vuelve misa en latín
[Alan Cooperman] Papa decidido a revisar misa en latín. Antiguo rito tridentino fue remplazado en los años sesenta.
El Papa Benedicto 16 ha redactado un documento que permite un uso más amplio de la misa tridentina, el rito latino que fue en gran parte remplazado en los años sesenta con las misas en lenguas modernas, dijo ayer un funcionario de la iglesia.
El funcionario, que habló a condición de conservar su anonimato, declaró que en septiembre el Papa dijo a unos colegas que estaba escribiendo un documento de motu propio, y que iba ya en su tercera redacción.
"Habrá un documento, lo terminará pronto y será importante", dijo el funcionario. Benedicto "no dejará que esto sea dejado de lado", agregó.
El uso más amplio de la misa tridentina es una causa cara a muchos católicos, tanto por razones estéticas como ideológicas. Fue codificada en 1570 y fue la norma de la liturgia católica durante casi cuatro siglos, hasta que el congreso de líderes de la iglesia conocido como el Concilio Vaticano Segundo introdujera importantes reformas entre 1962 y 1965.
Para algunos católicos, el retorno de la vieja misa en latín es un símbolo de un conservador rechazo de lo que consideran los ‘excesos' que se produjeron con el Concilio Vaticano Segundo, dijo el reverendo Thomas J. Scirghi, que enseña teología litúrgica en la Facultad Jesuita de Teología de Berkeley, California.
Dijo que muchos feligreses asocian la misa tridentina con los bellos cantos gregorianos y con un servicio solemne, mientras que la nueva misa, introducida en 1969, la asocian con guitarras, tambores y experimentos de corta duración, como las ‘misas con pizzas', en las que se consagraban pizzas en lugar de ostias en un intento de atraer a la gente joven.
De hecho, la nueva misa puede celebrarse con gran solemnidad, sea en lenguas vernáculas o en latín, dice Nathan D. Mitchell, profesor de estudios litúrgicos en la Universidad de Notre Dame. Y la misa tridentina, agregó, "no se celebraba siempre con cuidado, pompa, beato y elegancia musical".
"Hay un montón de romanticismo sobre la vieja liturgia. La mayoría de las parroquias la celebraban con lo que llamaban misas bajas, sin cantos ni sermones, con el sacerdote murmurando inaudiblemente", dijo Mitchell.
Sin embargo, reconoció, la misa tridentina se ha convertido "en un símbolo de todas las cosas que la gente pensó que habían sido abandonadas y perdidas después del Concilio Vaticano Segundo. Eso incluye no solamente la liturgia, sino también una iglesia de disciplina y estructura jerárquicas visibles, la antigua doctrina del sacerdocio, la autoridad moral de obispos y el Papa, y un modo de concebir la relación de los hombres con Dios".
La vieja misa en latín no fue nunca formalmente prohibida, pero en la práctica desapareció en los años sesenta y hasta mediados de los ochenta, cuando el Papa Juan Pablo II la volvió a permitir limitadamente, autorizando a sacerdotes parroquiales a que la celebraran si contaban con el permiso de sus obispos. Algunos obispos han honorado generosamente esas dispensas. Otros, no.
En Washington, el nuevo arzobispo Donald W. Wueri, ha continuado la política de su predecesor, el cardenal Theodore E. McCarrick, haciendo fácilmente asequible la misa tridentina. Se celebraba los domingos en tres iglesias locales -Santa María Madre de Dios, en Chinatown, San Juan el Evangelista, en Forest-Glen en Silver Spring, y San Francisco de Sales, en Benedict, Maryland, de acuerdo a Susan Gibbs, portavoz de la diócesis.
En la diócesis de Arlington, a principio de año el obispo Paul S. Loverde permitió a dos iglesias, la de San Lorenzo, en Franconia, y la de San Juan Bautista, en Front Royak, que empezaran a celebrar los domingos la liturgia tridentina.
Los católicos tradicionalistas recibieron con alegría la inminente decisión del Papa, que fue primero anunciada el miércoles por el Time de Londres. Pero algunos se mostraron cautos, observando que durante meses habían circulado rumores de que Benedicto estaba a punto de otorgar un ‘indulto universal' a los sacerdotes que celebraban la misa tridentina.
"Creeré cuando lo vea, porque no podría decirte cuántas veces hemos creído que se iba a otorgar este indulto universal, que todavía no ocurre", dijo Kenneth J. Wolfe, 33, miembro del coro de Santa María Madre de Dios.
Los expertos predicen que el documento papal permitirá que más católicos conozcan la vieja liturgia, que no suplantará a la nueva misa, que es probable que siga siendo la norma en la mayoría de las diócesis.
