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tenet escribe sobre la guerra


[Greg Miller y Bob Drogin] Ex director de la CIA dice que las advertencias fueron negadas. Funcionarios de la Casa Blanca ignoraron las alarmas sobre actividades terroristas previas al 11 de septiembre de 2001 y en el Iraq de posguerra, escribe George J. Tenet.
Washington, Estados Unidos. En una punzante acusación del manejo norteamericano de la guerra de Iraq, el ex director de la CIA George J. Tenet, acusa en un nuevo libro al gobierno de Bush de ignorar repetidas advertencias de que el país estaba deslizándose hacia una guerra civil y expresa profundo escepticismo en que el actual ‘aumento' del nivel de tropas tenga éxito.
Tenet acusa a la Casa Blanca de carecer de "estrategia" para el manejo del Iraq de posguerra, y concluye que la reciente campaña de despliegue de más tropas se produce demasiado tarde.
"Podría haber resultado hace tres años", escribe Tenet, "antes de que un país que creía que tenía una identidad nacional, recayera en las políticas de la identificación religiosa y étnica".
A través de sus 549 páginas, ‘At the Center of the Storm' está cruzado por fuertes críticas de toda una gama de altos personeros de gobierno, incluyendo al vicepresidente Dick Cheney, a la secretaria de estado Condoleezza Rice, y al sucesor de Rice como asesor de la seguridad nacional, Stephen Hadley.
El libro de Tenet representa la primera versión de un alto miembro del equipo de seguridad nacional del presidente Bush sobre la situación en Iraq y su lucha en la guerra contra el terrorismo. El libro ciertamente aumentará la presión política sobre la Casa Blanca en momentos en que el gobierno está suplicando por más paciencia al congreso en cuanto a la nueva campaña de Bush para pacificar Bagdad.
La publicación del libro crea una situación altamente improbable: El jefe de espionaje previamente responsable de salvaguardar los secretos del país está ofreciendo versiones internas sobre debates de política exterior, al mismo tiempo que opina sobre decisiones de personeros a los que asesoró hace apenas tres años.
Tenet, que durante cuatro años informó casi diariamente al presidente, reconoce que la CIA cometió graves errores en su evaluación del supuesto programa de armas nucleares de Bagdad, pero alega que la agencia igualmente cometió desastrosos errores después de la invasión.
"Nuestro análisis asumía que había un plan para preservar la paz", escribe en una sección de un capítulo titulado ‘Mission Not Accomplished', una mordaz referencia a Bush. "De hecho, no había ninguna estrategia para cuando las tropas norteamericanas llegaran al terreno".
El libro traza el papel de Tenet como director de la CIA durante una de las épocas más tumultuosas de su historia, desde los años anteriores a los atentados del 11 de septiembre de 2001 hasta las secuelas de la invasión de Iraq. En el libro, reconoce algunos fracasos, aunque defiende enérgicamente algunos aspectos de su legado. Alterna entre el elogio y una educada crítica de Bush, que en 2004 otorgó a Tenet la Medalla Presidencial de la Libertad.
El libro incluye nuevos detalles sobre los avisos que la CIA entregó al gobierno de Bush en los meses previos al 11 de septiembre que fueron ignorados.
Relata los éxitos de la agencia en la dirección de la respuesta norteamericana en Afganistán, la captura de operativos de al Qaeda y el desmantelamiento de la red ilegal de armas nucleares del científico paquistaní Abdul Qadeer Khan.
Tenet defiende algunos de los métodos de recabamiento de información de inteligencia más controvertidos utilizados durante su período -incluyendo el uso de técnicas de interrogatorio reforzado, que algunos consideran tortura- y el programa de espionaje doméstico implementado por Bush.
Reserva sus críticas más duras para lo que Tenet llama la "desastrosa" situación en Iraq. Concluye que la mal dirigida intervención de Estados Unidos ha zambullido a Oriente Medio en una inestabilidad mucho más profunda que la presenciada en la región en toda una generación.
Tenet también describe advertencias previamente desconocidas, entregadas a Bush y otros personeros de gobierno por altos analistas de la CIA, de que una situación de posguerra caótica en Iraq sería utilizada por al Qaeda.
