reparaciones para viudas en iraq
[David Zucchino] Estados Unidos repara pérdidas iraquíes con limosnas. Las reparaciones monetarias por muertes, heridas o daños son gestos de buena voluntad y no implican culpabilidad, dicen oficiales.
Bakuba, Iraq. Todos los miércoles y jueves se forma una larga cola de deudos y afectados en el polvoriento camino junto al fortificado recinto militar estadounidense aquí.
Hombres y mujeres iraquíes, y ocasionalmente niños, esperan bajo la cegadora luz del sol o bajo la lúgubre lluvia para pedir reparaciones a los militares estadounidenses. Sus casos van de lo trágico a lo mundano:
Una esposa dice que su marido murió durante una operación de combate norteamericana. Un padre informa que su hijo perdió un brazo en un tiroteo estadounidense. Mataron a las vacas de un granjero, una casa fue devastada, un coche convertido en ruinas, ventanas quebradas.
Un solicitante con suficiente perseverancia puede esperar varias horas para ser checado y luego escoltado al otro lado del alambre de púas y barreras antiexplosivas para hablar con un agente jurídico militar. En más de la mitad de los casos en todo el país, dicen los agentes jurídicos, se otorga un pago en dinero -hasta 2.500 dólares por una muerte, 1.500 dólares por lesiones y 500 dólares por daños a la propiedad.
Bajo el informal programa de desembolsos de condolencia' lanzado a mediados de 2003, los militares estadounidense no pretenden compensar a los iraquíes por sus pérdidas. No reconoce culpabilidad ni reconocen responsabilidad ni negligencia. Solamente dice, en efecto: "Comprendemos su dolor", como lo puso un agente juez abogado y agente.
Muchos agentes jurídicos dicen que un pago de condolencia es un gesto que expresa simpatía en términos concretos.
"El objetivo del programa no es indemnizar por algo, sino reconocer que ha habido una tragedia o algún tipo de daño", dijo el capitán Emily Schiffer, jefe de ley administrativa para la Primera División de Caballería del Ejército. "Es una expresión de simpatía y condolencia a la familia. Obviamente, es una buena cosa construir puentes que acorten la distancia entre las dos partes".
Por su propia naturaleza, el programa es arbitrario y desigual. Muchos iraquíes no están conscientes de esto, y no todos tienen los medios de llegar al área de procesamiento de solicitudes norteamericana o reunir las evidencias necesarias. El peso de la prueba recae en los iraquíes, la decisión final la toma un comandante norteamericano, y no hay apelación.
Los daños causados a civiles ha sido un tema delicado y volátil en Estados Unidos en sus operaciones en Afganistán e Iraq. El Pentágono se ha negado a recoger datos sobre las bajas civiles, aunque algunos grupos de derechos humanos calculan el número combinado de muertos y heridos en los dos países en algunas decenas de miles.
Cientos de iraquíes han sido matados o heridos en puestos de control militares o mientras compartían camino con convoyes militares. Debido a la frecuencia de los atentados con coches-bomba y a las explosiones de bombas improvisadas en la calle, los soldados estadounidenses se muestran cautelosos de vehículos que se acercan. En muchos casos, los civiles han sido atacados después de no obedecer los gritos y disparos de advertencia que exigen las reglas militares de combate. En algunos casos, los civiles se han asustado y arrancado a toda velocidad al oír los disparos.
El resentimiento anti-norteamericano es alto entre muchos iraquíes, especialmente en las áreas sunníes. Hafiz Abdullah, 40, se quejó de la "histérica" reacción norteamericana ante coches y transeúntes en Muqdadiya, una plaza fuerte de la resistencia.
"Nos tratan muy mal, y no parece que esos soldados sean de algún país civilizado", dijo.
Pero Ibrahim Makoter, 43, que dijo que su coche se había volcado y estaba muy dañado cuando fue chocado por un vehículo blindado norteamericano en Bagdad en agosto, dijo que estaba complacido de la respuesta americana. Dijo que un policía militar norteamericano enderezó el coche, pidió excusas y le dijo que presentara una solicitud. Un mes después de eso, le pagaron en dinero contante.
"Es algo a lo que no estamos habituados", dijo Makoter.
Los pagos de condolencias llegan sólo a una parte de las familias que han tenido pérdidas desde que los militares norteamericanos invadieran Iraq en marzo de 2003. Con todo, el programa rinde tributo a la tradición tribal de compensación' por las pérdidas de vida o propiedad.
