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diputados quieren perreras


Legislar de espalda a la gente. Diputados aprueban acuerdo para perreras municipales.
[Paola Dragnic] Durante la tarde del lunes 21 de diciembre, mientras en el Senado se sacaba de tabla la discusión del Boletín 6499-11 que contempla la eliminación de perros abandonados, la Cámara de Diputados daba un silencioso golpe magistral. En agosto pasado, cinco diputados de la Concertación presentaron un ‘Proyecto de Acuerdo’ (#853) para la creación de –textual- "Perreras Municipales". El Proyecto de Acuerdo permaneció ahí, congelado, hasta que ese lunes, a las 19.16 horas de la tarde, poco después de que el Senado decidiera posponer el polémico proyecto que pretende eliminar a los perros abandonados, cincuenta (50) diputados levantaron la mano y aprobaron el Proyecto de Acuerdo para la creación de "Perreras Municipales". ¿Solo coincidencias? ¿Qué significa esto? ¿Podrá la sociedad civil –los representados- trabajar algún día cara a cara con sus representantes sin el temor permanente de estas jugarretas legislativas?
¿Cuál es la obsesión que está penando en el Congreso para que, a pesar de las premuras legales ad portas al balotaje del próximo 17 de enero, tantos legisladores estén empeñados en dejar listo un cuerpo legal que asegure sacar a los perros de las calles de Chile? ¿Algún tratado de libre comercio lo exige como requisito primordial? ¿Votos comprometidos, algún compromiso olvidado con la Asociación de Municipalidades? Resulta difícil comprender esta repentina urgencia en el actual escenario político que, a solo días de la elección presidencial, debiera priorizar otros asuntos bastante más importantes que la impopular medida de andar capturando perros abandonados.
Pero no. La necesidad política o la obsesión personal –quien sabe- de terminar este período legislativo amarrando a toda costa algún proyecto de retiro y eliminación de perros abandonados, ha desarrollado una impresionante creatividad en los promotores de la polémica e ineficaz medida. Es fácil recordar entonces esas últimas leyes de amarre que la Junta de Pinochet se apresuró a firmar incluso un día antes de la asunción de Patricio Aylwin en el gobierno. No hay que exculpar, pero queda el consuelo al menos de que esa pequeña junta integrada por almirantes y generales, no fue elegida por nosotros y de una manera u otra, la sociedad civil tenía más razones para entender que simplemente no estaba representada. Pero hoy, los diputados y senadores que cruzan raudos la ruta hacia Valparaíso, han sido designados con la respetable misión de representar a una sociedad civil que deja descansar sus intereses en el actuar diario de estos honorables. Quizás ahí está el primer error. Creer ciegamente que somos correctamente encarnados en estos trabajadores de las leyes. Cobrar lealtades al voto quizás no corresponde. Pero en el deber moral de los legisladores está promover el diálogo con sus representados y legislar –como alguna vez dijo la diputada Laura Rodríguez- de cara a la gente.
La repentina aprobación unánime de este "Proyecto de Acuerdo" para crear las perreras municipales, no es más que una prueba concreta y violenta, de la sordera e indiferencia legislativa de quienes nos representan. Más aun cuando horas antes, la gestión de organizaciones animalistas consiguió bajar la discusión del proyecto de Ley (boletín 6499-11) que en sus artículos 11 y 12, plantea la "eutanasia" como solución al control de población canina. Durante meses, diversos personajes públicos y especialmente profesionales de diversas organizaciones no gubernamentales que trabajan el tema del Control Ético de la Fauna Urbana y bienestar animal como CEFU y Proanimal, han intentado tomar contacto con los senadores y las autoridades sanitarias del país, para exponer los argumentos técnicos, económicos, idiosincrásicos y de modelación poblacional que demuestran la ineficacia del exterminio de perros como control de población, y asimismo hacer llegar propuestas alternativas para enfrentar la problemática de los perros abandonados en Chile. Los esfuerzos parecen infructuosos y es más que probable que nuestros legisladores ni siquiera sepan bien qué es lo que están votando y en qué gastarán 6 mil 500 millones de pesos. ¿Alguno habrá leído los informes técnicos de quienes trabajan día a día en el control de población de perros?
