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el saigón de marguerite duras


[Matt Gross] Una visita a la tumba del Amante.
No hay un mejor lugar que Ho Chi Minh para vivir una aventura. Prácticamente todas las calles de la ciudad tienen un hotel o residencial cuyos recepcionistas no pestañean cuando entras con tu amante. Lo que ocurra en Saigón, como todavía se dice, queda en Saigón.
Nadie lo entendió mejor que Marguerite Duras, la escritora francesa que nació en la colonial Indochina en 1914 y pasó allá su infancia. A los quince, Duras, que entonces vivía con su madre y dos hermanas en Sa Dec, una ciudad en el río Mekong, empezó una aventura con el hijo de 27 años de un rico hacendado chino. Se conocieron en el ferry y pronto ella se escapó de su internado en Saigón para pasar algunas noches de pasión en su apartamento de soltero en Cholon, el enorme barrio chino de la ciudad.
Su escandalosa aventura sirvió de materia prima para la exitosa novela ‘El amante', de Duras, 1984, para una versión cinematográfica rodada en Vietnam y para la visita de Duras a su pasado en la novela-memoria de 1992, ‘El amante de la China del Norte'.
Pero por populares que sean las varias versiones de ‘El amante', la vida de Duras sigue estando ausente en el Vietnam de hoy. Sin embargo, como descubriría en el curso de algunos días el otoño pasado, tratando de seguir los pasos de parte de su historia, su mundo sobrevivió en gran parte los últimos 75 años de trastornos.
Mi cacería empezó en la calle de Dong Khoi, en el corazón del Distrito 1 de Ciudad de Hi Chi Minh. Dong Khoi era conocida como Rue Catinat, la elegante calle comercial y de los espectáculos; todavía es comercial, con boutiques y cafés que van desde la Catedral de Nuestra Señora, en uno de sus extremos, hasta el río Saigón, en el otro. Justo en el centro hay un pequeño callejón lleno de libreros: es la Librería Lan Anh, administrada por un amable saigonés de 69 años que se presentó a sí mismo como el señor Thach y lleva una pequeña colección de vietnamiana.
En una engorrosa mezcla de inglés, francés y vietnamita, describí mi proyecto, y por 200 mil dong, unos 12 dólares, Thach me vendió el Annuaire des États-Associés: Cambodge, Laos, Vietnam, de 1953, un directorio comentado de las colonias, completo con mapas, anuncios de cigarrillos Mic Extra y un folleto con los viejos nombres de las calles en francés, las que Duras debió haber conocido, y sus equivalentes contemporáneos. El gordo.
Mientras las motocicletas pasaban a toda velocidad por Dong Khoi y los vendedores me ofrecían los diarios de ayer, hojeé los listados al estilo de las páginas amarillas hasta que en un encabezamiento me llamó la atención: "Cinéma (Salles de)". Debajo estaba el Eden Cinéma, donde la madre de Duras trabajaba como pianista. La dirección: 183, rue Catinat. Yo estaba en el número 201.
Para Duras, el Eden representaba un escape de su miserable familia. Hoy ha sido rebautizado como el Video Mini Dong Khoi, y se ubica algo abandonado en la parte de atrás de una galería donde las tiendas venden reproducciones de famosas pinturas vietnamitas y europeas. Su amplias butacas revestidas de cuero rojo han sido arrancadas y dejadas en el vestíbulo, mientras el teatro mismo está lleno de escombros. Los únicos recuerdos del pasado son unos pocos carteles de películas pintados a mano (‘Cleopatra') y letreros que sugieren que el edificio es gestionado por una entidad llamada Eden Company.
A la vez eufórico y decepcionado con mi hallazgo -e incapaz de encontrar el internado de Duras, la Escuela Lyautey, en ningún mapa-, decidí seguir el ejemplo de Duras y salir de Saigón.

