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méxico llora a niños asesinados


[Mary Jordan] Tenenexpán, México. Fueron enterrados los tres niños salvajemente asesinados en Baltimore, ciudad a la que acababan de llegar. Uno de ellos fue decapitado y los otros degollados. Se desconocen los motivos del crimen, pero dos primos de los niños han sido detenidos y acusados de los homicidios.
Los pequeños ataúdes con los cuerpos de los tres niños brutalmente asesinados en Baltimore llegaron este sábado a esta acongojada aldea para una despedida de toda la noche a la que asistirán cientos de residentes y parientes.
"Es la cosa más triste que ha pasado en la vida de este pueblo", dijo Berta Bolanos, que opera un teléfono público en esta aldea de unos miles de residentes, a la que muchos llegan en burro y subsisten recogiendo mangos bajo el ardiente sol por menos de 200 pesos al mes.
"Lo que estamos viviendo nos está matando. Duele el alma", dijo Venancio Espejo, tío de uno de los niños asesinados, Alexis Espejo, 10, que fue decapitado el 27 de mayo en Baltimore. Dos de sus primos, Lucero Quezada, 8, y Ricardo Espinoza, 9, fueron casi decapitados en uno de los crímenes más horrendos en la historia de la ciudad, declaró la policía de Baltimore, que ha detenido a dos otros parientes y los ha acusado de asesinato en primer grado.
"¿Qué podemos hacer por los niños? Lo único que podemos hacer es darles la última despedida", dijo el tío.
Los tres ataúdes fueron llevados durante una procesión fúnebre de cinco horas desde Ciudad de México, a través de las majestuosas montañas y los valles llenos de orquídeas de Tenenexpan, el pueblo natal de los padres de los niños. "¿Por qué, Dios mío? ¿Por qué, Dios mío?", gritaba la madre de Alexis, María Andrea Espejo, junto al ataúd cubierto de flores de su hijo. Minutos antes, había levantado la tapa y se había desmayado en los brazos de sus parientes.
Los cuerpos llegaron el viernes por avión a Ciudad de México. La sepultura final de los niños, a 2000 millas desde el noroeste del barrio de Baltimore donde fueron asesinados, es una suave colina que da a unos campos exuberantemente verdes.
El funeral de los niños fue programado para el domingo en el cementerio de la aldea adonde, dijo un pariente, "vuelven al final todos los que se han ido".
Según se calcula, la mitad del pueblo ha emigrado a Estados Unidos a la búsqueda de trabajos mejor pagados. Un titular del diario local decía: "Tenenexpan Llora por Alexis, Ricardo y Lucero". El artículo describía la aldea, que tiene un camino principal y muchos senderos de tierra, como un "pueblo fantasma", porque muchos lo han abandonado para trabajar al otro lado de la frontera.
Pero el sábado no se vio nada del abandono a medida que cientos de parientes y amigos llegaron a pie y en burros, en coches y taxis desde pueblos vecinos y ciudades remotas. A los parientes directos que han estado viviendo ilegalmente en Baltimore se les dará permiso para que vuelvan temporalmente a Estados Unidos después de los funerales, dijeron ayer funcionarios del servicio de inmigración estadounidense. Su testimonio en los casos de los homicidios son necesarios en la corte. El gobierno mexicano anunció que pagaría los costes de retorno del funeral y de los de viaje de las familias.
"Esto ha unido al pueblo", dijo Leonora López Lozano, que ofreció para el velatorio una enorme habitación que su familia ya no usa. La habitación estaba decorada con cirios, flores y tres cruces. Cientos de dolientes entraron a la habitación después de que los ataúdes fueran dejados en el cuarto y se pusieran sobre ellos osos de peluche. Muchos dijeron que pasarían toda la noche junto a los ataúdes.
López dijo que "incluso gente que no es de la familia" llevó tamales, pollos, pan y otras comidas para atender a la multitud.
Alexis y su madre, Espejo, dejaron Ciudad de México por Estados Unidos apenas en diciembre, dijo Leonora López. "Como muchos, se fue con la ilusión de hacer dinero en Estados Unidos", dijo.
Dijo que Espejo había estado trabajando como secretaria en un bufete de abogados en Ciudad de México, pero se quejaba de los bajos salarios y decidió correr el riesgo de cruzar ilegalmente con Alexis, antes de Navidad, la frontera de Estados Unidos. Leonora López dijo que no recordaba exactamente dónde había cruzado la frontera, pero que una ruta común es viajar a Tijuana y cruzar por ahí.
Alexis y su madre volvieron a Tenenexpan en noviembre para celebrar el popular festivo mexicano del Día de los Muertos, durante el que las familias rinden honores a sus parientes difuntos. Varios aldeanos recordaron haber visto a Alexis, un angelical chiquillo de ojos y pelo marrones, que disfruta de la vida de campo revolcándose en el suelo cerca de los pollos.

