¿por qué nos odiáis tanto?
[Larry Kramer] Un achacoso homosexual de 72 años no tiene esperanzas sobre el futuro.
Estimados heterosexuales, ¿por qué odiáis tanto a los homosexuales?
Los homosexuales somos odiados. Díganme si no es verdad. Vuestro principal general nos llamó inmorales. El general de los marines, Peter Pace, presidente del Estado Mayor Conjunto, está al mando de unas 65 mil tropas homosexuales y lesbianas, algunas luchando por nuestro país en Iraq. Una comentarista política de extrema derecha, Ann Coulter, puede llamar impunemente marica a un candidato presidencial que es heterosexual. Incluso Garrison Keillor, el menos pensado, hace en su columna bromas realmente horteras sobre los padres homosexuales. Esto, supongo, no se puede clasificar como odio, pero sí es desagradable y tonto, y a menudo un primer paso hacia el odio. Hillary Rodham Clinton y Barack Obama trataron de eludir las preguntas que surgieron gracias a la intolerancia de Pace, confirmando lo que los homosexuales ya sabemos: que no hay en ninguna parte ningún candidato que se atreva a dar la cara, e inequívocamente diga cosas decentes, alentadoras, sobre nosotros.
Los homosexuales no deberíamos votar por ninguno de ellos. No hay ningún candidato o figura pública importante que no esté dispuesta a mandarnos río abajo. Lo hemos visto una y otra vez, inclusive de políticos supuestamente progresistas, como el presidente Clinton con su política de "no preguntéis, no lo divulguéis" sobre los homosexuales en las fuerzas armadas y su apoyo de la odiosa Ley de Defensa del Matrimonio. Por supuesto, es posible que ser rechazado por los homosexuales haga todavía más populares a los políticos, pero al menos recuperaremos nuestra dignidad. Votar por ellos es coludirse con ellos en el desprecio en que nos tienen.
¿No os preguntáis acaso por qué los heterosexuales tratan tan brutalmente a los homosexuales, año tras año tras año, cuando nos despojan de nuestra masculinidad, de nuestra feminidad, de nuestro ser como personas? ¿Por qué ni muertos nos dejan tranquilos? Lo que podemos dejar a nuestras parejas es sometido a un régimen de impuestos mucho más punitivo que lo que dejáis a vuestras parejas legales. ¿Por qué hacéis esto? Mi pareja no podrá seguir viviendo en la casa que construimos juntos durante la vida que vivimos juntos. Esto no os ocurre a vosotros. Los impuestos sin representación es lo que condujo a la Guerra Revolucionaria. Los homosexuales han pagado todos los impuestos que habéis pagado vosotros. Pero vosotros gozáis de igualdad, y nosotros no.
No hay ningún indicio de que esto vaya a cambiar pronto. El presidente nos dejará un legado de odio que tomará décadas limpiar. Ha puesto prácticamente en todos los tribunales y en todas las posiciones en la administración pública del país a gente que nos odia. Así que incluso con un nuevo presidente tolerante, los homosexuales no podremos librarnos de este yugo de odio. Los tribunales resuelven contra los homosexuales con odiosa regularidad. Y, por supuesto, la Corte Suprema no reconocerá nuestra igualdad y, al final, es la Corte Suprema la que debe otorgárnosla. Si esto no es odio, no sé qué lo sería.
Nuestro débil movimiento gay limita la mayoría de sus exigencias al matrimonio. Pero los candidatos políticos no están diciendo nada -y nosotros no estamos exigiendo que lo hagan- sobre la igualdad. Mi amante y yo no queremos casarnos todavía, pero ciertamente queremos ser iguales.
Debéis saber que a los homosexuales nos golpean todo el tiempo, en todo el mundo. Si alguien os aporrea por lo que sois -por vuestra raza u origen étnico-, eso es considerado un crimen de odio. Pero en la mayoría de los estados los homosexuales no estamos incluidos en las medidas contra los crímenes de odio, y el congreso se ha negado a incluirnos en la ley federal.
La homosexualidad es un delito punible en un montón de países, como lo es todo tipo de activismo en su defensa. Que sea punible quiere decir cárcel. Quiere decir muerte. El gobierno norteamericano ha rechazado nuestras peticiones de que protestara por el ahorcamiento de adolescentes homosexuales en Irán, pero sí protesta por otras muchas crueldades en el extranjero. ¿A quién le interesa si matan a un marica? Parte de la Iglesia Evangélica de Estados Unidos se está uniendo al arzobispo nigeriano, que cree que los homosexuales deberían ser encarcelados. ¡Evangélicos! ¿Quién pensó que tendríamos que preocuparnos de los evangélicos?