El Ministerio de Salud convocó a una mesa de trabajo que reúne a profesionales de la sociedad civil y universidades con el fin de discutir y acotar acuerdos en común para abordar este problema. Pero la tozudez de los parlamentarios llega a ser ofensiva. Los senadores, encabezados por Mariano Ruíz-Esquide (DC), han hecho caso omiso de esta instancia continuando con el lobby interno y con los medios de comunicación para afirmar el proyecto de ley (6499-11) y lograr revertir así la arremetida de las organizaciones animalistas que han instalado una verdad dolorosa: habiendo tantas necesidades sociales, el estado gastará dinero ineficazmente en matar perros. ¿Ni siquiera respetan una mesa de expertos convocada por el gobierno? ¿Cuál es el fin entonces de esta instancia sino calmar las pasiones, distraer a los interesados y liberar el camino para poder de igual forma aprobar ahora las perreras municipales? Un retroceso peligroso pues solo volver a hablar de Perreras Municipales, indica que, ahora nuestros diputados, han sido sordos y ciegos a la hora de escuchar a los entendidos en la materia. Nostalgias apresuradas quizás, pero el boletín 6499-11 al menos tocaba algunos conceptos importantes y regulaba varios aspectos que el ahora Proyecto de Acuerdo de perreras municipales #853 omite ferozmente. Hoy, el boletín 6499-11 fue retirado de tabla pero lamentablemente no porque los senadores hayan entendido la importancia de escuchar a los expertos reunidos en una mesa de trabajo, sino gracias al lobby de líderes sociales que han sabido trabajar internamente en el parlamento.
Quizás, algunos senadores comprendieron que el boletín 6499-11 estaba un tanto dañado públicamente y que el costo político del mismo podía ser alto. Quien sabe. Quizás tantas manifestaciones, afiches, notas de prensa, protestas y activismo virtual también influyeron. No lo sabremos, pero lo cierto es que los parlamentarios están decididos y si por el Senado no se puede, los diputados están dispuestos a inmolarse. La algarabía que generó la suspensión temporal del boletín 6499-11, permitió entonces que de espaldas a sus electores, los diputados aprobaran silenciosamente, por unanimidad y en corta y breve ceremonia, ese proyecto de acuerdo para crear perreras municipales. Gol. ¿Qué significa? Quizás algo más peligroso que la existencia misma del boletín 6499-11. Un proyecto de acuerdo es algo así como un espaldarazo político a la idea de legislar sobre el tema propuesto. Basta ahora que cualquier diputado presente la moción, y el compromiso general de aprobarlo está asumido. Lapidario y con un golpe en seco, los diputados han dado esta señal.