"Aquí en la diócesis de Galveston, la misa tridentina se permite en una sola iglesia, y no asiste demasiada gente. Así que incluso si se otorga el indulto, no creo que se produzca una división muy grande en la iglesia", dijo el reverendo Michael Barrett, un sacerdote del Opus Dei que dirige la Capilla de la Santa Cruz y el Centro de Información Católico de Houston.
Sin embargo, el cambio podría ayudar a salvar la escisión entre el Vaticano y los seguidores del difunto arzobispo Marcel Lefebvre, un prelado francés que se opuso encarnizadamente a las decisiones del Concilio Vaticano Segundo. Benedicto se ha aproximado a los seguidores de Lefebvre, diciendo que les permitiría celebrar la vieja misa a cambio del reconocimiento de su autoridad.
"Esta es una gentileza hacia un grupo muy, muy pequeño, que él quiere que vuelva a bordo", dijo el monseñor Kevin W. Irwin, decano de la facultad de teología de la Universidad Católica.
Además, al permitir un uso más amplio de la misa tridentina se podría atraer a algunos viejos católicos que la echan de menos y a algunos jóvenes que sienten curiosidad por ella. Más importante, de acuerdo al reverendo Robert Gahl, profesor en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz en Roma, la misa rectificará lo que Benedicto describe como un "rompimiento" de la tradición católica, debido a que la vieja misa fue suprimida efectivamente.
El Concilio Vaticano Segundo llamó a la "participación total, consciente y activa" de los feligreses en la misa. Como resultado, la nueva misa del domingo incluye tres lecturas de las Escrituras, en lugar de dos, y algunas pueden ser encargadas a laicos. Normalmente el sacerdote hace frente a la congregación y debe celebrar una homilía todos los domingos; en la misa tridentina, el sacerdote hace frente al altar, de espaldas a la congregación, y el sermón es optativo.
Mientras que la misa tridentina contiene sólo una versión de la oración eucarística -el momento en que los católicos creen que el pan y el vino se transfiguran en el cuerpo y la sangre de Cristo-, la nueva misa ofrece nueve versiones adicionales.
"La gente está cansada de no saber qué van a encontrar" cuando van a misa, dice el reverendo Joseph Fessio, el editor en lengua inglesa del Papa y un importante conservador de la iglesia estadounidense. "Benedicto está diciendo: ‘La gente tiene derecho a las costumbres espirituales inmemoriales de la iglesia'".
El funcionario, que habló a condición de conservar su anonimato, declaró que en septiembre el Papa dijo a unos colegas que estaba escribiendo un documento de motu propio, y que iba ya en su tercera redacción.
"Habrá un documento, lo terminará pronto y será importante", dijo el funcionario. Benedicto "no dejará que esto sea dejado de lado", agregó.
El uso más amplio de la misa tridentina es una causa cara a muchos católicos, tanto por razones estéticas como ideológicas. Fue codificada en 1570 y fue la norma de la liturgia católica durante casi cuatro siglos, hasta que el congreso de líderes de la iglesia conocido como el Concilio Vaticano Segundo introdujera importantes reformas entre 1962 y 1965.
Para algunos católicos, el retorno de la vieja misa en latín es un símbolo de un conservador rechazo de lo que consideran los ‘excesos' que se produjeron con el Concilio Vaticano Segundo, dijo el reverendo Thomas J. Scirghi, que enseña teología litúrgica en la Facultad Jesuita de Teología de Berkeley, California.
Dijo que muchos feligreses asocian la misa tridentina con los bellos cantos gregorianos y con un servicio solemne, mientras que la nueva misa, introducida en 1969, la asocian con guitarras, tambores y experimentos de corta duración, como las ‘misas con pizzas', en las que se consagraban pizzas en lugar de ostias en un intento de atraer a la gente joven.
De hecho, la nueva misa puede celebrarse con gran solemnidad, sea en lenguas vernáculas o en latín, dice Nathan D. Mitchell, profesor de estudios litúrgicos en la Universidad de Notre Dame. Y la misa tridentina, agregó, "no se celebraba siempre con cuidado, pompa, beato y elegancia musical".
"Hay un montón de romanticismo sobre la vieja liturgia. La mayoría de las parroquias la celebraban con lo que llamaban misas bajas, sin cantos ni sermones, con el sacerdote murmurando inaudiblemente", dijo Mitchell.
