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mañana voto por frei


columna de mérici
No era mi primera opción. De hecho, me inscribí en el registro electoral para votar por Marco Enríquez-Ominami. No me había inscrito porque considero que Chile no es una democracia y no quería legitimar con mi voto ni la estúpida farsa del binominal ni la inepta y autocrática clase política. Creo que nada cambiará en Chile si no se elimina primero el sistema binominal y se reforma la Constitución. En el marco actual, ambas reformas son prácticamente imposibles. Como quiera que sea, terminé votando por Arrate con la idea de votar por Marco en segunda vuelta. No sé si fue una mala decisión.

No votaría nunca por Piñera. El hecho de que su carrera como empresario esté salpicada de escándalos y visitas regulares a tribunales, el desfalco del Banco de Talca, la creación de empresas de papel para embolsarse créditos o desviar fondos hacia ellas, el uso de información privilegiada, etc., no me dan ninguna confianza. Las declaraciones de la señora Madariaga fueron las últimas paladas sobre la tumba política del candidato. No creo que la ex ministro haya hecho declaraciones falsas, poco antes de su muerte, sólo para fastidiar a Piñera.

No tengo nada contra los candidatos de derecha. Quiero decir, creo que sería bueno que surgiera una derecha decente que pudiera gobernar alguna vez. Hablo de una derecha decente, genuinamente liberal, activa defensora de las libertades personales y los derechos humanos, enemiga acérrima del autoritarismo y del pinochetismo, piadosa y honesta. Estas características no las posee Piñera, que se ha declarado admirador del presidente Uribe, al que considero un político sanguinario, y de José María Aznar, político español de inteligencia disminuida que fue cómplice de la invasión ilegal de Iraq, un sátrapa mentiroso y de inclinaciones criminales.

Si hubiese otro candidato de derecha, enemigo del pinochetismo y partidario resuelto de la democracia, las libertades personales y los derechos humanos, votaría por él sin ningún temor.

Frei no es un dechado de virtud. Al contrario. Le reprocho haber acudido al rescate del dictador en Londres y de haber mentido al mundo sobre sus intenciones de juzgarlo, cuando en realidad lo trajo para que muriera impune en la cama. (Yo lo habría condenado a muerte por estaca de madera, para que, como vampiro venido del infierno, no pudiera volver a nacer, y si eso no hubiese sido posible, condenado a reclusión perpetua y a ser enterrado en el patio de la cárcel). Le reprocho a Frei haber pasado años sin recibir a los familiares de las víctimas de la dictadura. Le reprocho haber votado, en 2007, contra la derogación de la ley de amnistía. Le reprocho la privatización del agua -y, dentro de esto, el hecho de que con la aprobación de esa ley maldita sabía que estaba favoreciendo a familias demócrata-cristianas dedicadas a la explotación minera en el norte de Chile y a las que debemos la extinción de varias aldeas chilenas de origen boliviano o quechua-aymará tras haber desviado las aguas de riego hacia las minas. Tengo una larga lista de reproches.

Sin embargo, el senador Frei ha prometido enmendar rumbo y deshacer algunos de sus desaguisados, empezando por la ley de aguas. También ha prometido luchar por la derogación de la ley de amnistía. Y ha prometido lo que creo más importante: abolir el sistema binominal para reemplazarlo por un sistema democrático proporcional. En estos propósitos, loables todos, le reprocho ser muy vago sobre cómo lograr esos objetivos. Con el actual método de formación del parlamento, que favorece la sobrerrepresentación ilegítima de la extrema derecha (UDI), es prácticamente imposible tanto la derogación del binominal como la reforma de la Constitución. Tendrá que ser más claro. (Yo creo que sin alguna forma de movimiento ciudadano de desobediencia civil que exija la derogación del binominal, esto no se logrará).

Pero es el propio candidato Piñera el que me ha empujado al campo de la Concertación. Creo que es impresentable que después de todo lo que sabemos sobre el régimen militar -las atroces injusticias cometidas, el despojo masivo de bienes nacionales, las expropiaciones, las ejecuciones extrajudiciales, las violaciones de prisioneras, las torturas, las detenciones arbitrarias, los campos de concentración, las cárceles secretas, las privatizaciones de empresas públicas- pueda haber alguien que se pretenda liberal que se presente en alianza con los defensores y cómplices de esos crímenes. Simplemente intolerable.

Piñera no es liberal. Es un conservador de extrema derecha, alguien a quien esos crímenes no incomodan ni disgustan lo suficiente como para romper con sus autores o cómplices, que son sus amigos.

Su ofrecimiento de impunidad a los militares implicados en crímenes de lesa humanidad en el Círculo Español en Santiago -vía la aplicación de la prescripción penal o media prescripción y la aplicación de la amnistía- lo dice todo sobre qué piensa sobre ese terrible episodio de nuestra historia. Y dice también mucho sobre qué se imagina él que es gobernar. Un presidente no puede ni debe tratar de influir en el poder judicial, y menos para obligar a los jueces a la aplicación de criterios ilegales prohibidos por los convenios internacionales de derechos humanos firmados por Chile. Desde que Chile ratificara el Estatuto de Roma, que funda el Tribunal Penal Internacional, el país se impide, so pena de sanciones, la utilización de la amnistía o la prescripción para eludir la justicia o dejar impunes a los militares y civiles acusados de esos crímenes.

Creo que es impresentable que mientras la izquierda ha abandonado a la extrema izquierda -partidaria de la revolución armada y la instalación de dictaduras populares-, la derecha no ha hecho lo mismo con la extrema derecha -culpable de los más atroces e injustificados crímenes de nuestra historia. En mi opinión, partidos como la UDI, que defiende y justifica las violaciones a los derechos humanos, deben ser prohibidos y sus dirigentes encarcelados, y los funcionarios de la dictadura, como Jovino Novoa o Longueira, deben ser inhabilitados a perpetuidad para el ejercicio de cargos públicos. (Le tengo ojeriza a la UDI porque definiéndome como católico, considero a ese partido un usurpador de los valores católicos, que lleva escritos con sangre de inocentes en sus estatutos llenos de proclamas adulteradas).

Piñera, además, en otros temas, no me ofrece nada bueno. Más privatizaciones. Nada de reformas políticas, pues Piñera defiende el binominal y rechaza la reforma de la Constitución. Como estos dos puntos son fundamentales para recuperar la democracia para Chile, otros aspectos de su programa son en realidad irrelevantes.

Pero cuando tengamos un sistema genuinamente democrático y la derecha presente a un candidato decente, iré a votar por él sin ningún temor. De momento, seguiré votando por candidatos de izquierda o centro-izquierda.

Mañana voto por Frei.

[mérici]

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