sangre venezolana en golpe del 73
[Pedro Fernández]Cris González, autora de la investigación y del libro de homenaje a su joven compatriota asesinado en los días del golpe militar.
Enrique Maza Carvajal fue un estudiante venezolano asesinado en Chile el 12 de septiembre de 1973, cuando participaba con obreros del Cordón Vicuña Mackenna en un desesperado esfuerzo para resistir el golpe militar. A 33 años de su muerte, se ha editado el libro ‘Camarada Enrique', cuya autora es Cris González Hernández, actual consejera política de la embajada de Venezuela en Bolivia, que anteriormente desempeñó el mismo cargo en Chile.
El libro fue presentado en nuestro país en un acto en el Teatro Camilo Henríquez, del Círculo de Periodistas de Santiago. En el panel estuvieron Cris González, el periodista Manuel Holzapfel, Carlos Aguilar, ex obrero del Cordón Vicuña Mackenna, y el director de Punto Final, Manuel Cabieses, autor del prólogo del libro.
La obra es un homenaje a la memoria de Enrique Maza Carvajal, y es el fruto de un intenso trabajo de investigación de la autora que entrevistó a familiares y compañeros del estudiante asesinado en Chile.
Enrique Maza fue militante del MIR venezolano e inició sus estudios de ingeniería eléctrica en la Universidad Central de Venezuela. La represión al movimiento estudiantil le obligó a emigrar junto a muchos otros jóvenes venezolanos. Un grupo decidió venir a Chile, atraído por el proceso que encabezaba el presidente Salvador Allende y muchos de ellos se incorporaron a partidos de la Izquierda chilena. Maza Carvajal se vinculó al MIR y al Mapu, y prosiguió sus estudios en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile. Al momento del golpe tenía 22 años.
Para el 11 de septiembre consideró un deber participar en cualquier esfuerzo de resistencia al golpe. Sus nexos militantes estaban en las fábricas del Cordón Vicuña Mackenna y hacia allá se dirigió para incorporarse a la lucha de los obreros de esas industrias, que contaban con la promesa de la CUT -dirigida por comunistas y socialistas- de proporcionarles armas si los golpistas intentaban consumar su intención de derrocar al presidente Allende. Sin embargo, eso no sucedió y grupos de trabajadores desarmados permanecieron al interior de las fábricas, inmovilizados por el toque de queda y a la espera de los acontecimientos.
En el lanzamiento del libro ‘Camarada Enrique', el obrero Carlos Aguilar -que vivió esos momentos trágicos- recordó que para el 11 de septiembre el movimiento popular ya venía sufriendo un proceso de deterioro, como consecuencia de las debilidades en la conducción política tanto del gobierno como de los partidos de la Unidad Popular. Aguilar señaló que en el Cordón Vicuña Mackenna, por ejemplo, sólo una minoría de los obreros del sector se quedó en las industrias esperando las armas prometidas por la CUT o una orientación de las direcciones políticas.
Extranjeros Junto a Chilenos
En el prólogo de ‘Camarada Enrique', el periodista Manuel Cabieses señala: "Centenares de revolucionarios brasileños, uruguayos, argentinos, cubanos, bolivianos, peruanos, venezolanos, norteamericanos y europeos vivieron en Chile la jubilosa experiencia de la Unidad Popular y también compartieron nuestro destino en la hora trágica de la derrota. Muchos, como Enrique Maza Carvajal, militaron en los partidos de la Izquierda chilena. Contra esos extranjeros se descargó la crueldad golpista azuzada por la leyenda de los ‘miles de guerrilleros' que estaban listos para intervenir en la ‘guerra civil' cuya inminencia anunciaban cada día los medios de prensa reaccionarios. La cacería de ‘guerrilleros' extranjeros fue implacable. Ni siquiera poseer la ciudadanía norteamericana resultó garantía de inmunidad. Jóvenes como Charles Horman y Frank Teruggi fueron asesinados. En el Estadio Nacional, convertido en inmensa prisión, había muchos extranjeros, incluso sacerdotes holandeses, belgas o franceses que ejercían su ministerio en las poblaciones populares de la capital. En la comisaría de Carabineros donde me llevaron arrestado dos días después del golpe, irrumpió un oficial de la Fuerza Aérea llevando a un prisionero al que apuntaba con una pistola a la cabeza. ‘¡Es cubano, es cubano!', gritaba golpeando a su víctima. El joven negaba: ‘¡Soy panameño, tengo mi pasaporte!'. Cayó al suelo y fue golpeado por su captor y carabineros en la forma más salvaje que he visto en mi vida. Ignoro la suerte que corrió ese panameño cuyo acento sonaba a cubano para oídos entrenados en el odio".
