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menos chimpancés en laboratorios


Pueden ser sus últimos días en laboratorios.
<[James Gorman] Nueva Iberia, Luisiana, Estados Unidos. En una jaula exterior en forma de domo, una docena de chimpancés están ululando. Se les han erizado los pelos del lomo. "Eso es pilo-erección", un indicio de excitación emocional, dice la doctora Dana Hasselschwert, directora de ciencias veterinarias del Centro de Investigación Nueva Iberia. Le aconseja a un visitante guardar las distancias. Cuando se excitan, los chimpancés suelen arrojar piedrecitas, o algo peor
La similitud de chimpancés y humanos los hace valiosos para la investigación, e inspira, al mismo tiempo, una intensa simpatía. Para los científicos de laboratorio, son como la mejor oportunidad para curar enfermedades terribles. Pero para muchas otras personas, son como parientes tras las rejas.
La investigación biomédica de los chimpancés ayudó a producir una vacuna para la hepatitis B, y se está preparando otra para la hepatitis C, que infecta a ciento setenta millones de personas en todo el mundo, aunque ha habido una persistente oposición a la investigación por considerarla cruel e innecesaria. Ahora, debido a una mayor presión de las organizaciones activistas, la decisión de parar esa investigación en Estados Unidos podría ser tomada dentro de un año. Tal como están las cosas, Estados Unidos es uno de los dos países que realiza investigación invasiva en chimpancés. El otro es Gabón, un país centro-africano.
"Este es un momento diferente a todos los anteriores", dijo Wayne Pacelle, presidente y director ejecutivo de la Sociedad Protectora de Animales de Estados Unidos.
John VandeBerg, director del Centro Nacional de Investigación sobre Primates -Sudoeste en San Antonio, uno de los seis laboratorios que utilizan chimpancés, admitió que este es un "momento crucial". Cualquiera de varios intentos de sus opositores "podría ser la causa de la paralización de toda investigación médica con chimpancés", dijo.
La Sociedad Protectora de Animales de Estados Unidos y otras organizaciones llevaron a los Institutos Nacionales de Salud a encargar un informe sobre la utilidad de los chimpancés en la investigación, que debe ser entregado este año. La sociedad también se unió con el Instituto Jane Goodall, la Sociedad Conservacionista de Flora y Fauna y otras organizaciones para pedir al Servicio Federal de Pesca y Fauna Silvestre que declare en peligro de extinción a los chimpancés cautivos, como han sido declarados los chimpancés silvestres, blindándolos con nuevas protecciones. La decisión se dará a conocer este septiembre.
Además, la Ley de Protección de los Grandes Simios y de Ahorro de Costes, ahora en el Congreso, prohibiría la investigación invasiva en todos los grandes monos (incluyendo bonobos, gorilas y orangutanes). El representante Roscoe Bartlett, un republicano de Maryland y uno de los patrocinadores del proyecto de ley, dice que ahorraría a los contribuyentes treinta millones de dólares al año gastados en chimpancés de propiedad del fisco.
Pacelle dice que la investigación invasiva en chimpancés es cara, que hay alternativas y que los chimpancés en estudios de investigación son sometidos a dolorosos procedimientos y aislamiento. "Esta es una especie en peligro de extinción que genéticamente está más cerca que cualquiera otra", dijo. "Y no deberíamos abusar de nuestro poder".
VandeBerg, por otro lado, dice que detener la investigación con chimpancés sería poner en peligro vidas humanas.
"Toda reducción de la tasa de desarrollo de fármacos para estas enfermedades resultará en la muerte de miles, realmente de millones de personas, porque podría provocar años de retraso", dijo.
Si no se pueden salvar vidas humanas, dijo VandeBerg, "sería bastante poco ético no hacer la investigación" en chimpancés.
