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betty friedan, feminista visionaria


[Mark Feeney] Fundadora del movimiento feminista, muere a los 85 años.
Betty Friedan, escritora y activista feminista cuyo bestseller ‘La mística femenina’ [The Feminine Mystique] contribuyó a inspirar uno de los grandes movimientos sociales del siglo 20, murió ayer en su casa en Washington, el día de su cumpleaños. Tenía 85 años.
Friedan murió de insuficiencia cardíaca congestiva, de acuerdo a una prima, Emily Bazelon. "Poco a poco, sin tenerlo claro por un tiempo", escribió Friedan en el prefacio de ‘La mística femenina’, "me di cuenta de que algo marchaba muy mal con la manera en que las mujeres en Estados Unidos están tratando de vivir sus vidas".
Ese algo, como escribió Friedan en el primer párrafo del libro, "yació enterrado, no formulado, durante muchos años en la mente de las mujeres estadounidenses. Era una extraña agitación, una sensación de insatisfacción, un anhelo que las mujeres sufrieron a mediados del siglo 20 en Estados Unidos. Toda esposa suburbana luchó con eso sola... Tenía incluso miedo de hacerse la pregunta informulable: ‘¿Esto es todo?’"
Lo que afligía a las mujeres americanas era "la mística femenina", como lo apodó Friedan memorablemente, "que define a la mujer solamente como la esposa de su marido, la madre de sus hijos, la servidora de las necesidades físicas de su marido, hijos, casa, y nunca como una persona que se define a sí misma por sus propias actividades en la sociedad".
La presuposición que yace detrás de la mística femenina era que las mujeres se realizaban en lo más profundo de su ser quedándose en casa, como esposas y madres.
El corolario de esa suposición era que las mujeres que buscaban estudiar o alcanzar el éxito como profesionales estaban traicionando su naturaleza.
"Ese libro cambió la vida de las mujeres", dijo ayer Kim Gandy, presidente de la Organización Nacional de Mujeres [National Organization for Women], la que fundó con Friedan. "Abrió la mente de las mujeres a la idea de que en realidad había algo más. Y para las mujeres que cultivaban en secreto esas ideas poco populares, les dijo que había otras mujeres como ellas que pensaban que había algo más en la vida".
Veinte años después de la publicación de ‘La mística femenina’, Friedan se describió a sí misma como "asombrada por la revolución que el libro ayudó a encender".
Sus orígenes residen en las propias experiencias de Friedan: como esposa suburbana y madre de tres hijos, y, más específicamente, en un largo cuestionario que había preparado para sus compañeras de curso en el Smith College con ocasión de su quincuagésimo encuentro en 1957.
Su objetivo fue refutar la "idea de que la educación nos ha preparado mal para nuestro papel como mujer". Cuando recibió la serie de respuestas, estas "planteaban más preguntas de las que resolvían", Friedan se preguntó "qué estaba mal, si la educación o el rol de la mujer".
Le tomó cinco años escribirlo (ella pensó que le tomaría uno), y la condujo a una apasionada, pero sin embargo atentamente razonada amalgama de polémico periodismo, sociología, psicología e historia.
Las dos fallas más llamativas del libro -su superficialidad como ciencia social y el hecho de que hablaba menos de la condición de todas las mujeres que de las mujeres ricas y educadas- contribuyeron a aumentar su efectividad.
