en libertad criminales serbios
[Peter Michielsen] Dos serbios acusados de crímenes de guerra pueden esperar su proceso en libertad en Belgrado, decidió el tribunal sobre Yugoslavia. Su regreso provisional es considerado por algunos como un "increíble error".
Rótterdam, Holanda. Jovica Stanisic y Franco Simatovic están de regreso en casa en Belgrado: los dos acusados de crímenes de guerra llegaron a Belgrado desde La Haya después de que el tribunal sobre Yugoslavia, muy contra la voluntad de la fiscal principal Carla del Ponte, decidiera que pueden esperar en Serbia hasta el inicio de su proceso.
El tribunal sobre Yugoslavia ha otorgado a menudo a acusados que esperar el inicio de sus procesos en sus propios países. Se trata por lo general, no siempre, de peces pequeños. Los gobiernos de sus países dan garantías de que volverán a La Haya una vez que comiencen los procesos.
Jovica Stanisic no es un acusado corriente de crímenes de guerra. No es un Rambo, no es un ex jefe de milicia, y no es un antiguo comandante del ejército. Las reacciones en Belgrado también están lejos de ser las habituales. Todos los diarios más importantes y radios y canales de televisión dedicaron ayer comentarios al regreso provisional de los acusados. Y no fueron los únicos.
Stanisic fue desde mediados de 1991, cuando comenzaron las guerras en la antigua Yugoslavia, hasta fines de 1998, cuando estalló la guerra en Kosovo y comenzó el fin del régimen de Slobodan Milosevic, jefe del poderoso servicio secreto de la policía serbia, el SDB. Franco Simatovic fue durante largo tiempo al adjunto de Stanisic. Fue también el primer comandante de los Boinas Rojas, una unidad secreta de la policía serbia cuyos líderes más importantes formaron más tarde el núcleo de la banda de mafiosos Zemun y que en 2000 asesinaron al ex presidente Ivan Stambolic y en marzo de 2003 al premier Zoran Djindjic. Stanisic y Simatovic fueron arrestados tras el asesinato del premier Djindjic y entregados poco después por el gobierno serbio al tribunal sobre Yugoslavia, que los sospecha de crímenes de guerra durante las guerras de Croacia y Bosnia. En su propio país no han sido acusados de nada, aunque fueron detenidos por su supuesta participación en el asesinato de Djindjic.
En los años noventa Stanisic era de hecho la segunda autoridad del país, luego de Milosevic. Tenía una enorme influencia sobre el presidente, y no siempre fue negativa: fue Stanisic el que a fines de 1996 convenció a Milosevic que no usara la violencia contra la oposición que llevaba meses reclamando la victoria en las elecciones locales y que convenció a Milosevic a principios de 1997 que la reconociera. Su influencia sobre Milosevic le ganó la enemistad de la poderosa mujer de Milosevic, Mira Markovic, la fuerza detrás del despido de Jovica Stanisic en 1998. Luego de la caída de Milosevic -también en ella jugó Stanisic un importante papel- su influencia comenzó a decaer cuando envió a uno de sus agentes secretos a ver al sucesor de Milosevic, el presidente (ahora premier) Vojislav Kostunica, con el mensaje de que había estrechos lazos entre algunos ministros de Kostunica y la banda de delincuentes Zemun. El agente fue asesinado.
La traición' de Stanisic condujo a su caída y causó la alarma entre los políticos de los partidos de gobierno y de la oposición que estuvieron directa o indirectamente implicados con el régimen de Milosevic en las milicias de la guerra, las operaciones de contrabando con las que se eludieron las sanciones, los crímenes de guerra, las estrechas relaciones entre la política y la mafia. Tras el asesinato de Djindjic la justicia les arrestó rápidamente, a Stanisic y su antiguo adjunto, y entregó a La Haya: los dos sabían demasiado de todos, sabían precisamente qué políticos tenían un pasado sucio y quiénes de esos políticos estaban implicados en la era de Milosevic.
En Belgrado se asume que los dos deben su liberación a presiones estadounidenses. La revista NIN escribe que los americanos se quedaron con una buena impresión de Stanisic desde que este, a fines de 1996 y principios de 1997, impidiera un baño de sangre sobre la pelea en torno a los resultados de las elecciones locales. Según NIN a los estadounidenses les habría gustado que Stanisic sucediera a Milosevic. La revista Evropa escribe que la CIA buscó incluso asistencia jurídica para el colega serbio encarcelado una vez que este llegó a La Haya.
Los medios de comunicación serbios ven subir el barómetro político en Belgrado como consecuencia de la liberación provisional de Stanisic: este todavía tiene mucha influencia en el ejército y la policía. Y sabe todo. Los políticos incorrectos, tanto del antiguo bando de Milosevic como de la antigua oposición, no podrán -según el boletín de noticias VIP- dormir tranquilos.
Pero no son los únicos. Natasa Kandic, la más importante activista serbia por los derechos humanos, tampoco duerme tranquila. Teme lo peor: el regreso de los dos puede tener consecuencias negativas para los procesos contra sus antiguos subalternos -los miembros de los Boinas Rojas que se pasaron a la banda Zemun- que están acusados ahora del asesinato del ex presidente Stambolic y del premier Djindjic. "Lo poco que se ha alcanzado con esos procesos será ahora reducido a nada. Según nuestras informaciones ya han comenzado a intimidar a los testigos. Y los que intimidan trabajan en ministerios, en la policía y en el ejército", según Kandic. La libertad provisional de los dos por el tribunal de La Haya, dijo, "alentará a las fuerzas contra el tribunal" y es "un error increíble".
