murió miep gies
30 de enero de 2010
Ayudó a ocultar a la familia de Otto Frank en el ático de su casa durante veinticinco meses. Recuperó las páginas del diario de Ana Frank después de que la familia fuera detenida por la Gestapo en 1944.
Murió Miep Gies, que jugó un papel fundamental en dar a conocer al mundo el conmovedor diario de vida de la joven Ana Frank y al relatar el fallido intento de la familia Frank de ocultarse de los nazis. Tenía cien años.
Gies murió el lunes después de una breve enfermedad, de acuerdo a un anuncio en su página web. La página no ofrece otros detalles.
Los papeles dispersos que recogió Gies después de que Ana y su familia fueran llevados desde su escondite en Amsterdam a campos de concentración, fueron compilados más tarde por el padre de Ana en uno de los libros documentales más ampliamente leídos de todos los tiempos.
De acuerdo al Centro Ana Frank EUA, en Nueva York, ‘El diario de Ana Frank’ [Anne Frank: The Diary of a Young Girl] ha sido traducido a más de 67 idiomas y desde su publicación en 1947 se han vendido decenas de millones de ejemplares. Para millones de jóvenes, la historia de Ana es lo que primero que saben sobre el Holocausto.
Las famosas palabras de los últimos renglones de Ana -"Todavía creo, pese a todo, que la gente es buena de corazón"- han inspirado esperanza y tolerancia para las generaciones de después de la Segunda Guerra Mundial que han tratado de entender el horror del aniquilamiento de millones de judíos bajo el régimen de Adolfo Hitler.
Sin embargo, la historia de Ana pudo no haber salido nunca a superficie si no hubiese sido por Gies, una cristiana que, entrada en sus noventa, dijo que no sintió temor cuando arriesgó su vida por protegerla y llevar provisiones a la familia de Frank durante la guerra.
"La verdadera fortaleza es ser capaz de seguir cuando los tiempos son difíciles", dijo Gies a la revista Oprah en 2002. "No tenía tiempo para ocuparme del miedo. Había cosas por hacer".
Modesta Fama
Tras la guerra, Gies gozó de una modesta fama por su rol en mantener con vida a Ana Frank y su familia cuando se escondían de los nazis y por recuperar los escritos de Ana con la esperanza de devolvérselos a Ana después de la guerra.
Ana, casi de dieciséis años, y su hermana Margot, de diecinueve, murieron ambas de tifus en el campo de concentración de Bergen-Belsen unas semanas antes de la liberación.
Para los holandeses, Gies, que era la última sobreviviente de las cinco personas que ayudaron a la familia Frank, "es la heroína de la historia de Ana Frank, porque representa el ideal", de acuerdo Carol Ann Lee en su libro de 2003, ‘The Hidden Life of Otto Frank’.
El día que Ana Frank debió haber cumplido 75 años, Gies, entonces de 96, dijo a la revista People: "He escrito muchas cosas sobre ellas. Pero, después de todo este tiempo, todavía es extremadamente doloroso que Ana no sobreviviera -que ninguno de ellos haya sobrevivido".
Miep Gies nació como Hermine Santrouschitz en Viena el 15 de febrero de 1909, cinco años antes de que empezara en Europa la Primera Guerra Mundial. La guerra provocó una aguda escasez de alimentos y, como muchos, la joven Gies enfermó de malnutrición.
A los once, sus padres la enviaron a Holanda, que estaban preocupados por su bienestar. "Me envolvieron con lo que pudieron encontrar y me llevaron a la cavernosa estación de ferrocarriles de Viena", dijo. Recuerda haber pensado: "¿Qué he hecho para estar tan enferma y abandonada?"
Años más tarde se dio cuenta de que la idea había surgido cuando vio lo que le estaba ocurriendo a los judíos durante Hitler.
Muchos otros niños enfermizos también esperaban el tren con Gies, todos con las mismas tarjetas colgadas de sus cuellos. La suya llevaba los nombres de personas que nunca había visto, que hablaban holandés, no alemán. Después de eso, rara vez volvió a ver a sus padres biológicos.