‘La mística femenina’ era más asequible de lo que hubiese sido un libro académico. El hecho de que su alcance fuera menos que universal lo hizo mucho más inmediato para esos lectores cuya experiencia se relacionaba con él.
Coincidencia o no, el movimiento feminista ha sido desde el principio más fuerte entre las mujeres ricas y educadas.
Contribuyó al poder del libro la conciencia de primera mano de Friedan y los debilitantes efectos de la mística.
Su novio la presionó para que rechazara una beca de investigación académica para conservar su relación, su trabajo le fue cedido a un veterano de la Segunda Guerra Mundial, y fue despedida de un trabajo posterior cuando pidió permiso por maternidad tras el nacimiento de su segundo hijo.
En realidad, la experiencia de Friedan con la mística femenina precedió incluso su nacimiento: Su madre, periodista, había perdido su trabajo porque el diario en el que trabajaba exigía que sus empleadas fueran solteras.
El impacto del libro, y el de su autora, demostró ser tan político como intelectual. ‘La mística femenina’ convirtió a Friedan en una autoridad reconocida sobre los derechos de la mujer. En 1965 asistió a una reunión de comisionados del estado sobre la condición de la mujer.
Indignada por la falta de voluntad del gobierno federal de hacer respetar el Título VII de la Ley de Derechos Civiles de 1964, que incluía la prohibición de la discriminación sobre la base del sexo, Friedan fundó la Organización Nacional de Mujeres.
De 1966 a 1970 fue su primera presidente. También dio el nombre a la organización. Escribió la palabra ‘NOW’ en una servilleta de papel", recordó más tarde. "‘Nuestro grupo debe llamarse la Organización Nacional de Mujeres’, dije, ‘porque los hombres debían formar parte de él’".
Que el feminismo era un movimiento para liberar tanto a hombres como mujeres fue uno de los principios claves de Friedan. Como escribió en la vigésima edición de ‘La mística femenina’, "me parecía que los hombres no eran realmente los enemigos -eran también víctimas, que sufrían de un modelo de mística masculina anticuado que los hacía sentir innecesariamente inadecuados".
El énfasis de Friedan en la naturaleza inclusiva del feminismo se convirtió en un principio aceptado en el movimiento y contribuyó a asegurarse que su influencia se sintiera más allá del corazón y las mentes de sus partidarias.
Quizás todavía más que el movimiento de derechos civiles de los años sesenta, el feminismo alteró el modo en que los americanos -hombres tanto como mujeres, niños tanto como padres, opositores del feminismo tanto como partidarios- llevaban sus vidas y las suposiciones que tenían sobre la sociedad.
"Toda mujer", como apuntó la escritora de cuentos Grace Paley alguna vez, "ha tenido que nadar en esa marea feminista. Sin importar qué pensara del feminismo, o incluso si nadaba valientemente contra la corriente, ha sido sostenida por este -por su optimismo, el ruido, la intensidad.
Optimismo, bullicio, intensidad eran todas palabras que se podría decir que se aplican a la principal instigadora de esa marea. Friedan una mujer notablemente formidable, su pequeño tamaño y su maternal rechonchez desmentían una voz áspera, una personalidad dominante y el gusto por la gesticulación.
Incluso sin el impacto de sus escritos, todavía pudo haberse transformado en una figura totémica del movimiento feminista.
Si la tesorería estadounidense hubiese colocado en la primera moneda norteamericana la destacada apariencia de Friedan en lugar de la de Susan B. Anthony, el billete de un dólar sería ahora una cosa del pasado.

