guerra refuerza a izquierda
[Susan Milligan] Delahunt dice que se necesita diálogo.
Caracas, Venezuela. Las pintadas que salpican toda la capital venezolana no dejan lugar a dudas sobre qué piensa la gente sobre el presidente de Estados Unidos: "Bush = Asesino".
Ese lema, rociado con aerosol en numerosos edificios de Caracas, refleja un sentimiento que se está extendiendo por toda América Latina. Esa ira es una bendición para las crecientes filas de líderes de izquierdas en la región. Algunos impugnan las políticas del gobierno estadounidense sobre la inmigración e Iraq, mientras otros, abiertamente hostiles al gobierno de Bush, explotan para solidificar su poder los antiguos sentimientos de resentimiento por la predominancia norteamericana.
Demócratas y especialistas en América Latina están ahora exigiendo al gobierno de Bush que se acerque mucho más activamente a los latinoamericanos de todas las tendencias políticas. En una de esas iniciativas el representante William D. Delahunt, demócrata de Quincy, está planeando llevar a partidarios y opositores del presidente venezolano a Nantucket este verano para ponerlos a dialogar.
Delahunt ayudó a organizar las reuniones del ‘Grupo de Boston' para políticos venezolanos en 2002 y 2003, pero el proyecto fracasó cuando la oposición boicoteó las elecciones venezolanas el año pasado.
La resucitada reunión de Nantucket este verano tiene por fin sacar a las dos partes del ‘cajón de arena' de la acalorada atmósfera política venezolana e introducirlas en un área recluida donde puedan combinar la observación de las ballenas y el béisbol con discusiones políticas serias, dijo Delahunt, que ayudó a encabezar el proyecto en 2002. Varios funcionaros han indicado desde ya su intención de participar.
"Especialmente ahora que las relaciones [entre Estados Unidos y Venezuela] se están deteriorando, es una de las ocasiones de diálogo que todavía siguen en pie que es diferente a la estridente retórica que emana de Washington y Caracas", dijo.
El gobierno de Bush dice que tiene la intención de mantener las relaciones con todos los presidentes elegidos democráticamente en América Latina, y que está tratando de mejorar las relaciones a través de iniciativas comerciales, intercambios culturales y educacionales, proyectos humanitarios y apoyo a los derechos humanos y la democracia en la región.
Pero esos esfuerzos se han visto frustrados en parte por la retórica y acciones antinorteamericanas en la región, dicen antiguos y actuales funcionarios estadounidenses. El embajador estadounidense en Venezuela, William Brownfield, fue recientemente recibido con una lluvia de huevos y fruta cuando trató de hacer una donación de equipos de béisbol a niños pobres en Caracas, un episodio que funcionarios estadounidenses creen que fue orquestado por el gobierno de Chávez.
Algunos críticos dicen que el gobierno de Bush ha ignorado a América Latina, especialmente desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, cuando la atención se orientó hacia Oriente Medio. Y en lugar de hacer más para aliviar la pobreza y el subdesarrollo que han dado origen a dirigentes populistas en la región, algunos especialistas en América Latina dicen que el gobierno se ha obsesionado con personalidades como el dictador cubano Fidel Castro y con aquellos que cooperan con él, como Chávez, un frecuente y belicoso crítico de Bush.
"El problema con la política norteamericana es que la única cosa que todavía tiene oxígeno apoya a Chávez", dice Peter Hakim, presidente de Diálogo Interamericano, un grupo con sede en Washington que estudia la política latinoamericana. "Chávez no inventó el antiamericanismo... y acosar a Chávez no ayuda en nada. Probablemente hace más grande su plataforma", dijo Hakim.
El presidente venezolano fue elegido democráticamente, pero es criticado por Human Rights Watch, un importante grupo de derechos humanos, por prolongar su poder y rellenar el poder judicial con jueces de su predilección. Chávez también hace alarde de sus estrechos vínculos con Castro.
