recuerdan a periodista
[Cristóbal Peña] Lira Massi: crónicas y misterios. Aguda pluma política, sus entrevistas televisivas eran de temer. No dejó a nadie muy bien parado en el Senado ni en la Cámara, pese a lo cual fue querido y respetado. Ingenioso e irreverente, partió al exilio tras el golpe militar en Chile en 1973 y murió en junio de 1975, en extrañas circunstancias. Treinta años después su familia reclama una investigación y rescata sus escritos en un libro.
En los últimos meses no lo habían visto bien, entero. El Paco Lira', como lo apodaban sus amigos, había perdido la chispa y cada vez se reía menos y tomaba más. Había comenzado a faltar seguido a las clases de francés y no estaba muy conforme con su trabajo en el diario L'Humanité. Se veía más flaco y a mal traer, pero ¿cómo más podía estar quien hasta un par de años antes había sido un periodista famoso y brillante y que ahora, golpe de Estado mediante y alejado forzosamente de su familia, era un desconocido?
Se dedicaba a dar vueltas por la ciudad y a escribir cartas a su esposa y sus tres hijas que se habían quedado en Santiago. Religiosamente enviaba dinero y les daba ánimo. Les decía que no estaba tan mal en París y que pronto se reunirían. En una carta, fechada el 28 de mayo de ese año, instaba a su esposa a tomarse un trago en su nombre en el restaurante Safari: "Un traguito no te va a hacer nada. Piensa harto en mí y en lo rico que va a ser cuando estemos otra vez juntitos".
Fue la última misiva que recibió de su Viejo Flaco', como se puso él mismo, por cariño y seguridad. Lo siguiente fue apenas el extracto de un parte de defunción: "Ha fallecido Eugenio Pascual Santos Lira Massi, nacido en Santiago de Chile el 30 de septiembre de 1934, periodista, hijo de Eugenio Lira y de Regina Massi, y esposo de Estela Molina Bobadilla...".
Uno de los más polémicos y talentosos periodistas de la vieja guardia había muerto, pero el parte no decía de qué. La policía forzó la puerta de su habitación en París y lo encontró tendido en la cama, con ropa de calle, sin signos de agresión. La familia cree que murió entre el 9 y el 12 de junio de 1975. El informe de la autopsia nunca apareció y el cuerpo fue incinerado.
Es claro que no lo estaba pasando bien, según se desprende de un texto encontrado en su máquina de escribir: "¿Qué, vas a pegarte un tiro como los maricones? ¿Vas a bajar los brazos?", se lee al final de un texto confuso y tormentoso, en el que se lamenta del exilio y la soledad. "Mañana será otro día, habrás dormido y estarás listo para empezar de nuevo esta pelea... Buenas noches".
Padre Karras
Treinta años después, la familia de Eugenio Lira Massi sigue preguntándose cómo y de qué murió el renombrado cronista político, autor de dos célebres libros en que retrató con cariño, sarcasmo y desdén -según el caso- a senadores y diputados: La cueva del senado y los 45 senadores' es uno; el otro, La Cámara y los 147 a dieta'. Su fama también se la debe al programa televisivo La Entrevista Impertinente -temido y respetado entre los políticos- y a la subdirección del combativo diario Puro Chile.
"Fue muy celebrado, de mucho éxito, pero eso no ha servido de nada. Nunca hemos recibido ayuda para saber qué ocurrió con él", se lamenta su viuda, Estela Molina, desde su modesto departamento del centro de Santiago.
Lo vio por última vez a mediados de 1974, tras las rejas de la legación francesa en Chile, cuando el periodista consiguió salvoconducto para salir del país tras permanecer 10 meses asilado en la embajada. Desde entonces ella sueña que lo ve entrar por la puerta como si nada, espigado, joven, con ese "parecido al padre Karras de El Exorcista'" que arrancaba suspiros entre las mujeres.
Era, en este sentido, el Amaro Gómez Pablos de la época, pero sus entrevistas y comentarios no tenían la corrección del periodismo de hoy. Si un político estaba acusado de corrupción le preguntaba derechamente si pensaba devolver la plata. Y para divertirse un rato, trató a Salvador Allende de pije y le preguntó cuántos trajes tenía en el ropero. Uno más que usted, contestó rápido el entonces senador. Entonces tiene dos, retrucó más ágil el periodista.