Así lo Mataron
En la presentación del libro sobre Enrique Maza también se leyó el relato de un testigo del asesinato del joven venezolano. Lo hizo llegar Guillermo Orrego Valdebenito, dibujante técnico y ex prisionero del campo de concentración de Chacabuco. "Esa tarde del 12 de septiembre estábamos botados en la calle, boca abajo, hombres y mujeres de las diferentes empresas del Cordón Industrial Vicuña Mackenna… Rodeado por un piquete de pacos (Maza) fue baleado por la espalda luego de gritarle que corriera por Vicuña Mackenna en dirección a la calle San Joaquín… El cayó con las manos atadas a la espalda en las puertas de la empresa IRT. Luego de ser asesinado, los pacos embravecidos y jadeantes azuzaban a unos perros callejeros para que mordieran el cadáver mientras ellos lo orinaban, sin conmoverse por los gritos de espanto y angustia de las compañeras que yacían en la vereda de enfrente (en Textil Progreso) con sus hijos pequeños que habían retirado de las guarderías infantiles… Era notorio que este camarada de ideales no era chileno; él era muy morenito, pelo rizado, de barba, estampa atlética, calzaba bototos y pantalones tipo jeans de color blanco; mientras lo tironeaban hasta la puerta de IRT, lo venían golpeando en la cara con un libro de esos de contabilidad y lo señalaban a gritos como de nacionalidad cubana… Hay que destacar que él soportaba estoica y dignamente los insultos y los golpes…".
El cadáver fue recogido en la calle y llevado al Instituto Médico Legal. Fue identificado, ya que portaba su cédula de identidad de extranjero. Esto permitió a la embajada venezolana reclamar el cuerpo y repatriarlo a Venezuela, donde se le dio sepultura.
El caso de Maza Carvajal aparece en el Informe Rettig pero no se menciona a carabineros como autores del crimen: "La Comisión -dice el informe- ha llegado a la convicción que, no pudiéndose determinar los autores de la muerte ni las circunstancias de la misma, Enrique Antonio Maza Carvajal cayó víctima de la violencia política imperante en el país a la fecha de los hechos".
El libro fue presentado en nuestro país en un acto en el Teatro Camilo Henríquez, del Círculo de Periodistas de Santiago. En el panel estuvieron Cris González, el periodista Manuel Holzapfel, Carlos Aguilar, ex obrero del Cordón Vicuña Mackenna, y el director de Punto Final, Manuel Cabieses, autor del prólogo del libro.
La obra es un homenaje a la memoria de Enrique Maza Carvajal, y es el fruto de un intenso trabajo de investigación de la autora que entrevistó a familiares y compañeros del estudiante asesinado en Chile.
Enrique Maza fue militante del MIR venezolano e inició sus estudios de ingeniería eléctrica en la Universidad Central de Venezuela. La represión al movimiento estudiantil le obligó a emigrar junto a muchos otros jóvenes venezolanos. Un grupo decidió venir a Chile, atraído por el proceso que encabezaba el presidente Salvador Allende y muchos de ellos se incorporaron a partidos de la Izquierda chilena. Maza Carvajal se vinculó al MIR y al Mapu, y prosiguió sus estudios en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile. Al momento del golpe tenía 22 años.
Para el 11 de septiembre consideró un deber participar en cualquier esfuerzo de resistencia al golpe. Sus nexos militantes estaban en las fábricas del Cordón Vicuña Mackenna y hacia allá se dirigió para incorporarse a la lucha de los obreros de esas industrias, que contaban con la promesa de la CUT -dirigida por comunistas y socialistas- de proporcionarles armas si los golpistas intentaban consumar su intención de derrocar al presidente Allende. Sin embargo, eso no sucedió y grupos de trabajadores desarmados permanecieron al interior de las fábricas, inmovilizados por el toque de queda y a la espera de los acontecimientos.