Pueblo Mexicano Llora La Muerte De Niños Asesinados
Después de los asesinatos, a una abuela de Alexis le dijeron que había muerto en un "mal accidente", dijeron parientes, porque creían que la enfermiza mujer se moriría si se enteraba de los detalles.
De igual modo, a una abuela de los otros dos niños, no le dijeron que habían muerto, para evitar que sufriera un ataque al corazón. Era una de las familiares que no estuvo presente en los funerales del sábado, dijo un miembro de la familia, que describió los crímenes como "simplemente demasiado horribles como para entender".
Aparte de las especulaciones, la gente de la aldea no tenían ni idea de por qué habían ocurrido esos asesinatos. Varios familiares cercanos de los niños dijeron que encontraban difícil creer que los dos sospechosos encarcelados en Baltimore, Adán Espinoza Canela, 17, y Policarpio Espinoza, 22, pudieran ser los culpables. Ambos son parientes de los niños. Nacieron en la aldea de La Capilla, a alrededor de dos horas de camino de Tenenexpan, en el estado de Veracruz.
Teresa Canela Chacha, la madre de Espinoza Canela, lloró cuando habló por teléfono desde La Capilla. Dijo que su hijo había partido hacia Baltimore hace poco más de un año, cansado de los bajos salarios de la lechería donde trabajaba ayudando con las vacas y repartiendo. Por ocho días de trabajo se le pagaba apenas 40 pesos, dos cuartos de leche y una libra de queso, dijo.
Es difícil mantener a la juventud en México, dijo Teresa Canela Chacha, cuando se enteran de los salarios que pagan en Baltimore. Su hijo le envió dos veces dinero. "Cómo lloré cuando se fue", dijo. "No creo que mi hijo vuelva nunca más".
Un tío de Alexis, Venancio Espejo, dijo que los horribles detalles de las muertes aumentaban el dolor. "Con los adultos a lo mejor hay rencores o problemas de odios", dijo. "Pero, ¿qué pueden haber hecho los niños para provocar eso?"
Amancio Domínguez, 70, que conduce un camión en Tenenexpan, dijo que estaba furioso. "La gente que hizo esto debería ser atada a un poste y quemada con gasolina, de modo que sienta lo que sintieron los niños", dijo.
Noemí ‘Mimi' Quezada, la madre de dos de los niños muertos, llegó el sábado a la aldea para asistir a los funerales. Había vuelto una sola vez a México, hace casi ocho años desde que se había marchado a Baltimore, dijo su hermano, Miguel Ángel Quezada Morales, 56.
Dijo que ella había vuelto para las últimas Navidades porque su madre estaba enferma. El viaje es muy caro y arriesgado, dijo.
"Ella quería vivir en Estados Unidos para que sus hijos tuvieran más oportunidades", dijo Quezada Morales, sentado en el porche de su modesta casa de ladrillos donde se criaron él y su hermana, y otors nueve hermanos.
Dijo que su familia confía en la justicia estadounidense "para hacer todo lo posible para capturar a los que son responsables de este horrible crimen".

Nurith C. Aizenman y Bart Beeson contribuyeron a este reportaje.
13 junio 2004

©washington post ©traducción mQh

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