atrocidades de dictadura argentina
Aunque ahora lo niega, Scilingo detalló partos clandestinos. El ex marino argentino describió el sistema de robo de bebés nacidos en la ESMA en su confesión de 1997 ante el juez Garzón, y que hoy escuchó en Madrid en el quinto día de su juicio por genocidio.
Madrid, España. Sentado frente al tribunal de la Audiencia Nacional, principal instancia penal española, que lo juzga desde el 14 de enero, bebiendo cada tanto agua con azúcar debido a la huelga de hambre que dice cumplir desde el 8 de diciembre o consultando papeles, Adolfo Scilingo escuchó parte de la confesión que el 8 y el 9 de octubre de 1997 hizo al juez español, de la que se retractó poco después y nuevamente esta semana.
En esa confesión, el ex capitán de corbeta afirmaba que durante su paso por la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) entre 1977 y 1978, "estaba enterado de todo" lo que ocurría en ese centro clandestino de detención del régimen militar argentino.
"Yo almorzaba y cenaba con todos en la cámara de oficiales, estuve un año comiendo con ellos", decía Scilingo en aquella confesión grabada, de la cual el jueves se escucharon tres horas.
En esas ocasiones se enteraba de que había nacido un bebé, ejemplificaba Scilingo hace siete años.
Le constaban tres nacimientos: "el de María Marta Vázquez de Ocampo, el de Cecilia Viñas y el de una chica de apellido Fontana", relataba, según la grabación escuchada en la primera sesión de hoy.
El ex marino, que ahora tiene 58 años, explicaba que había "un registro" de bebés nacidos en cautiverio y que "las familias de marinos que quisieran adoptarlos debían conectarse con el grupo de tareas" y en particular al capitán de fragata Jorge "Tigre" Acosta, que era quien llevaba "la voz cantante" en ese asunto.
Aunque también estaban al tanto de los nacimientos el almirante Rubén Chamorro, jefe de la ESMA, el capitán de navío Jorge Vildoza y el entonces comandante en jefe de la Armada, Emilio Massera, añadió.
En la ESMA existía "un plan preconcebido" para que los bebés fueran entregados a familias de la marina con el fin de que "no se contaminaran", explicaba Scilingo, en una confesión en la cual también brindó detalles del funcionamiento de los grupos de tareas, del organigrama de la ESMA, del robo de automóviles de los detenidos y del expolio de sus bienes.
"Le consta que hubo listas y controles de apropiaciones de niños en la ESMA?", le preguntó entonces el juez Garzón a Scilingo. "Sí, hubo registros", respondía el ex militar, encarcelado una primera vez en España entre 1997 y 1998, y a partir de 2001 para evitar el riesgo de que se fugara.
Pero siete años después, Scilingo niega todo aquello.
"Puede ser que haya escuchado de un parto (en la ESMA)", afirmó Scilingo el miércoles, al ser interrogado por los abogados de la acusación, que probablemente el viernes llamarán al estrado al periodista argentino Horacio Verbitsky, autor del libro "El vuelo", sobre los vuelos de la muerte, en los que también dijo participar Scilingo, pero luego lo negó.
Según organismos de derechos humanos, más de 500 niños fueron robados a familias de desaparecidos durante la dictadura argentina, muchos de ellos nacidos en cautiverio. Unos 30 podrían estar viviendo en España, según la organización HIJOS.
Siempre según aquella confesión, Scilingo afirmaba que siendo la ESMA "una organización militar, de cada persona se hacía una ficha con el número de la persona, desde que ingresaba hasta que se iba".
Estas tarjetas, que cifró en "5.500" Y que fueron "microfilmadas en tres rollos", eran manejadas por los miembros de inteligencia de la ESMA, por donde pasaron 5.000 de los 30.000 desaparecidos de la dictadura, según entidades humanitarias.
En esa confesión, el ex marino afirmaba que sabía de la desaparición de la sueca Dagmar Hagelin y de las dos monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet, o que asistió a una sesión de tortura.
Scilingo, primer ex represor argentino que es juzgado en presencia en un tribunal extranjero, se enfrenta a 6.626 años de cárcel por delitos de genocidio en concurso con 30 delitos de asesinato, 93 de lesiones, 255 de terrorismo y 286 de torturas.
Partes de la confesión seguían escuchándose en la segunda sesión de hoy, iniciada pasadas las 16H30 locales (15H30 GMT).