"Era así, rápido, ingenioso, jodido", recuerda su colega Mario Gómez López, que trabajó con él y lo conoció de pantalón corto. Lira Massi era tan bueno para contar historias -recuerda Gómez López- que sus amigos de infancia, siempre escasos de plata, lo elegían para que fuera a ver la película de moda y luego se las contara. Sus relatos orales eran a veces mejor que la misma película, pero un día lo pillaron mintiendo: no había visto la película. A la semana siguiente, por cierto, mandaron a otro al cine; uno tan desaliñado que no quedó más que volver a llamar a Lira Massi.
La anécdota fue revivida, aunque alterando el orden de los protagonistas, por Lira en sus crónicas dominicales para Puro Chile, las mismas que volverán en un libro que prepara su familia.
De Flaco a Paco
A mediados de siglo vivía en el barrio de Plaza Chacabuco y se desvivía por el cine y el fútbol. Pero de golpe, con la prematura muerte de su padre, tomó su puesto como escribiente de Carabineros. El Flaco pasó a ser el Paco y en eso estaba cuando se topó con su amigo de infancia, el periodista Alberto Gato' Gamboa, que lo llevó a trabajar al diario Clarín como caricaturista.
"Dibujaba bien el Paco Lira', pero un día falló un periodista de política y lo mandamos al Congreso. Ahí empezó su carrera", cuenta Gamboa, rememorando una época en que los periodistas políticos iban frecuentemente a la cárcel ante querellas por injurias y calumnias. Lira Massi se ganó varias, la mayoría en la subdirección de Puro Chile, diario del PC que manejaba a su antojo con su amigo José Gómez López.
No era comunista. Los encontraba solemnes y "tristes como un caballo". Tampoco socialista; ése, escribió, "generalmente es amargado y le pega al resentimiento". Democratacristiano, ni hablar. "No tienen gusto a nada". Lira Massi era de izquierda y allendista, y se le notaba.
"Les Volamos la Ra-ja, ja, ja, ja, ja" fue el título de portada al día siguiente del triunfo de Allende en 1970. Tres años después, cuando la Corte Suprema declaró inconstitucional el gobierno de la Unidad Popular, en la primera plana apareció una enorme foto del presidente del máximo tribunal de justicia junto al titular "Viejos de Mierda". Según se leía debajo del título en letras muy pequeñas, el repudio era contra unos abuelos pervertidos que habían abusado de menores.
Por esas y otras ocurrencias, con José Gómez López estaban acostumbrados a ir presos y eludir los dictámenes judiciales. Una vez que recibieron orden de clausura, no hallaron nada mejor que salir al otro día con un diario igual a Puro Chile llamado Dulce Patria.
Crimen bajo Sospecha
Tras el golpe, apareció entre los más buscados del bando número 10. Se refugió el 12 de septiembre en la embajada francesa y fue de los últimos en tener salvoconducto.
Su hija menor, Eugenia, alberga sospechas. El viaje a Europa se realizó en la misma época en que se desplazaron Michael Townley y Virgilio Paz, involucrados en el asesinato de Orlando Letelier y el atentado a Bernardo Leighton. La tesis parte del libro Chile: la memoria prohibida', de Eugenio Ahumada, y se refuerza por una investigación de Edwin Harrington, para quien el deceso pudo ser provocado por gas sarín en la denominada Operación Francia.
Aunque han pasado 30 años, Eugenia Lira está empeñada en querellarse por la muerte de su padre. No se resigna a aceptar que un hombre sano, de 40 años, se acueste a dormir una siesta y no despierte más.
Más Impresiones Sobre un Santiago Que Se Fue
Para su primer libro, La cueva del senado y los 45 senadores', tuvo la desfachatez de encargarse a sí mismo -como si fuese otro- la redacción de un prólogo en que no ahorró elogios para el autor. "Cuando me pidieron que escribiera este prólogo accedí de inmediato. Nada me podía resultar más fácil que escribir sobre Eugenio Lira Massi. Hace 33 años que conozco a este muchacho despierto, inteligente, lleno de condiciones e inquietudes", dijo de partida, apostando a que el libro se convertiría en el best seller del año. Estuvo cerca. Su debut literario agotó 10 ediciones. Después vino La Cámara y los 147 a adieta'.