Cholon ocupa el mismo espacio en la imaginación saigonesa que el barrio chino de Los Angeles en la película ‘Chinatown'. Está aquí -los distritos 5 y 6-, pero es desconocido, extranjero. Mis amigos vietnamitas no conocen a nadie de su millón de habitantes y apenas conocen las calles, que se ven como las otras calles de Saigón, sólo que diferentes: caracteres chinos complementan la escritura romano-vietnamita de los letreros; cerdos y patos asados cuelgan de las vitrinas de los restaurantes; y las calles muestran a los dos lados casas-tiendas con balcones bajos de la era colonial durante la que el padre del Amante amasó su fortuna.
Encontrar un hotel que correspondiera con el nido de amor de planta baja -"decorado apresuradamente, según parecía, con muebles que se suponía eran ultra-modernos"- demostró ser imposible. Me consolé con el Hotel Phoenix, con una fachada de falso Bauhaus y una escalinata que me permitía ignorar la recepción -un rasgo esencial para cualquier adúltero interesado en mantener el anonimato. (No es que yo tuviese algún interés, y, de todos modos, mi novia, Jean, no lo habría aprobado).
Cuando el sol empezó a ocultarse, el mercado nocturno en el cruce de las calles de Nguyen Trai y Phung Hung empezaba a animarse y aunque los patos asados eran tentadores, yo prefería una comida durasiana. Las famosas escenas gastronómicas en ‘El amante' toman lugar en caros restaurantes chinos -"ocupan todo el edificio, son tan grandes como grandes almacenes o barracones y desde sus terrazas y balcones se puede ver la ciudad"- donde las hermanas de Duras se emborrachan con Martell y Perrier y luego ignoran e insultan al Amante, que, de todos modos, paga la cuenta.
Como Duras no menciona nunca los nombres de los restaurantes, retorné al anuario, que tenía un anuncio para el Arc-en-Ciel, haciendo alarde de "une ambiance inégalable et unique" y de "taxi-girls de Hongkong". Sorprendentemente, cincuenta años después el Arc-en-Ciel de estilo deco, sigue abierto, pero sin taxi-girls. Ahora es fundamentalmente un hotel, pero con tres pisos de restaurantes.
Se había celebrado una boda en la terraza-jardín de la azotea, así que mis amigas Christine y Sita se unieron a mí en la planta baja -un pulcro comedor que podría haber estado en cualquier hotel, en cualquier parte del mundo- para disfrutar de chisporroteantes vieiras con crujientes pasteles de arroz. Luego junté coraje para hacerle una proposición a Sita, una artista casada de Rhode Island. ¿Te gustaría, le pregunté, tener un simulacro de aventura en Sa Dec?
Claro que sí, dijo.

A la mañana siguiente, bajé de la habitación 205 con un traje de lino italiano, lo más cercano que tenía al traje de seda cruda del Amante. Afuera había un Citroën Traction blanco, un descapotado de los años treinta, un substituto del Morris Léon Bollée negro del Amante, que había alquilado para que nos llevara a Sita y a mí a Sa Dec por el día. El conductor era el señor Chien, un elegante y ágil vietnamita bien entrado en sus treinta, que condujo suavemente la lujosa mole del Citroën a través de las atiborradas calles hasta la casa de Sita al otro lado del río.
Emergió como una Marguerite Duras reencarnada. Delgada como chiquilla, llevaba un vestido de playa y sus cabellos colgaban en trenzas desde debajo del sombrero que siempre lleva, incluso cuando no está pretendiendo ser la amante ficticia de alguien.
Durante quince minutos nos deleitamos en la imagen que presentábamos -dos elegantes viajeros pasando el fin de semana en el campo. Entonces empezamos a sentirnos culpables; esto era demasiado neo-colonial. Entretanto, nos dimos cuenta de que no teníamos aire acondicionado y nada que impidiera que se levantara el polvo en las carreteras de Vietnam. El camino hacia el delta del Mekong no es, como en la película ‘El amante', un sendero color herrumbre que pasa por verdes y desiertos arrozales. La emergente economía de Vietnam ha traído consigo el crecimiento urbano, y durante kilómetros y kilómetros lo único que se veía eran fábricas, oficinas y parques industriales.
Pero las monstruosidades finalmente terminaron y justo antes de que cruzáramos el puente My Thuan, un brillante tramo de un kilómetro y medio sobre el Mekong que fue construido por Australia en 2000 y convirtió en obsoleto el ferry en el que se conocieron Duras -entonces Marguerite Donnadieu- y su amante. Desde ahí, un camino lleno de baches, salpicado de fábricas de ladrillos llevaba hasta Sa Dec.

