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dos películas sobre la vida bajo el terror


[Max Boot] Dos filmes sobre la vida bajo el terror en Afganistán e Iraq durante Hussein y la tortuosa opinión del autor que cree que eso justifica las torturas de Abu Ghraib y el saqueo de Halliburton en Iraq.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Frank Capra hizo una serie de películas tituladas ‘Why We Fight' [Por qué luchamos] para convencer a los norteamericanos que apoyaran la guerra. Imaginen a un cineasta haciendo eso hoy. En realidad, es imposible de imaginar. Holywood prefiere mantenerse alejado de la guerra contra el terrorismo (la versión cinematográfica de ‘The Sum of All Fears' [La suma de todos los temores], de Tom Clancy, cambió a los malvados extremistas musulmanes por neo-nazis), o utilizarla, incluso en su forma previa al 11 de septiembre de 2001, como una pieza moralizadora para advertir sobre la pérdida de las libertades civiles (véase ‘The Siege' [El asedio], con Denzel Washington).
La comunidad cinematográfica -cuyas exquisitas sensibilidades se ven regularmente escandalizadas por el tratamiento de los peces flecheros- no puede siquiera entusiasmarse con el asesinato de un cineasta holandés, a manos de un fanático musulmán. ¿Dónde están las manifestaciones y actos en memoria del asesinato de Theo van Gogh?
La falta de coraje no debería sorprendernos, porque la película más exitosa sobre la guerra contra el terrorismo podría muy bien haberse titulado ‘Por qué no deberíamos ir a la guerra'. Me refiero, por supuesto, a ‘Fahrenheit 9/11', que insinúa melosamente que el gobierno de Bush representa una amenaza mayor para el mundo que Osama bin Laden o Saddam Hussein alguna vez.
Algunos conservadores han producido sus propios documentales en respuesta a la grotesca mendacidad de Michael Moore, pero la mejor respuesta proviene de dos películas honestas e imparciales, que describen aspectos diferentes de la lucha actual. Si quiere saber por qué estamos peleando, vea la película ‘Osama' y el documental ‘Voices of Iraq'.
‘Osama', la primera película hecha en un Afganistán liberado, empieza con una escena en que policías talibanes reprimen una demostración de mujeres envueltas en burkas, indignadas por su imposibilidad de trabajar. La acción se traslada luego a un hospital que está siendo clausurado, y donde se despide a una doctora. Sin un hombre que provea por la familia -su marido y su hermano han sido asesinados-, teme morir de hambre. Así que le corta el pelo a su hijita de 12 años y la envía a trabajar disfrazada de niño -de nombre, Osama.
El estilo sobrio del director y escritor Siddiq Barmak muestra convincentemente el horror de la vida día a día durante el régimen de los talibanes. Marina Golbahari, una huérfana de la calle cuyo padre fue detenido por los talibanes en la vida real, representa el papel de la protagonista con una autenticidad que ninguna actriz podría llegar a igualar.
Finalmente, la mascarada de Osama queda al descubierto y debe enfrentarse al horripilante castigo de un tribunal islámico. El final, que no os contaré, es como para hacer temblar a cualquiera -y dar las gracias a las tropas estadounidenses que derrocaron a los talibanes. Sin embargo, no recuerdo ni a una sola feminista de Hollywood expresando gratitud hacia los militares norteamericanos o hacia su comandante en jefe por la liberación de las mujeres afganas. Sin duda, Streisand, Sarandon y Compañía estaban demasiado ocupadas vituperando contra los horrores cometidos por John Ashcroft.
‘Voices of Iraq' es uno de los documentales más impresionantes que he visto en mi vida. La mayoría del metraje fue obtenido repartiendo 150 cámaras digitales a iraquíes corrientes para que filmaran sus propias vidas e ideas desde abril a septiembre de 2004.
Al principio de la película se yuxtaponen irónicamente los titulares de un diario estadounidense -‘Miedo a las Milicias Hace que Iraquíes Se Queden en Casa'- con la toma de una ajetreada calle. A medida que se desarrolla la película, vemos orgullosos licenciados universitarios con birretes, niños nadando en el río y haciendo cabriolas, y todos cautivados por las hazañas del equipo de fútbol iraquí en los Juegos Olímpicos. En otras palabras, vemos cómo los terroristas fracasan en interrumpir el lento y difícil progreso de Iraq hacia la normalidad.
Mientras ‘Fahrenheit 9/11' presenta un Iraq de preguerra como un lugar idílico donde los niños jugueteaban con cometas, ‘Voices of Iraq' muestra la terrible realidad: los matones de Hussein empujando a prisioneros desde edificios, violando a niñas, masacrando a los kurdos. Un horripilante video (filmado por la propia gente de Hussein) muestra cómo le cortan la mano a un hombre por el delito de haber sido sorprendido con un billete de cinco dólares norteamericanos. Un sobreviviente de las cámaras de tortura de Hussein arroja luz sobre los maltratos norteamericanos a prisioneros en Abu Ghraib: Los norteamericanos, dice, "aplican torturas suaves".
Algunos iraquíes dicen que dada la actual situación de violencia, preferirían volver a los viejos días de estabilidad con Saddam, pero la mayoría de ellos están encantados con la libertad recuperada. "Ahora", dice una mujer, "hay oportunidades y esperanzas".
Los productores Eric Mannes, Archie Drury y Martin Kunert merecen un Oscar por este revelador documental. Pero no es probable que lo reciban, porque eso requeriría que Hollywood reconociera que en la ocupación de Iraq hay más que los malignos planes de Halliburton y los neoconservadores.

6 de enero de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

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