"La vemos como un instrumentos de relaciones públicas -una especie de tipo de pagos para que no nos guarden rencor", dijo el mayor John Moore, un agente jurídico del Ejército norteamericano a cargo del procesamiento de solicitudes en la Base Operativa de Avanzada Warhorse [Caballo de Guerra] en las afueras de Bakuba, a unos 50 kilómetros al norte de Bagdad. "No se trata de volver a que sean como antes, sino de aliviar en algo sus penurias".
El programa es tan informal y descentralizado que es difícil obtener las cifras totales pagadas. Un portavoz del Ejército dijo que de mediados de 2003 a mediados de 2004 se habían pagado unos 2.2 millones de dólares, pero no pudo encontrar cifras actuales -o el número de demandas presentadas o aprobadas. Un oficial del despacho del controlador del Ejército en Bagdad dijo que desde junio se han pagado en el gran Bagdad unos 450.000 dólares.
El programa no fue iniciado por los militares, que guarda cuidado de no sentar ningún precedente que pudiera ser interpretado como un reconocimiento de responsabilidad por las bajas civiles. Los pagos empezaron como respuesta a leyes introducidas en abril de 2003 por el senador Patrick J. Leahy (demócrata, Vermont) y aprobadas como parte de un paquete de ayuda humanitaria a Iraq de 2.5 billones de dólares.
La legislación especifica que los pagos no son ni compensación ni reparación. Las solicitudes presentadas por ciudadanos extranjeros contra los militares norteamericanos son normalmente procesadas bajo la Ley de Demandas Extranjeras. Pero esa ley, que permite pagos en casos de negligencia, excluye toda demanda que se derive del combate.
Los pagos de condolencia ofrecen un modo de eludir la ley, dijo el capitán Darren Pohlmann, un abogado contratado con la Tercera División de Infantería.
"No se trata de responsabilidad o negligencia", dijo. "Esta es una situación de combate, hay una guerra ahí fuera, y desafortunadamente a veces la gente queda entre fuegos cruzados".
No todos los reembolsos fueron hechos por pérdidas provocadas por acciones norteamericanas. Schiffer dijo que se había pagado a la viuda de un empleado iraquí de una base norteamericana que fue asesinado por los insurgentes. Y en Muqdadiya, al centro norte de Iraq, el teniente coronel Roger Cloutier, dijo que pagaría a la viuda de un sargento mayor del ejército iraquí asesinado.
Los desembolsos fueron aprobados por comandantes locales después de ser revisados por agentes jurídicos. El dinero proviene del Programa de Respuesta a Emergencia del comandante, que los oficiales usan para financiar proyectos locales.
Dhia Mohammed, un estudiante universitario, llegó el 16 de febrero al Campo Caballo de Guerra a quejarse de que su Hyundia de 1993 había sido estropeado por un todoterrenos Humvee norteamericano en Navida. Mohammed entregó una impresionante cantidad de detalles -más que la mayoría de los solicitantes, dijo Moore, y más incluso que en algunos casos de muerte.
Mohammed tenía un informe policial iraquí con bosquejos. Tenía seis fotos en color del parachoques abollado y la ventana trasera rota. Y una estimación de los daños de un mecánico local por un valor de 893 dólares -con copias en árabe y en una barroca letra inglesa.
Los documentos explicaban que "enviamos a su excelencia al testigo Ali Mamduah, mecánico, esperando que se aprueben sus dichos judicialmente y se emita una decisión adecuada".
Como todas las peticiones, dijo Moore, la de Mohammed sería contrastada con archivos militares para verificar si tropas norteamericanas habían realizado operaciones en ese lugar y tiempo específico. Los soldados deben reportar todos los casos de bajas civiles, lesiones o pérdidas de propiedad.
La investigación no se acerca al rigor de las demandas por daños en tribunales norteamericanos, dijo Moore, que era abogado penal antes de unirse a los militares.
"Estas son condiciones en tiempos de guerra", dijo. "No podemos ir al garaje de Abdullah a chequear que su estimación no esté exageradamente inflada".
Sábado por medio, dijo Moore, su personal realiza un peligroso viaje desde la base a una oficina en el centro de Bakuba para hacer los pagos -entre 10.000 y 25.000 dólares en un día típico. En algunos casos, usualmente involucrando muertes, los desembolsos son hechos en la casa del solicitante para mostrar simpatía y respeto, dijo Schiffer.
