novela violenta
[Patrick Anderson] La novela más violenta del año.
Libro reseñado:
Shadow Man
Cody Mcfadyen
Bantam
373 pp.
$24
mondaythrillers@aol.com
‘Shadow Man', de Cody Mcfadyen es posiblemente la novela policial más violenta que he leído nunca: obviamente, no está destinada a todo el mundo, aunque nunca se tiene la impresión de que su violencia sea gratuita. En su historia de la persecución de un asesino en serie por un agente del FBI, Mcfadyen trata de resolver el permanente conflicto entre el bien y el mal. En la medida en que lo logra, es porque Smoky Barret, su heroína de Los Angeles, es una mezcla tan poderosa de fortaleza y vulnerabilidad, coraje y temor. De cierto extraño modo, los papeles entremezclados de Barrett como mujer, víctima y vengadora, convierten a la novela a la vez en humana y violenta.
Cuando conocemos a Barrett, está con permiso del FBI. Conocemos sus pesadillas, las frescas cicatrices que desfiguran su cara y su cuerpo, sus ideas suicidas. Su psiquiatra resume su caso sucintamente: "Hace seis meses el hombre que usted estaba cazando, Joseph Sands, la encontró con su familia, mató a su marido en frente de usted, la violó y torturó y asesinó a su hija. Con un esfuerzo que sólo podría ser llamado sobrehumano, usted revertió la situación y lo mató". Pronto se nos entregan los indescriptibles detalles del ataque.
La psiquiatra reta a Barrett a rechazar la tentación del suicidio y volver al trabajo. Entrega su arma, la Glock que usaba con tanto arte, y le dice que la coja. En lugar de eso, se cae al suelo: "Grito, me golpeo la cabeza con las manos, siento que voy a empezar a llorar y sé que voy a morir. Me ha roto, me abrió, me sacó las tripas. El hecho de que lo haya hecho para ayudarme, no me consuela, porque ahora mismo todo lo que siento es dolor, dolor, dolor". Gran parte de la historia de Barrett se desarrolla a este nivel de intensidad.
Se obliga a volver a la sección de asesinos en serie del FBI que encabeza y empieza con un nuevo caso. Su amiga íntima de la secundaria ha sido salvajemente asesinada, y el asesino dejó una nota retando a Barrett a descubrirlo. La hija de diez años de la mujer fue amarrada al cuerpo de su madre y está catatónica. Barrett adopta a la niña, Bonnie, la que esmeradamente se convierte en un substituto de su propia hija asesinada. El asesino reclama descender de Jack el Destripador. Ataca no solamente a Barrett, sino a sus tres colegas, y demuestra una aterradora capacidad para dañar a ellos y sus familias. Incluso cuando tortura a los agentes del FBI, les envía videos de los asesinatos de más mujeres -prostitutas, destripadas como las verdaderas víctimas del Destripador.
El paisaje de Mcfadyen está lleno de monstruos. Por carta, el asesino provoca a Barrett con observaciones sobre la niña que quedó en estado catatónico: "¿Cómo está la pequeña Bonnie? ¿Grita y llora, o guarda simplemente silencio? Es lo que me pregunto de vez en vez. Por favor, salúdala de mi parte". Tiene acólitos que ha reclutado en internet. Uno de los personajes más decentes del libro no solamente es secuestrado por el asesino, sino además sufre de cáncer. Como si los crímenes de este Destripador moderno no fueran suficientes, Mcfadyen hace que varios policías y agentes del FBI recuerden otros horrores del pasado. En este mundo, el mal se transmite de generación en generación, interminablemente.
Mientras sigue Barrett al asesino, lucha tanto con sus temores como con su nuevo papel como madre sucedánea. "Dios mío, tengo miedo", dice. "Siempre. Despierto con miedo, camino con miedo, me voy a dormir con miedo". En una escena con la niña, "simplemente nos miramos a los ojos, dejando que las lágrimas corrieran por nuestras mejillas. Después de todo, para eso están las lágrimas. Un método para desangrar el alma". Medita sobre los retos de la maternidad: "Ser padre no es una cosa de una sola vez, una pieza de un solo acto. Es complejo, y contiene tanto amor como odio, egoísmo y egocentrismo. Hay veces en que te quedas sin aliento ante la belleza de tu hija. Hay veces, apenas un instante, en que deseas que no hubiera hija alguna". Muchos lectores que se sentirán desalentados con la violencia de la novela, podrían darle una oportunidad, y encontrar solaz en la sensibilidad que dio Mcfadyen a Barrett. Pocos hombres que escriben novelas sobre asesinos en serie han creado una mujer de tal profundidad.
Esta primera novela, sin embargo, tiene sus puntos débiles. A pesar de que es una poli brillante, Barrett olvida hacer las preguntas obvias, y a pesar de ser un brillante criminal, el Destripador olvida eliminar a la única persona que podría reconocerle. También hay tropiezos menores. Una agente del FBI, la elegante Callie, llama a todo el mundo "mi tesoro" y después de unas cien veces, termina exasperando. Pero la rabia de Barrett, su dolor y determinación infunden la novela con una cruda pasión que -junto con su creciente suspenso- te hacen olvidar los puntos flacos. ‘Shadow Man' no pertenece al grupo de novelas finas sobre asesinos en serie, como ‘El silencio de los corderos' [The Silence of the Lambs], de Thomas Harris, y ‘El poeta' [The Poet], de Michael Connelly, pero si aguantas la violencia, será una de las mejores novelas policiales de este año.