El gobierno de Bush "ve todo a través del prisma de Castro", dice Delahunt, que se está convirtiendo en la voz cantante de los demócratas en asuntos de América Latina y podría hacerse con el subcomité sobre el Hemisferio Occidental de la Cámara si los demócratas ganaran este otoño el control de la Cámara. Delahunt, al que Chávez describió en una entrevista reciente con el Globe como un "excelente amigo", ayudó dos veces a negociar acuerdos para llevar petróleo para calefacción venezolano barato a Massachusetts y ha pasado largos períodos en Haití, Colombia, Cuba y Venezuela.
Pero mientras Castro, que no fue elegido, sigue siendo la mayor irritación de Estados Unidos en América Latina, los votantes en el resto de la región están llevando a presidentes de izquierdas al poder a través de elecciones abiertas y democráticas. Chávez, que aguijonea frecuentemente al gobierno de Bush llamando "loco" y "Mister Peligro" al presidente, se encamina hacia una campaña de reelección en diciembre con índices de aprobación de 70 a 82 por ciento, de acuerdo a sondeos recientes de organizaciones latinoamericanas.
El recién elegido presidente de Bolivia, Evo Morales, nacionalizó hace poco la industria de gas del país. El gobierno estadounidense se ha reunido con representantes bolivianos para expresar su preocupación, pero no ha tomado otras medidas.
En Perú, dos candidatos de izquierdas -uno de ellos ha anunciado la nacionalización de las industrias locales- participan en elecciones presidenciales este próximo mes.
Chávez dice que tiene un asunto personal pendiente con el gobierno de Bush, al que acusa de haber colaborado en un intento fallido de golpe contra el presidente venezolano en 2002, una acusación que el Departamento de Estado rechaza. "Finalmente, mi sangre india se puso a hervir. Y dije que de ahora en adelante he decidido que el gobierno norteamericano, en su mayor parte, agrede a Venezuela", dijo Chávez en una entrevista en Caracas. Y dijo que él no era el único que pensaba eso.
"Nuestro pueblo empezó a ver la verdad sobre el asunto. Es por eso que ves pintadas contra Bush -no solamente en Caracas, sino en todo el mundo. Hay un rechazo global a Bush", dijo Chávez.
Los especialistas en América Latina distinguen entre fanáticos como Morales y Chávez y sus vecinos más democráticos y abiertos al mercado. Pero incluso esos líderes izquierdistas más moderados de la región han dejado claro que no están contentos con algunas de las políticas de Estados Unidos.
Los sondeos en América Latina indican que los sentimientos antinorteamericanos -y ciertamente anti-Bush- se extienden más allá de la encendida retórica de algunos presidentes latinoamericanos.
En una encuesta el año pasado por Zogby International, una firma internacional de sondeos con sede en Nueva York, un 81 por ciento de los ciudadanos latinoamericanos hicieron una evaluación negativa del desempeño de Bush, y un 86 por ciento dijo que desaprobaba el manejo de Estados Unidos de los conflictos del mundo. Casi la mitad de los entrevistados en México, Colombia, Chile, Venezuela, Brasil y Argentina dijeron que Estados Unidos debía establecer una política comercial más justa con América Latina. Varios presidente latinoamericanos se han quejado de que el proteccionismo estadounidense interfiere con sus esfuerzos para vender productos agrícolas en Estados Unidos.
El representante James P. McGovern, demócrata de Worcester, dijo que él vio a menudo fotografías del ex presidente John F. Kennedy colgando en casas de gente pobre cuando visitó El Salvador en los años ochenta. Pero en una visita en diciembre, McGovern vio las paredes de San Salvador salpicadas de "Bush Imperialista" y "Alto a los Asesinatos".
Roger Noriega, ex subsecretario para el Hemisferio Occidental dijo que los presidentes de América Latina están alentando y exacerbando los sentimientos antinorteamericanos para cosechar apoyo popular. "Hay un cierto grado de regocijo cuando ven a alguien tirando de las barbas al Tío Sam", dijo Noriega, que dejó recientemente al gobierno de Bush y es ahora investigador en el American Enterprise Institute, un laboratorio ideológico conservador de Washington, D.C.
Peter DeShazo, ex embajador estadounidense en varios países latinoamericanos, dijo que Estados Unidos debería apoyar los movimientos democráticos de la región y mantener abierto el diálogo con los presidentes, pero dudaba que Estados Unidos pudiera hacer progresos con Chávez.