En el lanzamiento del libro ‘Camarada Enrique', el obrero Carlos Aguilar -que vivió esos momentos trágicos- recordó que para el 11 de septiembre el movimiento popular ya venía sufriendo un proceso de deterioro, como consecuencia de las debilidades en la conducción política tanto del gobierno como de los partidos de la Unidad Popular. Aguilar señaló que en el Cordón Vicuña Mackenna, por ejemplo, sólo una minoría de los obreros del sector se quedó en las industrias esperando las armas prometidas por la CUT o una orientación de las direcciones políticas.
Extranjeros Junto a Chilenos
En el prólogo de ‘Camarada Enrique', el periodista Manuel Cabieses señala: "Centenares de revolucionarios brasileños, uruguayos, argentinos, cubanos, bolivianos, peruanos, venezolanos, norteamericanos y europeos vivieron en Chile la jubilosa experiencia de la Unidad Popular y también compartieron nuestro destino en la hora trágica de la derrota. Muchos, como Enrique Maza Carvajal, militaron en los partidos de la Izquierda chilena. Contra esos extranjeros se descargó la crueldad golpista azuzada por la leyenda de los ‘miles de guerrilleros' que estaban listos para intervenir en la ‘guerra civil' cuya inminencia anunciaban cada día los medios de prensa reaccionarios. La cacería de ‘guerrilleros' extranjeros fue implacable. Ni siquiera poseer la ciudadanía norteamericana resultó garantía de inmunidad. Jóvenes como Charles Horman y Frank Teruggi fueron asesinados. En el Estadio Nacional, convertido en inmensa prisión, había muchos extranjeros, incluso sacerdotes holandeses, belgas o franceses que ejercían su ministerio en las poblaciones populares de la capital. En la comisaría de Carabineros donde me llevaron arrestado dos días después del golpe, irrumpió un oficial de la Fuerza Aérea llevando a un prisionero al que apuntaba con una pistola a la cabeza. ‘¡Es cubano, es cubano!', gritaba golpeando a su víctima. El joven negaba: ‘¡Soy panameño, tengo mi pasaporte!'. Cayó al suelo y fue golpeado por su captor y carabineros en la forma más salvaje que he visto en mi vida. Ignoro la suerte que corrió ese panameño cuyo acento sonaba a cubano para oídos entrenados en el odio".
Así lo Mataron
En la presentación del libro sobre Enrique Maza también se leyó el relato de un testigo del asesinato del joven venezolano. Lo hizo llegar Guillermo Orrego Valdebenito, dibujante técnico y ex prisionero del campo de concentración de Chacabuco. "Esa tarde del 12 de septiembre estábamos botados en la calle, boca abajo, hombres y mujeres de las diferentes empresas del Cordón Industrial Vicuña Mackenna… Rodeado por un piquete de pacos (Maza) fue baleado por la espalda luego de gritarle que corriera por Vicuña Mackenna en dirección a la calle San Joaquín… El cayó con las manos atadas a la espalda en las puertas de la empresa IRT. Luego de ser asesinado, los pacos embravecidos y jadeantes azuzaban a unos perros callejeros para que mordieran el cadáver mientras ellos lo orinaban, sin conmoverse por los gritos de espanto y angustia de las compañeras que yacían en la vereda de enfrente (en Textil Progreso) con sus hijos pequeños que habían retirado de las guarderías infantiles… Era notorio que este camarada de ideales no era chileno; él era muy morenito, pelo rizado, de barba, estampa atlética, calzaba bototos y pantalones tipo jeans de color blanco; mientras lo tironeaban hasta la puerta de IRT, lo venían golpeando en la cara con un libro de esos de contabilidad y lo señalaban a gritos como de nacionalidad cubana… Hay que destacar que él soportaba estoica y dignamente los insultos y los golpes…".
El cadáver fue recogido en la calle y llevado al Instituto Médico Legal. Fue identificado, ya que portaba su cédula de identidad de extranjero. Esto permitió a la embajada venezolana reclamar el cuerpo y repatriarlo a Venezuela, donde se le dio sepultura.
El caso de Maza Carvajal aparece en el Informe Rettig pero no se menciona a carabineros como autores del crimen: "La Comisión -dice el informe- ha llegado a la convicción que, no pudiéndose determinar los autores de la muerte ni las circunstancias de la misma, Enrique Antonio Maza Carvajal cayó víctima de la violencia política imperante en el país a la fecha de los hechos".
13 de julio de 2007
18 de mayo de 2007
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