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asesinato de al-awlaki refleja cambio


Asesinato con avión no tripulado obedece a cambio en la lucha contra el terrorismo. Funcionarios estadounidenses dicen que aviones no tripulados o pilotados a distancia son baratos, seguros y una alternativa precisa para la guerra tradicional.
[Scott Shane y Thom Shanker] Washington, Estados Unidos. El ataque con un avión no tripulado de la CIA que mató a Anwar al-Awlaki, el publicista de la emergente filial de al Qaeda en Yemen, nacido en Estados Unidos, fue una demostración más de lo que funcionarios estadounidenses describen como una herramienta barata, segura y precisa para eliminar enemigos. También fue un indicio de que la campaña norteamericana contra el terrorismo empezada hace diez años, ha llegado a un punto de inflexión.
Desilusionados por los altos costes y resultados inciertos en Iraq y Afganistán, el gobierno de Obama ha adoptado decididamente el avión no tripulado, junto con acciones relámpago de pequeña escala, como la que terminó con la vida de Osama bin Laden en mayo pasado, como el futuro de la lucha contra las redes terroristas.
"Las lecciones de las grandes guerras son obvias", dijo Micah Zenko, del Consejo de Relaciones Exteriores que ha estudiado el asunto. "El coste en sangre y hacienda es inmenso, y el resultado es imprevisible. El respaldo público en casa está declinado hacia los niveles más bajos. Y la gente que has ido a liberar resiente tu presencia."
El cambio también es el resultado de los presupuestos recortados, que ya no cubrirán el despliegue de grandes contingentes en ultramar a costes anuales de casi un millón de dólares por soldado. Y ha habido mejoras en la capacidad técnica de los aviones pilotados a distancia. Uno de ellos detectó a Awlaki con live video en un mercado tribal yemení, donde es muy peligroso para las tropas estadounidenses.
Incluso los oficiales que defienden la campaña con aviones no tripulados reconocen que esas tecnología no son aplicables para todas las amenazas a la seguridad.
Sin embargo, el giro hacia los aviones no tripulados es un cambio extraordinario en la estrategia diseñada, subrayada por cambios en la dirección en el Pentágono y en la CIA. Hace apenas unos años, la contrainsurgencia hizo furor cuando el general David H. Petraeus utilizó su estrategia para revertir lo que parecía una situación sin salida en Iraq. Más tarde aplicó esas lecciones en Afganistán.
El resultado -medido en términos de estabilidad política, imperio de la ley y desarrollo económico-sigue siendo incierto en los dos países.
Ahora Petraeus (que prefiere ir por la vida con el título de director, antes que con el de generak) está a cargo de la CIA, que ha introdujo la campaña con ataques de aviones no tripulados en Pakistán. Ya no dirige las tropas cuyos números eran el corazón de la contrainsurgencia.
Y el ministro de Defensa es Leon E. Panetta, que supervisó la intensificación de los ataques con aviones no tripulados en la caótica área tribal de Pakistán mientras el director de la CIA, Panetta, el director de presupuesto durante la presidencia de Bill Clinton, debía encontrar un modo de salvaguardar la seguridad cuando el Pentágono apretara el cinturón.
Hoy, hay poco apetito político para los riesgos, costes y especialmente el largo cronograma que exige la doctrina de la contrainsurgencia, que implica construir sociedades y gobiernos que se encarguen gradualmente de la lucha contra los insurgentes y los terroristas dentro de sus fronteras.
La aparente simplicidad de un avión no tripulado, con su piloto dirigiéndolo desde Estados Unidos, puede ser engañosa. Detrás de cada nave hay un equipo de ciento cincuenta o más empleados, reparando y encargados del mantenimiento del avión y el montón de tecnología terrestre que lo mantiene en el aire, mirando horas de video y las señales de radio que recoge, y reuniendo la voluminosa inteligencia que es necesaria para realizar un solo ataque.
Oficiales de la Fuerza Aérea calculan que cuesta cinco mil millones de dólares operar la red de vigilancia aérea global, y ese monto está creciendo. El Pentágono pidió otros cinco mil millones para el próximo año para los sistemas de pilotaje remoto de aviones no tripulados.
Sin embargo, esos costes son pequeños en comparación con el precio de las grandes guerras. Un estudio de la Universidad de Brown, publicado en junio, estima que, para cuando las guerras terminen, Estados Unidos habrá gastado 3.7 trillones de dólares en Afganistán e Iraq.
