MUEREN 30 PRESOS 1 GUARDIA EN MOTÍN CARCELARIO EN SAO PAULO - todd benson
Sao Paulo, Brasil. Al menos 30 reclusos y un guardia perdieron la vida durante un motín de tres días en una cárcel de Río de Janeiro, el peor incidente de violencia en el interior de una prisión en más de una década, dijeron las autoridades aquí el martes.
La revuelta en el centro de detención de Benfica, inaugurado apenas hace un mes en las afueras de Río, comenzó el sábado. Terminó la noche del lunes después de que un pastor evangélico persuadiera a los internos a liberar a sus 21 rehenes a cambio de una promesa de las autoridades de la prisión de separar a los detenidos que pertenecen a bandas rivales, dijeron funcionarios.
La policía, que el martes estaba todavía en la prisión, dijo que habían encontrado al menos quince cadáveres decapitados y temía que el número de víctimas aumentara. Un guardia de 42 años que había sido tomado como rehén fue asesinado a balazos por los presos cuando trató de escapar. Al menos 14 de los 900 presos lograron huir durante la revuelta; el martes, tres de los fugitivos habían sido capturados.
"Todavía no sabemos con exactitud cuántos... pero sin entrar en detalles espantosos puedo decir que sí, que había cuerpos que fueron decapitados, mutilados e incluso quemados", dijo una portavoz de las autoridades del presidio estatal.
La matanza fue el peor incidente de violencia en un presidio en Brasil desde 1992, cuando más de 100 presos fueron matados por la policía de Sao Paulo en la notoria prisión de Carandiru, que ha sido desde entonces cerrada y parcialmente demolida.
Astirio Pereira dos Santos, director de la prisión de Río, dijo que el número de víctimas habría sido probablemente mucho más alto si el reverendo Marcos Pereira, un pastor que es popular entre los miembros de las bandas y que se ha hecho conocido por mediar en motines de presidiarios, aunque sin intervenir.
"Si el pastor no lo hubiera resuelto, habríamos tenido que tomar la cárcel por asalto y habríamos tenido sin ninguna duda otro Carandiru entre las manos, y la tragedia habría sido mucho mayor", dijo dos Santos a la televisión GloboNews.
Los motines y las fugas son comunes en las cárceles de Brasil, cuyo sistema de prisiones es a menudo criticado por grupos de derechos humanos por el hacinamiento y maltrato de los reclusos.
Muchas cárceles aquí son dominadas por los barones de la droga de bandas rivales, haciendo que el sistema penal se transforme en un campo de batalla de las bandas en conflicto.
La revuelta de Río ocurre justo un mes después de que los reclusos de una atiborrada cárcel del estado amazónico de Rondonia mataran a 14 presos durante un motín que duró todo un fin de semana.
2 junio 2004
©new york times ©traducción mQh
La revuelta en el centro de detención de Benfica, inaugurado apenas hace un mes en las afueras de Río, comenzó el sábado. Terminó la noche del lunes después de que un pastor evangélico persuadiera a los internos a liberar a sus 21 rehenes a cambio de una promesa de las autoridades de la prisión de separar a los detenidos que pertenecen a bandas rivales, dijeron funcionarios.
La policía, que el martes estaba todavía en la prisión, dijo que habían encontrado al menos quince cadáveres decapitados y temía que el número de víctimas aumentara. Un guardia de 42 años que había sido tomado como rehén fue asesinado a balazos por los presos cuando trató de escapar. Al menos 14 de los 900 presos lograron huir durante la revuelta; el martes, tres de los fugitivos habían sido capturados.
"Todavía no sabemos con exactitud cuántos... pero sin entrar en detalles espantosos puedo decir que sí, que había cuerpos que fueron decapitados, mutilados e incluso quemados", dijo una portavoz de las autoridades del presidio estatal.
La matanza fue el peor incidente de violencia en un presidio en Brasil desde 1992, cuando más de 100 presos fueron matados por la policía de Sao Paulo en la notoria prisión de Carandiru, que ha sido desde entonces cerrada y parcialmente demolida.
Astirio Pereira dos Santos, director de la prisión de Río, dijo que el número de víctimas habría sido probablemente mucho más alto si el reverendo Marcos Pereira, un pastor que es popular entre los miembros de las bandas y que se ha hecho conocido por mediar en motines de presidiarios, aunque sin intervenir.
"Si el pastor no lo hubiera resuelto, habríamos tenido que tomar la cárcel por asalto y habríamos tenido sin ninguna duda otro Carandiru entre las manos, y la tragedia habría sido mucho mayor", dijo dos Santos a la televisión GloboNews.
Los motines y las fugas son comunes en las cárceles de Brasil, cuyo sistema de prisiones es a menudo criticado por grupos de derechos humanos por el hacinamiento y maltrato de los reclusos.
Muchas cárceles aquí son dominadas por los barones de la droga de bandas rivales, haciendo que el sistema penal se transforme en un campo de batalla de las bandas en conflicto.
La revuelta de Río ocurre justo un mes después de que los reclusos de una atiborrada cárcel del estado amazónico de Rondonia mataran a 14 presos durante un motín que duró todo un fin de semana.
2 junio 2004
©new york times ©traducción mQh
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