Betty Naomi Goldstein nació en Peoria, Illinois, el 4 de febrero de 1921, tres meses después de las primeras elecciones presidenciales en que pudieron votar las mujeres. La mayor de tres hijos, creció en Peoria, donde su padre, un inmigrante judío, poseía una joyería. Su madre, Miriam, era primero redactora de la rúbrica de mujeres, y luego ama de casa.
Betty Naomi Goldstein fue la mejor alumna de su curso en la escuela secundaria y sus logros académicos la llevaron al instituto Smith, donde conoció a una mujer que estaba un año más abajo, Nancy Reagan ("una de las pocas mujeres en el instituto que era seria sobre su carrera", observó más tarde Friedan con más de un deje de ironía).
Con un diploma en psicología, Betty Goldstein editaba el diario estudiantil y se graduó suma cum laude en 1942. Recibió una beca de investigación para pasar un año estudiando psicología en la Universidad de California en Berkeley. Luego le ofrecieron una segunda beca, que su novio la instó a rechazar. Lo hizo y, tras rechazarlo a él también, se mudó a la ciudad de Nueva York para trabajar como periodista en la Workers’ Press, un servicio de noticias laborales.
En 1947 se casó con Carl Friedan, cuyo posterior éxito como ejecutivo de la publicidad les permitió mudarse a una casa victoriana de 11 habitaciones en los suburbios del condado de Rockland. La pareja se divorció en 1969. Carl Friedan murió en diciembre, dijo Bazelon.
En una entrevista con Globe en 1990, Friedan dijo: "Terminar el matrimonio fue la cosa más difícil que hice en mi vida".
Una vez que sus hijos alcanzaron la edad escolar, empezó a escribir artículos para revistas como Redbook y McCall’s -importantes diseminadores, como reconocería más tarde Friedan pesarosamente, de la mística femenina.
Quizás el ejemplo más impresionante del éxito gozado por ‘La mística femenina’ fue cuando se le pidió a Friedan que dirigiera un número del Ladies’ Home Journal al año de la publicación del libro.
"Yo no era una mujer de organizaciones" dijo Friedan sobre su período en NOW. "Nunca pertenecí a la Liga de Votantes Femeninas [League of Women Voters]; sin embargo, se implicó ella misma en la construcción de NOW. También, en 1968, ayudó a fundar el Congreso Nacional para la Revocación de las Leyes Contra el Aborto [National Conference for Repeal of Abortion Laws], que se convirtió más tarde en la Liga de Acción Nacional por el Derecho al Aborto [National Abortion Rights Action League].
Cuando Friedan renunció a la presidencia de NOW en 1970, el grupo sólo contaba con tres mil miembros; sin embargo, el trabajo que hizo ayudó a sentar las bases de una organización que tiene ahora medio millón de miembros contribuyentes. Una de las razones que dio Friedan para renunciar a la presidencia fue su creciente descontento con las divisiones en NOW.
"Llegó un momento en que pensé que eso era lo más lejos que podía llegar con el movimiento y no quería verme mezclada en políticas sexuales ni atacar a los elementos más radicales del movimiento", dijo en una entrevista con Globe en 1993.
Este descontento se hizo ampliamente conocido con la aparición de su tercer libro, ‘La segunda fase’ [The Second Stage], en 1981. (Su segundo libro, ‘Mi vida hasta ahora’ [It Changed My Life], un relato semi-autobiográfico del surgimiento del feminismo, había sido publicado en 1976).
En ‘La segunda fase’, Friedan expresó su preocupación de que el feminismo aislase a las mujeres que optaran por el matrimonio y la maternidad, y llamó al movimiento femenino a mirar el hogar y la familia como "la nueva frontera del feminismo".
Los conservadores acogieron el libro como un repudio de sus antiguos puntos de vista, y muchos aliados de Friedan la atacaron. Pero tenía más que ver con el hecho de que los tiempos habían cambiado (y muchos de esos cambios habían sido provocados por Friedan y sus escritos) que con que hubiese traicionado sus principios: Lo que dijo era bastante consistente con los argumentos que expuso en ‘La mística femenina’.
Con el feminismo floreciendo, Friedan apuntó sus vistas hacia otro lugar. Pasó más de una década trabajando en ‘La fuente de la edad’ [The Fountain of Age] (1993), un manifiesto de la tercera edad.
"Se hablaba sobre ‘ellos’ como gente improductiva, gente que se enferma de Alzheimer y necesita residencias", dijo Friedan en una entrevista con Globe en 1986, explicando qué era lo que le atraía de la materia. "Usaron el mismo tono para los viejos que el que usaban para las mujeres. ‘Manténgalas en casa y que no estorben’".
Además de sus escritos y activismo, Friedan dictó charlas ampliamente y enseñó. En varias ocasiones recibió becas de investigación en Harvard, Yale y Columbia, y trabajó en las facultades de la Universidad de California del Sur, George Mason y Temple, y los institutos de Queens y Mount Vernon.
Sin embargo, siguió siendo conocida por su primer libro. "Cuando en 1963 una mujer me pidió por primera vez un autógrafo para ‘La mística femenina’, diciendo lo que ahora cientos -quizás miles- de mujeres me han dicho: ‘Cambió toda mi vida’, escribí: ‘Valor para todas en esta nueva ruta’. Porque no había marcha atrás en esa ruta. Tenía que cambiar toda tu vida; ciertamente cambió la mía".

5 de febrero de 2006

©boston globe
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traducción mQh

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