Menos recordadas, aunque tanto o más valiosas, son sus crónicas aparecidas entre abril de 1971 y enero de 1972 en el suplemento dominical de Puro Chile. Bajo el nombre Érase una vez', Lira Massi realiza un conmovedor retrato del Santiago de su infancia: el equipo de fútbol del barrio, las películas de la matinée o su cariño por los perros. En 1989 aparecieron en un libro impreso, pero no distribuido. Ahora, Eugenia Lira trabaja con el periodista Nibaldo Mosciatti en una nueva edición que contendrá también muestras de su Columna Impertinente. Publicada en el mismo diario, fue una instancia de humor político y de reflexión. Así como se podía dedicar espacio a Neruda, también lo hubo para el asesinado ex ministro Edmundo Pérez Zujovic.
3 de octubre de 2005
©tercera
Se dedicaba a dar vueltas por la ciudad y a escribir cartas a su esposa y sus tres hijas que se habían quedado en Santiago. Religiosamente enviaba dinero y les daba ánimo. Les decía que no estaba tan mal en París y que pronto se reunirían. En una carta, fechada el 28 de mayo de ese año, instaba a su esposa a tomarse un trago en su nombre en el restaurante Safari: "Un traguito no te va a hacer nada. Piensa harto en mí y en lo rico que va a ser cuando estemos otra vez juntitos".
Fue la última misiva que recibió de su Viejo Flaco', como se puso él mismo, por cariño y seguridad. Lo siguiente fue apenas el extracto de un parte de defunción: "Ha fallecido Eugenio Pascual Santos Lira Massi, nacido en Santiago de Chile el 30 de septiembre de 1934, periodista, hijo de Eugenio Lira y de Regina Massi, y esposo de Estela Molina Bobadilla...".
Uno de los más polémicos y talentosos periodistas de la vieja guardia había muerto, pero el parte no decía de qué. La policía forzó la puerta de su habitación en París y lo encontró tendido en la cama, con ropa de calle, sin signos de agresión. La familia cree que murió entre el 9 y el 12 de junio de 1975. El informe de la autopsia nunca apareció y el cuerpo fue incinerado.
Es claro que no lo estaba pasando bien, según se desprende de un texto encontrado en su máquina de escribir: "¿Qué, vas a pegarte un tiro como los maricones? ¿Vas a bajar los brazos?", se lee al final de un texto confuso y tormentoso, en el que se lamenta del exilio y la soledad. "Mañana será otro día, habrás dormido y estarás listo para empezar de nuevo esta pelea... Buenas noches".
Padre Karras
Treinta años después, la familia de Eugenio Lira Massi sigue preguntándose cómo y de qué murió el renombrado cronista político, autor de dos célebres libros en que retrató con cariño, sarcasmo y desdén -según el caso- a senadores y diputados: La cueva del senado y los 45 senadores' es uno; el otro, La Cámara y los 147 a dieta'. Su fama también se la debe al programa televisivo La Entrevista Impertinente -temido y respetado entre los políticos- y a la subdirección del combativo diario Puro Chile.
"Fue muy celebrado, de mucho éxito, pero eso no ha servido de nada. Nunca hemos recibido ayuda para saber qué ocurrió con él", se lamenta su viuda, Estela Molina, desde su modesto departamento del centro de Santiago.
Lo vio por última vez a mediados de 1974, tras las rejas de la legación francesa en Chile, cuando el periodista consiguió salvoconducto para salir del país tras permanecer 10 meses asilado en la embajada. Desde entonces ella sueña que lo ve entrar por la puerta como si nada, espigado, joven, con ese "parecido al padre Karras de El Exorcista'" que arrancaba suspiros entre las mujeres.
Era, en este sentido, el Amaro Gómez Pablos de la época, pero sus entrevistas y comentarios no tenían la corrección del periodismo de hoy. Si un político estaba acusado de corrupción le preguntaba derechamente si pensaba devolver la plata. Y para divertirse un rato, trató a Salvador Allende de pije y le preguntó cuántos trajes tenía en el ropero. Uno más que usted, contestó rápido el entonces senador. Entonces tiene dos, retrucó más ágil el periodista.
"Era así, rápido, ingenioso, jodido", recuerda su colega Mario Gómez López, que trabajó con él y lo conoció de pantalón corto. Lira Massi era tan bueno para contar historias -recuerda Gómez López- que sus amigos de infancia, siempre escasos de plata, lo elegían para que fuera a ver la película de moda y luego se las contara. Sus relatos orales eran a veces mejor que la misma película, pero un día lo pillaron mintiendo: no había visto la película. A la semana siguiente, por cierto, mandaron a otro al cine; uno tan desaliñado que no quedó más que volver a llamar a Lira Massi.
