vecinos contra mascotas
[Susan Kuczka] Con un oink-oink por aquí por allá, vecinos de Lake Forest denuncian a mujer con tres cochinos.
Tres cerdos no exactamente pequeños han creado un enorme jaleo entre los vecinos de Lake Forest que sostienen que los animales de granja no pertenecen a su pueblo de libro de cuentos.
Casi 250 vecinos firmaron recientemente una petición pidiendo al ayuntamiento que retire los cerdos de la mansión de estilo colonial avaluada en 3.3 millones de dólares de Estella González Walgreen, en Sheridan Road, uno de los domicilios más lujosos de North Shore.
Se quejan de que los cerdos interrumpen su tranquilidad con ruidos desagradables, incluyendo gruñidos, resoplidos, oinks y eructos, e infectando el aire con malos olores, especialmente después de que se los carga con heno.
"Nadie de aquí quiere a esos cerdos", dice Kathleen Murphy, que además de pedir a amigos y vecinos que firmen su petición anti-cerdos, interpuso una demanda en junio alegando que los cochinos no deben vivir en la casa de al lado de su original hogar de ladrillo.
Pero Walgreen, que compró en mayo los cerdos de 90 kilos para vivir en su terreno arbolado de una hectárea después de su divorcio de Charles R. Walgreen, nieto del fundador de la cadena de tiendas con ese nombre, dijo el jueves que ella no renunciará así no más a sus cochinos.
"Adoro los cerdos. Son inteligentes, dóciles y muy amorosos", dijo Walgreen, una mujer de negocios y madre de dos niños de siete y diez años. "Pero lo que más me preocupa son mis niños. Los cerdos son sus mascotas, y están muy preocupados de que los puedan perder. Estamos todos angustiados por este ataque contra nosotros".
En una carta enviada este mes a los funcionarios del ayuntamiento, Walgreen culpa a algunos de sus vecinos "teatreros" del alboroto sobre sus mascotas -Pinky, 13; Piggy, 11; y Cooper, 1-, a las que identificó como cerditos vietnamitas.
Walgreen se encariñó con los animales después de que su ex marido le regalara en 1993 un lechón de 22 kilos cuando la pareja vivía en otro lugar, en un terreno de cuatro hectáreas.
Cuando era bebé, Pinky tenía su propio dormitorio en el segundo piso con un moisés rojo y una caja llena de juguetes para cerdos antes de que alcanzara los 180 kilos. Fue expulsado de la finca de ladrillos blancos después de que se atascara en la chimenea.
Hoy, Walgreen dijo que tanto Pinky como Piggy han adelgazado debido a su avanzada edad -91 y 77 en años humanos, dijo- y los dos son demasiado artríticos como para trepar hasta su casa por los escalones de su bien mantenido patrio trasero.
Así que convirtió su garaje para dos coches en el patio trasero en un establo de modo que los cerdos pudieran acurrucarse en algún lugar en la noche, dijo Walgreen.
Las ordenanzas de zonación de Lake Forest permiten los ‘animales de granja' tales como puercos, aves, ganado, cabras y caballos si viven en terrenos de al menos cuatro hectáreas. Los cobertizos para animales deben estar al menos a seis metros de propiedades aledaña, de acuerdo a las ordenanzas.
Pero Walgreen dice que sus cerdos son mascotas y dice que les compró el único permiso que le ofreció el ayuntamiento: una licencia para perros. Dijo que su garaje todavía es un garaje, incluso si es usado por los cerdos en la noche.
Murphy y su marido Robert tienen otra opinión.
Se quejaron ante funcionarios del ayuntamiento después de que divisaron a uno de los cerdos cerca de una valla de tela metálica de 1.2 metros que separa los patios arbolados de las dos propiedades.
"Un día estaba en la cocina y la puerta y las ventanas estaban cerradas, y empecé a oír eructos, como los que hacen los niños cuando se están divirtiendo", dijo Murphy. "Fui al patio y descubrí la fuente del ruido, y me di cuenta de que había un cerdo parado ahí y eructando constantemente. Suena mucho peor que la versión humana del ronquido".