Sa Dec, con una población de 96 mil habitantes es una ciudad rivereña por excelencia. Metida entre dos brazos del Mekong, está entrelazada por riachuelos y canales sobre los que se alzan arqueados puentes de todos los tamaños. En las riberas hay tiendas y almacenes que envían harina de arroz y cerdos a lo largo de una ruta comercial que ha servido a la ciudad durante siglos.
Sin embargo, los más famosos residentes de Sa Dec no estaban a la vista. En el Hotel Bong Hong, Sita y yo reservamos habitaciones separadas (¡vaya aventura!), nos cambiamos nuestras elegantes porquerías y, mientras Chien lavaba su polvoriento Citroën, empezamos nuestras pesquisas: ¿Dónde podíamos hallar la casa junto al río de un chino rico? Nadie de los que preguntamos dio respuestas coherentes, pero todos ellos sabían de quién estábamos hablando: de Huynh Thuy Lee, es decir, el Amante.
Sin embargo, de algún modo, llegamos a la mansión colonial que fue la residencia de los Donnadieu en la película (ahora son las oficinas del departamento de Educación) y luego a una casa baja con un tejado de tejas de cresta de estilo chino. ¿Era esta la "gran mansión" con "balaustradas azules" y "capas de terrazas mirando al Mekong" donde vivía el Amante? Sus actuales ocupantes, la policía antinarcóticos, no estaba interesada en hablar con nosotros.
Finalmente, nuestros taxis-motocicletas nos llevaron a la Escuela Básica Truong Vuong, que nos habían dicho que había sido construida por los franceses. En realidad se veía colonial, y mientras Sita y yo estábamos en el apacible patio, un hombre de pantalones blancos y zapatillas negras nos hizo señas desde la puerta de su oficina y nos llamó: "¡Bonjour!"
El señor Sang era un tímido y amable maestro de francés en sus sesenta que había pasado toda su vida en Sa Dec. Esta escuela, explicó detenidamente, había sido con toda probabilidad dirigida por la madre de Duras, aunque no tenía la absoluta certeza.
"No hay documentos que lo digan", dijo. "Otros han dicho que Madame Donnadieu vivió aquí, ya que el director tenía una casa al lado para poder vigilar la escuela. Pero todo ha cambiado. Ahora no se puede encontrar el sitio exacto".
Preguntamos por el edificio de la brigada antidrogas, y confirmó que había sido, en realidad, la mansión del Amante. Luego se ofreció a servirnos de guía: "Usted y su amiga son extranjeros en mi país", dijo. "Así que, como vietnamita, es mi deber mostrarles mi país?" ¿Cómo podíamos negarnos?

Nuestra primera parada fue la tumba del Amante y de su esposa china, en una isla de cemento en un estanque cubierto de algas cerca de nuestro hotel. Una verja blanca marcada con caracteres chinos colgaba arriba de las tumbas; un islote vecino tenía dos más, las de los padres del Amante, que no aceptaron que se casara con Duras.
Sang nos llevó enseguida a la pagoda de Chua Huong, construida en 1838, a la que el Amante colmaba con abultadas donaciones. En su interior, pasando un estanque lleno de tortugas, descubrimos un recargado santuario con dos fotografías. Eran, dijo Sang, Huynh Thuy y su esposa.
El Amante parecía haber entrado en los setenta, delgado y en gran parte calvo, pero con "la blanca piel de los chinos del norte" que había llamado la atención de Duras. ¿Había pena en sus ojos? Años después de la aventura, el Amante telefoneó a Duras en París para decirle "que él la amaría siempre hasta el fin de sus días". Quizás es por eso que su esposa, en la foto, se ve tan incómoda, tan falta de cariño.
Afuera había comenzado a caer una ligera lluvia y volvimos apresuradamente al coche. Chien nos condujo a través de las calles húmedas, y luego invitamos a Sang a una cena de cerdo estofado y sopa ácida de pescado canh chua con bong dien dien, una especie de flor de calabacín vietnamita. Después, Sita y yo nos retiramos a nuestros cuartos respectivos y puse un DVD pirata de ‘El Amante' en mi iBook. Pero no pudo reproducirlo. En lugar de eso, miré ‘Ciudad del pecado' [Sin City] y me quedé dormido solo.

30 de abril de 2006
©new york times
©traducción mQh

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1 comentario

Elena Esther -

Supongo que has leído a Durás si no es así te recomiendo que leas allí "el amante"
Las descripciones que hace del Mecong, son xcdelentes...