"La pregunta es en qué medida se puede dialogar" todavía con Venezuela "dado el contexto extremadamente negativo que es el resultado de la retórica de Chávez", dijo DeShazo.
Sin embargo, Delahunt está buscando activamente reunir a los dos lados en Venezuela y mantener un diálogo abierto con Chávez, al que ha instado privadamente a bajar el tono de su retórica antinorteamericana.
"Obviamente defendemos nuestros intereses nacionales. Tenemos que decir la verdad y ser transparentes", dijo Delahunt. Pero "tenemos que escuchar, no dar sermones", agregó, acusando al gobierno de demonizar a Chávez. "Si Chávez hubiese sido tratado con respeto desde el principio, la relación sería muy diferente de lo que es ahora".
Este verano Delahunt espera reiniciar las conversaciones entre los dos lados y llevar a todo el mundo a las elecciones de diciembre. Otro boicot de la oposición a Chávez sólo animaría al presidente venezolano a consolidar todavía más su poder, dicen especialistas en América Latina.
Cuatro funcionarios políticos, incluyendo a dos partidarios de Chávez y dos opositores que han sido diputados en la Asamblea Nacional, dijeron, después de un reunión conjunta con Delahunt en Caracas el 1 de mayo que ellos están dispuestos a volver a Massachusetts y dialogar.
Noriega, en el pasado el arquitecto de la política del gobierno de Bush con respecto a América Latina, llamó al proyecto del Grupo de Boston "una pérdida de tiempo. Allá hay una dictadura" y Estados Unidos debería responder apoyando a la oposición y a los líderes de derechos humanos, dijo Noriega. "Sólo espero que todavía haya manera de encontrar una solución a esto de un modo democrático".
Pero políticos de los dos lados dijeron en entrevistas recientes en Caracas que tomaron la decisión de reunirse nuevamente en Nantucket. "No podemos empezar el diálogo con dos visiones diferentes... sobre cómo resolver los conflictos", dijo Pedro Díaz Blum, un opositor a Chávez y ex miembro de la Asamblea Nacional.
Ese lema, rociado con aerosol en numerosos edificios de Caracas, refleja un sentimiento que se está extendiendo por toda América Latina. Esa ira es una bendición para las crecientes filas de líderes de izquierdas en la región. Algunos impugnan las políticas del gobierno estadounidense sobre la inmigración e Iraq, mientras otros, abiertamente hostiles al gobierno de Bush, explotan para solidificar su poder los antiguos sentimientos de resentimiento por la predominancia norteamericana.
Demócratas y especialistas en América Latina están ahora exigiendo al gobierno de Bush que se acerque mucho más activamente a los latinoamericanos de todas las tendencias políticas. En una de esas iniciativas el representante William D. Delahunt, demócrata de Quincy, está planeando llevar a partidarios y opositores del presidente venezolano a Nantucket este verano para ponerlos a dialogar.
Delahunt ayudó a organizar las reuniones del ‘Grupo de Boston' para políticos venezolanos en 2002 y 2003, pero el proyecto fracasó cuando la oposición boicoteó las elecciones venezolanas el año pasado.
La resucitada reunión de Nantucket este verano tiene por fin sacar a las dos partes del ‘cajón de arena' de la acalorada atmósfera política venezolana e introducirlas en un área recluida donde puedan combinar la observación de las ballenas y el béisbol con discusiones políticas serias, dijo Delahunt, que ayudó a encabezar el proyecto en 2002. Varios funcionaros han indicado desde ya su intención de participar.
"Especialmente ahora que las relaciones [entre Estados Unidos y Venezuela] se están deteriorando, es una de las ocasiones de diálogo que todavía siguen en pie que es diferente a la estridente retórica que emana de Washington y Caracas", dijo.
El gobierno de Bush dice que tiene la intención de mantener las relaciones con todos los presidentes elegidos democráticamente en América Latina, y que está tratando de mejorar las relaciones a través de iniciativas comerciales, intercambios culturales y educacionales, proyectos humanitarios y apoyo a los derechos humanos y la democracia en la región.
