eu mide con dos raseros
[Mark Kraanenburg] Ankara se queja: la Unión Europa pone obstáculos para la integración de Turquía, pero admite sin más la de Rumania.
Bruselas, Bélgica. En la delegación rumana de la calle de Montoyer en Bruselas hubo el miércoles pasado un ambiente de fiesta, metafórica y literalmente. A unos cientos de metros más allá, en uno de las muchas colosales salas de conferencias de esta ciudad, se retiraron los últimos obstáculos a la integración de Rumania en la Unión Europea.
Tendría que ocurrir un desastre para que este 1 de enero de 2007, este país de 22 millones de habitantes no se integrara, junto con Bulgaria, a la Unión Europea. El ministro de Asuntos Exteriores de Rumania, presente en Bruselas, Mircea Geoana, dijo lo que suele decirse en ocasiones semejantes: "Este es un día histórico para Rumania".
En otro lugar en Bruselas, unas horas antes, tomó la palabra el embajador turco ante la UE, Mustafa Oguz Demiralp, en un almuerzo del Centro de Estudios de Política Exterior Europeo. El tema era naturalmente la integración de Turquía. La pregunta que los 25 presidentes de gobierno de los países miembros deben responder el viernes de la próxima semana es de si se inician o no las negociaciones para la integración de Turquía. "Turquía espera el mismo tratamiento que otros países aspirantes y una evaluación honesta", dijo Demilrap.
Se cuidó de no nombrar a Rumania, pero el mensaje quedó claro para todos los presentes. Es la gran queja de Turquía: para el ingreso de Turquía Europa pone las cosas tan difíciles como fácil se lo hace para otros países aspirantes, como Rumania. No es por nada que el concepto de doble rasero' es en estos momentos el concepto más manejado por la diplomacia turca.
Guardando el anonimato los diplomáticos turcos están dispuestos a hablar sobre lo que según ellos es un trato desigual. "Si se dice que Rumania es una economía de mercado libre y Turquía no, se comete un gran error", dice uno de ellos. "Nadie puede desconocer que desde los años ochenta Turquía ha liberalizado el mercado. De Rumania no se puede decir lo mismo".
El diplomático turco tiene un ejemplo más reciente y más significativo: las elecciones presidenciales y parlamentarias que se realizaron en Rumania a fines del mes pasado y que según concluyeron los observadores se cometió "fraude en una escala más que pequeña". "Desde mediados de los años ochenta que en Turquía no han habido acusaciones de fraude electoral".
Tomando en cuenta las exigencias que se plantean a Turquía, ¿se le hace la entrada a Rumania más fácil? "Un país completamente corrupto", calificó a Rumania hace poco el ex euro-comisario Frits Bolkenstein en un programa de televisión de Ikon. Según él, hay presidentes de gobierno que no se atreven a decir que no y que "se han sometido" ante la "implacable diplomacia rumana".
La intranquilidad de Bolkenstein ha sido recogida por sus colegas del VVD [liberales de extrema derecha, partido de gobierno en Holanda] en el Parlamento europeo. La euro-parlamentaria Jeanine Hennis-Plasschaert califica el cierre de negociaciones esta semana con Rumania de "irresponsable". Hennis-Plasschaert: "Es prematuro y artificial. Rumania tiene problemas con su increíble nivel de corrupción, la falta de un poder legislativo independiente, torturas a manos de la policía y una prensa libre insuficiente".
La decisión sobre Rumania demuestra una vez más, según Hennis-Plasschaert que la ampliación de la UE se caracteriza "por la arbitrariedad". "Se establecieron condiciones y criterios que fueron luego dejados de lado. Incomprensible. Para la elite política la ampliación de la UE lo más rápido y ampliamente posible se ha transformado en un objetivo en sí mismo", dice.
Parece en realidad que el ingreso de Rumania la próxima semana no será más que una formalidad. Los presidentes de gobierno se pueden aferrar a un control estricto de la cláusula que exige adaptaciones de Rumania y que en última instancia podrían aplazar su integración hasta el 2008. Luego podrán dedicarse al plato principal: Turquía.
