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tras la huella de un terrorista 1


[Susan Schmidt] Desde el desierto hasta el corazón de Estados Unidos. Surgen detalles sobre el presunto rol de Marri en la segunda ola de atentados de al Qaeda.
Peoria, Illinois, Estados Unidos. El estudiante de informática de 37 años, estaba corriendo contra el tiempo. Un día después de recoger su visa en la embajada norteamericana en Qatar, se subió a un avión, con su esposa y cinco hijos chicos. La familia viajó a Chicago, durmió una noche en un hotel en el aeropuerto, y luego cogieron un taxi para una carrera de 320 kilómetros por comarcas agrícolas hasta Peoria.
En Nueva York esa mañana, las torres gemelas se estaban desplomando.
Dentro de semanas, una serie de datos llevarían a agentes del FBI a la puerta de casa del estudiante Ali Saleh Kahlah al-Marri. Finalmente se convencieron de que era el más alto operativo de al Qaeda en Estados Unidos, un agente durmiente que hizo un viaje inexplicado a Nueva York en el verano de 2000 y que estaba planeando una segunda ola de atentados.
Sin embargo, después de más de cinco años de encarcelamiento, Marri sigue siendo una figura curiosamente desconocida. La investigación de sus actividades ha estado envuelta en el secreto. La comisión del 11 de septiembre dejó deliberadamente su nombre fuera en su informe de 567 páginas. El presidente Bush lo llamó enemigo combatiente en 2003 -el único extranjero arrestado en territorio norteamericano que es llamado así-, pero la atención de la opinión pública se ha concentrado en gran parte en sus derechos como prisionero de guerra.
En un discurso en mayo en la Academia de la Guardia Costera, Bush mencionó a Marri por primera vez, insinuando por qué los investigadores habían intentado descubrir a otros agentes durmientes. El presidente dijo que la comunidad de inteligencia cree que entre los potenciales blancos de Marri estaban "los depósitos de agua, la Bolsa de Valores de Nueva York y las academias militares norteamericanas, como esta".
Marri mantuvo su inocencia durante las sesiones de interrogatorio al principio de su retención, dijeron sus abogados. El Pentágono, que el año pasado llamó a Marri un "permanente y grave peligro para la seguridad nacional", dejó de interrogarlo después de que la Corte Suprema resolviera que los presuntos enemigos combatientes en prisiones norteamericanas tenían derecho a ser defendidos por un abogado. Sigue retenido en una cárcel de la Armada en Charleston, Carolina del Sur, esperando el resultado de esta guerra por su estatus.
Debajo de las maniobras legales, hay misterios que Marri nunca trató:
¿Qué había detrás de sus viajes entre Qatar, Arabia Saudí, Afganistán y Estados Unidos?¿Cuál era el propósito de su investigación sobre el hacking y cómo comprar y mezclar grandes cantidades de químicos para producir el mortífero gas de cianuro de hidrógeno? ¿Por qué poseía más de mil números de tarjetas de crédito robadas? ¿Está conectado con Dhiren Barot, el ahora encarcelado líder británico de al Qaeda que intentó hacer volar edificios en Estados Unidos e Inglaterra, y que puede haber inspirado los atentados con bomba frustrados del mes pasado en Londres y Glasgow?
Y ¿estaba corriendo hacia el corazón de Estados Unidos el 10 de septiembre de 2001, por órdenes de Osama bin Laden, o para llegar a tiempo para inscribirse en la universidad?

