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el pan en el cairo


La crisis de la alimentación: búsqueda diaria de pan en El Cairo. La ‘crisis del pan’ estalló en enero y pese a los esfuerzos del gobierno aún no ha sido superada.
[Liam Stack] El Cairo, Egipto. Todos los días a las cuatro de la mañana, Abdel Wahab cruza un estrecho callejón y pasa frente a una cafetería y un salón de té en dirección a su panadería.
Este hombre mayor ha lucido durante cuarenta años su túnica gris gallabeya manchada de harina blanca, y horneado miles de pequeños y redondos panes subvencionados por el estado para los habitantes del miserable y hacinado vecindario de Imbaba, en El Cairo.
El pan de Wahab es el alimento básico de la dieta egipcia, y en los últimos meses ha llegado a simbolizar los problemas económicos a los que hace frente este país de 75 millones de habitantes.
Los egipcios están atravesando por una de las peores crisis alimentarias en toda una generación, atrapados en un vendaval de salarios congelados, el aumento global de los precios de los alimentos, una corrupción desenfrenada y una inflación que avanza rápidamente y que alcanzó el 16.4 por ciento en mayo. El precio de artículos básicos como el pan, el trigo, el arroz y el aceite de cocina se ha duplicado desde el mismo período del año pasado -provocando revueltas por el precio del pan.
Los disturbios explican por qué el presidente egipcio Hosni Mubarak fuera uno de los oradores de fondo de entre cuarenta líderes de gobierno en la cumbre sobre los alimentos de Naciones Unidas que concluyó el jueves en Roma. Mubarak llamó a poner fin a los subsidios al biocombustible, porque están creando una "peligrosa distorsión del sistema actual de comercio agrícola".
Mientras Mubarak pedía cambios en el extranjero, su gobierno se esfuerza por satisfacer las necesidades básicas de los egipcios.
Tras un decreto del gobierno, ahora los panaderos empiezan a trabajar a las cuatro de la mañana para producir suficiente pan para los que esperan en las colas de pan de la ciudad, dice Yasser Shalaby, que posee una panadería con su hermano Said en otra sección de Imbaba.
Una vez en la panadería, trabajan bajo la atenta vigilancia de inspectores del gobierno. Estos se aseguran de que trabajen todo el día, aunque se dice que roban y sustraen mercaderías tan a menudo como lo impiden.
Los incidentes violentos en la cola del pan en otras partes de la ciudad ha producido riñas en las que, desde enero, han muerto al menos una docena de personas.

La escasez de pan se ha aliviado desde que se implementaran medidas del gobierno, pero la inflación y los altos precios no muestran señales de terminar en ningún plazo previsible.
"Todos los días oyes hablar sobre gente que se mata en la cola del pan. En cuanto a mí, la última vez que compré carne para mi familia fue hace cuatro meses", dice Salah Mohamed Ali, un viejo vendedor de frutas en otro barrio pobre de El Cairo.
Ali dice que la gente está haciendo economías reduciendo la compra de fruta. Así que ha ampliado sus horas de trabajo durmiendo en la acera debajo de su carrito, en caso de que alguien le quiera comprar algo en mitad de la noche. Las alzas en los precios han convertido las bananas y naranjas en artículos de lujo.
"Si la gente tuviera que elegir entre comprar un artículo de lujo o dar pan a sus hijos, por supuesto que preferirán comprar pan", dice.
El aumento de los precios han aumentado la demanda del pan subvencionado, que cuesta cinco piastras una barra, menos de un centavo de dólar. Muchos egipcios que compraban el pan no subvencionado a 25 piastras (cuatro centavos) la barra, ahora se esfuerzan para reducir los costes de alimentación comprando el pan del gobierno, más barato y de menor calidad.
El próspero mercado negro egipcio en artículos básicos está exacerbando lo que la prensa local llama ‘la crisis del pan’.
"Las panaderías tienen un incentivo real para vender harina subvencionada en el mercado negro porque reciben la harina del gobierno por 16 piastras (dos centavos) el kilo y la pueden vender a otros por 260 (45 centavos) el kilo", dice Magdy Sobhy, economista en el Centro Ahram de Estudios Políticos y Estratégicos.
El gobierno ha anunciado una serie de medidas para inyectar más dinero en los bolsillos de la gente. En febrero, Mubarak ordenó a las fuerzas armadas que empezaran a hacer y repartir pan en las ciudades más importantes del país. El 1 de mayo prometió a los empleados públicos un aumento salarial de un treinta por ciento en su discurso anual el Día del Trabajo.
En mayo, el gobierno anunció la ampliación de su programa de cupones de alimentos para llegar a 55 millones de personas, lo que es más del setenta por ciento de la población. Con el programa, las familias pueden comprar dos kilos de arroz y azúcar, un litro y medio de aceite de cocina, y cincuenta gramos de té por persona por quince libras egipcias (2.80 dólares).
Pero el entusiasmo público por estas medidas se ha aguado al darse cuenta de que el gobierno las está pagando poniendo fin al subsidio a la gasolina y los cigarrillos. Los precios de tanto la gasolina como los cigarrillos han aumentado en un 35 por ciento después de que el parlamento aprobara el fin del subsidio, lo que el poderoso movimiento de oposición Hermandad Musulmana ha catalogado como una "conspiración contra los pobres".
Pese a los esfuerzos del gobierno, la inflación en Egipto todavía está al alza y el mercado negro vive un periodo de prosperidad.
En Imbaba, pocos panaderos se muestran dispuestos a hablar abiertamente sobre el contrabando.
"Existe en todas partes en Imbaba", dice Shalaby. "El mercado negro está en todas partes y lo hace todo el mundo, aunque el gobierno te puede sorprender".
Interrogado sobre qué pensaba de los contrabandistas, el hermano de Yasser y un inspector del gobierno entran a la panadería y ordenan salir a todo el mundo.
"No te sientas insultado", dijo Shalaby. "Sólo no quiere que veas todo el trigo que está escondiendo ahí".

23 de junio de 2008
6 de junio de 2008
©christian science monitor
cc traducción mQh
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