celia en washington
[Teresa Wiltz] Retrospectiva muestra vida de Celia Cruz desda La Habana hasta el estrellato.
La vida era mucho más dulce con esas fabulosas pelucas de gueto, trapos exagerados y zapatos que no desmerecerían en el vestuario de Imelda. Tanto así que en su velatorio en Miami hubo pausas para que la Reina pudiera cambiarse sus dos últimos trajes. A ella le habría gustado.
Y ahora, casi dod años después de su muerte por un cáncer al cerebro, el Museo Nacional de Historia Americana ha inaugurado la retrospectiva ¡Azúcar! Su Vida, Su Música, Su Camerino', que cubre la carrera de seis décadas de la cantante cubana como una aclamada cantante. Grabó más de 80 discos y recibió cinco Grammys, la Medalla Presidencial de las Artes y tres doctorados honoríficos. Bajo la dirección de la curadora Marvette Pérez, la exposición hará una gira por el país.
Empieza con sus inicios: Nació como Úrsula Hilaria Celia Caridad Cruz Alfonso en 1925 en el vecindario obrero de Santos Juárez en La Habana. Su padre, Simón, quería que fuera maestra. Cantar no era una profesión honorable. Pero lo hizo de todos modos. Hay fotografías de ella cuando era una bebita haciendo pucheros, una seria niña en su primera comunión y una radiante joven cantante de cola de caballo en los años cuarenta, cantando son y rumba, los ritmos nativos de Cuba. Desde ahí, sigue su carrera hacia México y su defección a Estados Unidos.
Hay metraje de su actuación con Tito Puente, el padrino de la salsa nacido en Nueva York que le dio una orquesta. Todo esto se muestra cariñosa y exhaustivamente detallado, con metraje de videos de archivos, nueve trajes, montones de pelucas, sus locos zapatos de plataforma sin taco, fotos nunca publicadas antes, videos musicales y un emocionante documental sobre su vida, de 12 minutos, con Gloria Estefan, Quincy Jones, David Byrne y Johnny Pacheco, entre otros, hablando sobre lo fabulosa que era. (También hay una conmovedora entrevista con su marido de 42 años, Pedro Knight, un hombre claramente desquiciado por la muerte de su esposa, que dice a lo largo de su matrimonio que estaban juntos las "25 horas del día").
Es una exhibición tan completa que es sorprendente y una desilusión que los momentos no tan felices sean pasados por alto. Sí, abandonó Cuba seis meses después de que Fidel Castro se hiciera con el poder. Pero no se explica por qué dejó Cuba, aparte de que la revolución significó un montón de cambios para los músicos. (Y, bueno, claro, para todo el mundo en la isla). Sin embargo, hay una foto de cuando salió de la isla, parada junto al avión que está a punto de abordar. Y se la ve magníficamente irritada, lo que era ajeno a su carácter normalmente optimista. La miras y quieres saber qué pasó. Quizás se encuentra una pista en su canción Cuando salí de Cuba': "Cuando salí de Cuba / Dejé mi vida /Dejé mi amor". (Nunca volvió. Cuando lo intentó, para la muerte de su madre en 1962, pero Castro se negó a dejarla entrar al país, una decisión que rompió su corazón y la endureció en su decisión de no volver nunca).
La exposición sólo menciona de paso los problemas a los que hizo frente en su nueva patria: Hay una copia de su certificado de matrimonio con el trompetista Knight, el amor de su vida. Se casaron en 1962 en Connecticut. Su profesión es "músico"; la de ella, "ama de casa". Para entonces ya era un nombre familiar en toda América Latina y también había actuado en Estados Unidos.
La exhibición también necesitaría algo más de contexto, especialmente en asuntos de raza. Antes de la revolución -y algunos dicen, también después- Cuba era un país dividido por la raza. Como afro-cubana que vivía en un país donde incluso el dictador mulato Fulgencio Batista no podía entrar al Club de Yate de allá, Cruz debe haber sufrido el racismo. Uno de sus primeros actos fue cantar con un grupo de bailarinas llamadas Las Mulatas de Fuego'. También hay fotos de bailarinas de Tropicana, el famoso cabaret, haciendo cabriolas con muñecas de cara negra.
El contexto es necesario porque Cruz se aferraba con gusto a su negritud, a menudo actuando con pelucas afro y túnicas dashiki en los años sesenta y setenta, reconociendo siempre las raíces africanas de su música, pero al mismo tiempo transcendiendo la raza, transformándose, como dijo su agente Omer Padillo-Sid, en "el pasaporte para América Latina", con latinos de todos los colores adorándola con fervor a la par de los fans de los Beatles, Elvis, Madonna y los Rolling Stones.
