Blogia
mQh

perros después del trabajo


Los perros de la guerra pueden sufrir síntomas que algunos expertos llaman trastorno de estrés post-traumático canino.
[James Dao] San Antonio, Texas, Estados Unidos. La llamada la recibieron los especialistas de la conducta aquí de un doctor en Afganistán. Su paciente acababa de sobrevivir un tiroteo y ahora se escondía debajo de un catre y se negaba a salir de ahí.
Aparentemente ni siquiera los juguetes de chupar han ayudado.
Trastorno de estrés post-traumático, pensó el doctor Walter F. Burghardt Jr., jefe de medicina de la conducta en el Hospital de Perros Militares Daniel E. Holland en la Base de la Fuerza Aérea de Lackland. Específicamente, trastorno de estrés post-traumático canino.
Si alguien necesitaba evidencias del papel jugado por los perros de la guerra en el frente de batalla en estos días, aquí está lo último: las tropas cuadrúpedas y de nariz húmeda adiestradas para detectar minas, seguir a combatientes enemigos y limpiar edificios están sufriendo las mismas fatigas nerviosas de combate que sus contrapartes humanas.
Según algunos cálculos, más del cinco por ciento de los aproximadamente 650 perros militares desplegados por las fuerzas de combate estadounidenses, muestran síntomas de TEPT canino. De estos, cerca de la mitad serán probablemente retirados del servicio, dijo Burghardt.
Aunque los veterinarios hace tiempo han diagnosticado problemas de conducta en animales, el concepto de TEPT canino sólo tiene dieciocho meses de edad y todavía está siendo debatido. Pero se ha hecho popular entre veterinarios militares, que han estado viendo síntomas de conductas difíciles entre perros expuestos a explosiones, balaceras y otras formas de violencia relacionadas con situaciones de combate en Iraq y Afganistán.
Como los humanos con un trastorno análogo, perros diferentes muestran síntomas diferentes. Algunos devienen hiper-vigilantes. Otros evitan los edificios o áreas de trabajo donde previamente se habían sentido a gusto. Algunos sufren agudos cambios en temperamento, mostrándose inusualmente agresivos con sus adiestradores, o posesivos o tímidos. Más importantemente, muchos dejan de hacer las tareas para las que fueron adiestrados.
"Si el perro ha sido adiestrado para detectar explosivos improvisados y parece que funciona, pero en realidad no funciona, no es sólo el perro el que está corriendo riesgos", dijo Burghardt. "También está en juego un tema de salud humana".
Que los militares se están interesando seriamente en el TEPT canino subraya la importancia de los perros de trabajo en las guerras actuales. Utilizados en el pasado fundamentalmente como centinelas peludos, los perros militares -la mayoría son pastores alemanes, seguidos de Malinois belgas y perros cobradores (Labradores)- se han extendido en una amplia gama de tareas especializadas.
Son considerados ampliamente como las armas más efectivas para detectar artefactos explosivos improvisados, usados frecuentemente en Afganistán. Fabricados normalmente con fertilizantes y químicos, casi sin metal, esas bombas enterradas pueden ser casi imposibles de encontrar con instrumentos de limpieza de minas normales. En los últimos tres años, los artefactos explosivos improvisados han sido la principal causa de bajas en Afganistán.
El Cuerpo de Infantería de Marina también empezó a usar perros adiestrados para rastrear a combatientes talibanes y fabricantes de bombas. Y comandos de Operaciones Especiales adiestran a sus propios perros para acompañar a los equipos de elite en misiones secretas como el allanamiento de los Navy Seals en el que fue asesinado Osama bin Laden en Pakistán. En todas las ramas de las fuerzas militares, desde 2005 han muerto más de cincuenta perros militares.
El número de perros trabajadores en servicio activo ha aumentado de mil ochocientos a dos mil setecientos en 2001, y la escuela de adiestramiento instalada aquí en Lackland está preparando cerca de quinientos perros al año. Lo mismo ocurre con el Hospital Holland, la versión canina del Centro Médico del Ejército Walter Reed del Pentágono.