Su nueva familia, que finalmente se mudó desde un pequeño pueblo en Holanda a la animada ciudad de Amsterdam, la apodaron en holandés, Miep.
En 1933, Gies consiguió un trabajo de oficina de Otto Frank, cuya firma se especializaba en pectinas y especias. Frank había abandonado hace poco Alemania debido a las políticas antijudías de Hitler, y su familia, incluyendo a su hija más joven, Ana, pronto lo seguirían.
Con los años, Ana llegó a adorar a la más madura y elegante Gies, que era rubia y tenía los ojos azules. Cuando Gies se casó con el asistente social Jan Gies en 1941, dijo que Ana "nos trataba casi como si fuéramos dos estrellas de cine".
La boda fue la última celebración pública a la que asistiría Ana.
En los meses previos a la desaparición de los Frank de la vista pública, escuchaban la radio con Gies, y se enteraban de las noticias cada vez más malas.
Días Oscuros
El 10 de mayo de 1940 los alemanes entraron en los Países Bajos. En sólo cuatro días el país estaba en manos de Hitler y las cosas empezaron a caer por el lento espiral de la desesperación.
En la primavera de 1942, Otto Frank confió a Gies que él y su esposa, y dos hijas -Ana, de catorce, y Margot, de dieciséis- estaban planeando esconderse" arriba en sus oficinas en Prinsengracht 263.
"Miep, ¿estás dispuesta a asumir la responsabilidad de cuidar de nosotros mientras estemos escondiéndonos?", preguntó Frank a Gies.
"Por supuesto", dijo ella.
Después de la guerra, cuando interrogada por esta respuesta tan casual, explicó que supo inmediatamente que si se negaba, "viviría muchas noches insomnes" debido "al remordimiento y al pesar, que puede ser peor que perder la vida".
Ese verano, un lluvioso lunes, los Frank desaparecieron oficialmente detrás de una estantería que conducía hacia los cuartos de arriba, los que ocuparían los siguientes veinticinco meses.
Gies fue uno de sus primeros visitantes. Pero, al ver su pena, les ofreció ir a por algo para comer, con la intención de dejarlos solos.
"Simplemente habían cerrado la puerta de sus vidas y habían desaparecido de Amsterdam", dijo Gies. "La cara de la señora Frank lo decía todo. Rápidamente, los dejé".
Durante los siguientes dos años, hasta que los Frank y otras cuatro personas, que más tarde se ocultaron también con ellos, fueron finalmente traicionados, Gies y su marido utilizaban tarjetas de racionamiento para conseguir alimentos y otras provisiones para los prisioneros de arriba.
Gies los visitaba en la mañana antes de presentarse a sus tareas en la oficina, y nuevamente en la tarde, cuando ya todos se habían retirado. Durante el día, la familia apenas se movía, temerosos sus miembros de que el más pequeño ruido podría delatar su presencia a los otros empleados abajo.
Cazadora
"Debido a que yo era una línea de salvamento, me sentía como si fuera una especie de cazador", dijo Gies, "siempre de cacería para mi prole hambrienta". Otros ayudaron en silencio -el carnicero, el panadero, el verdulero.
Durante el encierro de la familia, Gies y los otros estaban conscientes de que Ana estaba escribiendo el diario empastado a cuadros rojos y naranjas que su padre le había regalado cuando cumplió los trece, semanas antes de que se escondieran.
Ana, que soñaba con ser escritora, había empezado su diario con entradas infantiles. Pero a partir del momento en que se ocultaron, empezó a escribir cosas más serias.
Ana se refirió a Gies numerosas veces en su diario: "Miep es simplemente como una mula de carga, recoge y acarrea tantas cosas". "Miep hizo una deliciosa tarta de Navidad, en la que escribió: ‘Paz 1944’". "Parece que Miep no deja nunca de pensar en nosotros".