En el caso del destrozado Hyundia de Dhia Mohammed, Moore dijo que el desembolso sería probablemente aprobado cuando se verificara el incidente.
"Pero no recibirá 893 dólares", dijo Moore. "Recibirá 200 o 300 dólares".
11 de marzo de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
Hombres y mujeres iraquíes, y ocasionalmente niños, esperan bajo la cegadora luz del sol o bajo la lúgubre lluvia para pedir reparaciones a los militares estadounidenses. Sus casos van de lo trágico a lo mundano:
Una esposa dice que su marido murió durante una operación de combate norteamericana. Un padre informa que su hijo perdió un brazo en un tiroteo estadounidense. Mataron a las vacas de un granjero, una casa fue devastada, un coche convertido en ruinas, ventanas quebradas.
Un solicitante con suficiente perseverancia puede esperar varias horas para ser checado y luego escoltado al otro lado del alambre de púas y barreras antiexplosivas para hablar con un agente jurídico militar. En más de la mitad de los casos en todo el país, dicen los agentes jurídicos, se otorga un pago en dinero -hasta 2.500 dólares por una muerte, 1.500 dólares por lesiones y 500 dólares por daños a la propiedad.
Bajo el informal programa de desembolsos de condolencia' lanzado a mediados de 2003, los militares estadounidense no pretenden compensar a los iraquíes por sus pérdidas. No reconoce culpabilidad ni reconocen responsabilidad ni negligencia. Solamente dice, en efecto: "Comprendemos su dolor", como lo puso un agente juez abogado y agente.
Muchos agentes jurídicos dicen que un pago de condolencia es un gesto que expresa simpatía en términos concretos.
"El objetivo del programa no es indemnizar por algo, sino reconocer que ha habido una tragedia o algún tipo de daño", dijo el capitán Emily Schiffer, jefe de ley administrativa para la Primera División de Caballería del Ejército. "Es una expresión de simpatía y condolencia a la familia. Obviamente, es una buena cosa construir puentes que acorten la distancia entre las dos partes".
Por su propia naturaleza, el programa es arbitrario y desigual. Muchos iraquíes no están conscientes de esto, y no todos tienen los medios de llegar al área de procesamiento de solicitudes norteamericana o reunir las evidencias necesarias. El peso de la prueba recae en los iraquíes, la decisión final la toma un comandante norteamericano, y no hay apelación.
Los daños causados a civiles ha sido un tema delicado y volátil en Estados Unidos en sus operaciones en Afganistán e Iraq. El Pentágono se ha negado a recoger datos sobre las bajas civiles, aunque algunos grupos de derechos humanos calculan el número combinado de muertos y heridos en los dos países en algunas decenas de miles.
Cientos de iraquíes han sido matados o heridos en puestos de control militares o mientras compartían camino con convoyes militares. Debido a la frecuencia de los atentados con coches-bomba y a las explosiones de bombas improvisadas en la calle, los soldados estadounidenses se muestran cautelosos de vehículos que se acercan. En muchos casos, los civiles han sido atacados después de no obedecer los gritos y disparos de advertencia que exigen las reglas militares de combate. En algunos casos, los civiles se han asustado y arrancado a toda velocidad al oír los disparos.
El resentimiento anti-norteamericano es alto entre muchos iraquíes, especialmente en las áreas sunníes. Hafiz Abdullah, 40, se quejó de la "histérica" reacción norteamericana ante coches y transeúntes en Muqdadiya, una plaza fuerte de la resistencia.
"Nos tratan muy mal, y no parece que esos soldados sean de algún país civilizado", dijo.
Pero Ibrahim Makoter, 43, que dijo que su coche se había volcado y estaba muy dañado cuando fue chocado por un vehículo blindado norteamericano en Bagdad en agosto, dijo que estaba complacido de la respuesta americana. Dijo que un policía militar norteamericano enderezó el coche, pidió excusas y le dijo que presentara una solicitud. Un mes después de eso, le pagaron en dinero contante.
"Es algo a lo que no estamos habituados", dijo Makoter.
Los pagos de condolencias llegan sólo a una parte de las familias que han tenido pérdidas desde que los militares norteamericanos invadieran Iraq en marzo de 2003. Con todo, el programa rinde tributo a la tradición tribal de compensación' por las pérdidas de vida o propiedad.