Bueno, ¿quién hubiera pensado que tendríamos problemas en Florida? Hace poco un joven homosexual fue asesinado en Florida debido a su orientación sexual. Todas las semanas recibo informes de asesinatos de homosexuales en nuestro país. Pocos de ellos llegan a primera plana. Pocos son juzgados. ¿Consideráis aceptable que 20 mil jóvenes cristianos participen en una peregrinación anual a San Francisco para rezar por las almas de los homosexuales? Esto no es libertad de expresión, sino otra versión del odio. Es el mundo que odia a los homosexuales. Siempre nos odió.
Los homosexuales no se dan cuenta de que mientras más visibles nos hacemos, mientras más de nosotros salimos del clóset, más nos odian. ¿No es así que algunos de vosotros, heterosexuales, que reclamáis que no nos odiáis, tenéis la responsabilidad de denunciar el odio? ¿Por qué es socialmente aceptable hacer bromas sobre los ‘hombres afeminados' y discriminarnos legalmente con una enmienda ‘constitucional' que prohíbe el matrimonio homosexual? Debido a que no podemos casarnos, sólo podemos legar una parte de nuestros bienes, no tenemos derechos parentales iguales y no podemos vivir con un extranjero al que amamos que no tenga permiso del gobierno para vivir en este país. ¿Esas son las garantías de igualdad que proclama para todos nosotros la Declaración de Derechos?
¿Por qué nos odiáis tanto que no nos permitís que nos amemos legalmente? Tengo casi 72 años y he sido odiado durante toda mi vida, y no veo que vayan a ocurrir cambios.
Creo que vuestro odio es demoníaco.
¿Qué es lo que hacemos que es tan horrible para vosotros? ¿Por qué os sentís obligados a perseguirnos con ese vigor tan espantoso? ¿Os sentís con ello más seguros y más legítimos? ¿Qué mal os podría causar que nos casáramos, o que pagáremos impuestos como vosotros, o que estuviéramos protegidos contra agresiones por leyes que dicen que es moralmente erróneo agredir a otros por odio? Las razones que se ofrecen son siempre religiosas, pero ciertamente no se basan en el amor que proclaman las religiones.
E incluso si vuestras objeciones contra los homosexuales son religiosas, ¿por qué tenéis que legislar de manera tan odiosa? No os equivoquéis: Prohibir que los homosexuales amen o se casen se basa en el odio, puro y simple.
Podéis decir que no nos odiáis, pero la gente por la que votáis sí nos odia, así que ¿cuál es la diferencia? Nuestro propio proceso democrático nos declara iguales. Lo que significa, en una democracia, que nuestro enemigos sois vosotros. Nos tratáis como migajas. Nos odiáis. Y, desgraciadamente, os dejamos hacerlo.
Los homosexuales somos odiados. Díganme si no es verdad. Vuestro principal general nos llamó inmorales. El general de los marines, Peter Pace, presidente del Estado Mayor Conjunto, está al mando de unas 65 mil tropas homosexuales y lesbianas, algunas luchando por nuestro país en Iraq. Una comentarista política de extrema derecha, Ann Coulter, puede llamar impunemente marica a un candidato presidencial que es heterosexual. Incluso Garrison Keillor, el menos pensado, hace en su columna bromas realmente horteras sobre los padres homosexuales. Esto, supongo, no se puede clasificar como odio, pero sí es desagradable y tonto, y a menudo un primer paso hacia el odio. Hillary Rodham Clinton y Barack Obama trataron de eludir las preguntas que surgieron gracias a la intolerancia de Pace, confirmando lo que los homosexuales ya sabemos: que no hay en ninguna parte ningún candidato que se atreva a dar la cara, e inequívocamente diga cosas decentes, alentadoras, sobre nosotros.
Los homosexuales no deberíamos votar por ninguno de ellos. No hay ningún candidato o figura pública importante que no esté dispuesta a mandarnos río abajo. Lo hemos visto una y otra vez, inclusive de políticos supuestamente progresistas, como el presidente Clinton con su política de "no preguntéis, no lo divulguéis" sobre los homosexuales en las fuerzas armadas y su apoyo de la odiosa Ley de Defensa del Matrimonio. Por supuesto, es posible que ser rechazado por los homosexuales haga todavía más populares a los políticos, pero al menos recuperaremos nuestra dignidad. Votar por ellos es coludirse con ellos en el desprecio en que nos tienen.
¿No os preguntáis acaso por qué los heterosexuales tratan tan brutalmente a los homosexuales, año tras año tras año, cuando nos despojan de nuestra masculinidad, de nuestra feminidad, de nuestro ser como personas? ¿Por qué ni muertos nos dejan tranquilos? Lo que podemos dejar a nuestras parejas es sometido a un régimen de impuestos mucho más punitivo que lo que dejáis a vuestras parejas legales. ¿Por qué hacéis esto? Mi pareja no podrá seguir viviendo en la casa que construimos juntos durante la vida que vivimos juntos. Esto no os ocurre a vosotros. Los impuestos sin representación es lo que condujo a la Guerra Revolucionaria. Los homosexuales han pagado todos los impuestos que habéis pagado vosotros. Pero vosotros gozáis de igualdad, y nosotros no.