¡Azúcar! Su Vida, Su Música, Su Camerino', exposición bilingüe en el Museo Nacional Smithsoniano de Historia Americana.
Visite: americanhistory.si.edu/celiacruz.
19 de mayo de 2005
©washington post
©traducción mQh
Y ahora, casi dod años después de su muerte por un cáncer al cerebro, el Museo Nacional de Historia Americana ha inaugurado la retrospectiva ¡Azúcar! Su Vida, Su Música, Su Camerino', que cubre la carrera de seis décadas de la cantante cubana como una aclamada cantante. Grabó más de 80 discos y recibió cinco Grammys, la Medalla Presidencial de las Artes y tres doctorados honoríficos. Bajo la dirección de la curadora Marvette Pérez, la exposición hará una gira por el país.
Empieza con sus inicios: Nació como Úrsula Hilaria Celia Caridad Cruz Alfonso en 1925 en el vecindario obrero de Santos Juárez en La Habana. Su padre, Simón, quería que fuera maestra. Cantar no era una profesión honorable. Pero lo hizo de todos modos. Hay fotografías de ella cuando era una bebita haciendo pucheros, una seria niña en su primera comunión y una radiante joven cantante de cola de caballo en los años cuarenta, cantando son y rumba, los ritmos nativos de Cuba. Desde ahí, sigue su carrera hacia México y su defección a Estados Unidos.
Hay metraje de su actuación con Tito Puente, el padrino de la salsa nacido en Nueva York que le dio una orquesta. Todo esto se muestra cariñosa y exhaustivamente detallado, con metraje de videos de archivos, nueve trajes, montones de pelucas, sus locos zapatos de plataforma sin taco, fotos nunca publicadas antes, videos musicales y un emocionante documental sobre su vida, de 12 minutos, con Gloria Estefan, Quincy Jones, David Byrne y Johnny Pacheco, entre otros, hablando sobre lo fabulosa que era. (También hay una conmovedora entrevista con su marido de 42 años, Pedro Knight, un hombre claramente desquiciado por la muerte de su esposa, que dice a lo largo de su matrimonio que estaban juntos las "25 horas del día").
Es una exhibición tan completa que es sorprendente y una desilusión que los momentos no tan felices sean pasados por alto. Sí, abandonó Cuba seis meses después de que Fidel Castro se hiciera con el poder. Pero no se explica por qué dejó Cuba, aparte de que la revolución significó un montón de cambios para los músicos. (Y, bueno, claro, para todo el mundo en la isla). Sin embargo, hay una foto de cuando salió de la isla, parada junto al avión que está a punto de abordar. Y se la ve magníficamente irritada, lo que era ajeno a su carácter normalmente optimista. La miras y quieres saber qué pasó. Quizás se encuentra una pista en su canción Cuando salí de Cuba': "Cuando salí de Cuba / Dejé mi vida /Dejé mi amor". (Nunca volvió. Cuando lo intentó, para la muerte de su madre en 1962, pero Castro se negó a dejarla entrar al país, una decisión que rompió su corazón y la endureció en su decisión de no volver nunca).
La exposición sólo menciona de paso los problemas a los que hizo frente en su nueva patria: Hay una copia de su certificado de matrimonio con el trompetista Knight, el amor de su vida. Se casaron en 1962 en Connecticut. Su profesión es "músico"; la de ella, "ama de casa". Para entonces ya era un nombre familiar en toda América Latina y también había actuado en Estados Unidos.
La exhibición también necesitaría algo más de contexto, especialmente en asuntos de raza. Antes de la revolución -y algunos dicen, también después- Cuba era un país dividido por la raza. Como afro-cubana que vivía en un país donde incluso el dictador mulato Fulgencio Batista no podía entrar al Club de Yate de allá, Cruz debe haber sufrido el racismo. Uno de sus primeros actos fue cantar con un grupo de bailarinas llamadas Las Mulatas de Fuego'. También hay fotos de bailarinas de Tropicana, el famoso cabaret, haciendo cabriolas con muñecas de cara negra.
El contexto es necesario porque Cruz se aferraba con gusto a su negritud, a menudo actuando con pelucas afro y túnicas dashiki en los años sesenta y setenta, reconociendo siempre las raíces africanas de su música, pero al mismo tiempo transcendiendo la raza, transformándose, como dijo su agente Omer Padillo-Sid, en "el pasaporte para América Latina", con latinos de todos los colores adorándola con fervor a la par de los fans de los Beatles, Elvis, Madonna y los Rolling Stones.
¡Azúcar! Su Vida, Su Música, Su Camerino', exposición bilingüe en el Museo Nacional Smithsoniano de Historia Americana.
Visite: americanhistory.si.edu/celiacruz.
19 de mayo de 2005
©washington post
©traducción mQh
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