"La vemos como un instrumentos de relaciones públicas -una especie de tipo de pagos para que no nos guarden rencor", dijo el mayor John Moore, un agente jurídico del Ejército norteamericano a cargo del procesamiento de solicitudes en la Base Operativa de Avanzada Warhorse [Caballo de Guerra] en las afueras de Bakuba, a unos 50 kilómetros al norte de Bagdad. "No se trata de volver a que sean como antes, sino de aliviar en algo sus penurias".
El programa es tan informal y descentralizado que es difícil obtener las cifras totales pagadas. Un portavoz del Ejército dijo que de mediados de 2003 a mediados de 2004 se habían pagado unos 2.2 millones de dólares, pero no pudo encontrar cifras actuales -o el número de demandas presentadas o aprobadas. Un oficial del despacho del controlador del Ejército en Bagdad dijo que desde junio se han pagado en el gran Bagdad unos 450.000 dólares.
El programa no fue iniciado por los militares, que guarda cuidado de no sentar ningún precedente que pudiera ser interpretado como un reconocimiento de responsabilidad por las bajas civiles. Los pagos empezaron como respuesta a leyes introducidas en abril de 2003 por el senador Patrick J. Leahy (demócrata, Vermont) y aprobadas como parte de un paquete de ayuda humanitaria a Iraq de 2.5 billones de dólares.
La legislación especifica que los pagos no son ni compensación ni reparación. Las solicitudes presentadas por ciudadanos extranjeros contra los militares norteamericanos son normalmente procesadas bajo la Ley de Demandas Extranjeras. Pero esa ley, que permite pagos en casos de negligencia, excluye toda demanda que se derive del combate.
Los pagos de condolencia ofrecen un modo de eludir la ley, dijo el capitán Darren Pohlmann, un abogado contratado con la Tercera División de Infantería.
"No se trata de responsabilidad o negligencia", dijo. "Esta es una situación de combate, hay una guerra ahí fuera, y desafortunadamente a veces la gente queda entre fuegos cruzados".
No todos los reembolsos fueron hechos por pérdidas provocadas por acciones norteamericanas. Schiffer dijo que se había pagado a la viuda de un empleado iraquí de una base norteamericana que fue asesinado por los insurgentes. Y en Muqdadiya, al centro norte de Iraq, el teniente coronel Roger Cloutier, dijo que pagaría a la viuda de un sargento mayor del ejército iraquí asesinado.
Los desembolsos fueron aprobados por comandantes locales después de ser revisados por agentes jurídicos. El dinero proviene del Programa de Respuesta a Emergencia del comandante, que los oficiales usan para financiar proyectos locales.
Dhia Mohammed, un estudiante universitario, llegó el 16 de febrero al Campo Caballo de Guerra a quejarse de que su Hyundia de 1993 había sido estropeado por un todoterrenos Humvee norteamericano en Navida. Mohammed entregó una impresionante cantidad de detalles -más que la mayoría de los solicitantes, dijo Moore, y más incluso que en algunos casos de muerte.
Mohammed tenía un informe policial iraquí con bosquejos. Tenía seis fotos en color del parachoques abollado y la ventana trasera rota. Y una estimación de los daños de un mecánico local por un valor de 893 dólares -con copias en árabe y en una barroca letra inglesa.
Los documentos explicaban que "enviamos a su excelencia al testigo Ali Mamduah, mecánico, esperando que se aprueben sus dichos judicialmente y se emita una decisión adecuada".
Como todas las peticiones, dijo Moore, la de Mohammed sería contrastada con archivos militares para verificar si tropas norteamericanas habían realizado operaciones en ese lugar y tiempo específico. Los soldados deben reportar todos los casos de bajas civiles, lesiones o pérdidas de propiedad.
La investigación no se acerca al rigor de las demandas por daños en tribunales norteamericanos, dijo Moore, que era abogado penal antes de unirse a los militares.
"Estas son condiciones en tiempos de guerra", dijo. "No podemos ir al garaje de Abdullah a chequear que su estimación no esté exageradamente inflada".
Sábado por medio, dijo Moore, su personal realiza un peligroso viaje desde la base a una oficina en el centro de Bakuba para hacer los pagos -entre 10.000 y 25.000 dólares en un día típico. En algunos casos, usualmente involucrando muertes, los desembolsos son hechos en la casa del solicitante para mostrar simpatía y respeto, dijo Schiffer.
En el caso del destrozado Hyundia de Dhia Mohammed, Moore dijo que el desembolso sería probablemente aprobado cuando se verificara el incidente.
"Pero no recibirá 893 dólares", dijo Moore. "Recibirá 200 o 300 dólares".
11 de marzo de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
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