A pesar de las repetidas solicitudes de Murphy, y la petición, los funcionarios del ayuntamiento se negaron a citar a Walgreen, diciendo que la ordenanza sobre el control de los animales del ayuntamiento era muy vaga en cuanto a la regulación de las mascotas domésticas cuando no son gatos o perros.
"No tenemos regulaciones claras sobre este asunto de los cerdos y no podemos inventar una regulación para justificar una citación", dijo el alcalde S. Michael Rummell.
Tonterías, dicen los Murhy.
Un cerdo es un porcino, dicen, y Lake Forest, como otros ayuntamientos en las cercanías de North Shore, prohíbe todo animal de más de 30 kilos en áreas residenciales de menos de cuatro hectáreas.
Además, Lake Forest tiene leyes contra los animales peligrosos o ruidosos, dijeron los Murphy.
"Un ciudadano no debe nunca verse obligado a demandar a un vecino para que se apliquen las leyes", dijo Robert Murphy a los ediles en una asamblea pública sobre la ordenanza sobre control animal la semana pasada.
También dijo que dos agentes inmobiliarios le dijeron que la presencia de cerdos tenía un efecto negativo en el valor de la casa de la pareja, que había estado brevemente en el mercado antes de la llegada de los cerdos.
Incluso la suegra de Walgreen, Kathleen B. Walgreen, escribió a los funcionarios del ayuntamiento, implorándoles que obligaran a Walgreen a deshacerse de los cerdos.
Dijo que su ex nuera carecía de los "documentos de pedigrí" que verificaran que sus cerdos eran de la especie de cerditos vietnamitas, unas populares mascotas de los años ochenta que pesan normalmente entre 22 y 56 kilos.
Además, Kathleen Walgreen advirtió que los cerdos pueden ser agresivos "si se les quiere obligar a hacer algo que no les gusta".
"Pinky, el puerco más viejo, trató de morder a marido hace unos años cuando fuimos invitados a un evento social en casa de los Walgreen", dijo. "Debido a su enorme tamaño, la posibilidad de que cause daños o lesiones serias a un niño, a un adulto o a otra mascota doméstica es muy real".
Estelle Gonzalez Walgreen niega que los cerdos hayan tratado de morder a nadie.
"Sé que no son comunes, pero nunca han atacado ni lesionado a nadie", dijo.
En respuesta a la demanda, el abogado de Walgreen, Charles Byrum, presentó una respuesta formal negando que los cerdos violaran las ordenanzas de control animal o de zonación.
Walgreen también negó que sus cerditos exuden malos olores.
"Siempre he tenido una persona a tiempo completo para que cuide los animales, que son bañados todos los domingos y tienen siempre heno fresco. Siempre hay alguien ocupándose de eso", dijo, afirmando que no hacen más ruidos que un perro ladrando.
Al menos una vecina, Anne Dempsey, está de acuerdo.
"No representan ningún peligro para nadie", dijo Dempsey, que permite regularmente que sus tres niños -de siete a doce años- jueguen con los marranos.
Dijo que la propiedad de Walgreen está siempre limpia.
"No es como si miraras y dijeras, ‘Mira, esto parece una pocilga'", dice Dempsey. "Mis niños juegan en el césped con los cerditos, y ninguno ha pisado nunca estiércol".
En respuesta a la petición, Walgreen envió una carta a los vecinos invitándolos a conocer a sus cerdos. Ninguno ha venido todavía.
Pero el edil Tom Swarthout, que representa al vecindario de los Murphy, dijo que no debería haber dudas sobre el asunto.
"En mi opinión, un cerco es un cerdo y deben ser mantenidos en un ambiente apropiado, y Lake Forest no es un lugar apropiado para cerdos", dijo Swarthout. Walgreen dijo que está determinada a no permitir que sus mascotas terminen en alguno de las decenas de santuarios de cerdos que se han abierto en el país en los últimos años para dar refugio a cientos de mascotas como las suyas.
Walgreen, miembro de la directiva de un local de rescate animal sin fines de lucro llamado A Pig Sanctuary en Shepherdsteown, Washinton, Virginia, conoce de primera tinta que los animales terminan a veces de otras maneras menos idílicas.
