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soldados al servicio de la mafia


[Indira A.R. Lakshmanan] Colombia confirma que soldados asesinaron a policías antinarcóticos. Autoridades investigan vínculos de coronel con importantes traficantes.
Bogotá, Colombia. Las sospechas de que una unidad de militares colombianos asesinó, por encargo de la mafia de la droga, a un equipo de elite de la policía de antinarcóticos adiestrado en Estados Unidos hace dos semanas, han probado ser verdaderas, dicen oficiales, en un caso que ha diezmado la confianza pública en los militares.
El 22 de mayo, diez policías de la unidad antinarcóticos más exitosa del país, fueron asesinados por un pelotón militar en las afueras de Jamundí, una zona bajo la influencia de narcotraficantes a unos 313 kilómetros al sudoeste de la capital, cerca de Cali.
Dos oficiales militares y seis soldados han sido arrestados el jueves sobre la base de mensajes de texto incriminatorios en un celular y evidencias en el lugar de los hechos que según los investigadores prueban que los ocho hombres planearon los asesinatos. Los acusados insisten en que la balacera fue un error de ‘fuego amigo'.
"Esto no fue un error, fue un crimen; esto fue una decisión deliberada, una decisión criminal", dijo la semana pasada el fiscal general Mario Iguarán. "Actuaron por encargo de un narcotraficante".
Las autoridades están investigando las cuentas bancarias con un saldo de 44 mil dólares pertenecientes al coronel del ejército Bayron Carvajal, el oficial arrestado de más alto rango, así como sus supuestos vínculos con Omar García Varela, de acuerdo al diario colombiano El Tiempo. Varela está acusado de ser la mano derecha del capo de la coca, Diego Montoya, uno de diez narcotraficantes más buscados por Estados Unidos, que se cree que posee propiedades y laboratorios de drogas cerca del sitio del fatídico atentado. Estados Unidos ha ofrecido cinco millones de dólares por informaciones que conduzcan a la captura de Montoya.
En el caso de Jamundí persisten las preguntas sobre el alcance de la presunta complicidad con narcotraficantes dentro de las fuerzas armadas, y lo alto que llega. Las detenciones se produjeron días después de que el ministerio de Asuntos Exteriores estadounidense certificara los antecedentes en derechos humanos de Colombia, asegurando el flujo de gran parte de la ayuda militar estadounidense a este país. El año pasado, el Congreso retiró parte de la ayuda militar debido a que el gobierno colombiano, que ha librado una campaña de casi diez años contra la corrupción del narcotráfico, estaba ignorando las ejecuciones extrajudiciales o la cooperación entre los militares y los escuadrones de la muerte de extrema derecha.
El caso de Jamundí ha desencadenado una indignación nacional que ha llegado hasta el presidente Álvaro Uribe, que dijo el viernes que no estaba dispuesto a expulsar a generales que son considerados responsables de la masacre. El mejor modo de restaurar la credibilidad de los militares, dijo, era aclarar los acontecimientos e imponer sanciones a los culpables.
Entre las evidencias más irrefutables contra los soldados arrestados están los mensajes de texto enviados supuestamente por Carvajal al lugarteniente y sargento a cargo del pelotón el día de los asesinatos.
"Cancela la emboscada... Todo está dispuesto para esta noche", dice uno de los mensajes filtrados por las autoridades a El Tiempo y el semanario Semana.
Esa tarde, Carvajal envió otro mensaje, informó la prensa: "Prepárense para venir con el grupo y el pollo, para agarrarlos".
‘Pollo' era el apodo de un informante civil, Luis Eduardo Betancur, que estaba dirigiendo a la policía hacia un alijo de 200 kilos de cocaína. Betancur era también un informante oficial de Carvajal, dicen las autoridades. Fue encontrado con un balazo en la nuca, sin su pasamontañas, dicen los investigadores.
Ocho de los diez agentes asesinados fueron atacados por la espalda y "el lugar de los hechos fue contaminado antes de que llegaran los investigadores", dijo un agente en la investigación ayer, que habló a condición de conservar el anonimato. Los investigadores sospechan que los soldados pueden haber disparado las armas de los agentes después de su muerte, en un intento de hacerlo aparecer como un enfrentamiento, dijo El Tiempo.
Menos de la mitad de los soldados del pelotón de 28 hombres disparó contra la policía. Testigos de Jamundí entrevistados por teléfono dicen que las policías se identificaron durante el ataque y suplicaron no disparar a los soldados.
Más de la mitad de los disparos provinieron de un francotirador militar emboscado, dijo un agente de la investigación.
Cuando los colegas de los policías asesinados llegaron a la escena a investigar, otro mensaje de texto pedía, supuestamente, saber por qué les habían permitido pasar un control militar.
La unidad policial había sido adiestrada por la Autoridad de Control de Drogas DEA y era responsable de más de 200 detenciones de narcotraficantes, incluyendo 23 cuya extradición estaba siendo solicitada por Estados Unidos.

6 de junio de 2006
©boston globe
©traducción mQh
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1 comentario

Colombia Hoy -

Casos como los de Guaitarilla y Jamundí refelejan que existen problemas serios en la moral de las fuerzas armadas colombianas.

El poder corruptor del narcotráfico ha tocado todas las fibras de la sociedad y el Estado colombiano, pero no por eso es menos cierto que deben establecerse mecanismos para blindar esa penetración en las filas del ejército.

Estos casos, además, son un llamado de atención sobre la urgencia de reformar la jurisdicción penal militar para evitar que el espíritu de cuerpo predomine sobre la justicia.
www.colombia-hoy.blogspot.com