Pero esos esfuerzos se han visto frustrados en parte por la retórica y acciones antinorteamericanas en la región, dicen antiguos y actuales funcionarios estadounidenses. El embajador estadounidense en Venezuela, William Brownfield, fue recientemente recibido con una lluvia de huevos y fruta cuando trató de hacer una donación de equipos de béisbol a niños pobres en Caracas, un episodio que funcionarios estadounidenses creen que fue orquestado por el gobierno de Chávez.
Algunos críticos dicen que el gobierno de Bush ha ignorado a América Latina, especialmente desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, cuando la atención se orientó hacia Oriente Medio. Y en lugar de hacer más para aliviar la pobreza y el subdesarrollo que han dado origen a dirigentes populistas en la región, algunos especialistas en América Latina dicen que el gobierno se ha obsesionado con personalidades como el dictador cubano Fidel Castro y con aquellos que cooperan con él, como Chávez, un frecuente y belicoso crítico de Bush.
"El problema con la política norteamericana es que la única cosa que todavía tiene oxígeno apoya a Chávez", dice Peter Hakim, presidente de Diálogo Interamericano, un grupo con sede en Washington que estudia la política latinoamericana. "Chávez no inventó el antiamericanismo... y acosar a Chávez no ayuda en nada. Probablemente hace más grande su plataforma", dijo Hakim.
El presidente venezolano fue elegido democráticamente, pero es criticado por Human Rights Watch, un importante grupo de derechos humanos, por prolongar su poder y rellenar el poder judicial con jueces de su predilección. Chávez también hace alarde de sus estrechos vínculos con Castro.
El gobierno de Bush "ve todo a través del prisma de Castro", dice Delahunt, que se está convirtiendo en la voz cantante de los demócratas en asuntos de América Latina y podría hacerse con el subcomité sobre el Hemisferio Occidental de la Cámara si los demócratas ganaran este otoño el control de la Cámara. Delahunt, al que Chávez describió en una entrevista reciente con el Globe como un "excelente amigo", ayudó dos veces a negociar acuerdos para llevar petróleo para calefacción venezolano barato a Massachusetts y ha pasado largos períodos en Haití, Colombia, Cuba y Venezuela.
Pero mientras Castro, que no fue elegido, sigue siendo la mayor irritación de Estados Unidos en América Latina, los votantes en el resto de la región están llevando a presidentes de izquierdas al poder a través de elecciones abiertas y democráticas. Chávez, que aguijonea frecuentemente al gobierno de Bush llamando "loco" y "Mister Peligro" al presidente, se encamina hacia una campaña de reelección en diciembre con índices de aprobación de 70 a 82 por ciento, de acuerdo a sondeos recientes de organizaciones latinoamericanas.
El recién elegido presidente de Bolivia, Evo Morales, nacionalizó hace poco la industria de gas del país. El gobierno estadounidense se ha reunido con representantes bolivianos para expresar su preocupación, pero no ha tomado otras medidas.
En Perú, dos candidatos de izquierdas -uno de ellos ha anunciado la nacionalización de las industrias locales- participan en elecciones presidenciales este próximo mes.
Chávez dice que tiene un asunto personal pendiente con el gobierno de Bush, al que acusa de haber colaborado en un intento fallido de golpe contra el presidente venezolano en 2002, una acusación que el Departamento de Estado rechaza. "Finalmente, mi sangre india se puso a hervir. Y dije que de ahora en adelante he decidido que el gobierno norteamericano, en su mayor parte, agrede a Venezuela", dijo Chávez en una entrevista en Caracas. Y dijo que él no era el único que pensaba eso.
"Nuestro pueblo empezó a ver la verdad sobre el asunto. Es por eso que ves pintadas contra Bush -no solamente en Caracas, sino en todo el mundo. Hay un rechazo global a Bush", dijo Chávez.
Los especialistas en América Latina distinguen entre fanáticos como Morales y Chávez y sus vecinos más democráticos y abiertos al mercado. Pero incluso esos líderes izquierdistas más moderados de la región han dejado claro que no están contentos con algunas de las políticas de Estados Unidos.