En una reunión de noviembre de 2003 en el Despacho Oval, escribe Tenet, un analista de la CIA advirtió a Bush y otros que "[la invasión de] Iraq ocurrió exactamente en el momento en que lo necesitaba al Qaeda".
Times obtuvo un ejemplar del libro, que será lanzado este lunes. En este, Tenet critica fuertemente a sus colegas del círculo íntimo de Bush.
"Aquellos a cargo de la política exterior norteamericana operaban dentro de un circuito cerrado", escribe Tenet. "Se ignoraban las malas noticias. Nuestras propias informaciones -informaciones que eventualmente probarían ser exactas en cuanto a las predicciones de lo que ocurriría en el terreno- eran desechadas".
Rice es retratada como una figura a menudo inepta en el gobierno de Bush, incapaz o poco dispuesta a ejercer control sobre importantes debates de política exterior. Tenet escribe que la CIA se alarmó particularmente por la decisión del gobierno de excluir a todos los antiguos miembros del Partido Baaz de Saddam Hussein del naciente gobierno iraquí.
Tenet dice que se acercó a Rice para quejarse de que la orden "había eliminado no solamente a los matones de Saddam, sino también por ejemplo a algo así como cuarenta mil maestras de escuela que se unieron al Partido Baaz simplemente para conservar sus trabajos".
Rice dijo que "estaba muy frustrada por la situación, pero nunca pasó nada", dice Tenet.
Expresa desdén por el exiliado iraquí Ahmed Chalabi, que produjo una parada de desertores que hicieron afirmaciones falsas sobre el programa de armas de Bagdad, y que tenía influencia ante Cheney y otros halcones.
Tenet defiende el papel de la CIA en el fiasco de la inteligencia de preguerra. Acusa repetidas veces a Cheney de exagerar la amenaza de Iraq, pero concede que él rara vez se quejó o expresó preocupación.
En agosto de 2002, por ejemplo, Cheney dijo en un discurso que "no había dudas" de que Iraq estaba acumulando armas de destrucción masiva y que adquiriría "bastante pronto" un arma nuclear. Tenet escribe que se sorprendió al leer el discurso y que "iba mucho más allá de lo que nuestros analistas podían justificar". Pero admite que no dijo nada a Cheney.
"No debería haber dejado que mi silencio implicara aceptación", escribe.
En marzo de 2003, sin embargo, escribe, advirtió personalmente a Bush de que otro discurso de Cheney sobre los vínculos de Iraq con al Qaeda "va mucho más allá de lo que muestra la inteligencia. No podemos apoyar ese discurso y no debería ser leído".
Ese discurso no se pronunció nunca. Incluso así, dice Tenet, "continúa hasta hoy estirando el caso".
Tenet escribe que no pudo determinar cuándo se "hizo inevitable" la invasión.
"Que yo sepa, dentro del gobierno no hubo nunca un debate serio sobre lo inminente de la amenaza iraquí", escribe. "Tampoco hubo ninguna discusión significativa" en cuanto a los costes y beneficios de la guerra en contraste con las acciones encubiertas contra el régimen de Hussein.
Tenet responsabiliza a la falta de tiempo y la ineficiencia burocrática de toda una serie de problemas con la inteligencia de preguerra. "Hay un dicho que dice que si quieres que algo salga mal, saldrá mal, y eso es precisamente lo que pasó", escribe.
Antes del 11 de septiembre de 2001, el gobierno de Bush fue demasiado lento en cuanto a reconocer la magnitud de la amenaza terrorista, escribe. En comparación con el gobierno de Clinton, dice, hubo una "pérdida del sentido de urgencia".
Relata su versión de una serie de reuniones informativas que preparó con J. Cofer Black, un alto funcionario contraterrorista de la CIA, para Rice en el verano de 2001, advirtiéndole que la evidencia indicaba un ataque inminente.
"No recuerdo otro momento de mis siete años como director de la CIA en que haya solicitado una reunión con tanta urgencia a la Casa Blanca", escribe.
La primera frase de Black fue directa: "En las próximas semanas o meses sufriremos un importante atentado terrorista".
Los otros asistentes en la reunión pidieron a Rice que hiciera que Bush firmara una serie de autorizaciones para lanzar ataques preventivos contra al Qaeda, diciendo: "Tenemos que obligar a bin Laden a pelear en Afganistán".
Hasta ese 11 de septiembre de 2001, las autoridades no habían respondido.

greg.miller@latimes.com
bob.drogin@latimes.com

Peter Spiegel y Julian E. Barnes contribuyeron a este reportaje.

30 de abril de 2007
28 de abril de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
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