Hijo del Desierto
Entrevistas con decenas de funcionarios de defensa y policía, diplomáticos, abogados, empleados de la universidad y otros, aquí y en el extranjero, así como documentos judiciales, arrojan luz sobre el destino de Marri, desde su época como estudiante universitario de cola de caballo. Algunas fuentes hablaron a condición de conservar el anonimato, porque varios aspectos del caso siguen siendo clasificados; varios dijeron que se sentirían incómodos de ser citados por el nombre en asuntos relacionados con al Qaeda.
Por origen, la familia de Marri y todavía mantiene una granja de camellos en el desierto de Arabia Saudí, un vínculo con sus raíces beduinas. En los años setenta, cientos de miembros de la tribu más numerosa aceptaron la invitación del emir de Qatar de emigrar a su país, donde había más trabajos que trabajadores. El padre de Marri se convirtió en agente fronterizo y recibió la nacionalidad qatarí. Se mudó con su familia a Doha, la capital, donde sus hijos, como ciudadanos, podían estudiar con una beca en Occidente.
Ali al-Marri, que pasó parte de su infancia en la región desértica saudí, tenía diecisiete cuando él y su hermano mayor Nagy se marcharon a estudiar a Estados Unidos en 1982. El viaje de Marri a Illinois, con su mujer e hijos en 2001, fue un retorno a territorio familiar: Los hermanos habían vivido ahí cerca de una década, cuando estudiaban en la Universidad de Bradley, en Peoria, y en varias ciudades universitarias en el campo de Illinois.
Marri estudió introducción a la informática durante un semestre en el diminuto Spoon River College en Macomb, Illinois. La ciudad agrícola, que aparecería más tarde en otros viajes de Marri, atraía a toda una comunidad de estudiantes de Oriente Medio debido al intensivo programa de inglés que ofrecía otra escuela allá, la Western Illinois University.
Finalmente, los hermanos fueron trasladados a Bradley, una respetada universidad privada donde la vida estudiantil gira en torno a las fraternidades y al balonmano. Ali al-Marri, al que conocidos recuerdan como un chico flaco, de pelo largo y parrandero, con gran sentido del humor, se graduó en 1991, y obtuvo un diploma de económicas. Volvió a casa y más tarde contó al FBI que había trabajado en el Banco Islámico Qatar, en Doha, y en la oficina de la auditoría del gobierno.
El país al que volvieron los hermanos no era el mismo que habían dejado. Qatar se estaba modernizando rápidamente. El hijo del emir, el jeque Hamad Bin Khalifa al-Thani, estaba impulsando el desarrollo con los enormes recursos energéticos del país. En 1995, cuando su padre se encontraba de viaje, el hijo montó un golpe de estado.
Muchos en la numerosa tribu Marri eran leales al viejo emir, y a principio de 1996, decenas de ellos fueron denunciados públicamente tras un intento fallido de derrocar al hijo y reinstalar al padre en el poder.
En medio de ese revuelo familiar, Ali al-Marri volvió a marcharse, esta vez a Afganistán, según conocidos de la familia y funcionarios norteamericanos. Ya no era el estudiante universitario despreocupado de los días de Bradley, y se dirigió a los campos establecidos por bin Laden, de acuerdo a la denuncia del alto funcionario antiterrorista del Pentágono.
Marri siguió un trayecto paralelo al del hombre que se convertiría en el cerebro de los atentados del 11 de septiembre, y que, dicen agentes federales, se transformó en el hombre de al Qaeda: Khalid Sheik Mohammed. Como Marri, Mohammed estudió en una universidad norteamericana en los años ochenta, en su casa en el campo de Carolina del Norte, y terminó en Qatar.
A mediados de los noventa, Mohammed había participado en una serie de atentados terroristas, ayudando incluso a su sobrino, Ramzi Yousef, a financiar el atentado contra el World Trade Center en 1993. Mohammed y un grupo de militantes se refugió en las afueras de Doha, en una granja de propiedad del ministro de religión, de acuerdo a la comisión del 11 de septiembre. En 1996, cuando el FBI estrechaba su cerco, Mohammed escapó y huyó hacia Afganistán.
Funcionarios de la inteligencia norteamericana dicen que, en Afganistán, Marri siguió cursos de adiestramiento durante dos años, recibiendo, entre otras cosas, instrucciones en el uso de venenos y toxinas en el campo de Derunta, cerca de Jalalabad, según las fuentes. Se cree que fue adiestrado por Abu Khabab al-Masri, un egipcio especializado en armas químicas y biológicas que murió el año pasado en un ataque aéreo en Pakistán.
Cuando Marri volvió a Doha, de acuerdo a la gente que conoció a su familia allá, se destacaban su larga barba y puntos de vista radicales. Sus hermanos contaron a conocidos que era un yihadista que se había formado en los campos de bin Laden. Uno de esos conocidos, un ex funcionario del gobierno de Qatar, dijo al Washington Post que Marri llegó a casa con discos compactos con charlas de adiestramiento y propaganda de al Qaeda, así como con una matrícula falsa de California.
Peter Theros, que fue el embajador norteamericano en Qatar en los noventa, dijo que mientras la ideología religiosa allá es nominalmente similar a la de Arabia Saudía, Qatar es "mucho más tolerante y democrático" que su vecino. "Ali al-Marri es diferente. Incluso los qataríes más profundamente religiosos no son así", dijo Theros.
Poco después del retorno de Marri a Qatar, la investigación todavía en curso sobre el intento de golpe de 1996 costó a algunos de sus familiares la nacionalidad y sus trabajos en la administración. Para el 2000, los hermanos y padres de Marri habían vuelto al desierto saudí. La joven mujer de Marri y sus hijos también se mudaron para allá.

30 de julio de 2007
20 de julio de 2007
©washington post
©traducción mQh
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