122, Julio César Domínguez; ‘José’ era Guillermo Quiroga; ‘el Pollo’ el comisario Héctor Colombini imputado en el juicio y ‘el Tío’ el suboficial del Ejército, Nicolás Correa. Más adelante, agregaron otros: ‘El gringo’, ‘Óscar’, ‘el Cucaracho’ y ‘el Tuli’ que aún no han podido identificar.
Andrea dijo que se desmayó en uno de los interrogatorios. Cuando recuperó la conciencia, ‘Potín’ le contó que había tenido un paro cardiorespiratorio. "Entonces, no me tocaron más con la picana porque podía tener otro paro", explicó.
En los meses del secuestro, los amenazaban con matarlos. "Hubo simulacros de fusilamiento que ellos hacían para intimidar y quebrarnos". Hasta que en el otoño de 1978 les anuncian que los iban a liberar. "Nos hacen sacar la capuchas. Y ahí estaban Potín y José, es la única vez que los veo a Daniel y a la Negra", precisó Andrea.
¿En esa quinta, había otros detenidos además del matrimonio García y usted? le preguntó el fiscal Martín Suárez Faisal.
Estábamos nosotros tres contestó Trincheri.
¿Recuerda algún aspecto del inmueble?
Tenía un comedor, había un pasillo largo con habitaciones a los costados, un jardín y parrilla respondió. Su relato coincide con un croquis de la casa que un rato antes se había exhibido en el juicio con la planta original de la vivienda antes de una reforma.
El fiscal José Ignacio Candioti le pidió precisiones sobre los simulacros de fusilamiento. "Recuerdo las voces. Con la capucha veía de la cintura para abajo, pero ’Potín’ era el que lideraba todo. Y a la noche, cuando ponían la musica empezaban las sesiones de torturas afirmó la Tana.
¿Sobre qué la interrogaban? quiso saber el presidente del Tribunal, Roberto López Arango.
-Pedían nombres y apellidos para seguir secuestrando y torturando gente como estaban haciendo con nosotros. Querían datos para seguir persiguiendo en cualquier parte del país.
Fue allí cuando el defensor de Colombini le preguntó por su defendido. Trincheri respondió sin dudar: "Era uno de los torturadores, trabajaba con ’Potín’. Trabajaba con ellos. No puedo comprender qué los llevó a ser tan salvajes", dijo la Tana. El presidente del Tribunal le agradeció su testimonio. Ella se levantó y buscó la salida. Un aplauso de los familiares de las víctimas la recibió en la puerta. Y unos minutos después, se reencontró con los hijos de los García, Emiliano y Diego, que en 1977, cuando ella se refugió en su casa tenían 4 y 5 años y que ayer volvió a abrazar después de tantas ausencias.
4 de noviembre de 2009
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