Los aviones no tripulados pueden enajenar a menos personas. Han indignado a muchos paquistaníes, que resienten la violación de la soberanía de su país y las inevitables bajas civiles cuando los misiles fallan o son dirigidos con informaciones de inteligencia incorrectas. Pero mientras los expertos debaten sobre el alcance de las muertes de inocentes cuando los misiles caen en recintos sospechosos de albergar a terroristas, existe un amplio acuerdo en que los aviones no tripulados causan mucho menos víctimas no-intencionadas y producen mucho menos refugiados que la guerra terrestre o el bombardeo aéreo tradicional.
Sin embargo, existen preguntas sobre su legalidad. El equipo jurídico del gobierno de Obama debatió sobre si sería legal convertir a Awlaki en un blanco para ser asesinado -una propuesta que planteaba complejos problemas relacionados con los derechos constitucionales de Awlaki como ciudadano estadounidense, las leyes nacionales y el derecho internacional.
La Oficina de Asesoría Jurídica del ministerio de Justicia finalmente emitió un largo memorándum confidencial que concluía aparentemente que sería legal asesinar a alguien como Awlaki en circunstancias en que se creía que estaba planeando atentados contra Estados Unidos, y si no había modo de arrestarlo. La existencia de ese memorándum fue informada primero por el Washington Post.
El papel de los aviones no tripulados en el cambiante modo americano de hacer la guerra también ilustra la creciente militarización de la comunidad de inteligencia, a medida que las tecnologías de aviones no tripulados de la Fuerza Aérea para vigilancia y reconocimiento -y ahora armados con misiles Hellfire para ataques contra blancos terrestres- juegan un papel central en las operaciones de la CIA. La confusión de los límites de la inteligencia militar incluye a ex oficiales uniformados asumiendo altos cargos en el aparato de inteligencia y en unidades del comando militar realizando ataques bajo comando de la CIA.
Por más útiles que han hayan sido los aviones no tripulados para el contraterrorismo, su valor en otro tipo de conflictos puede ser más limitado. Contra algunos de los peligros potenciales de más envergadura -el poderío chino, por ejemplo, o Corea del Norte o Irán con armas nucleares-, probablemente los aviones no tripulados son sólo de valor marginal. Si se requiriese fuerza militar como disuasivo o para atacar, las fuerzas tradicionales llevarían la mayor parte de la carga.
Por supuesto, nuevos tipos de poderío aéreo han parecido a menudo seductores, porque ofrecen un tipo de guerra más limpia y de tecnología más alta. Oficiales militares dicen que están conscientes de que los aviones no tripulados no son la panacea.
"Es una de las muchas herramientas que tenemos a nuestra disposición para perseguir a terroristas y otros", dijo un alto funcionario del Pentágono. "Pero es una herramienta que no es un arma por el arte de las armas. En muchos casos, estas armas se despliegan en áreas donde es muy difícil perseguir al enemigo con medios convencionales, porque estos líderes terroristas se instalan en algunos de los lugares más remotos."
De cierto modo, el debate sobre los aviones no tripulados versus el retiro de tropas en los primeros meses del gobierno de George W. Bush, cuando el nuevo presidente y su ministro de Defensa, Donald H. Rumsfeld, previeron que una revolución en la tecnología militar permitiría al ministerio de Defensa reducir sus tropas terrestres y reasignar los fondos a plataformas de inteligencia y armas ofensivas de precisión de larga distancia.
Luego llegaron los atentados del 11 de septiembre de 2001, y las guerras, primero en Afganistán y luego en Iraq, en las que las tropas de tierra realizaron la mayor parte de las misiones.
Zenko, del Consejo de Relaciones Exteriores, se preocupa sobre la creciente percepción de que los aviones no tripulados son la respuesta al terrorismo, apenas unos años después de que muchos oficiales creyeran que invadir y rehacer países sería el remedio. La reciente serie de exitosos ataques ha llevado a altos funcionarios del gobierno de Obama a sugerir que la desaparición de al Qaeda está a la vista. Pero la historia de los movimientos terroristas muestra que no terminaron casi nunca por la fuerza militar, dijo.
"Lo que se pierde son todos los otros instrumentos del poder nacional", incluyendo la diplomacia, la política comercial y la ayuda para el desarrollo", dijo Zenko. "Pero en estos días estas herramientas no son nunca adecuadamente consideradas, porque los aviones no tripulados reciben toda la atención."
[Charlie Savage contribuyó al reportaje.]
7 de octubre de 2011
1 de octubre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer

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