Sin embargo, reconoció, la misa tridentina se ha convertido "en un símbolo de todas las cosas que la gente pensó que habían sido abandonadas y perdidas después del Concilio Vaticano Segundo. Eso incluye no solamente la liturgia, sino también una iglesia de disciplina y estructura jerárquicas visibles, la antigua doctrina del sacerdocio, la autoridad moral de obispos y el Papa, y un modo de concebir la relación de los hombres con Dios".
La vieja misa en latín no fue nunca formalmente prohibida, pero en la práctica desapareció en los años sesenta y hasta mediados de los ochenta, cuando el Papa Juan Pablo II la volvió a permitir limitadamente, autorizando a sacerdotes parroquiales a que la celebraran si contaban con el permiso de sus obispos. Algunos obispos han honorado generosamente esas dispensas. Otros, no.
En Washington, el nuevo arzobispo Donald W. Wueri, ha continuado la política de su predecesor, el cardenal Theodore E. McCarrick, haciendo fácilmente asequible la misa tridentina. Se celebraba los domingos en tres iglesias locales -Santa María Madre de Dios, en Chinatown, San Juan el Evangelista, en Forest-Glen en Silver Spring, y San Francisco de Sales, en Benedict, Maryland, de acuerdo a Susan Gibbs, portavoz de la diócesis.
En la diócesis de Arlington, a principio de año el obispo Paul S. Loverde permitió a dos iglesias, la de San Lorenzo, en Franconia, y la de San Juan Bautista, en Front Royak, que empezaran a celebrar los domingos la liturgia tridentina.
Los católicos tradicionalistas recibieron con alegría la inminente decisión del Papa, que fue primero anunciada el miércoles por el Time de Londres. Pero algunos se mostraron cautos, observando que durante meses habían circulado rumores de que Benedicto estaba a punto de otorgar un ‘indulto universal' a los sacerdotes que celebraban la misa tridentina.
"Creeré cuando lo vea, porque no podría decirte cuántas veces hemos creído que se iba a otorgar este indulto universal, que todavía no ocurre", dijo Kenneth J. Wolfe, 33, miembro del coro de Santa María Madre de Dios.
Los expertos predicen que el documento papal permitirá que más católicos conozcan la vieja liturgia, que no suplantará a la nueva misa, que es probable que siga siendo la norma en la mayoría de las diócesis.
"Aquí en la diócesis de Galveston, la misa tridentina se permite en una sola iglesia, y no asiste demasiada gente. Así que incluso si se otorga el indulto, no creo que se produzca una división muy grande en la iglesia", dijo el reverendo Michael Barrett, un sacerdote del Opus Dei que dirige la Capilla de la Santa Cruz y el Centro de Información Católico de Houston.
Sin embargo, el cambio podría ayudar a salvar la escisión entre el Vaticano y los seguidores del difunto arzobispo Marcel Lefebvre, un prelado francés que se opuso encarnizadamente a las decisiones del Concilio Vaticano Segundo. Benedicto se ha aproximado a los seguidores de Lefebvre, diciendo que les permitiría celebrar la vieja misa a cambio del reconocimiento de su autoridad.
"Esta es una gentileza hacia un grupo muy, muy pequeño, que él quiere que vuelva a bordo", dijo el monseñor Kevin W. Irwin, decano de la facultad de teología de la Universidad Católica.
Además, al permitir un uso más amplio de la misa tridentina se podría atraer a algunos viejos católicos que la echan de menos y a algunos jóvenes que sienten curiosidad por ella. Más importante, de acuerdo al reverendo Robert Gahl, profesor en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz en Roma, la misa rectificará lo que Benedicto describe como un "rompimiento" de la tradición católica, debido a que la vieja misa fue suprimida efectivamente.
El Concilio Vaticano Segundo llamó a la "participación total, consciente y activa" de los feligreses en la misa. Como resultado, la nueva misa del domingo incluye tres lecturas de las Escrituras, en lugar de dos, y algunas pueden ser encargadas a laicos. Normalmente el sacerdote hace frente a la congregación y debe celebrar una homilía todos los domingos; en la misa tridentina, el sacerdote hace frente al altar, de espaldas a la congregación, y el sermón es optativo.
Mientras que la misa tridentina contiene sólo una versión de la oración eucarística -el momento en que los católicos creen que el pan y el vino se transfiguran en el cuerpo y la sangre de Cristo-, la nueva misa ofrece nueve versiones adicionales.
"La gente está cansada de no saber qué van a encontrar" cuando van a misa, dice el reverendo Joseph Fessio, el editor en lengua inglesa del Papa y un importante conservador de la iglesia estadounidense. "Benedicto está diciendo: ‘La gente tiene derecho a las costumbres espirituales inmemoriales de la iglesia'".
13 de octubre de 2006
©washington post
©traducción mQh
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