murió bill blackbeard
Coleccionisat e historiador de la historieta cómica.Murió en 1984, pero su muerte se dio a conocer sólo recientemente.
[Margalit Fox] En los años noventa del siglo diecinueve, cuando los diarios estaban hechos de sudor y árboles y tinta, algunos, en medio de las guerras de circulación, empezaron a incluir un nuevo tipo de arte narrativo: la tira cómica. Las tiras eran devoradas diariamente por los lectores; los domingos, una nueva tecnología -la impresión en color- las hizo más atractivas.
Esos primeros cómics eran la esencia de lo efímero, conservado sólo por bibliotecas y fervientes coleccionistas. Entonces, a mediados del siglo veinte, las microfichas en bibliotecas descargaron décadas de diarios en sus pesados tomos empastados. Benitín y Eneas [Mutt y Jeff], El Pequeño Nemo [Little Nemo], Polly Sleepyhead y los habitantes de Gasoline Alley parecían destinados a pasar toda la eternidad como fantasmas en blanco y negro.
Eso no agradó a Bill Blackbeard. Autor, editor, redactor y ferviente coleccionista que murió en marzo de 1984, Blackbeard es ampliamente reconocido por haber ayudado a salvar de la basura a la tira cómica de los diarios estadounidenses, llegando a reunir una asombrosa colección que fue considerada como la más completa de la historia.
Su muerte el 10 de marzo en Watsonville, California, fue confirmada por los archivos de la Seguridad Social. Su muerte no se comunicó públicamente en ese entonces -Blackbeard, un personaje enigmático y elusivo, no dejó familiares inmediatos que pudieran haberlo hecho- y el rumor de su muerte empezó a circular sólo hace poco en el mundo online de los aficionados a las historietas. El retraso se corresponde con un hombre que pasó su vida empinado en la era de las noticias que llegaban por encomienda.
Blackbeard llamó por primera vez la atención sobre la tira cómica como un tesoro cultural pop con ‘The Smithsonian Collection of Newspaper Comics’ (1977), que editó con Martin Williams. El libro rebosa de imágenes del archivo personal de Blackbeard, que finalmente llegó a abarcar más de dos millones y medio de tiras cómicas publicadas entre 1893 y 1996, seleccionadas de bibliotecas y morgues de diarios de todo el país.
En 1997 el archivo fue adquirido por la Ohio State University, donde pasó a formar parte del Billy Ireland Cartoon Library & Museum. Se necesitaron seis camiones para trasladar la colección de más de 75 toneladas en total.
Estas toneladas estuvieron previamente en la San Francisco Academy of Comic Art, la institución sin fines de lucro que Blackbeard fundó en 1967 y dirigió durante décadas desde su casa allá. (Más precisamente, la academia era su casa allá, la que compartía con la que era su esposa en ese entonces, Barbara.)
A juzgar por los informes escritos del lugar, Blackbeard recurrió al mismo decorador interior que los hermanos Collyer. Todas las superficies horizontales -no coleccionaba solamente cómics- estaban cubiertas por pilas de libros, revistas, novelas baratas, noveluchas, libros de bolsillo, Holmesiana*y, por supuesto, diarios: diarios enteros, hojas sueltas, suplementos dominicales, tomos empastados y un alijo de tiras cómicas que había esquilado de todos ellos.
Había diarios en el garaje, donde las pilas se elevaban hasta el cielo raso. Había diarios en el dormitorio. Había diarios en la salita, donde sólo se podía caminar por los senderos labrados entre las tambaleantes columnas de papel. Había diarios en la cocina. Había diarios en todas partes, excepto en la sala de baño, y eso, contaba Blackbeard a los que preguntaban, era sólo porque la humedad era mala para ellos.
Quizás estaba bien que no se preocupara tanto de las revistas de historietas, a las que llamaba baratijas.
Un encuentro con Blackbeard inspiró a Nicholson Baker, que se contagió con su fiebre y escribió ‘Double Fold: Libraries and the Assault on Paper’ (2001), en el que aparece Blackbeard.
"Blackbeard, como otros muchos coleccionistas, reunía y salvaba algo terriblemente importante, pero era muy preciso: salvaba cosas, pero con una hoja de afeitar", dijo Baker, apenado, en una entrevista telefónica: "No le interesaban las secciones femeninas, en las hermosas fotografías que no tenían nada que ver con las historietas."
Años más tarde, Jenny E. Robb, curadora del Billy Ireland Cartoon Library & Museum, dijo que Blackbeard cambió de proceder y empezó a dejar intactos los tomos empastados.
William Elsworth Blackbeard nació el 28 de abril de 1926 en Lawrence, Indiana, y creció en Newport Beach, California. Aunque el apellido "Blackbeard" parece sacado directamente de un personaje de una tira cómica, en realidad era su apellido.
Extasiado por las tiras cómicas, el joven Bill descubrió que a sus vecinos les encantaba que se llevara sus pilas de diarios viejos, que empezó a acumular en su casa. Eso no le gustó a su madre.
Después de su servicio militar en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, Blackbeard estudió literatura e historia en el Fullerton College de California. Más tarde escribió como freelancer para revistas baratas, incluyendo Weird Tales.
En los años sesenta, con la intención de escribir una historia de la tira cómica estadounidense, Blackbeard empezó a rastrear las bibliotecas a la búsqueda de diarios viejos. Pero ningún archivo tenía todas las tiras que quería estudiar, y lo que quería era estudiar las ediciones completas de todas las tiras publicadas.
Pronto se enteró de que la Biblioteca Pública de San Francisco, después de haber puesto en microfichas sus archivos, estaba a punto de deshacerse de ellos. Como había hecho con los vecinos de su juventud, se ofreció para ayudar. El rumor se difundió y poco después Blackbeard se había hecho con numerosos materiales de la Biblioteca del Congreso, la Biblioteca Pública de Chicago, la Biblioteca Pública de Los Angeles y muchas más.
Blackbeard, cuyo matrimonio parece haberse disuelto años más tarde, vivió en sus últimos años en Santa Cruz, California.
Sus otros libros incluyen varios tomos que compiló y editó, entre ellos ‘The Comic Strip Art of Lyonel Feininger’, sobre el pintor alemán-americano que dibujaba tiras cómicas para el diario The Chicago Tribune; ‘R. F. Outcault’s the Yellow Kid’; y ‘Sherlock Holmes in America’.
La mesiánica obra de Blackbeard dio origen al trabajo de muchos otros académicos, artistas y editores.
"Un director como Martin Scorsese no podría hacer lo que hace si no hubiese oído hablar nunca de D. W. Griffith y Orson Welles", dijo en una entrevista telefónica Art Spiegelman, que creó la novela gráfica ‘Maus’, que recibiría un Pulitzer. "De modo similar, a medida que se desarrolla mi arte, está claro que el futuro de las historietas está en el pasado. Y Blackbeard fue el abuelo que nos dio acceso a todo eso".
17 de mayo de 2011
1 de mayo de 2011
©new york times
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