No hay ningún indicio de que esto vaya a cambiar pronto. El presidente nos dejará un legado de odio que tomará décadas limpiar. Ha puesto prácticamente en todos los tribunales y en todas las posiciones en la administración pública del país a gente que nos odia. Así que incluso con un nuevo presidente tolerante, los homosexuales no podremos librarnos de este yugo de odio. Los tribunales resuelven contra los homosexuales con odiosa regularidad. Y, por supuesto, la Corte Suprema no reconocerá nuestra igualdad y, al final, es la Corte Suprema la que debe otorgárnosla. Si esto no es odio, no sé qué lo sería.
Nuestro débil movimiento gay limita la mayoría de sus exigencias al matrimonio. Pero los candidatos políticos no están diciendo nada -y nosotros no estamos exigiendo que lo hagan- sobre la igualdad. Mi amante y yo no queremos casarnos todavía, pero ciertamente queremos ser iguales.
Debéis saber que a los homosexuales nos golpean todo el tiempo, en todo el mundo. Si alguien os aporrea por lo que sois -por vuestra raza u origen étnico-, eso es considerado un crimen de odio. Pero en la mayoría de los estados los homosexuales no estamos incluidos en las medidas contra los crímenes de odio, y el congreso se ha negado a incluirnos en la ley federal.
La homosexualidad es un delito punible en un montón de países, como lo es todo tipo de activismo en su defensa. Que sea punible quiere decir cárcel. Quiere decir muerte. El gobierno norteamericano ha rechazado nuestras peticiones de que protestara por el ahorcamiento de adolescentes homosexuales en Irán, pero sí protesta por otras muchas crueldades en el extranjero. ¿A quién le interesa si matan a un marica? Parte de la Iglesia Evangélica de Estados Unidos se está uniendo al arzobispo nigeriano, que cree que los homosexuales deberían ser encarcelados. ¡Evangélicos! ¿Quién pensó que tendríamos que preocuparnos de los evangélicos?
Bueno, ¿quién hubiera pensado que tendríamos problemas en Florida? Hace poco un joven homosexual fue asesinado en Florida debido a su orientación sexual. Todas las semanas recibo informes de asesinatos de homosexuales en nuestro país. Pocos de ellos llegan a primera plana. Pocos son juzgados. ¿Consideráis aceptable que 20 mil jóvenes cristianos participen en una peregrinación anual a San Francisco para rezar por las almas de los homosexuales? Esto no es libertad de expresión, sino otra versión del odio. Es el mundo que odia a los homosexuales. Siempre nos odió.
Los homosexuales no se dan cuenta de que mientras más visibles nos hacemos, mientras más de nosotros salimos del clóset, más nos odian. ¿No es así que algunos de vosotros, heterosexuales, que reclamáis que no nos odiáis, tenéis la responsabilidad de denunciar el odio? ¿Por qué es socialmente aceptable hacer bromas sobre los ‘hombres afeminados' y discriminarnos legalmente con una enmienda ‘constitucional' que prohíbe el matrimonio homosexual? Debido a que no podemos casarnos, sólo podemos legar una parte de nuestros bienes, no tenemos derechos parentales iguales y no podemos vivir con un extranjero al que amamos que no tenga permiso del gobierno para vivir en este país. ¿Esas son las garantías de igualdad que proclama para todos nosotros la Declaración de Derechos?
¿Por qué nos odiáis tanto que no nos permitís que nos amemos legalmente? Tengo casi 72 años y he sido odiado durante toda mi vida, y no veo que vayan a ocurrir cambios.
Creo que vuestro odio es demoníaco.
¿Qué es lo que hacemos que es tan horrible para vosotros? ¿Por qué os sentís obligados a perseguirnos con ese vigor tan espantoso? ¿Os sentís con ello más seguros y más legítimos? ¿Qué mal os podría causar que nos casáramos, o que pagáremos impuestos como vosotros, o que estuviéramos protegidos contra agresiones por leyes que dicen que es moralmente erróneo agredir a otros por odio? Las razones que se ofrecen son siempre religiosas, pero ciertamente no se basan en el amor que proclaman las religiones.
E incluso si vuestras objeciones contra los homosexuales son religiosas, ¿por qué tenéis que legislar de manera tan odiosa? No os equivoquéis: Prohibir que los homosexuales amen o se casen se basa en el odio, puro y simple.
Podéis decir que no nos odiáis, pero la gente por la que votáis sí nos odia, así que ¿cuál es la diferencia? Nuestro propio proceso democrático nos declara iguales. Lo que significa, en una democracia, que nuestro enemigos sois vosotros. Nos tratáis como migajas. Nos odiáis. Y, desgraciadamente, os dejamos hacerlo.
Larry Kramer es el fundador del grupo de protesta ACT UP y el autor del libro ‘The Tragedy of Today's Gays'.
23 de marzo de 2007
20 de marzo de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
0 comentarios