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hijos que buscan justicia


Nueva marcha en Rafaela a cinco meses del asesinato de Silvia Suppo. Los familiares de Silvia, que fue testigo clave en juicios por terrorismo de estado en Santa Fe, se volvieron a movilizar para reclamar "una investigación judicial convincente y profunda que no descarte ninguna hipótesis".
[Juan Carlos Tizziani] Santa Fe, Argentina. A casi cinco meses del asesinato de Silvia Suppo, una marcha encabezada por sus hijos Andrés y Marina Destéfani reclamó ayer "una investigación judicial convincente y profunda que no descarte ninguna hipótesis". El punto de encuentro fue la recova Ripamonti, frente a la plaza central de Rafaela, donde las dudas de la familia de Silvia se plasmaron en un documento que cuestiona el sesgo de la causa, al juez que la tramita, Alejandro Mognaschi (Instrucción 2ª) y a la fiscal Cristina Fortunato. La prueba clave es la confesión de los dos limpiacoches que se adjudicaron la autoría del hecho, Rodrigo Sosa de 19 años y su primo, Rodolfo Cóceres, de 22, a quienes Mognaschi procesó por "homicidio calificado". Pero los hijos de Suppo consideran que la pesquisa está en mora sobre otras cuestiones: por ejemplo, que a cinco meses aún no fue localizado el chofer de un remís que trasladó a los dos imputados minutos después del crimen, desde las cercanías del negocio donde mataron a Silvia hasta la casa de uno de ellos o la listas de llamadas entrantes y salientes del teléfono celular de la víctima, que el primo de Sosa confesó haberse llevado.
La movilización fue convocada a las 15.30 por el espacio Verdad y Justicia por Silvia Suppo hasta la recova Ripamonti, donde se leyó el documento y siguió un recital de músicos rafaelinos. "Lo que reclamamos es lo mismo desde que mataron a mi madre: una investigación convincente y profunda, que no descarte ninguna hipótesis", dijo Andrés Destéfani a Rosario/12. Suppo era un testigo clave en causas por delitos de lesa humanidad, su relato estremeció al Tribunal Oral de Santa Fe que condenó al ex juez Víctor Brusa y compañía.
El crimen fue el 29 de marzo. Desde entonces, sus hijos Andrés y Marina Destéfani tienen las mismas dudas: si mataron a su madre para robarle o para callarla. Una sospecha que se abona en varios hechos: la fecha del ataque y su cercanía con el 24 de marzo, el día de la memoria por el golpe de 1976. La ausencia de lesiones defensivas en el cuerpo de Silvia como reveló la primera autopsia y confirmaría la segunda que se realizó en Rosario, lo que contradice la confesión de los imputados. Y "el ensañamiento que no se corresponde con un homicidio en ocasión de robo", dijo Andrés. "Nos resulta muy difícil entender que uno de los implicados (Rodrigo Sosa), que trabajaba en la esquina de mi casa y del local y que era conocido, haya tomado la decisión de robar a cara descubierta. Era muy probable que mi mamá lo reconociera y él sabía que lo iba a reconocer, por eso deducimos que la intención era matarla y no que la mataron porque los reconoció (como afirmó uno de los supuestos asesinos). Incluso, lo primero que hicieron fue matarla y después el robo".

- El remisero. Cóceres confesó que después del crimen salieron caminando del local de venta de cueros que atendía Silvia Suppo. "Hicimos una cuadra y doblamos dos, hasta la remisería", donde un chofer los trasladó hasta la casa de Sosa, aunque se bajaron antes de llegar. Andrés Destéfani dijo que la Policía no buscó a ese remisero para que declare en la causa y tampoco lo hicieron el juez ni la fiscal. "En el expediente no hay ninguna medida dispuesta para ubicar a ese chofer y no creo que sea imposible hacerlo en una ciudad como Rafaela, donde no hay muchas empresas de remises. El testimonio que puede brindar nos parece importante para reconstruir los momentos previos y posteriores al crimen, puede agregar elementos que sean válidos, pero hasta ahora no lo buscaron", agregó. En la causa ya declaró otro remisero, Rodolfo Zapatero, que trasladó a Sosa y a Cóceres, a la tarde, varias horas después del crimen, desde la casa del primero hasta la Terminal de Rafaela, para viajar a Santa Fe.

- Las llamadas. "A cinco meses, todavía no tenemos la lista de las llamadas entrantes y salientes del teléfono celular de mi madre", dijo Andrés. "Eso es importantísimo, creemos que debería estar porque podrían surgir elementos", afirmó. Cóceres confesó que el teléfono celular de Silvia "marca Samsung de color negro con tapita, estaba arriba del mostrador" del negocio y que ellos se lo llevaron. La esposa de Cóceres tambien admitió que su marido le dejó un teléfono de la misma marca, pero que no tenía chip. Ella compró uno y lo activó. "Cuando encendí el teléfono en la pantalla decía: "Hola, Silvia" y además había registro en la agenda como "pelado", "hija" "abuela y otros que no me acuerdo, pero yo los borré a todos", afirmó la mujer. A pedido de la querella, el juez Mognaschi ya dispuso el cruzamiento de las llamadas de los teléfonos celulares y fijos, de los detenidos y la familia Suppo y ordenó que fuera Gendarmería la que haga el análisis y que releve los casettes con las llamadas al mismo teléfono fijo que está intervenido.

- Dos veces víctimas. "Nos sentimos revictimizados por el juez y la fiscal", dijo Andrés Destéfani. Y recordó que en su declaración en Tribunales, "nos hicieron preguntas que no tienen nada que ver con el esclarecimiento del hecho y que no aportan nada a la investigación. En primer lugar, nos preguntaron si teníamos interés en elevar la causa a la justicia federal. Nosotros no entendemos a qué apuntaba esa pregunta. La competencia judicial no es una cuestión que resuelvan los querellantes sino que responde a causales objetivas", señaló.
22 de agosto de 2010
©rosario 12
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