Entretanto, los Gies habían aceptado a un joven judío en el escondite en su departamento, estirando todavía más sus raciones.
Después de muchos meses, había buenas noticias sobre el frente de guerra en Europa, pero Holanda estaba todavía bajo control de los nazis. El 4 de agosto de 1944 -un viernes en la mañana, cerca del almuerzo- un hombre se apareció por el local y apuntó con un revólver a Gies y sus colegas.
El escondite secreto había sido delatado y, mientras una acongojada Gies miraba, los Frank fueron detenidos por la Gestapo.
"Me di cuenta por sus pisadas que venían como perros apaleados", dijo. "Pero no podía acercarme a ellos y decirles adiós".
Gies, de la que sospechaban que estaba implicada en la trama, se libró de ser detenida sólo porque uno de los oficiales era un compatriota vienés que la dejó marcharse. Más tarde Gies contó que siempre se sintió culpable sobre eso.
Después de que los agentes se marcharan con sus prisioneros, Gies y los otros encontraron el lugar completamente saqueado. Temiendo que los agentes volvieran a recoger más objetos valiosos, Gies escudriñó entre el desorden y vio el diario de Ana en el suelo.
"Yo sabía lo mucho que significaba para Ana", escribió Gies.
El diario y muchos otros papeles de Ana fueron recogidos rápidamente y arrojados en un cajón de un mueble de la oficina, que estaba sin llave. Pensaba devolvérselos a Ana cuando volviera a Amsterdam.
Diez meses más tarde, la guerra había terminado. Otto Frank volvió como el único de los familiares y amigos que se habían escondido juntos.
Edith, la madre de Ana, murió en Auschwitz.
Voces del Pasado
El día en que Otto Frank se enteró de las noticias sobre sus hijas en una carta que recibió en su despacho, una consternada Gies abrió el cajón de la oficina y sacó el diario y otros escritos de Ana, que todavía no había leído nadie.
Gies dijo: "‘Esta es la herencia que te dejó tu hija Ana’. Él lo tocó con sus dedos".
Cuando Frank finalmente pudo convencerse de leerlo, empezó a traducir el diario en alemán, para que lo leyera su madre.
Más tarde, alguien leyó algunos fragmentos y pidió leer más. Finalmente un editor convenció a un reticente Frank de que permitiera la publicación del libro. Al principio se tituló ‘Het Achterhuis’ [la casa de atrás], o ‘The Annex’, como llamaba Ana a los cuartos que ocupaban.
Gies, todavía acongojada por Ana y la madre de Ana y hermana, no pudo leer el diario sino cuando salió la segunda impresión. Creía que podría invadir la intimidad de Ana y que podría ser demasiado doloroso. Se sentó a leerlo a instancias de Otto.
"Leí toda la historia, sin parar. Oí la voz de Ana, hablándome desde el lugar donde estaba ahora".
Pero, contó al Washington Post años después, si lo hubiese leído antes de entregárselo al padre de Ana, probablemente lo habría quemado.
"Ana había escrito sobre otras personas que se estaban ocultando, y las nombraba por su nombre", explicó. "Los nazis los habrían capturado".
Después de la guerra, Gies se dedicó a criar a su hijo, que nació en 1950. Otto Frank vivió con los Gies durante varios años antes de mudarse a Suiza. Murió en 1980.
Aunque reluctante a atribuirse el mérito de haber ayudado a los Frank cuando se estaban ocultando, Gies estaba feliz de haber podido ayudar a cumplir con la ambición de toda la vida de Ana, de inmortalizarse a través de sus escritos.
"No pude salvar la vida de Ana", dijo. "Sin embargo, salvé su diario, y por eso la pude ayudar a convertir en realidad uno de sus más grandes sueños".
En 1996, Gies fue armada caballero por la Reina Beatriz de Holanda.
Jan Gies murió en 1993.
A Gies le sobreviven su hijo y tres nietos.
10 de enero de 2010
©los angeles times
©traducción mQh
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