"Es una vergüenza", dijo Phyllis Battoe, dueño de unos ochenta cerdos que viven en Pig Pal Sanctuary cerca de Springfield. "Son muy especiales, y son fantásticos vecinos".
Casi 250 vecinos firmaron recientemente una petición pidiendo al ayuntamiento que retire los cerdos de la mansión de estilo colonial avaluada en 3.3 millones de dólares de Estella González Walgreen, en Sheridan Road, uno de los domicilios más lujosos de North Shore.
Se quejan de que los cerdos interrumpen su tranquilidad con ruidos desagradables, incluyendo gruñidos, resoplidos, oinks y eructos, e infectando el aire con malos olores, especialmente después de que se los carga con heno.
"Nadie de aquí quiere a esos cerdos", dice Kathleen Murphy, que además de pedir a amigos y vecinos que firmen su petición anti-cerdos, interpuso una demanda en junio alegando que los cochinos no deben vivir en la casa de al lado de su original hogar de ladrillo.
Pero Walgreen, que compró en mayo los cerdos de 90 kilos para vivir en su terreno arbolado de una hectárea después de su divorcio de Charles R. Walgreen, nieto del fundador de la cadena de tiendas con ese nombre, dijo el jueves que ella no renunciará así no más a sus cochinos.
"Adoro los cerdos. Son inteligentes, dóciles y muy amorosos", dijo Walgreen, una mujer de negocios y madre de dos niños de siete y diez años. "Pero lo que más me preocupa son mis niños. Los cerdos son sus mascotas, y están muy preocupados de que los puedan perder. Estamos todos angustiados por este ataque contra nosotros".
En una carta enviada este mes a los funcionarios del ayuntamiento, Walgreen culpa a algunos de sus vecinos "teatreros" del alboroto sobre sus mascotas -Pinky, 13; Piggy, 11; y Cooper, 1-, a las que identificó como cerditos vietnamitas.
Walgreen se encariñó con los animales después de que su ex marido le regalara en 1993 un lechón de 22 kilos cuando la pareja vivía en otro lugar, en un terreno de cuatro hectáreas.
Cuando era bebé, Pinky tenía su propio dormitorio en el segundo piso con un moisés rojo y una caja llena de juguetes para cerdos antes de que alcanzara los 180 kilos. Fue expulsado de la finca de ladrillos blancos después de que se atascara en la chimenea.
Hoy, Walgreen dijo que tanto Pinky como Piggy han adelgazado debido a su avanzada edad -91 y 77 en años humanos, dijo- y los dos son demasiado artríticos como para trepar hasta su casa por los escalones de su bien mantenido patrio trasero.
Así que convirtió su garaje para dos coches en el patio trasero en un establo de modo que los cerdos pudieran acurrucarse en algún lugar en la noche, dijo Walgreen.
Las ordenanzas de zonación de Lake Forest permiten los ‘animales de granja' tales como puercos, aves, ganado, cabras y caballos si viven en terrenos de al menos cuatro hectáreas. Los cobertizos para animales deben estar al menos a seis metros de propiedades aledaña, de acuerdo a las ordenanzas.
Pero Walgreen dice que sus cerdos son mascotas y dice que les compró el único permiso que le ofreció el ayuntamiento: una licencia para perros. Dijo que su garaje todavía es un garaje, incluso si es usado por los cerdos en la noche.
Murphy y su marido Robert tienen otra opinión.
Se quejaron ante funcionarios del ayuntamiento después de que divisaron a uno de los cerdos cerca de una valla de tela metálica de 1.2 metros que separa los patios arbolados de las dos propiedades.
"Un día estaba en la cocina y la puerta y las ventanas estaban cerradas, y empecé a oír eructos, como los que hacen los niños cuando se están divirtiendo", dijo Murphy. "Fui al patio y descubrí la fuente del ruido, y me di cuenta de que había un cerdo parado ahí y eructando constantemente. Suena mucho peor que la versión humana del ronquido".
A pesar de las repetidas solicitudes de Murphy, y la petición, los funcionarios del ayuntamiento se negaron a citar a Walgreen, diciendo que la ordenanza sobre el control de los animales del ayuntamiento era muy vaga en cuanto a la regulación de las mascotas domésticas cuando no son gatos o perros.