La anécdota fue revivida, aunque alterando el orden de los protagonistas, por Lira en sus crónicas dominicales para Puro Chile, las mismas que volverán en un libro que prepara su familia.
De Flaco a Paco
A mediados de siglo vivía en el barrio de Plaza Chacabuco y se desvivía por el cine y el fútbol. Pero de golpe, con la prematura muerte de su padre, tomó su puesto como escribiente de Carabineros. El Flaco pasó a ser el Paco y en eso estaba cuando se topó con su amigo de infancia, el periodista Alberto Gato' Gamboa, que lo llevó a trabajar al diario Clarín como caricaturista.
"Dibujaba bien el Paco Lira', pero un día falló un periodista de política y lo mandamos al Congreso. Ahí empezó su carrera", cuenta Gamboa, rememorando una época en que los periodistas políticos iban frecuentemente a la cárcel ante querellas por injurias y calumnias. Lira Massi se ganó varias, la mayoría en la subdirección de Puro Chile, diario del PC que manejaba a su antojo con su amigo José Gómez López.
No era comunista. Los encontraba solemnes y "tristes como un caballo". Tampoco socialista; ése, escribió, "generalmente es amargado y le pega al resentimiento". Democratacristiano, ni hablar. "No tienen gusto a nada". Lira Massi era de izquierda y allendista, y se le notaba.
"Les Volamos la Ra-ja, ja, ja, ja, ja" fue el título de portada al día siguiente del triunfo de Allende en 1970. Tres años después, cuando la Corte Suprema declaró inconstitucional el gobierno de la Unidad Popular, en la primera plana apareció una enorme foto del presidente del máximo tribunal de justicia junto al titular "Viejos de Mierda". Según se leía debajo del título en letras muy pequeñas, el repudio era contra unos abuelos pervertidos que habían abusado de menores.
Por esas y otras ocurrencias, con José Gómez López estaban acostumbrados a ir presos y eludir los dictámenes judiciales. Una vez que recibieron orden de clausura, no hallaron nada mejor que salir al otro día con un diario igual a Puro Chile llamado Dulce Patria.
Crimen bajo Sospecha
Tras el golpe, apareció entre los más buscados del bando número 10. Se refugió el 12 de septiembre en la embajada francesa y fue de los últimos en tener salvoconducto.
Su hija menor, Eugenia, alberga sospechas. El viaje a Europa se realizó en la misma época en que se desplazaron Michael Townley y Virgilio Paz, involucrados en el asesinato de Orlando Letelier y el atentado a Bernardo Leighton. La tesis parte del libro Chile: la memoria prohibida', de Eugenio Ahumada, y se refuerza por una investigación de Edwin Harrington, para quien el deceso pudo ser provocado por gas sarín en la denominada Operación Francia.
Aunque han pasado 30 años, Eugenia Lira está empeñada en querellarse por la muerte de su padre. No se resigna a aceptar que un hombre sano, de 40 años, se acueste a dormir una siesta y no despierte más.
Más Impresiones Sobre un Santiago Que Se Fue
Para su primer libro, La cueva del senado y los 45 senadores', tuvo la desfachatez de encargarse a sí mismo -como si fuese otro- la redacción de un prólogo en que no ahorró elogios para el autor. "Cuando me pidieron que escribiera este prólogo accedí de inmediato. Nada me podía resultar más fácil que escribir sobre Eugenio Lira Massi. Hace 33 años que conozco a este muchacho despierto, inteligente, lleno de condiciones e inquietudes", dijo de partida, apostando a que el libro se convertiría en el best seller del año. Estuvo cerca. Su debut literario agotó 10 ediciones. Después vino La Cámara y los 147 a adieta'.
Menos recordadas, aunque tanto o más valiosas, son sus crónicas aparecidas entre abril de 1971 y enero de 1972 en el suplemento dominical de Puro Chile. Bajo el nombre Érase una vez', Lira Massi realiza un conmovedor retrato del Santiago de su infancia: el equipo de fútbol del barrio, las películas de la matinée o su cariño por los perros. En 1989 aparecieron en un libro impreso, pero no distribuido. Ahora, Eugenia Lira trabaja con el periodista Nibaldo Mosciatti en una nueva edición que contendrá también muestras de su Columna Impertinente. Publicada en el mismo diario, fue una instancia de humor político y de reflexión. Así como se podía dedicar espacio a Neruda, también lo hubo para el asesinado ex ministro Edmundo Pérez Zujovic.
3 de octubre de 2005
©tercera
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