Hay mil chimpancés en centros de investigación en Estados Unidos, incluyendo el Centro de Investigación Nueva Iberia. El centro, parte de la Universidad de Luisiana en Lafayette, ocupa cuarenta hectáreas en el corazón del país cajún, a unos 209 kilómetros al oeste de Nueva Orleans. Alberga a 360 chimpancés, 240 de los cuales pertenecen a la universidad y 120 al N.I.H., y más de seis mil primates más, la mayor parte de ellos macacos. En el pasado el centro fue acusado de maltratar a los chimpancés y de haber violado algunas normas básicas de cuidado animal, pese a haberse superado, de acuerdo a las inspecciones del Departamento de Agricultura. La última, en julio, constató que algunos animales pudieron recibir fármacos vencidos.
En una visita reciente, algunos de los chimpancés estaban en domos geodésicos de diez metros de diámetro, algunos en jaulas exteriores más pequeñas, y algunos, menos de diez entonces, dijo el doctor Thomas J. Rowell, director del centro, estaban en estudios activos y mantenidos en jaulas en interiores de cerca de 1.82 metros por 2.13 metros de alto, un chimpancé por jaula. Los procedimientos físicos implicados en el estudio, dijo, incluían inyecciones, muestras de sangre y biopsias de hígado, esto último hecho con sedantes.
Muchos estudios duran sólo un par de días, dijo Rowell, pero algunos son más largos. Un estudio que será concluido dentro de poco, se ha prolongado por cuatro meses. Defendió apasionadamente el tratamiento dado por el centro a los chimpancés, enfatizando el cuidado veterinario y los esfuerzos por enriquecer la vida de los chimpancés con ambientes más interesantes.
El uso de chimpancés cautivos para ser usados en la investigación médica se remonta en este país a los años veinte, cuando Robert Yerkes, profesor de psicología en Yale, empezó a importarlos en el país. En los años cincuenta, la Fuerza Aérea empezó a criar chimpancés para el programa espacial, empezando con 65 que fueron capturados en la selva. Los chimpancés también fueron criados para la investigación sobre el SIDA en los años ochenta. A mediados de los setenta, el apoyo a la conservación de las especies en peligro de extinción había crecido y la importación de chimpancés capturados en estado silvestre fue prohibida. En 2000, se aprobó una ley federal que exige que el gobierno provea para el retiro de los chimpancés que posee después de que su uso en experimentos hubiese terminado y el Chimp Haven abrió sus puertas cerca de Shreveport, Luisiana, para ocuparse de esos y otros chimpancés.
Fue un intento de traer a algunos chimpancés semi-jubilados en la Alamogordo Primate Facility en Nuevo México de vuelta en la investigación, lo que provocó parte del creciente surgimiento de la oposición. El N.I.H. quería trasladar los cerca de doscientos chimpancés que poseía en Alamogordo al centro de San Antonio, que es parte del Instituto de Investigación Bio-Médica de Tejas. La Sociedad Protectora de Animales ejerció presión para impedirlo, y el N.I.H. cedió, pidiendo al Instituto de Medicina, una junta asesora, un informe sobre los chimpancés en experimentos este año.
Chimp Haven, un potencial destino de retiro, tiene ahora 132 chimpancés en ochenta hectáreas de pinares. Los chimpancés viven en una variedad de jaulas y cercados, incluyendo patios con murallas de cemento de cerca de unas 0.40 hectáreas, abiertos al cielo, y dos hábitat forestados, en 1.6 metros y el otro en 2.02 metros, rodeados por un foso y vallas. Pero los chimpancés de los centros de investigación podrían no ser trasladados a ningún lugar, incluso si se detiene la investigación. Simplemente podrían quedarse donde están, exentos de estudios invasivos.
Cualquiera sea la decisión, investigadores y activistas animalistas saben que los chimpancés son sólo una pequeña parte de la investigación animal, una parte de un debate más amplio.
Kathleen Conlee, directora de temas de la investigación animal de la Sociedad Protectora de Animales, dice que la actual discusión sobre los chimpancés indica el camino hacia el futuro. "Esto", dijo, "es el tipo de riguroso análisis que deberíamos aplicar a toda la investigación animal".
24 de noviembre de 2011
14 de noviembre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer

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