Burghardt, 59, un larguirucho coronel jubilado de la Fuerza Aérea, rara vez ve a sus pacientes de TEPT canino en persona. Las consultas con veterinarios en el terreno se hacen generalmente por teléfono, e-mail o Skype e incluyen a menudo documentación en video.
En una serie de videos que Burghardt utiliza para entrenar a veterinarios para que puedan detectar el TEPT canino, un pastor ladra descontroladamente cuando oye el sonido de armas de fuego que antes toleraba en silencio. Otro puede ser visto inspeccionando confiadamente el interior de coches, pero luego rehúsa subir a un bus o entrar a un edificio. Otro está sentado, desganado, junto a un muro de defensa, y luego, después de finalmente responder a los pedidos de su entrenador, huye corriendo de un grupo de soldados afganos.
En cada caso, teoriza Burghardt, los perros estaban utilizando un objeto, un vehículo o una persona como una ‘clave’ para la violencia que habían presenciado. "Si quieres poner ideas de perro en sus cabezas", dijo, "el perro está pensando: cuando veo a este tipo de individuos, las cosas explotan y yo me siento mal".
El tratamiento puede ser difícil. Como el paciente no puede explicar qué es lo que siente, los veterinarios y adiestradores deben hacer conjeturas informadas sobre los eventos traumatizantes. La cura puede ser tan simple como no enviar al perro en misiones de patrullaje y hacerle hacer montones de ejercicios, jugar y hacerle adiestramiento en obediencia.
Los casos más serios recibirán lo que Burghardt llama "contra-condicionamiento en desensibilización", que implica exponer al perro a una distancia prudente de una escena o un sonido que pudiera desencadenar una reacción -un tiro, un golpe duro o un vehículo, por ejemplo. Si el perro no reacciona, se lo recompensa, y el gatillo -"la araña en una caja de cristal", lo llama Burghardt- es acercado poco a poco.
Gina, una pastora con TPET que fue el tópico de varios artículos periodísticos el año pasado, fue tratada con éxito para su desensibilización y ya puede volver a ser desplegada, contó la sargento Amanda Callaahan, portavoz de la Base de la Fuerza Aérea Peterson, en Colorado.
Algunos perros están también siendo tratados con los mismos medicamentos utilizados para combatir los ataques de pánico en humanos. Burghardt dice que los medicamentos son particularmente efectivos cuando son administrados poco después de los eventos traumatizantes. El Labrador retriever que se escondía debajo de un catre después de los tiroteos, por ejemplo, fue tratado con Xanax, una droga contra la ansiedad, y a los pocos días volvió a su trabajo.
Los perros que no se recuperan con rapidez, son devueltos a sus bases en casa para tratamientos más prolongados. Pero si continúan mostrando síntomas después de tres meses, normalmente son retirados o trasladados a otras tareas, dijo Burghardt.
Como es el caso con los humanos, hay un activo debate sobre el tratamiento, con pocas investigaciones que orienten a los veterinarios. Lee Charles Kelley, un adiestrador de perros que lleva un blog para Psychology Today llamado ‘My Puppy, My Self’, dice que los medicamentos deben ser usados sólo como una solución provisional. "Ni siquiera sabemos cómo funcionan en la gente", dijo.
En el mundo de los perros civiles, un creciente número de especialistas en conducta animal parecen respaldar el concepto del TPET canino, diciendo que también afecta a las mascotas de familia que sufren accidentes de coche e incluso eventos menos traumáticos.
El doctor Nicholas H. Dodman, director de la clínica de conducta animal de la Facultad de Medicina Veterinaria Cummings de la Universidad de Tuft, dijo que había escrito sobre, y tratado a perros con síntomas similares a los del TPET durante años, pero no lo llamó así sino últimamente. Interrogado sobre si el trastorno puede ser curado, Dodman dijo que no era probable.
"Es más un asunto de control", dijo. "Los perros no olvidan nunca".
4 de diciembre de 2011
1 de diciembre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer


0 comentarios