12 de diciembre de 2004
©nrc-handelsblad
©traducción mQh
El tribunal sobre Yugoslavia ha otorgado a menudo a acusados que esperar el inicio de sus procesos en sus propios países. Se trata por lo general, no siempre, de peces pequeños. Los gobiernos de sus países dan garantías de que volverán a La Haya una vez que comiencen los procesos.
Jovica Stanisic no es un acusado corriente de crímenes de guerra. No es un Rambo, no es un ex jefe de milicia, y no es un antiguo comandante del ejército. Las reacciones en Belgrado también están lejos de ser las habituales. Todos los diarios más importantes y radios y canales de televisión dedicaron ayer comentarios al regreso provisional de los acusados. Y no fueron los únicos.
Stanisic fue desde mediados de 1991, cuando comenzaron las guerras en la antigua Yugoslavia, hasta fines de 1998, cuando estalló la guerra en Kosovo y comenzó el fin del régimen de Slobodan Milosevic, jefe del poderoso servicio secreto de la policía serbia, el SDB. Franco Simatovic fue durante largo tiempo al adjunto de Stanisic. Fue también el primer comandante de los Boinas Rojas, una unidad secreta de la policía serbia cuyos líderes más importantes formaron más tarde el núcleo de la banda de mafiosos Zemun y que en 2000 asesinaron al ex presidente Ivan Stambolic y en marzo de 2003 al premier Zoran Djindjic. Stanisic y Simatovic fueron arrestados tras el asesinato del premier Djindjic y entregados poco después por el gobierno serbio al tribunal sobre Yugoslavia, que los sospecha de crímenes de guerra durante las guerras de Croacia y Bosnia. En su propio país no han sido acusados de nada, aunque fueron detenidos por su supuesta participación en el asesinato de Djindjic.
En los años noventa Stanisic era de hecho la segunda autoridad del país, luego de Milosevic. Tenía una enorme influencia sobre el presidente, y no siempre fue negativa: fue Stanisic el que a fines de 1996 convenció a Milosevic que no usara la violencia contra la oposición que llevaba meses reclamando la victoria en las elecciones locales y que convenció a Milosevic a principios de 1997 que la reconociera. Su influencia sobre Milosevic le ganó la enemistad de la poderosa mujer de Milosevic, Mira Markovic, la fuerza detrás del despido de Jovica Stanisic en 1998. Luego de la caída de Milosevic -también en ella jugó Stanisic un importante papel- su influencia comenzó a decaer cuando envió a uno de sus agentes secretos a ver al sucesor de Milosevic, el presidente (ahora premier) Vojislav Kostunica, con el mensaje de que había estrechos lazos entre algunos ministros de Kostunica y la banda de delincuentes Zemun. El agente fue asesinado.
La traición' de Stanisic condujo a su caída y causó la alarma entre los políticos de los partidos de gobierno y de la oposición que estuvieron directa o indirectamente implicados con el régimen de Milosevic en las milicias de la guerra, las operaciones de contrabando con las que se eludieron las sanciones, los crímenes de guerra, las estrechas relaciones entre la política y la mafia. Tras el asesinato de Djindjic la justicia les arrestó rápidamente, a Stanisic y su antiguo adjunto, y entregó a La Haya: los dos sabían demasiado de todos, sabían precisamente qué políticos tenían un pasado sucio y quiénes de esos políticos estaban implicados en la era de Milosevic.
En Belgrado se asume que los dos deben su liberación a presiones estadounidenses. La revista NIN escribe que los americanos se quedaron con una buena impresión de Stanisic desde que este, a fines de 1996 y principios de 1997, impidiera un baño de sangre sobre la pelea en torno a los resultados de las elecciones locales. Según NIN a los estadounidenses les habría gustado que Stanisic sucediera a Milosevic. La revista Evropa escribe que la CIA buscó incluso asistencia jurídica para el colega serbio encarcelado una vez que este llegó a La Haya.
Los medios de comunicación serbios ven subir el barómetro político en Belgrado como consecuencia de la liberación provisional de Stanisic: este todavía tiene mucha influencia en el ejército y la policía. Y sabe todo. Los políticos incorrectos, tanto del antiguo bando de Milosevic como de la antigua oposición, no podrán -según el boletín de noticias VIP- dormir tranquilos.
Pero no son los únicos. Natasa Kandic, la más importante activista serbia por los derechos humanos, tampoco duerme tranquila. Teme lo peor: el regreso de los dos puede tener consecuencias negativas para los procesos contra sus antiguos subalternos -los miembros de los Boinas Rojas que se pasaron a la banda Zemun- que están acusados ahora del asesinato del ex presidente Stambolic y del premier Djindjic. "Lo poco que se ha alcanzado con esos procesos será ahora reducido a nada. Según nuestras informaciones ya han comenzado a intimidar a los testigos. Y los que intimidan trabajan en ministerios, en la policía y en el ejército", según Kandic. La libertad provisional de los dos por el tribunal de La Haya, dijo, "alentará a las fuerzas contra el tribunal" y es "un error increíble".
12 de diciembre de 2004
©nrc-handelsblad
©traducción mQh
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