"No tenemos regulaciones claras sobre este asunto de los cerdos y no podemos inventar una regulación para justificar una citación", dijo el alcalde S. Michael Rummell.
Tonterías, dicen los Murhy.
Un cerdo es un porcino, dicen, y Lake Forest, como otros ayuntamientos en las cercanías de North Shore, prohíbe todo animal de más de 30 kilos en áreas residenciales de menos de cuatro hectáreas.
Además, Lake Forest tiene leyes contra los animales peligrosos o ruidosos, dijeron los Murphy.
"Un ciudadano no debe nunca verse obligado a demandar a un vecino para que se apliquen las leyes", dijo Robert Murphy a los ediles en una asamblea pública sobre la ordenanza sobre control animal la semana pasada.
También dijo que dos agentes inmobiliarios le dijeron que la presencia de cerdos tenía un efecto negativo en el valor de la casa de la pareja, que había estado brevemente en el mercado antes de la llegada de los cerdos.
Incluso la suegra de Walgreen, Kathleen B. Walgreen, escribió a los funcionarios del ayuntamiento, implorándoles que obligaran a Walgreen a deshacerse de los cerdos.
Dijo que su ex nuera carecía de los "documentos de pedigrí" que verificaran que sus cerdos eran de la especie de cerditos vietnamitas, unas populares mascotas de los años ochenta que pesan normalmente entre 22 y 56 kilos.
Además, Kathleen Walgreen advirtió que los cerdos pueden ser agresivos "si se les quiere obligar a hacer algo que no les gusta".
"Pinky, el puerco más viejo, trató de morder a marido hace unos años cuando fuimos invitados a un evento social en casa de los Walgreen", dijo. "Debido a su enorme tamaño, la posibilidad de que cause daños o lesiones serias a un niño, a un adulto o a otra mascota doméstica es muy real".
Estelle Gonzalez Walgreen niega que los cerdos hayan tratado de morder a nadie.
"Sé que no son comunes, pero nunca han atacado ni lesionado a nadie", dijo.
En respuesta a la demanda, el abogado de Walgreen, Charles Byrum, presentó una respuesta formal negando que los cerdos violaran las ordenanzas de control animal o de zonación.
Walgreen también negó que sus cerditos exuden malos olores.
"Siempre he tenido una persona a tiempo completo para que cuide los animales, que son bañados todos los domingos y tienen siempre heno fresco. Siempre hay alguien ocupándose de eso", dijo, afirmando que no hacen más ruidos que un perro ladrando.
Al menos una vecina, Anne Dempsey, está de acuerdo.
"No representan ningún peligro para nadie", dijo Dempsey, que permite regularmente que sus tres niños -de siete a doce años- jueguen con los marranos.
Dijo que la propiedad de Walgreen está siempre limpia.
"No es como si miraras y dijeras, ‘Mira, esto parece una pocilga'", dice Dempsey. "Mis niños juegan en el césped con los cerditos, y ninguno ha pisado nunca estiércol".
En respuesta a la petición, Walgreen envió una carta a los vecinos invitándolos a conocer a sus cerdos. Ninguno ha venido todavía.
Pero el edil Tom Swarthout, que representa al vecindario de los Murphy, dijo que no debería haber dudas sobre el asunto.
"En mi opinión, un cerco es un cerdo y deben ser mantenidos en un ambiente apropiado, y Lake Forest no es un lugar apropiado para cerdos", dijo Swarthout. Walgreen dijo que está determinada a no permitir que sus mascotas terminen en alguno de las decenas de santuarios de cerdos que se han abierto en el país en los últimos años para dar refugio a cientos de mascotas como las suyas.
Walgreen, miembro de la directiva de un local de rescate animal sin fines de lucro llamado A Pig Sanctuary en Shepherdsteown, Washinton, Virginia, conoce de primera tinta que los animales terminan a veces de otras maneras menos idílicas.
"Es una vergüenza", dijo Phyllis Battoe, dueño de unos ochenta cerdos que viven en Pig Pal Sanctuary cerca de Springfield. "Son muy especiales, y son fantásticos vecinos".
skuczka@tribune.com
[12 de julio de 2006]
©chicago tribune
©traducción mQh
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