Desde el lunes, cuando empezaron los interrogatorios de la acusación, el ex marino insiste en que dijo "tres millones de disparates" por "odio y venganza" hacia Massera. "A partir del momento en que me procesan, decidí decir la verdad" y negar todo lo que había dicho anteriormente, afirmó el ayer.
20 de enero de 2005
©infobae
En esa confesión, el ex capitán de corbeta afirmaba que durante su paso por la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) entre 1977 y 1978, "estaba enterado de todo" lo que ocurría en ese centro clandestino de detención del régimen militar argentino.
"Yo almorzaba y cenaba con todos en la cámara de oficiales, estuve un año comiendo con ellos", decía Scilingo en aquella confesión grabada, de la cual el jueves se escucharon tres horas.
En esas ocasiones se enteraba de que había nacido un bebé, ejemplificaba Scilingo hace siete años.
Le constaban tres nacimientos: "el de María Marta Vázquez de Ocampo, el de Cecilia Viñas y el de una chica de apellido Fontana", relataba, según la grabación escuchada en la primera sesión de hoy.
El ex marino, que ahora tiene 58 años, explicaba que había "un registro" de bebés nacidos en cautiverio y que "las familias de marinos que quisieran adoptarlos debían conectarse con el grupo de tareas" y en particular al capitán de fragata Jorge "Tigre" Acosta, que era quien llevaba "la voz cantante" en ese asunto.
Aunque también estaban al tanto de los nacimientos el almirante Rubén Chamorro, jefe de la ESMA, el capitán de navío Jorge Vildoza y el entonces comandante en jefe de la Armada, Emilio Massera, añadió.
En la ESMA existía "un plan preconcebido" para que los bebés fueran entregados a familias de la marina con el fin de que "no se contaminaran", explicaba Scilingo, en una confesión en la cual también brindó detalles del funcionamiento de los grupos de tareas, del organigrama de la ESMA, del robo de automóviles de los detenidos y del expolio de sus bienes.
"Le consta que hubo listas y controles de apropiaciones de niños en la ESMA?", le preguntó entonces el juez Garzón a Scilingo. "Sí, hubo registros", respondía el ex militar, encarcelado una primera vez en España entre 1997 y 1998, y a partir de 2001 para evitar el riesgo de que se fugara.
Pero siete años después, Scilingo niega todo aquello.
"Puede ser que haya escuchado de un parto (en la ESMA)", afirmó Scilingo el miércoles, al ser interrogado por los abogados de la acusación, que probablemente el viernes llamarán al estrado al periodista argentino Horacio Verbitsky, autor del libro "El vuelo", sobre los vuelos de la muerte, en los que también dijo participar Scilingo, pero luego lo negó.
Según organismos de derechos humanos, más de 500 niños fueron robados a familias de desaparecidos durante la dictadura argentina, muchos de ellos nacidos en cautiverio. Unos 30 podrían estar viviendo en España, según la organización HIJOS.
Siempre según aquella confesión, Scilingo afirmaba que siendo la ESMA "una organización militar, de cada persona se hacía una ficha con el número de la persona, desde que ingresaba hasta que se iba".
Estas tarjetas, que cifró en "5.500" Y que fueron "microfilmadas en tres rollos", eran manejadas por los miembros de inteligencia de la ESMA, por donde pasaron 5.000 de los 30.000 desaparecidos de la dictadura, según entidades humanitarias.
En esa confesión, el ex marino afirmaba que sabía de la desaparición de la sueca Dagmar Hagelin y de las dos monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet, o que asistió a una sesión de tortura.
Scilingo, primer ex represor argentino que es juzgado en presencia en un tribunal extranjero, se enfrenta a 6.626 años de cárcel por delitos de genocidio en concurso con 30 delitos de asesinato, 93 de lesiones, 255 de terrorismo y 286 de torturas.
Partes de la confesión seguían escuchándose en la segunda sesión de hoy, iniciada pasadas las 16H30 locales (15H30 GMT).
Desde el lunes, cuando empezaron los interrogatorios de la acusación, el ex marino insiste en que dijo "tres millones de disparates" por "odio y venganza" hacia Massera. "A partir del momento en que me procesan, decidí decir la verdad" y negar todo lo que había dicho anteriormente, afirmó el ayer.
20 de enero de 2005
©infobae
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