ATENTADO FRUSTRADO CONTRA REFUGIADOS
columna de mérici
Recién en septiembre informó la prensa holandesa sobre un atentado frustrado contra un centro de acogida de refugiados de Ter Apel, Groningen. El artefacto no estalló. La bolsa que contenía los explosivos fue encontrada por un niño, que la llevó diligentemente a un guardia de seguridad.
El intento de atentado pudo haber causado su muerte. Y la de otros refugiados. Ocurrió el 17 de agosto y el gobierno pidió a la prensa no informar sobre el tema para no causar alarma, según arguyeron los cabecillas del gobierno.
La prensa obedeció.
El gobierno no ha observado la misma precaución en casos notoriamente fabricados. Esos mismos cabecillas -un ministro llamado Donner, en particular- han recurrido a la prensa para informar sobre posibles atentados con bomba contra aviones, que serían obra de grupos de extremistas musulmanes. Ningún caso resultó ser verídico.
Pero el gobierno dejó ver su sombrero sobre la verosimilitud de esas denuncias. Tan falsas parecen ser, que el ministro informó a la prensa, pero no a los servicios que debían intervenir en caso de atentados -como los bomberos y las ambulancias. Curioso, por decir lo menos.
Ciertamente, mientras el gobierno ha detenido a turistas árabes sospechándoles de terrorismo porque los agentes les vieron filmando en locaciones tan sospechosas como zoológicos y parques de diversión, la policía no ha informado sobre los sospechosos del atentado contra el centro de refugiados.
¿Qué habremos de pensar sobre este caso? ¿Cómo explicar la celeridad con que la policía sospecha y encarcela a la gente árabe y el silencio que guarda sobre los terroristas que quisieron matar a esos refugiados?
Este gobierno causa enorme desconfianza. Tanta que hay muchos que creen que las alarmas de atentado que emite periódicamente el gobierno son obra de su propio servicio secreto. Lo mismo vale para el atentado contra el centro de refugiados.
También es significativo que la bomba la haya encontrado un niño refugiado, y no los guardias de seguridad que abundan por ahí. Evidentemente no los ha puesto el gobierno ahí para proteger a los refugiados.
Y el silencio de la prensa es aterrador. Que hayan los órganos de prensa colaborado en esta farsa es repugnante. Y que se presten a colaborar con el gobierno cada vez que fabrica alguna historia terrorista, más repugnante aún.
La prensa holandesa colabora con el gobierno, una coalición de extrema derecha cada vez más xenófoba. Lo supimos cuando el año pasado el director de los servicios informativos del gobierno -NOS- declaró en una entrevista a CNN a propósito de la expulsión de 26.000 refugiados, que había entre ellos muchos criminales de guerra, justificando así la decisión del gobierno. En verdad, se descubrió a solo un sospechoso de cometer crímenes de guerra, y una veintena de personas de antecedentes dudosos.
He ahí la independencia de la prensa holandesa, y he ahí lo que hace el gobierno por protegernos de la violencia terrorista.
Y mientras esperamos que el gobierno capture a los autores del atentado frustrado y se llene la boca sobre el peligro neonazi -que no lo hará, pues los autores, como los fascistas, gozan de su gobierno-, seguiremos presenciado el espectáculo bochornoso de ver a un país alguna vez valioso convertido en un extravagante simulacro de democracia.
1 comentario
pepa -
Quien lo entienda que me lo explique. Catedrático de derecho propone que un periodista -holandés- dirija el país. Habrá que reir nomás.