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de populista a paria


[Monte Reel] Gutiérrez bajó en los puntajes de opinión previos a su exilio de 54 a 4 por ciento.
Quito, Ecuador. El ex presidente Lucio Gutiérrez, escondido hasta el viernes en la embajada brasileña con guardias armados custodiando su perímetro, no fue siempre el paria político que esta semana inspiró disturbios callejeros y un voto en el Parlamento para destituirlo.
Luis Macas recuerda cómo Gutiérrez lo convenció antes de las elecciones de 2002 con promesas de reprimir la endémica corrupción de Ecuador y ayudar a las comunidades indígenas a las que pertenece Macas y cerca del 40 por ciento de la población de Ecuador. Macas aceptó el cargo de Gutiérrez como ministro de Agricultura y tenía grandes esperanzas de su gobierno.
Entonces su alianza se rompió, irrevocablemente.
"La ruptura ocurrió precisamente en agosto de 2003", dijo Macas en la sede de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, que él dirige. "Lo peor que hizo fue iniciar negociaciones" con el Fondo Monetario Internacional.
Miles de ecuatorianos sintieron una desilusión similar, aunque sus motivos varían ampliamente. Muchos concordaron en que Gutiérrez se sometió a la presión de prestamistas extranjeros, llevándolo a sacrificar el gasto en programas sociales para abonar la deuda del país. Algunos reprocharon su respaldo al Plan Colombia, la guerra de las fuerzas armadas estadounidenses contra el tráfico de drogas en la vecina Colombia. Algunos dicen que se hizo amiguista; otros, que su propio poder lo tenía intoxicado.
Cualquiera las razones, dejaron de llamarlo populista y empezaron a llamarlo dictador. Los sondeos de opinión locales sugieren que el 54 por ciento que obtuvo en las elecciones de 2002 cayó a 4 por ciento.
El miércoles, la indignación que provocó alimentó la violencia en las calles de la capital. Para muchos el cambio de opinión se extendió a cualquiera asociado con su gobierno.
Vladimir Portilla, 39, un hombre de negocios, estaba parado frente a la embajada brasileña el viernes con un pequeño grupo de manifestantes exigiendo que Gutiérrez fuera detenido en lugar de que se marchara al exilio en Brasil. El miércoles, Portilla, esposa e hijo se encontraban entre los que estaban en la calle exigiendo el derrocamiento de Gutiérrez. Ahora le gustaría que despidieran a todos los miembros del Congreso -incluso a los que votaron para sacar a Gutiérrez.
"Todo lo que queremos es un gobierno que no sea corrupto", dijo Portilla. "La gente de Quito tiene la obligación moral y ética de limpiar el gobierno. No aceptaremos a un dictador, ni por un segundo".
La popularidad de Gutiérrez ha estado erosionándose desde hace más de un año y empezó a tocar fondo en los últimos cuatro meses. En noviembre, sobrevivió apenas un intento de inhabilitación en el Congreso. Luego despidió a la Corte Suprema, acusándola de parcialidad política. Una corte recién nombrada otorgó inmunidad a varios exiliados políticos acusados de corrupción, abriendo este mes la puerta para que retornara a Ecuador el ex presidente Abdala Bucaram.
Los detractores dicen que Gutiérrez hizo un trato con Bucaram, al que Gutiérrez sirvió como militar. Para aplacar a los manifestantes, Gutiérrez volvió a despedir a la Corte Suprema el viernes. Pero las protestas se intensificaron, culminando en el incendio de edificios ministeriales y las golpizas de empleados y funcionarios de gobierno en las calles.
"La clase política está completamente desacreditada", dijo esta semana Paco Moncayo, alcalde de Quito, que dirigió las protestas contra Gutiérrez.
Gutiérrez se refugió en la embajada brasileña el miércoles. Brasil le otorgó asilo político el jueves.
Gutiérrez, un mestizo de una ciudad amazónica a cinco horas al sudeste de Quito, ha dicho que los pobres urbanos y rurales son su base de apoyo. Eduardo Carbajal, 62, dijo que se identificaba con el ex presidente, aunque concedió que Gutiérrez había cometido errores.
"Tiene orígenes humildes, y yo también tengo orígenes humildes", dijo Carbajal. "Yo confiaba en Gutiérrez. Creo que violó la Constitución" al disolver a la Corte Suprema, continuó Carbajal, "pero eso fue porque tenía malos consejeros".
Christian Morales, 17, un indígena ecuatoriano de la ciudad de Otavalo, dijo que él continuaría apoyando a Gutiérrez y oponiéndose a Palacio porque el ex presidente era un hombre de un pueblo provincial que llegó a ser presidente del país -una rareza en un país de 13 millones.
"La mayoría de los presidentes pasados de Ecuador sólo hacían cosas por las ciudades, no por las áreas rurales", dijo Morales. Pero Gutiérrez "no hizo casi nada en las ciudades y trabajaba en pequeñas ciudades".
Esas opiniones comprensivas son raras en Quito, donde se concentraba la mayoría de la oposición. Marta Tigusi, 28, una vendedora callejera indígena de una provincia a cuatro horas al sur de Quito que vende artesanías en un mercado artesanal de Quito. Dijo que aunque ella apoyaba a Gutiérrez cuando fue elegido, ahora lo ve como un hombre que rompió sus promesas.
"Al principio hablaba de los pobres, pero luego tomó el lado de los ricos", dijo. "Entonces perdimos la confianza en él".

Christopher Sacco contribuyó a este reportaje.

27 de abril de 2005
23 de abril de 2005
©washington post
©traducción mQh

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