Pero el peligro es aun mayor, porque la aprobación de este acuerdo, tan contundente, no solo encarna la sordera parlamentaria ante un problema para el que sí hay soluciones más humanas, efectivas y éticas, sino que deja al descubierto la comodidad actual de los diputados que entonces echarán mano al marco legislativo existente sin tener que crear una ley especial. ¿Cómo es esto? Pues en Chile no está prohibido el retiro de perros. El mismo proyecto de acuerdo comienza nombrando los dictámenes de contraloría que sancionan la eutanasia para dejar en claro que "supuestamente" no se puede matar y aclarar también que nada se dice de capturarlos y acopiarlos. El texto, astutamente, luego argumenta el deber sanitario de evitar las zoonosis y el dramático escenario de las jaurías caninas que "traen enfermedades". Corto y preciso. Cómo hay que evitar la transmisión de zoonosis, y los servicios de salud y las municipalidades deben velar por esto, la recolección de perros es una actividad más de este "deber". Y pueden estar en lo cierto. El texto se desarrolla con una lógica basta simple y burda: como no tienen recursos para capturar a los perros y mantenerlos en "perreras" para evitar las zoonosis, simplemente se necesita dinero. Es decir, en realidad no es necesaria toda una ley para ello sino simplemente recursos para que las instancias aludidas puedan cumplir su deber de evitar las zoonosis caninas. Eso sí, claro, sin matarlos. Siempre se acompaña una frase de bronce con la palabra enfermedad para mantenerse en el marco legal y en el cumplimiento del deber ser. Que golazo. Veamos el texto:
"Problemática de todos los días y de todos los lugares de nuestros país, se ha convertido la vagancia de cientos de perros callejeros que deambulan como jaurías en busca de alimento y de lugares donde poder albergarse (…) Los perros vagos se convirtieron en el paisaje conocido de las calles de distintas ciudades de Chile, trayendo consigo enfermedades y brote de suciedad en las calles" (…) Ahora cual es el punto en particular motivo de la presentación de este proyecto de acuerdo. La mayoría de los municipios no cuentan con recursos extraordinarios para llevar a cabo actividades de prevención de enfermedades relacionadas con el cuidado de los perros callejeros (…) (…) La Cámara de Diputados acuerda oficiar y solicitar a S.E. la Presidenta de la República que instruya al Ministerio de Hacienda y al Ministerio de Salud: 1.- Para que analicen la posibilidad de otorgar recursos específicos a los Municipios para la creación de Perreras Municipales con el objeto de que se implanten programas efectivos de prevención de enfermedades en la población (…).
El tremendo retroceso que implica la sola redacción de este documento está a la vista solo en el uso de las palabras. Hablar de perreras municipales nos retorna a los años ’50. Los perros son vagos, y no abandonados. Pareciera no haber responsabilidad humana en esta problemática y reducir el asunto a una mera necesidad de dinero para poder encerrar a los perros y así evitar enfermedades, es simplemente una falta de respeto a las decenas de profesionales que día a día intentan que nuestros representantes entiendan que hay mecanismos eficaces para solucionar de una vez por todas este problema que, sin duda, nos importa a muchos. La sola aprobación de este proyecto de acuerdo, haciendo caso omiso de todo un largo proceso de negociaciones y trabajo de la sociedad civil para aportar a la toma de decisiones desde la expertiz de quienes sí conocen el tema, es simplemente una burla a todos los que asistimos a la urna a votar y garantizamos un sueldo millonario para que estos señores y señoras se informen, aprendan y legislen con argumentos sólidos y técnicos. Las jugarretas legislativas que están aplicando en esta y otras materias, nos muestra a un parlamento insolente con el pueblo que lo eligió, un parlamento que engaña a los ciudadanos y que a cualquier costo y de cualquier forma, aprobará aquellas normativas que se han instalado (quien sabe por qué razón) en la pupila de varios honorables. Es inverosímil creer simplemente en una descoordinación entre el Senado, la Cámara y el Ministerio de Salud en materia de "control canino". Y si así fuera o así defendieran esta "maravilla legal", nos queda entonces la profunda preocupación sobre la seriedad en la que se están generando nuestras leyes, todas. Ahora nos queda esperar el pronunciamiento de la tan ignorada Mesa Técnica que se ha creado en el MINSAL para analizar el problema de los perros abandonados. Y sin duda, las señales que se emitan desde el ejecutivo sobre este Proyecto de Acuerdo. El período legislativo concluye este 20 de enero. Solo tres días después de las elecciones presidenciales. Así es que todos estaremos atentos al curso que tomen los hechos y que sin duda, se reflejará en el sufragio este próximo 17 de enero. Como dato de la causa, es importante nombrar que los honorables diputados autores del Proyecto de Acuerdo son: Fernando Meza, Alejandro Sule, José Pérez, Marco Espinoza, todos radicales. José Miguel Ortiz (DC), Ramon Farías (PPD), Marcelo Díaz (PS). En la página web de la cámara, fácilmente podemos ver quienes votaron a favor, entre ellos varios diputados y diputadas, que se habían manifestado contrarios al agónico boletín 6499-11.

10 de enero de 2010
22 de diciembre de 2009

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