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la inversión privada no ayuda al desarrollo


columna de lísperguer
Gobierno anuncia venta de activos -privatizaciones encubiertas- para financiar mejoras en la educación y otros proyectos.

La inversión privada no contribuye al desarrollo del país. Al contrario, es uno de los factores que contribuye a su estancamiento. Estas dos afirmaciones son polémicas. Ponen en duda los planes de muchos gobiernos para salir o evitar la recesión económica, que según ellos se puede lograr desviando fondos públicos hacia la inversión privada. Esto, en el mejor de los casos. En otros, a los economistas de derechas no se les ocurre otra cosa que reducir el gasto público -vale decir, despedir a los maestros y funcionarios, que son las víctimas habituales de los recortes presupuestarios. Nada puede contribuir mejor al estancamiento de un país, a corto y largo plazo.
Chile es un ejemplo. Desde los años setenta, con la dictadura, se desviaron masivamente fondos públicos a la inversión privada, incluyendo las privatizaciones. Del feroz periodo neo-liberal -que sin embargo no parece querer subsistir sin apropiarse de fondos públicos-, alentado igualmente por sucesivos gobiernos de la Concertación, el país, después de 32 años, no ha logrado nada en términos de desarrollo. Pese a los involuntarios sacrificios de los trabajadores, Chile logró ubicarse entre los países más desiguales del mundo y en uno de los más aberrantes en otros aspectos -por ejemplo, el abandono del estado de sus funciones naturales en educación, dejándola en manos de usureros incompetentes, lo que hoy se traduce en una clase profesional profusa e intensamente mediocre. O el abandono de sus funciones en salud, con parecidas consecuencias.  A largo plazo, es un desastre.
Cuando se desvían fondos públicos a la inversión privada, lo que suele ocurrir es que los empresarios no los utilizan para crear empleo, sino normalmente para hacerse de otras empresas más pequeñas o para usarlo en proyectos especulativos de alto riesgo. Eso introduce distorsiones en el mercado. La idea misma de que es bueno desviar fondos para que los empresarios funden nuevas empresas y creen empleos es sospechosa. El empleo no significa nada en términos de desarrollo. Lo único que significa es que habrá más personas asalariadas que, sin embargo, no pasarán demasiadas penurias y que, y esto interesa a políticos y empresarios, no harán ninguna presión sobre los programas sociales ni sobre la seguridad social. La creación de empleos no es sinónimo de desarrollo.
Los países se desarrollan cuando cuentan con un estado activo. En Chile, las grandes empresas del siglo pasado fueron prácticamente todas iniciativas públicas. Chile se desarrolló gracias a que el estado invirtió en su infraestructura, se hizo cargo de la educación y de salud y ejerció un control estricto sobre las empresas privadas -sin dejar de lado el apoyo permanente a empresas medianas y privadas, que hicieron de Chile un país de clase media que dejó de ser en prácticamente todos los ámbitos. Hoy, las clases patronales dominan y controlan todo.
El gobierno ha estado balbuceando que quiere privatizar empresas públicas -las que quedan- o vender activos del estado, aparentemente también para financiar mejoras, no reformas, en la educación.  Con esto no se contribuye al desarrollo. Como durante la dictadura, la privatización es simplemente despojo y se utilizó y se utiliza hoy como un modo de pagar favores políticos y recompensar a los leales. Eso ciertamente nada tiene que ver con el desarrollo. Además, lo que el gobierno llama mejoras es muy sospechoso. ¿Se mejora la educación financiando a las universidades privadas?
En los últimos treinta años, el estado ha financiado masivamente a la empresa privada, y el resultado es un desastre. Por ese rumbo no llegaremos a ninguna parte.
lísperguer

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