Cuando conocemos a Barrett, está con permiso del FBI. Conocemos sus pesadillas, las frescas cicatrices que desfiguran su cara y su cuerpo, sus ideas suicidas. Su psiquiatra resume su caso sucintamente: "Hace seis meses el hombre que usted estaba cazando, Joseph Sands, la encontró con su familia, mató a su marido en frente de usted, la violó y torturó y asesinó a su hija. Con un esfuerzo que sólo podría ser llamado sobrehumano, usted revertió la situación y lo mató". Pronto se nos entregan los indescriptibles detalles del ataque.
La psiquiatra reta a Barrett a rechazar la tentación del suicidio y volver al trabajo. Entrega su arma, la Glock que usaba con tanto arte, y le dice que la coja. En lugar de eso, se cae al suelo: "Grito, me golpeo la cabeza con las manos, siento que voy a empezar a llorar y sé que voy a morir. Me ha roto, me abrió, me sacó las tripas. El hecho de que lo haya hecho para ayudarme, no me consuela, porque ahora mismo todo lo que siento es dolor, dolor, dolor". Gran parte de la historia de Barrett se desarrolla a este nivel de intensidad.
Se obliga a volver a la sección de asesinos en serie del FBI que encabeza y empieza con un nuevo caso. Su amiga íntima de la secundaria ha sido salvajemente asesinada, y el asesino dejó una nota retando a Barrett a descubrirlo. La hija de diez años de la mujer fue amarrada al cuerpo de su madre y está catatónica. Barrett adopta a la niña, Bonnie, la que esmeradamente se convierte en un substituto de su propia hija asesinada. El asesino reclama descender de Jack el Destripador. Ataca no solamente a Barrett, sino a sus tres colegas, y demuestra una aterradora capacidad para dañar a ellos y sus familias. Incluso cuando tortura a los agentes del FBI, les envía videos de los asesinatos de más mujeres -prostitutas, destripadas como las verdaderas víctimas del Destripador.
El paisaje de Mcfadyen está lleno de monstruos. Por carta, el asesino provoca a Barrett con observaciones sobre la niña que quedó en estado catatónico: "¿Cómo está la pequeña Bonnie? ¿Grita y llora, o guarda simplemente silencio? Es lo que me pregunto de vez en vez. Por favor, salúdala de mi parte". Tiene acólitos que ha reclutado en internet. Uno de los personajes más decentes del libro no solamente es secuestrado por el asesino, sino además sufre de cáncer. Como si los crímenes de este Destripador moderno no fueran suficientes, Mcfadyen hace que varios policías y agentes del FBI recuerden otros horrores del pasado. En este mundo, el mal se transmite de generación en generación, interminablemente.
Mientras sigue Barrett al asesino, lucha tanto con sus temores como con su nuevo papel como madre sucedánea. "Dios mío, tengo miedo", dice. "Siempre. Despierto con miedo, camino con miedo, me voy a dormir con miedo". En una escena con la niña, "simplemente nos miramos a los ojos, dejando que las lágrimas corrieran por nuestras mejillas. Después de todo, para eso están las lágrimas. Un método para desangrar el alma". Medita sobre los retos de la maternidad: "Ser padre no es una cosa de una sola vez, una pieza de un solo acto. Es complejo, y contiene tanto amor como odio, egoísmo y egocentrismo. Hay veces en que te quedas sin aliento ante la belleza de tu hija. Hay veces, apenas un instante, en que deseas que no hubiera hija alguna". Muchos lectores que se sentirán desalentados con la violencia de la novela, podrían darle una oportunidad, y encontrar solaz en la sensibilidad que dio Mcfadyen a Barrett. Pocos hombres que escriben novelas sobre asesinos en serie han creado una mujer de tal profundidad.
Esta primera novela, sin embargo, tiene sus puntos débiles. A pesar de que es una poli brillante, Barrett olvida hacer las preguntas obvias, y a pesar de ser un brillante criminal, el Destripador olvida eliminar a la única persona que podría reconocerle. También hay tropiezos menores. Una agente del FBI, la elegante Callie, llama a todo el mundo "mi tesoro" y después de unas cien veces, termina exasperando. Pero la rabia de Barrett, su dolor y determinación infunden la novela con una cruda pasión que -junto con su creciente suspenso- te hacen olvidar los puntos flacos. ‘Shadow Man' no pertenece al grupo de novelas finas sobre asesinos en serie, como ‘El silencio de los corderos' [The Silence of the Lambs], de Thomas Harris, y ‘El poeta' [The Poet], de Michael Connelly, pero si aguantas la violencia, será una de las mejores novelas policiales de este año.
Libro reseñado:
Shadow Man
Cody Mcfadyen
Bantam
373 pp.
$24
mondaythrillers@aol.com
3 de julio de 2006
©washington post
©traducción mQh
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