Según Katinka Barysch, directora de la sección económica del Centro para la Reforma Europea de Londres, Rumania no constituye, para los presidentes de gobierno de Europa, realmente una "nueva" ampliación. "Rumania y Bulgaria forman parte de los otros países de Europa Central y del Este que fueron admitidos este año", dice. Por eso las condiciones que se puso a Rumania deben compararse mejor con las que se puso a esos países, y no a Turquía. Y entonces se observa que algunas condiciones son más pesadas que las que impusieron por ejemplo Checoslovaquia. "Rumania no puede contentarse con anunciar que las leyes serán adaptadas. Esas leyes deben estar adaptadas antes de que pueda ser miembro de la UE".
Barysch opina también que no se trata de aplicar un doble rasero. "La UE aprende de los errores del pasado. Por eso las exigencias con cada nueva ampliación son más duras que las anteriores". La gran diferencia entre las futuras negociaciones con Turquía y la ronda anterior de ampliaciones es según ella que los turcos no tendrán que negociar con la Comisión Europea sino con los gobiernos de los 25 países miembros. Eso significa que cualquier país miembro en principio puede detener las negociaciones.
Otra gran diferencia con las ampliaciones anteriores es la introducción de una cláusula de exención permanente de la libertad de movimiento de las personas. En contradicción con otros ciudadanos de la UE, los turcos no podrán trabajar en todas partes. "Absurdo", dice Barysch. "Debido al envejecimiento de Europa, la UE necesitará cada vez más a los turcos". Cree que la UE comete en esto un gran error. "Es una postura defensiva, mientras que justamente deberían enfatizarse las ventajas del ingreso de Turquía".
Barysch confía en que el tiempo haga su trabajo. Entre el inicio de las negociaciones con Turquía y la integración efectiva hay al menos diez años. Y quizás más. Porque después de las ampliaciones anteriores la UE no fija una fecha definitiva. Como dijo el euro-parlamentario finés Olli Rehn esta semana sobre "la lección" de Rumania: "No se fijará un programa de trabajo si no se está seguro de que se puede cumplir".
12 de diciembre de 2004
©nrc-handelsblad
©traducción mQh
Tendría que ocurrir un desastre para que este 1 de enero de 2007, este país de 22 millones de habitantes no se integrara, junto con Bulgaria, a la Unión Europea. El ministro de Asuntos Exteriores de Rumania, presente en Bruselas, Mircea Geoana, dijo lo que suele decirse en ocasiones semejantes: "Este es un día histórico para Rumania".
En otro lugar en Bruselas, unas horas antes, tomó la palabra el embajador turco ante la UE, Mustafa Oguz Demiralp, en un almuerzo del Centro de Estudios de Política Exterior Europeo. El tema era naturalmente la integración de Turquía. La pregunta que los 25 presidentes de gobierno de los países miembros deben responder el viernes de la próxima semana es de si se inician o no las negociaciones para la integración de Turquía. "Turquía espera el mismo tratamiento que otros países aspirantes y una evaluación honesta", dijo Demilrap.
Se cuidó de no nombrar a Rumania, pero el mensaje quedó claro para todos los presentes. Es la gran queja de Turquía: para el ingreso de Turquía Europa pone las cosas tan difíciles como fácil se lo hace para otros países aspirantes, como Rumania. No es por nada que el concepto de doble rasero' es en estos momentos el concepto más manejado por la diplomacia turca.
Guardando el anonimato los diplomáticos turcos están dispuestos a hablar sobre lo que según ellos es un trato desigual. "Si se dice que Rumania es una economía de mercado libre y Turquía no, se comete un gran error", dice uno de ellos. "Nadie puede desconocer que desde los años ochenta Turquía ha liberalizado el mercado. De Rumania no se puede decir lo mismo".