Los sondeos en América Latina indican que los sentimientos antinorteamericanos -y ciertamente anti-Bush- se extienden más allá de la encendida retórica de algunos presidentes latinoamericanos.
En una encuesta el año pasado por Zogby International, una firma internacional de sondeos con sede en Nueva York, un 81 por ciento de los ciudadanos latinoamericanos hicieron una evaluación negativa del desempeño de Bush, y un 86 por ciento dijo que desaprobaba el manejo de Estados Unidos de los conflictos del mundo. Casi la mitad de los entrevistados en México, Colombia, Chile, Venezuela, Brasil y Argentina dijeron que Estados Unidos debía establecer una política comercial más justa con América Latina. Varios presidente latinoamericanos se han quejado de que el proteccionismo estadounidense interfiere con sus esfuerzos para vender productos agrícolas en Estados Unidos.
El representante James P. McGovern, demócrata de Worcester, dijo que él vio a menudo fotografías del ex presidente John F. Kennedy colgando en casas de gente pobre cuando visitó El Salvador en los años ochenta. Pero en una visita en diciembre, McGovern vio las paredes de San Salvador salpicadas de "Bush Imperialista" y "Alto a los Asesinatos".
Roger Noriega, ex subsecretario para el Hemisferio Occidental dijo que los presidentes de América Latina están alentando y exacerbando los sentimientos antinorteamericanos para cosechar apoyo popular. "Hay un cierto grado de regocijo cuando ven a alguien tirando de las barbas al Tío Sam", dijo Noriega, que dejó recientemente al gobierno de Bush y es ahora investigador en el American Enterprise Institute, un laboratorio ideológico conservador de Washington, D.C.
Peter DeShazo, ex embajador estadounidense en varios países latinoamericanos, dijo que Estados Unidos debería apoyar los movimientos democráticos de la región y mantener abierto el diálogo con los presidentes, pero dudaba que Estados Unidos pudiera hacer progresos con Chávez.
"La pregunta es en qué medida se puede dialogar" todavía con Venezuela "dado el contexto extremadamente negativo que es el resultado de la retórica de Chávez", dijo DeShazo.
Sin embargo, Delahunt está buscando activamente reunir a los dos lados en Venezuela y mantener un diálogo abierto con Chávez, al que ha instado privadamente a bajar el tono de su retórica antinorteamericana.
"Obviamente defendemos nuestros intereses nacionales. Tenemos que decir la verdad y ser transparentes", dijo Delahunt. Pero "tenemos que escuchar, no dar sermones", agregó, acusando al gobierno de demonizar a Chávez. "Si Chávez hubiese sido tratado con respeto desde el principio, la relación sería muy diferente de lo que es ahora".
Este verano Delahunt espera reiniciar las conversaciones entre los dos lados y llevar a todo el mundo a las elecciones de diciembre. Otro boicot de la oposición a Chávez sólo animaría al presidente venezolano a consolidar todavía más su poder, dicen especialistas en América Latina.
Cuatro funcionarios políticos, incluyendo a dos partidarios de Chávez y dos opositores que han sido diputados en la Asamblea Nacional, dijeron, después de un reunión conjunta con Delahunt en Caracas el 1 de mayo que ellos están dispuestos a volver a Massachusetts y dialogar.
Noriega, en el pasado el arquitecto de la política del gobierno de Bush con respecto a América Latina, llamó al proyecto del Grupo de Boston "una pérdida de tiempo. Allá hay una dictadura" y Estados Unidos debería responder apoyando a la oposición y a los líderes de derechos humanos, dijo Noriega. "Sólo espero que todavía haya manera de encontrar una solución a esto de un modo democrático".
Pero políticos de los dos lados dijeron en entrevistas recientes en Caracas que tomaron la decisión de reunirse nuevamente en Nantucket. "No podemos empezar el diálogo con dos visiones diferentes... sobre cómo resolver los conflictos", dijo Pedro Díaz Blum, un opositor a Chávez y ex miembro de la Asamblea Nacional.
11 de mayo de 2006
©boston globe
©traducción mQh
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