homenaje a roberto borda
Tras cinco años de trabajo, el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó el cuerpo del joven por las huellas dactilares que figuraban en un expediente que no se había investigado antes. La recuperación de los restos es imposible.
[Sonia Tessa] Argentina. En la sede del Sindicato de Trabajadores Judiciales, Lidia Borda relató ayer por la mañana cómo fue la identificación de los restos de su hermano Roberto, secuestrado el 7 de julio de 1976, en Rosario. Fue también una forma de homenaje. Después de cinco años de trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) en distintos cementerios bonaerenses, se descubrió que pertenecía a Borda el cadáver encontrado el 10 de julio de 1976 al costado de la ruta 178, cerca de Pergamino, en la localidad de El Socorro. Luego de varios años en el cementerio de Pergamino, los restos fueron llevados a un osario común, lo que haya imposible su recuperación. Pero sí pudieron reconstruir el destino final de este joven estudiante de derecho de la Universidad Católica Argentina y empleado del juzgado correccional número 2 de los tribunales provinciales. Su hermana sobrevivió al terrorismo de estado, ya que estuvo detenida entre abril y diciembre de 1976.
En la conferencia de prensa, Borda fue acompañada por su esposo, Carlos Corbella, la madre de la plaza 25 de Mayo, Elsa Chiche Massa y por el secretario general de los Judiciales, Juan Nucci. El pequeño salón estaba repleto de militantes por los derechos humanos y empleados judiciales. Para terminar el encuentro, Borda eligió una frase en honor a su hermano: "Podrán arrancar todas las flores, pero no podrán detener la primavera".
El cadáver de Roberto Borda apareció acribillado, en el camino cercano a Pergamino, en el invierno de 1976. En los Tribunales de San Nicolás se abrió un expediente, que durmió durante años en los cajones. Ese documento -donde estaban registradas las huellas dactilares y fotos del cuerpo- permitió que 34 años después pudiera determinarse la identidad. "Durante cinco años el EAAF, junto a la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, fue cementerio por cementerio en busca de cadáveres NN. En este caso, se trabajó sobre el expediente judicial. Primero los cotejaron con desaparecidos en aquella provincia, y luego empezaron a buscar a personas secuestradas en otros lugares del país", reconstruyó Borda. El caso quedó a cargo del juez de San Nicolás, Carlos Villafuerte Ruso.
En ese sentido, Borda hizo un reconocimiento al empleado judicial que guardó tres expedientes de cadáveres NN en el comienzo de la democracia, cuando llegó la orden de destruir esa documentación. También recordó la incansable tarea de verdad y justicia. "En el año 1979 ya trabajábamos en los organismos de derechos humanos. Acá están las compañeras que tomaban declaraciones a los compañeros que habían salido en libertad y se animaban a contar lo que les había pasado. Fue terrible, no sabíamos si volvíamos a casa", rememoró Borda. No sólo reconoció a las Madres de plaza de Mayo, sino también a sus compañeras de entonces, con las que tomaron esas denuncias. En el salón estaban Ana Moro y Alicia Lesgart, dos de las destinatarias de ese reconocimiento.
Lidia Borda relató los estragos que el terrorismo de estado hizo en su familia. Eran tres hermanos, Lidia, Roberto y Ricardo. Ella estaba detenida el 7 de julio de 1976. Su padre venía desde Rufino para visitarla en la Alcaidía. Para eso había quedado en encontrarse con Roberto, que jamás llegó, porque fue secuestrado. A su hermano desaparecido lo definió como "solidario, siempre ayudando, protegiendo, con gran capacidad". Ricardo, su otro hermano, "era más débil, no pudo soportar lo que nos habían hecho, hizo un proceso de esquizofrenia y murió al poco tiempo". Lidia lo expresó con todas las letras: "A mí me destruyeron mi familia". La incertidumbre sobre el destino de su otro hermano tuvo más consecuencias. "Mi mamá estaba esperando a Roberto. Cuando murió Ricardo los lloró a los dos, y sobrevivió apenas dos meses. Mi padre comenzó con una demencia senil", relató ayer con entereza. "Estoy acá porque soy la única que queda. Me acompañan mi esposo, mis hijos y toda esta gente querida", dijo. Nicolás, de 25 años y Santiago, de 21, estaban sentados en el piso del pequeño salón del Sindicato, acompañando a sus padres. Corbella declaró el 1º de noviembre en la causa Díaz Bessone, ex Feced, por su propio secuestro y detención en el Servicio de Informaciones.
13 de noviembre de 2010
12 de noviembre de 2010
©rosario 12
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