El diplomático turco tiene un ejemplo más reciente y más significativo: las elecciones presidenciales y parlamentarias que se realizaron en Rumania a fines del mes pasado y que según concluyeron los observadores se cometió "fraude en una escala más que pequeña". "Desde mediados de los años ochenta que en Turquía no han habido acusaciones de fraude electoral".
Tomando en cuenta las exigencias que se plantean a Turquía, ¿se le hace la entrada a Rumania más fácil? "Un país completamente corrupto", calificó a Rumania hace poco el ex euro-comisario Frits Bolkenstein en un programa de televisión de Ikon. Según él, hay presidentes de gobierno que no se atreven a decir que no y que "se han sometido" ante la "implacable diplomacia rumana".
La intranquilidad de Bolkenstein ha sido recogida por sus colegas del VVD [liberales de extrema derecha, partido de gobierno en Holanda] en el Parlamento europeo. La euro-parlamentaria Jeanine Hennis-Plasschaert califica el cierre de negociaciones esta semana con Rumania de "irresponsable". Hennis-Plasschaert: "Es prematuro y artificial. Rumania tiene problemas con su increíble nivel de corrupción, la falta de un poder legislativo independiente, torturas a manos de la policía y una prensa libre insuficiente".
La decisión sobre Rumania demuestra una vez más, según Hennis-Plasschaert que la ampliación de la UE se caracteriza "por la arbitrariedad". "Se establecieron condiciones y criterios que fueron luego dejados de lado. Incomprensible. Para la elite política la ampliación de la UE lo más rápido y ampliamente posible se ha transformado en un objetivo en sí mismo", dice.
Parece en realidad que el ingreso de Rumania la próxima semana no será más que una formalidad. Los presidentes de gobierno se pueden aferrar a un control estricto de la cláusula que exige adaptaciones de Rumania y que en última instancia podrían aplazar su integración hasta el 2008. Luego podrán dedicarse al plato principal: Turquía.
Según Katinka Barysch, directora de la sección económica del Centro para la Reforma Europea de Londres, Rumania no constituye, para los presidentes de gobierno de Europa, realmente una "nueva" ampliación. "Rumania y Bulgaria forman parte de los otros países de Europa Central y del Este que fueron admitidos este año", dice. Por eso las condiciones que se puso a Rumania deben compararse mejor con las que se puso a esos países, y no a Turquía. Y entonces se observa que algunas condiciones son más pesadas que las que impusieron por ejemplo Checoslovaquia. "Rumania no puede contentarse con anunciar que las leyes serán adaptadas. Esas leyes deben estar adaptadas antes de que pueda ser miembro de la UE".
Barysch opina también que no se trata de aplicar un doble rasero. "La UE aprende de los errores del pasado. Por eso las exigencias con cada nueva ampliación son más duras que las anteriores". La gran diferencia entre las futuras negociaciones con Turquía y la ronda anterior de ampliaciones es según ella que los turcos no tendrán que negociar con la Comisión Europea sino con los gobiernos de los 25 países miembros. Eso significa que cualquier país miembro en principio puede detener las negociaciones.
Otra gran diferencia con las ampliaciones anteriores es la introducción de una cláusula de exención permanente de la libertad de movimiento de las personas. En contradicción con otros ciudadanos de la UE, los turcos no podrán trabajar en todas partes. "Absurdo", dice Barysch. "Debido al envejecimiento de Europa, la UE necesitará cada vez más a los turcos". Cree que la UE comete en esto un gran error. "Es una postura defensiva, mientras que justamente deberían enfatizarse las ventajas del ingreso de Turquía".
Barysch confía en que el tiempo haga su trabajo. Entre el inicio de las negociaciones con Turquía y la integración efectiva hay al menos diez años. Y quizás más. Porque después de las ampliaciones anteriores la UE no fija una fecha definitiva. Como dijo el euro-parlamentario finés Olli Rehn esta semana sobre "la lección" de Rumania: "No se fijará un programa de trabajo si no se está seguro de que se puede cumplir".
12 de diciembre de 2004
©nrc-handelsblad
©traducción mQh
0 comentarios